El Verdadero Amor Del Dios Del Inframundo

Otra madrugada de rodillas en el baño, el dolor en mi estomago era insoportable, mi cuerpo se sentia tan pesado, el dolor se extendía por todo mi cuerpo, mi piel estaba tan sensible que de solo tocarla dolia. Perdi la cuenta de cuantas veces habia vomitado ya. Ya se habia hecho una costumbre y comencé a preguntarme si era posible que yo tambien hubiera sido infectado con aquella extraña enfermedad.

Me levante del suelo tomando de toma mi fuerza, me tambalee hasta la puerta del baño con mi vista borrosa. Y entonces pude verlo a pesar de la oscuridad de mi habitación, el cuerpo que se ceñía a las sabanas de mi cama. Su rostro volteó hacia mi dirección al sentir mi presencia y sonrió con dulzura, estirando las manos hacia mí, buscando darme consuelo entre sus brazos, invitándome a ir con ella.

Pero este no era el consuelo que yo queria.

Me recoste de la pared de mi cuarto cayendo hasta el suelo incapaz de mantenerme de pie.

—Que haces aqui?— mi voz se escuchaba rasposa.

La vi levantarse mientras me observaba sonriente.

—Se que estas mal esposo, dejame ayudarte— dio un paso hacia mi y mi cuerpo se sacudio con una alerta silenciosa.

—¡No te acerques!

Persefone se detuvo en su lugar mirándome con aquella sonrisa que comenzaba a poner mis pelos de punta.

—Solo quiero ayudarte esposo, yo puedo calmar tu dolor.

—¡No quiero! Ya no soy tu esposo Persefone, sal de mi habitacion.

Ella nego, retomo su camino hacia mi. Me sentia incapaz de moverme de mi lugar, no queria que me tocara.

—No digas eso mi amor, yo puedo ayudarte, dejame calmar tu dolor.

—Alejate de mi, Persefone.

Comenzaba a desesperarme. El dolor en mi cuerpo era insoportable. Cerre mis ojos incapaz de mantenerlos abiertos, mis parpados pesaban. Escuchaba a Persefone hablando pero no podia comprender lo que decia. Solo podia pensar en el

Leiah

Su nombre se repetía en mi cabeza, queria estar con el, queria estar entre sus brazos.

Y entonces senti su mano en mi frente y el dolor desapareció como si nunca hubiera estado ahi. Abri los ojos y la observe de rodillas delante de mi, con aquella sonrisa que habia amado por siglos, su mano fria como el hielo acariciaba mi piel que hace solo segundos hervía.

¿Por que estaba tan cerca? No la queria cerca de mi.

—Alejate. No me toques.

Su sonrisa se expandió, su cuerpo se inclino hacia el mio.

—No te resistas esposo. Solo yo puedo calmar tu dolor, te hare sentir bien.

Su mano se deslizo por mis piernas hasta subir por mis muslos, me puse de pie rapidamente. Su cuerpo se fue hacia atras por el impulso del mio, sus ojos me miraron oscurecidos con su ceño fruncido.

—No necesito nada de ti persefone.

Fue inmediato, el dolor volvio a mi, mi estomago se revolvió como si estuvieran devorándome por dentro, la sonrisa de victoria en sus labios.

Tenia que salir de aqui.

Movi mi mano con la poca fuerza que me quedaba y un portal se abrio, lo cruce con las piernas temblorosas cayendo al suelo rustico del inframundo.

—¡Dark!— escuché a Seol llamando mi nombre.

Escuchaba sus pasos, todo se veia borroso, el dolor se volvia cada vez mas insoportable. Vislumbre su rostro delante de mi, sus manos me tomaron de las mejilla y jadee del dolor, su manos eran como lava quemando mi piel, veia sus labios moverse pero no podia comprender de lo que hablaba. Lo senti tomarme entre sus brazos, escuchaba sus pasos retumbar en mis oidos, se detuvo delante del acantilado y el fuego que nos rodeaba se incendio con mas fuerzas, los gritos de las almas comenzaron a hacer mas fuertes, proclamaban mi nombre. Yo ya no era hades, yo no queria esto.

—Abuelo— las palabras salieron de mis labios por primera vez en 19 años, y lo mire, las lagrimas que se deslizaban por sus mejillas.

—Esto dolera Dark

No tuve tiempo de pensar en sus palabras cuando me sentí caer al vacío. El fuego me rodeo, estaba ardiendo en las llamas del inframundo. Sentía como mi piel se desprendía de mi cuerpo, dolía y dolía demasiado.

Era insoportable, ya no podia soportarlo.

Mis ojos se cerraron y el mundo a mi alrededor desaparecio, mis pensamientos cesaron.

Se sintió como esa vez, como si hubiera muerto.