LA BRUJA Y EL EMPERADOR DE LAS SOMBRAS

Isabel tuvo que quedarse un día más en el palacio, por petición de los reyes, ya que le tenían en alta estima en especial la princesa Katherine Elisabeth, pero al día siguiente inició el viaje de regreso al ducado llegando en horas de la tarde a su mansión. Todos los empleados le dieron una cálida bienvenida aunque no esperaban su llegada tan pronto. Su sorpresa fue notoria al ver a su querida nana ya recuperada y procede a darle un cálido abrazo, compartieron algunas palabras y una deliciosa cena luego ella se retiró para tomar un baño y después ingreso al cuarto sécreto de la mansión que conectada desde la biblioteca y donde ella realizaba algunas pociones, por si quería seguir teniendo sus encuentros románticos con su guapo emperador y no quedar en embarazo tan pronto y por supuesto también practicaba su magia. Necesitaba reforzar la seguridad de su propiedad y que mejor manera de hacerlo qué activando un hechizo de protección y así evitar que entes oscuros ingresen a su propiedad.

Al siguiente día muy temprano Isabel partió en su carruaje para la ciudad con la intención de supervisar sus negocios, pero al llegar a la plaza central se encuentra con una revuelta por los ciudadanos que impide continuar el paso en carruaje así que ella pregunta a Juan su empleado de confianza ¿qué sucede?.

—Señorita, al parecer será sentenciado ala orca un hombre acusado de hechicería.

Un hechicero, pero nunca había escuchado de alguien así, está seguro.

—Por supuesto Duquesa, es una pena. De inmediato, Isabel baja del carruaje y se acerca al tumulto de gente quienes grita palabras blasfemias en contra del hombre que va caminando completamente cubierto por una tela de lona mientas sus manos y pies están atados con una cuerda a la vez que es supervisado su paso por dos funcionarios del orden público y no por la guardia imperial. Todo esto es un montaje.

Un olor a azufre se apodera de la plaza central y es entonces que el hombre logra liberar sus manos y toma un cuchillo qué llevaba sus acompañantes mientas los apuñala desatando el caos entre los presentes. La lona que cubría el rostro del hombre cae revelando un rostro lleno de cortes al igual que sus brazos, parece que busca a alguien entre la multitud, en su mirada puedo ver desesperación y al verme corre hacia a mi apuntandome con el cuchillo, pero antes de que este hombre pueda acercarse una flecha traspasa su costado deteniéndolo al instante. Trato de ubicar de donde se disparo la flecha, pero no logro identificar a nadie. Entonces escucho hablar al hombre que era acusado de hechicería. "No permitas que el mal triunfe" y procede a quitarse la vida él mismo con el cuchillo qué llevaba en sus manos. El cuerpo del hombre cae al suelo justo frente a mi y un especie de humo grisacio sale de él, lo que quiere decir que algún ente oscuro lo estaba controlando.¿Pero con que propósito?. Al parecer soy la única que lo noto.

¿Duquesa se encuentra bien? Me preguntan un pequeño grupo de damas que se acercan a mi, yo asiento.

—Duquesa mire su vestido, se acaba de dañar por culpa de este hombre de mala muerte. Dice una de las jóvenes damas mientras señala al cuerpo ya sin vida que se encontraba en el suelo.

Observó mi vestido y en efecto esta manchado por la salpicadura de la sangre del hombre.

—Que barbaridad, que de nuevo esten creando falsos rumores encontrá de gente inocente solo por que estos se niegan a servirles.

Servirles a quien? Pregunta Isabel con algo de curiosidad.

—La joven, parece asustada y me mira fijamente mientras observa a su alrededor, lo siento duquesa creo que hable de más y procede a marcharse no sin antes hacer una reverencia.

—¡Pierda cuidado!... Duquesa Isabel, Laurina siempre se comporta y habla de manera rara. Por cierto no me he presentado, qué falta de modales. Soy Aria y ella es mi hermana Rita somos las hijas del dueño de la tienda de antigüedades qué se encuentra aquí en frente dice ella mientras señala la tienda al otro lado de la calle. Isabel asiente sin dejar de observar a la joven Laurina qué ya está doblando la esquina.

Si me disculpan, me retiro como ven debo cambiarme dice mientras señala su propio vestido.

—Claro duquesa hablan las dos hermanas simultáneamente.

Isabel se aleja siguiendo de cerca a la joven, quien ingresa en una pequeña casa de fachada descuidada con puertas rojas. Pero al estar frente a la casa Isabel puede notar la presencia de otra bruja, así que decida tocar la puerta. Al no obtener respuesta ella vuelva a tocar la puerta revelando su título y nombre. De inmediato se abre. .

—¡Duquesa! ... Veo que me seguiste. Dice en tono desconfiado la joven mientras observa a su alrededor.

¿Puedo ingresar?... Como sabe las calles están algo movidas, por el reciente suceso.

Laurina le sede el paso de mala gana, pero rápidamente cambia su comportamiento y postura al ver como las pequeñas manchas de sangre que traía en su vestido la duquesa desaparecen a medida que avanza hacia el interior de la casa.

—Perdone a mi hija mi lady, he tratado de educarla con buenos modales, pero en algunas ocaciones es algo rebelde. soy Tania su humilde servidora, es un honor tenerla en mi casa y procede hacer una reverencia.

Descuide Sra. Tania, no hay necesidad de seguir los protocolos, lo siento por invadir su casa sin invitación, pero necesito hablar con su hija y su madre si es posible, ya que logro reconocer de inmediato la bruja que se oculta en la casa.

—Esto sorprendió a la mujer quien de inmediato observó a su hija Laurina como preguntándole qué hiciste esta vez y es entonces que ella niega moviendo sus hombros sin entender que hizo. ¿Desde cuando conoce a mi madre?. Ella ya es mayor y además está ciega.

En realidad no he tenido el placer de conocerla en persona, pero puedo darme cuenta de que su madre Marla es muy especial. Habla Isabel notando que tanto hija como nieta no conocen la verdadera identidad de la Sra. Marla. Aunque pueda que Laurina haya heredado sus dones de Bruja y para protejerla los a sellado, por eso no pude notarlos cuando estuve frente a ella, pero ahora es diferente.

—Entiendo contesta la mujer con duda. Laurina ve a prepararle un té a la duquesa.

—Pero madre yo....

No es necesario, Sra Tania como le comente solo deseo hablar y si me permiten me gustaría hablar con su madre.

—claro... Por supuesto, contesta ella con algo de nerviosismo y procede a mostrarle la habitación de su madre.. Pero antes de ella tocar la puerta esta se abre mostrando a la anciana qué se encontra cerca de un taburete.