LA BRUJA Y EL EMPERADOR DE LAS SOMBRAS

LA BRUJA Y EL EMPERADOR DE LAS SOMBRAS

CAPÍTULO 1 De vuelta al pasado

Tiempo atrás en el imperio de Londonkht una mujer se encuentra privada de su libertad luego de ser acusada de Brujeria y atentar contra la vida del primer ministro Claus Johnson máxima autoridad después del emperador Maximiliano Kriatus, por lo cual es sentenciada a morir en la hoguera junto con su familia luego de encontrar unas supuestas pruebas que la declaran culpable. Quemen a la Bruja gritan las personas que se encuentran al rededor de la acusada dando más peso a las acusaciones.

—¡Soy inocente de los cargos que se me acusan! Grita la mujer... Este hombre señalando al primer ministro ha conspirado en contra del mismo emperador y como me negué a ser parte de esa bajeza soy sentenciada a la muerte, pero una cosa si les digo la verdad siempre sale a la luz y todos ustedes les espera algo peor que la muerte, ese será mi castigo.

Las palabras de la mujer encienden más la furia en el primer ministro quien da la orden de prender fuego a la hoguera sin saber que ese acto desencadenaría una serie de acontecimientos que marcarán un nuevo rumbo a la historia y con ello la misteriosa desaparición del emperador a una edad de treinta dos años y con el paso del tiempo se crearon una serie de rumores que decían que el emperador se encuentra prisionero en su propio palacio debido a una maldición, ya que decían que el emperador era poseedor de magia, pero nunca se comprobó tal hecho, por eso se le consideró como muerto, aunque su cuerpo jamás fue encontrado y al no tener descendencia su imperio pasó a manos de su primo John Alexander quien tomó posesión de la corona al obtener el título de rey al convertirse en el único sucesor en su línea de sangre y los hijos de este nuevo rey pasaron a ser príncipes. Llegando así al final de la historia.

—¿maestra Isabel, como era el emperador? Pregunta un estudiante luego de escuchar la historia.

Bueno, según lo escrito en los libros el emperador era un hombre justo y sabio a la hora de impartir la ley, pero también era un hombre frío, distante y algo temerario con sus enemigos impartiendo miedo en ellos y eso fue aprovechado por el primer ministro del imperio un hombre sin escrúpulos qué aprovechando su influencia qué tenía en la Corte imperial para impartir justicia sobre inocentes en nombre del emperador y esto a la larga desencadenó una guerra de estado luego de la repentina desaparición del emperador Maximiliano.

—¿Por qué el emperador desapareció?... No lo sabemos a ciencia cierta dice Isabel con una sonrisa, ese es el gran misterio que todavía falta descubrir.

 Y así siguieron las preguntas de los jóvenes que se encontraban en el auditorio de una prestigiosa universidad donde Isabel Belmon una reconocida historiadora impartía clases de historia. Ella trató de responder a la mayoría de las preguntas aunque algunas desconocía la respuesta, ya que con el pasar del tiempo la historia escrita en libros acerca del emperador se fue cambiando y por ende se perdieron detalles importantes.

Al finalizar la jornada laboral Isabel se dirige hacia su casa sin saber que esa noche sería la última que pisaria la ciudad en el tiempo actual, ya que en el trayecto se ve rodeada por una niebla muy densa qué dificultaba la visibilidad y sin saberlo traspasa un vortice del tiempo que la lleva al pasado, pues su destino ya estaba escrito desde antes que naciera, ella baja la velocidad del auto y nota una posada cerca a la carretera, aunque al principio se le hizo extraño ya que nunca la había visto decide ingresar a al propiedad y bajar del auto, la luz de la luna se encontraba en su más alto explendor permitiendole detallar el lugar antes de tocar la puerta de la posada y es entonces que una mujer mayor le abre la puerta, esta tenía ropas algo extrañas como si fuera de otra epoca, pues llevaba una pañoleta blanca en la cabeza y un vestido gris algo desgastado de cuello alto y mangas largas.

El rostro de la mujer era de sorpresa y antes de que Isabel pudiera decir algo la mujer es la que habla.

—¡Que haces aquí!. ¿como llegaste?. Pregunta la mujer con un tono de voz temeroso.

Buenas noches, disculpa la molestia, lo que sucede es que la niebla me ha dificultado un poco el viaje, será que hay posibilidad de pasar la noche en la posada.

—Mi casa no es caridad muchacha.

¡No quise decir eso!... Por supuesto que le pagaré solo que...

—¡No se puede!... Corta la mujer. Debes irte, si continúas en este lado pasada la media noche ya no podrás volver.Dice luego de observar el auto.

¿Cómo? Pregunta Isabel sin entender.

—Debes irte muchacha, de lo contrario no me culpes por lo que te pase y procede a cerrarle la puerta en la cara.

Que señora tan maleducada piensa Isabel y decide regresar al auto, pero antes de ingresar en este, percibe una sensación paralizante qué recorre todo su cuerpo y al dar media vuelta observa una sombra dentro de la posada qué libera un grito agudo antes de desaparecer, pues había sido notado por Isabel, lo que ocacionara que las ventanas de la posada como las del carro se rompan generando una pequeña distracción antes de que una fuerza sobrenatural traspasara su cuerpo, lo que hace que ella se desmaye.

La mujer dueña de la posada sale furiosa para reclamar por los daños, pero se detiene en seco al ver como el aura de la joven había cambiado, pues su cuerpo emitía un poder mágico descomunal.

—Maldita sea, ahora tendré que cuidar de esta extraña.

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Al día siguiente Isabel se despierta con un fuerte dolor de cabeza y recuerdos de su vida pasada la invaden descubriendo que es la reencarnacion una poderosa bruja que regresó para cobrar venganza de quienes la traicionaron. Su mirada se vuelve fría y distante a la vez que el odio se apodera de su corazón.

Rápidamente se levanta de la cama y sale de la habitación encontrándose con la posadera en el cobertizo.

— Veo que ya despertaste, no sé quien eres o como llegaste a mi casa, pero será mejor que te marches, no quiero tener problemas con el concejo y tampoco con la guardia imperial por albergar a una Bruja.

¿Cómo sabes que soy una Bruja? Pregunta Isabel con duda.

—Tremendo desastre que ocacionaste anoche muchacha, gracias al cielo que mi posada esta algo alejada del pueblo de lo contrario ya seríamos la comidilla de chismes del imperio y puede que nuestras cabezas ya estarían colgando de una soga en la plaza del pueblo.

Gracias por no haberme dejado al interpedie y perdón por los daños dice Isabel a la vez que mueve una de sus manos y restaura toda la posada.

—¡Pero que haces muchacha!... ¿Estás loca? Como se te ocurre utilizar tu magia así a la ligera, no vez que en estos tiempos la hechicería está prohibida y las brujas están siendo cazadas por orden del primer ministro.

Lo sé, pero eso terminará pronto.

—Tu aura a cambiado, pero una cosa si te digo muchacha debes de tener cuidado para no ser atrapada, porque el momento que lo hagan ese será tu final.

Soy Isabel, gracias por el concejo y procede a salir de la posada.

—Espera, la detiene la ancuana y le da un poco de pan con unas uvas envueltas en una tela y también le pasa una capa con capucha.

Gracias Jayaris, aunque no lo aparentas eres alguien de buen corazon, prometo recompensarte.

—Como es que... Olvídalo dice la anciana al ver la sonrisa en el rostro de Isabel y procede a hacer una señal con su mano derecha para que se marche.

Isabel decide ocultar su auto bajo un hechizo, pues este llamaría mucho la atención y procede a cubrirse con la capa que le dio la anciana mientras se dirige caminando hacia el pueblo, a mitad del camino se encuentra con la guardia que patrullaba el lugar.

—Identifíquese viajera grita uno de los guardias mientras baja del caballo.

Isabel observa al caballo por unos segundos y este comienza a relinchar, los demás guardias se ponen alerta.

—Identifíquese pide el guardia qué ya estaba cerca de ella.

Soy Isabel hija de los Duques de kambrio y vengo a ver al emperador.

—Los guardias sueltan una carcajada, acaso nos querés ver la cara muchacha, nadie puede acercar al emperador sin tener el permiso del regente.

—Además, por tus fachas dudamos qué nos digas la verdad acerca de tu procedencia. Porque mejor nos dices quien en verdad eres y porque estás en estas tierras. Habla otro guardia.

Conque debo obtener un permiso del regente creí que ese hombre se hacía llamar primer ministro. Vaya falta de pantalones del emperador para ocultarse detrás de alguien más.

—Como osas faltarle el respeto al emperador máxima autoridad de este imperio.Dicen los guardias a la ves que apuntan sus espadas.

Pueden bajar sus armas caballeros, como les dije solo vengo de paso para ver al emperador.

—Nadie puede ingresar al imperio y mucho menos al palacio sin una carta de presentación.

Entiendo, muchas gracias por la información, pero sus servicios ya no serán requeridos y procede a utilizar telequinesis para palizar a los hombres mientras ella sube a uno de los caballos.

Es una Bruja, logra articular uno de los guardas antes de perder la cabeza con su misma espada.

¡Oh!... creo que me excedí dice Isabel al observar el rostro lleno de pánico de los demás guardias. Bueno lo siento por ustedes, pero no acostumbro a dejar cabos sueltos y rápidamente los elimina a todos.

¡Maldición no acostumbro a llamar la atención, pero no me pude resistir!.

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