Nico y Massimo Messina son los herederos del Cártel de Sinaloa y todos los ojos están sobre ellos; los de su familia, sus socios comerciales y sus enemigos. No pueden cometer errores, menos ahora que de ellos depende el negocio familiar.
¿Qué pasaría si dejaran que sus corazones nublen su razón? ¿Qué pasaría si cedieran su control por alguien a quien aman?
Acompáñame a descubrirlos juntos.
NovelToon tiene autorización de Yesenia Stefany Bello González para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Un nuevo comienzo
Eva
Entro a mi casa con una enorme sonrisa, la que se amplía cuando veo a mi hermana sentada en el sofá.
–¿Qué haces aquí? –pregunto–. ¿Dónde está mi sobrino?
Venecia pone los ojos en blanco antes de incorporarse. –No puedo subir a un avión a un bebé de menos de un mes.
–No entiendo –digo mirando a Stefy, quien está con los brazos cruzados–. ¿Quién está cuidando a Matteo?
–Su padre –responde.
–Pero…–Miro sus pechos–. ¿No se alimenta de ti?
Mi hermana lucha contra una sonrisa, pero se detiene cuando Stefy se levanta, tan furiosa, que juro que puedo escuchar sus cientos de recriminaciones sin que ninguna palabra salga de su boca.
–¡¿Tú la llamaste?! –pregunto cuando entiendo mientras miro la hora en mi celular–. Te subiste al avión apenas Stefy te llamó –digo sorprendida. No han pasado más de nueve horas desde el incidente en la pastelería.
–¿Dónde estabas? –pregunta Venecia.
Sonrío y Stefy carraspea.
–Vamos, Venecia, eres más lista que esto –dice apuntando mi rostro–. ¡Mírala! –exclama–. Es claro que estuvo con Massimo. Puedo oler que la muy perra tuvo varios orgasmos.
Venecia me mira interrogante.
–Varios –respondo con una sonrisa y me dejo caer en el sofá–. Cuatro para ser exactos, y antes que digan algo, me los merecía.
–¿Estás engañando a tu novio? –pregunta Venecia mientras se sienta a mi lado–. Aunque después de lo que escuché de Stefy, bien merecido se lo tiene.
Bostezo. –¿Dónde está? –pregunto cansada.
–En tu habitación –responde Stefy cortante–. Juro que quiero ir allá y patearle el trasero, pero prefiero esperar que venga papá y lo haga tragarse su propia polla.
Exploto en una risa. –No sería un gran bocado –digo–, pero si le hiciera eso a Massimo, el pobre se ahogaría, como yo lo estaba hace unas horas.
Venecia golpea mi brazo con el suyo. –No hables así de mi primo, por favor –me pide mientras Stefy cubre sus oídos con sus manos.
–¿Qué pretendes? –pregunta Stefy.
Me incorporo y beso su mejilla. –Poner las cosas en orden. Y antes que camines por las paredes, no volveré con Massimo. Fue una despedida –digo–. No voy a estar con un hombre que se avergüenza de lo que siente por mí.
–¿Pero si vas a estar con un hombre que merma tu confianza? –devuelve todavía enojada.
Guiño un ojo en su dirección antes de caminar a mi habitación.
Cuando entro veo a Travis empacando nuestras cosas.
–Tenías razón –espeta–, venir a esta casa fue un error, pero nos iremos ahora mismo. No toleraré ni un segundo más la insolencia de tu hermana.
–¿Insolencia? –pregunto con una sonrisa–. Tienes suerte que mi hermana no te haya cortado la polla.
Travis me mira molesto. –¿Estás de acuerdo con ella?
–¿Sobre cortarte la polla? No. Stefy comenzaría a reír en cuánto la viera –respondo.
Travis toma mi brazo. –¿Qué estás diciendo…? –comienza a preguntar, pero se detiene antes de oler mi cuello y cabello–. Estuviste con él, ¿no?
–¿Con quién? –pregunto con una inocente sonrisa.
–Con ese imbécil que no puede mantener sus manos alejadas de ti. ¡Es tu primo! –sisea.
Me encojo de hombros. –Al menos sabe follar –devuelvo–. Y puedo ser yo a su lado. –Me siento en la cama y disfruto al ver su cara horrorizada–. Dejé la argolla en tu maleta. No voy a casarme contigo, Travis.
–Si no te casas conmigo no tendrás trabajo.
–¿Es una amenaza? –pregunto divertida–. Sabes que ese lugar estaba por quebrar, pero yo lo salvé, cariño. Te salvé de la ruina.
–No serás nadie si no te casas conmigo.
–Tú tampoco, ya lo descubrirás, cariño. Te recomiendo que te vayas antes de que llegue mi papá, él no será tan cordial como yo. Menos si Stefy le dice lo que pasó.
Travis se arrodilla frente a mí y toma mi mano. –Lo hice porque te amo. ¿Por qué estás castigándome por cuidarte?
–No es un castigo. No estaba segura de casarme contigo, pero esta tarde tuve mi respuesta.
–¿Mientras te entregabas a ese idiota como una perra?
Asiento. –Como la perra más feliz y satisfecha de esta ciudad. Lo que hacías no era cuidarme, Travis, era controlarme, y ya no le permitiré a nadie más que controle mi vida. Desde ahora en adelante yo tomaré las decisiones.
–Recuerda como llegaste a mí, destruida, eras la sombra de una mujer… Yo te devolví la sonrisa.
Sonrío. –¿Y eso te hacía sentir poderoso? –pregunto, pero continúo sin esperar respuesta: –Lo hacía, pero no es tu culpa, Travis, es la mía, yo te di ese poder, porque no sabía lo que valía y mucho menos lo que merecía. Pensé que era feliz contigo, pero la verdad es que me conformé, porque estaba acostumbrada a sobrevivir con migajas de amor, y claro, apareciste tú y me diste una onza de cariño y sentí que estaba en las nubes, pero sigue siendo una onza, y yo merezco la puta fábrica de pan, Travis.
–No serás feliz sin mí –dice incorporándose.
–¿Lo crees? Porque ya estoy sin ti y me siento más feliz que nunca.
–Vas a volver cuando ese idiota te olvide –espeta mientras toma su bolso.
Suspiro. –La verdad me da igual. También me despedí de él esta tarde. No volveré ni a esconderme ni a someterme a nadie. Adiós, Travis.
–Una mujer como tú nunca podrá ser feliz –dice antes de salir y ser increpado por mis hermanas.
Mientras los escucho gritar me lanzo a mi cama y sonrío.
Es la primera vez en mi vida que me siento libre de verdad. Libre del lazo que me mantenía unida a Massimo y libre del control férreo de Travis.
Libre al fin.
Después de un portazo, que resuena por toda mi casa, mis hermanas se lanzan a mi lado.
–Estoy muy orgullosa de ti, Eva –dice Venecia–. No me necesitaba –agrega mirando a Stefy, quien sonríe.
–Así tienes un descanso de tus hombres.
Mi hermana hace un mohín. –No quiero un descanso de mis hombres. Los quiero siempre a mi lado. No sabía que podía amar de esta forma. Matteo se ha convertido en mi mundo entero.
Stefy hace un mohín. –Yo quiero uno de esos.
–Para eso tienes que follar –le recuerdo.
–Puaj, ¿no puede traérmelo una cigüeña? –pregunta profundizando su mohín–. Creo que me tomaré un descanso de las citas. Los hombres y sus pollas flojas me tienen cansada.
–Ya llegará una que te dejará mirando hacia la pared –digo golpeando su trasero.
–Promesas. Promesas. Creo sinceramente que ustedes mienten y no existen hombres así.
–Existen –respondemos Vene y yo al mismo tiempo, haciendo que nuestra hermana hunda su rostro en la almohada.
–¡Son unas perras, las odio! –masculla contra el cobertor.
Venecia toma mi mano y yo tomo la de Stefy.
–Siempre estaremos para la otra. Recuérdenlo –pide Vene.
–Juntas contra el mundo –declara Stefy, levantando su rostro de muñeca.
–Juntas –repito antes de dejarme abrazar por ellas.
Hoy empezaré a ser feliz.
que hermoso capítulo