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Fuego En La Tormenta

Fuego En La Tormenta

Status: En proceso
Genre:Mafia / Traiciones y engaños / Secretos de la alta sociedad / Romance oscuro
Popularitas:8k
Nilai: 5
nombre de autor: America Blancas

El destino de los Ling vuelve a ponerse a prueba.

Mientras Lina y Luzbel aprenden a sostener su amor en la vida de casados, surge una nueva historia que arde con intensidad: la de Daniela Ling y Alexander Meg.

Lo que comenzó como una amistad se transforma en un amor prohibido, lleno de pasión y decisiones difíciles. Pero en medio de ese fuego, una traición inesperada amenaza con convertirlo todo en cenizas.

Entre muertes, secretos y la llegada de nuevos personajes, Daniela deberá enfrentar el dolor más profundo y descubrir si el amor puede sobrevivir incluso a la tormenta más feroz.

Fuego en la Tormenta es una novela de acción, romance y segundas oportunidades, donde cada página te llevará al límite de la emoción.

NovelToon tiene autorización de America Blancas para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Cenizas y deseo

**Capítulo 12:**Cenizas y deseo

(Desde la perspectiva de Daniela Ling)

No iba a permitir que un hombre arruinara mis vacaciones.

Ni siquiera si ese hombre tenía mandíbula perfecta, los ojos más oscuros que la noche y sabía exactamente cómo besarme para dejarme sin aire.

No.

No, Daniela Ling no iba a caer.

Recostada en la hamaca de la terraza, la brisa del mar acariciaba mi piel y sostenía una copa de vino entre los dedos.

Observaba cómo el cielo oscurecía lentamente, pintando de naranja y violeta el horizonte.

Por un momento, me sentí en paz. Por un instante, pensé que podía desconectarme de todo, de Alexander, de los conflictos, de Rita, incluso de Luzbel y sus comportamientos absurdamente protectores.

Luego recordé que ella seguía allí.

Rita.

La encarnación universitaria de todo lo que detesto en una mujer: falsa, oportunista y con ese tonito dulce empacado en veneno.

Había pasado el día presumiendo a Alexander como si fuera su trofeo nuevo, mientras yo… pretendía que no me afectara.

Lo hacía bien, supongo.

Hasta que Lina me dijo:

—Ni se te nota el veneno en los ojos.

Y yo respondí:

—Lo mío no es veneno, es actitud.

Me levanté cuando Luzbel anunció que prendería la fogata.

Era uno de esos momentos familiares que uno no olvida: Lina cargando a Belian mientras lo arrullaba; Alexander sentado a un lado, con cara de mafioso simpático; Luzbel intentando parecer relajado, fracasando miserablemente; y Rita… justo al lado de Alexander, tan pegada que parecía una lapa.

—Voy por más botellas —dije, fingiendo que no me importaba—. ¿Alguien quiere algo?

—Whisky, si tienes —dijo Luzbel.

—Vino para mí —añadió Lina.

—Te acompaño —dijo una voz detrás de mí.

Supe de inmediato quién era.

Respiré profundo y no detuve mis pasos.

Abrí el minibar de la cabaña y comencé a sacar las botellas, cada movimiento medido, deliberado, consciente de su presencia.

Su perfume barato intentaba imponerse, pero no permitiría que lo lograra.

—Espero que no te moleste que esté con Alexander, Dani —dijo, con ese tonito azucarado que tanto me irritaba—. Pero ya sabes… él me eligió a mí.

Me giré, botella en mano, sonriéndole como si estuviera en una entrevista de trabajo: fría, profesional, calculadora.

—Claro, Rita. Las zorras son muy fáciles de elegir. Están en oferta hasta en supermercados. Dos por uno y sin garantía de devolución.

Su cara cambió. No esperaba una respuesta tan afilada, tan directa.

Me acerqué un paso más y hablé bajo, con la voz controlada pero cargada de significado:

—Pero tranquila… disfruta mientras puedas. El problema con hombres como Alexander es que cuando quieren algo de verdad, no lo presumen. Lo protegen.

No esperé respuesta y salí de ahí con la cabeza en alto, devolviéndome a la fogata con una sonrisa digna de comercial de pasta dental.

Lina me miró de reojo, levantando una ceja con complicidad. Me senté a su lado y le pasé su copa.

—¿Qué pasó? —susurró.

—Rita pasó. Con toda su versión barata de autoestima —dije, con sarcasmo cargado.

Lina rio bajito, para no escupir el vino.

—¿La insultaste?

—No. Solo le recordé quién es, por si se le había olvidado —dije, tomando un trago—. ¿Te apuntas a un par de indirectas con clase?

—¡Pensé que nunca lo pedirías! —respondió emocionada.

Fue entonces cuando comenzó la sinfonía de sutiles puñaladas.

—No les parece que últimamente las chicas están dispuestas a aceptar cualquier cosa con tal de tener atención masculina? —comentó Lina, mirando el fuego.

—Sí —añadí, dando otro sorbo a mi copa—. Incluso si es solo un mafioso emocionalmente bloqueado y una cama compartida con la sombra de otra.

Rita tosió.

Alexander… sonrió.

Sonrió.

Como si estuviera disfrutando de todo el espectáculo, disfrutando de cómo el juego de tensión creaba chispas que ni siquiera él podía apagar.

Me giré un poco y lo vi inclinarse hacia Luzbel, susurrando algo que hizo que Luzbel se riera.

Era un sonido que debería irritarme, pero en cambio me recordó lo impredecible que era Alexander, lo que me atraía y frustraba al mismo tiempo.

—¿Están bien? —preguntó Rita, incómoda.

—Perfectamente —respondí—. El karma se sirve frío… o en fogata con vino. Lo importante es que llegue.

Rita quedó en silencio.

Por primera vez en días, me sentí ligera.

No por haber ganado, no por haber marcado territorio, sino por recordarme a mí misma que aún tenía voz.

Y no iba a usarla para suplicar amor a nadie.

Mientras el fuego chispeaba, el aroma del mar se mezclaba con la leña y el vino, creándose un ambiente casi mágico.

Cada gesto, cada risa, cada mirada era un recordatorio de que las cosas podían ser complicadas… pero también hermosas.

Alexander me miraba desde el otro lado del fuego.

Lo vi tensarse, inclinar la cabeza hacia adelante, atento a cada movimiento mío.

Podía sentir la intensidad en sus ojos, un fuego que rivalizaba con la fogata frente a nosotros.

No era solo competencia con Rita.

Era la verdad: entre él y yo, siempre había habido algo que los juegos, las palabras o las indirectas no podían borrar.

Y eso me daba poder.

No sobre él, sino sobre mí misma.

Me levanté lentamente, dejando la copa a un lado y caminando hacia la orilla del mar, dejando que la arena mojada se pegara a mis pies.

Alexander me siguió con la mirada, y lo vi discutir consigo mismo sobre qué hacer.

Rita permanecía junto a él, pero la tensión entre nosotros era palpable.

—Daniela —su voz llegó como un murmullo a través del viento—.

No respondí de inmediato.

Disfrutaba de ese juego, de la espera, de la sensación de que él también estaba atrapado en el fuego que yo controlaba.

—¿Vienes a molestarme o a mirar el mar? —pregunté finalmente, sin girarme.

—Tal vez ambas —dijo, con ese tono que siempre me hacía dudar de si debía acercarme o alejarme.

El viento jugaba con su cabello y su camisa, dándole un aire casi angelical… si no fuera por la intensidad oscura en sus ojos.

—Escucha, Alexander —dije, volteando lentamente para mirarlo a los ojos—. No voy a competir. No voy a mendigar tu atención. Si quieres estar con alguien, hazlo. Pero no me hagas olvidar quién soy mientras lo haces.

Él tragó saliva.

La brisa parecía volverse más intensa, cargando cada palabra que dijimos como si el mar mismo estuviera pendiente de nuestra conversación.

—Nunca te olvido, Daniela —murmuró finalmente—. Ni siquiera cuando estoy con ella.

Mis labios se entreabrieron, pero no dije nada.

El silencio se volvió pesado, casi eléctrico.

Lina, desde la distancia, nos observaba con esa sabiduría silenciosa que solo una hermana puede tener.

Luzbel estaba más distraído con Belian que con nosotros, y Rita empezaba a darse cuenta de que su presencia no era suficiente para apagar la chispa entre nosotros.

Esa noche, bajo la luz de la fogata y el cielo estrellado, supe algo con certeza: no necesitábamos juegos, celos ni pruebas externas. Alexander y yo éramos fuego.

Y el fuego, una vez encendido, nunca se apaga.

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Stella Romero
linda muy misteriosa
Stella Romero
esta novela es maravillosa tiene todo hasta el menú de comernos las uñas de hacer un río de lagrimas😭😭😭
Stella Romero
ayyy que miedo verraco miedo senti g/Sob//Sob//Sob//Sob//Sob//Sob//Sob/
Stella Romero
no no muera porque aca terminó de leer
Stella Romero
vaya que aburrida pensar en lo que le dijo amara y no estar pendiente de la misión....
Stella Romero
el cómplice de Emiliano será el padre de Alexander?
Stella Romero
porque no decirle la verdad que vio a Emiliano
Stella Romero
curvas del destino es linda ahora voy por la segunda temporada fuego en la tormenta
America Blancas: Espero que te guste hermosa❤️
total 1 replies
Romy Sinner
espectacular
Romy Sinner
súper atrapante la novela! te felicito y espero ansiosamente más capitulos
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