"Después de un accidente devastador, Leonardo Priego se enfrenta a una realidad cruel: su esposa está en coma y él ha quedado inválido. Con su hija de 4 años dependiendo de él, Leonardo se ve obligado a tomar una decisión desesperada; conseguir una sustituta de su esposa. Luna, una joven con una vida difícil acepta, pero pronto se da cuenta de que su papel va más allá de lo que imaginaba. Sin embargo, hay un secreto que se esconde en la noche del accidente, un secreto que nadie sabe y que podría cambiar todo. ¿Podrá Leonardo encontrar el amor y la redención en esta situación inesperada? ¿O el pasado y el dolor serán demasiado para superar? La verdad sobre aquella fatídica noche podría ser la clave para desentrañar los misterios del corazón y del destino".
NovelToon tiene autorización de Frida Escobar para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Revelaciones y tensión.
— ¿Qué? —le pregunto y él reacciona, soltándome para que pueda bajar.
Camino hacia donde la comida está por quemarse. En mi cabeza quedan muchas dudas y hasta el hambre se me fue.
Se escucha la puerta abrirse y creo que es Leonardo yéndose, pero escucho a alguien hablar.
—¿Qué haces en esta cueva? —dice.
—¿Qué mierda quieres? —responde Leonardo.
—Tengo rato buscándote —dice la otra persona y de un momento a otro ya no hablan fuerte, pero sí bajan la voz.
Termino de servir la comida y como, pero no se escucha nada. Cuando terminé, lavo los trastes y de un momento a otro se escuchan carcajadas de parte de la otra persona.
Salgo y veo a quien menos pensaría: es su supuesto abogado.
—Buenas tardes, señora —me dice serio, como si no hubiera escuchado sus carcajadas, y no tiene sus lentes.
—Los dejo —les digo yendo al cuarto y me meto a bañar.
Salgo con un vestido sencillo y ellos siguen en la sala. Voy al baño por un vaso de agua de fruta natural.
—¿Me puede regalar una botella de agua? —me pregunta el supuesto abogado, serio. ¿En serio sigue fingiendo? Ve mi vaso y como que quiere decirme algo y noto que ya trae los lentes puestos.
—¿Qué toma? —le pregunto.
—Agua de limón —me responde.
—¿Me regala un poco? —me pregunta y me sorprende, pero voy por un vaso sirviéndole agua. Se lo doy y lo agarra tomándolo.
—Gracias, está muy rica —me dice.
—¿Ricardo, vienes? Puedes venir aquí —escucho que grita Leonardo y él no duda yéndose.
Escucho la puerta abrirse y cuando salgo a la sala ya no están ahí. En el sillón están sus lentes y cuando abro la puerta ellos están afuera.
—Deja de estar jodiendo —le dice Leonardo y él se ríe sin pena. La gente que pasa los voltea a ver.
—Eres un pinche cabrón —le dice el abogado riendo más fuerte y yo camino hacia ellos.
—Se le olvidaron sus lentes —le digo y él los agarra poniéndoselos y, como si fuera otro o sufriera de doble personalidad, habla tranquilo.
—Gracias, señora. Señor Leonardo, con su permiso —dice y me cruzo de brazos viendo cuando sube a su carro yéndose. Quiere decir algo, pero como lo estoy viendo se va.
Regreso adentro y recojo el vaso para lavarlo.
—Iré por unas cosas, porque no vas para que compres un vestido —dice Leonardo y la verdad sí quiero. Si voy a ir mañana quiero verme bien, más que nada quiero ver la cara de mi prima y tía cuando me vean llegar. Al mal tiempo buena cara, bien dicen.
Asiento yendo por mi bolso. Lo sigo y subimos a su carro. Mi celular vibra con un mensaje y es Limber.
—Hola, ¿todo bien? —me pregunta.
—Sí, luego hablamos —le digo guardando mi celular.
Llegamos a la tienda y me enamoro de todos los vestidos. Veo las etiquetas y los precios me dan taquicardia. Él está viendo corbatas y me acuerdo cuando acompañaba a mi padre. Me gustaba comprarme vestidos de acuerdo al color de la corbata de mi padre o viceversa. El recuerdo me hace un nudo en la garganta.
Sigo viendo los vestidos y hay uno en especial. Miro el precio y lo vale. Me lo mido por encima y creo que sí me queda.
—Señorita, se lo puede medir —me dice la que atiende y me señala el cuarto de cambio.
Camino para probármelo y, como si estuviera hecho para mí, porque me queda perfecto. Me levanto el cabello viendo cómo se me vería con el cabello levantado y mi reflejo me gusta de esta forma, sonriendo. El vestido hace que mis pechos parezcan más grandes y tiene una abertura que llega hasta mi pierna.
Me lo quito y me vuelvo a poner mi ropa. Salgo con el vestido y la encargada lo recibe llevándolo a caja. Busco mi tarjeta en mi cartera, pero cuando llego para pagar me dicen que mi esposo ya pagó.
Caminamos a la salida y le hablo.
—Puede darme un número de cuenta para que le pueda transferir lo del vestido —le digo y él no dice nada.
Llegamos a una zapatería y elijo las zapatillas perfectas y él igual lo paga. En el elevador llegamos a la parte de arriba. Pide la carta y ordena, yo igual pido y comemos en silencio.
—¿Algo más? —pregunta y pido un postre.
Cuando terminé, regresamos al auto y no me gustan los silencios.
—Estaba recordando que creo haberlo visto en una fiesta hace como dos años —le digo y siento cuando él se tensa —¿Era tu padre el señor que estaba contigo? —le vuelvo a preguntar y él solo aprieta su puño, —No conozco a tu padre, solo a tu madre —le digo.
—¿Estás segura que no lo conoces? —me pregunta viéndome y veo como si lo dijera irónicamente y niego, ya que solo lo vi una vez.
—Tenía tratos con tu padre —me dice.
—No sabía con quiénes tenía tratos mi padre —le respondo.
—Por lo que sé, viajabas seguido al extranjero con él —me suelta con un tinte de ironía.
—Solo cuando debía acompañarlo —le digo.
—¿Vas a decir que hace un año no estuviste en el extranjero? —me dice viéndome molesto y yo niego.
—No, lamento decirte que hace un año mi padre falleció. Estaba muy enfermo, así que ni él ni yo salimos. No sé a qué viene todo esto —le digo y llegamos a la casa.
Le ayudan a bajar y yo bajo por mi lado. Entro con mi vestido y la caja de zapatillas. Las dejo en el ropero y escucho a alguien hablar afuera.
—Los vimos comprando y decidí seguirlos —dice Yesenia y me asomo. Efectivamente es ella.
Salgo y veo a Limber sentado en el sofá viendo todo alrededor. Me acerco y ella se sienta con él abrazándolo.
—Quiero ir a la boda de Estrella para ver ideas para cuando me case con Limber —dice y me vuelvo a sentir incómoda.
—No entiendo cómo Limber es vecino de ella y tú con él no se conocían. Es raro —dice ella.
—Tengo entendido que mi esposa siempre estuvo enamorada de su vecino, ¿no es así? —pregunta Leonardo y evito ver a Yesenia por la pena.
Estoy segura que esa ex esposa de Leonardo tiene mucho que ver en todo lo que pasó y esto pinta que no era fiel a su esposo
Gracias autora esto está genial 👏👏👏👏