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Entre Las Garras De La Villana

Entre Las Garras De La Villana

Status: Terminada
Genre:Dominación / Reencarnación / Mundo de fantasía / Romance oscuro / Completas
Popularitas:409.7k
Nilai: 5
nombre de autor: Amilkar

Cheryl solía ser una chica común, adicta a las novelas románticas y a una vida sin sobresaltos… hasta que murió. Ahora ha despertado en el cuerpo de la mujer más odiada de su historia favorita. Pero ella no piensa repetir el final.
Entre seducción, traición y poder, Cheryl jugará con las reglas del imperio para cambiar su destino. Porque esta vez, la villana no está dispuesta a caer.

NovelToon tiene autorización de Amilkar para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Coronación

Mientras tanto, en el Imperio del Desierto... Los rayos del sol atravesaban los vitrales del gran templo imperial, tiñendo de oro y escarlata las paredes del recinto. La multitud reunida aguardaba en completo silencio mientras Rhazir, ataviado con una túnica blanca bordada en hilos de fuego, ascendía lentamente los escalones hacia el trono.

Un sacerdote anciano se aproximó, llevando en sus manos la corona imperial: una pieza antigua, forjada en oro negro con zafiros incrustados que representaban las lágrimas del primer emperador. Con solemnidad, la colocó sobre la cabeza del nuevo soberano.

—¡Larga vida al emperador Rhazir! —exclamó, y el grito fue coreado por miles.

Los aplausos retumbaron entre los pilares del templo. Algunos nobles fingían entusiasmo, otros lo mostraban con verdadero fervor. Entre ellos, destacaba el duque Saragoza, cuya sonrisa altiva no pasaba desapercibida. Él no solo celebraba la coronación de Rhazir, sino lo que, en su mente, era una victoria personal. Su hija, la joven Hanna, sería emperatriz. Estaba convencido de ello.

—Mi hija no nació para menos —susurró el duque a un conde cercano—. Ella y Rhazir... son el destino de este imperio.

En otro extremo del templo, en un pequeño salón reservado para las damas de la nobleza, Hanna disfrutaba de su propia celebración. Rodeada por su círculo de amigas, todas vestidas con sedas coloridas y joyas, hablaba con voz engreída mientras observaba por el balcón la ceremonia.

—Mírenlo, ahí está... mi futuro esposo. —Hanna se tocó el cabello con delicadeza, haciendo alarde de sus rizos dorados perfectamente peinados—. El pueblo ya lo ama, ahora solo le falta una emperatriz a su altura.

—Y no hay nadie mejor que tú, querida Hanna —dijo una de las jóvenes, con una sonrisa complaciente.

—Por supuesto —añadió otra—. Tienes todo lo que una emperatriz necesita: belleza, linaje, y un padre que sabe mover los hilos del poder.

Hanna rió con delicadeza, aunque sus ojos reflejaban una ambición clara y afilada como una daga.

—Y además... Rhazir ya me ha mirado como se mira a una reina.

Todas rieron, sabiendo que la joven no estaba dispuesta a compartir el trono con nadie más. Lo que no sabían, era que en el corazón del nuevo emperador ardía un fuego distinto. Uno que ningún plan del duque ni de su hija podría controlar. El segundo príncipe se encontraba de pie junto a uno de los ventanales del salón privado de la corte, una copa de vino oscuro entre sus dedos. Desde allí podía ver parte de la celebración en la plaza imperial, escuchar los cánticos del pueblo y el estruendo de los tambores que daban la bienvenida al nuevo emperador. Rhazir.

El nombre le ardía en la garganta como veneno. Dio un sorbo más al vino, intentando ahogar la rabia que se cocinaba en su interior. Meses atrás, todo había sido perfecto. El plan, ejecutado con precisión, debía haber acabado con su hermano durante aquella excursión en el desierto. Él mismo le había golpeado la cabeza, dejándolo inconsciente entre las dunas. Pero entonces... esos malditos caballos. El sonido había alertado a los guardias de la frontera, y tuvo que huir con sus hombres, dejando el cuerpo de Rhazir atrás. Pensó que no sobreviviría. Incluso llegó a celebrar en privado su “desaparición”. Pero el destino jugó una carta inesperada.

Rhazir no solo sobrevivió. Fue capturado como esclavo por el Emperador de Diamond. Y aún así, volvió. No solo volvió: fue recibido como héroe, como mártir, como salvador. Y ahora... era emperador. Apretó la copa con fuerza. El cristal se resquebrajó apenas, amenazando con romperse en su mano.

—¿Amargado, hermano? —dijo una voz burlona a su espalda.

El segundo príncipe giró la cabeza con desdén. Era el tercero de los hermanos, más joven, más despreocupado... y más molesto que nunca.

—¿Vienes a reírte de mí?

—Solo un poco —respondió el tercer príncipe con una sonrisa cínica mientras tomaba una copa del aparador y se servía vino—. Es que... no puedo evitar pensar lo conveniente que fue que Rhazir volviera. Gracias a él, yo no tuve que luchar por esa corona. Al fin y al cabo, tú eras el más ambicioso.

—¡Silencio! —gruñó el segundo príncipe, dando un paso hacia él—. Esto aún no ha terminado. Rhazir cometió un error al volver. Un error... que voy a corregir.

El tercer príncipe alzó su copa.

—Pues brinda por ello, hermano. Porque si fallas una vez más, no solo serás un traidor... sino también un idiota condenado.

Se marchó riendo, dejando al segundo príncipe con el vino, su ego herido y la sombra del fracaso pesando sobre sus hombros. En los jardines interiores del palacio, los murmullos del agua y el aroma de las especias danzaban con el viento. Rhazir caminaba entre palmeras altísimas, seguido de algunos guardias que no se atrevían a interrumpir su paso. Frente a una fuente de mármol negro lo esperaba Uriel, su hermano de armas, aquel que nunca dudó en seguirle incluso en los momentos más oscuros.

—¡Rhazir! —dijo Uriel, dando un paso al frente, su voz cargada de emoción—. No puedo creer que estés vivo… ¡y de pie como emperador!

Rhazir sonrió con ese aire solemne que parecía haber nacido con él, aunque sus ojos sí brillaron al ver a su viejo amigo. Se acercaron y se abrazaron fuerte, con esa fuerza que solo dan los años de batallas compartidas.

—Volver fue lo más difícil, Uriel. Pero ahora que estoy aquí… no pienso perder nada más.

—¿Y cuál es el siguiente paso? ¿Fortalecer nuestras defensas? ¿Asegurar la corona?

—No —respondió Rhazir con firmeza—. Mañana partimos hacia Diamond. El fuego del desierto tocará sus puertas, y nadie lo detendrá. Ese imperio me tomó como esclavo… y ahora les devuelvo la visita. Vamos a quemar sus cimientos, uno por uno.

Uriel abrió los ojos, sorprendido, pero asintió con respeto. A su lado, el emperador era una tormenta que no podía ser detenida.

—¿Y qué hay de la princesa? Mencionaste su nombre en la ceremonia... ¿Aery?

Rhazir se volvió hacia él, su mirada ardía con una intensidad distinta. No solo era furia, no solo era venganza. Era algo más profundo, más personal.

—Ella... es todo, Uriel. La hija del emperador de Diamond. Su sangre es noble, pero su espíritu es fuego. Es valiente, distinta... única. La tuvieron encerrada como una pieza de ajedrez, una herramienta más. No saben lo que tienen en sus manos. Pero yo sí. Voy a sacarla de allí. A mi lado, será libre… y será emperatriz.

Uriel frunció el ceño.

—¿Estás… enamorado de esa mujer?

—Más de lo que quisiera admitir —dijo Rhazir con una media sonrisa amarga—. Por ella, y por el futuro que visualizo, debo alcanzar algo más.

Hizo una pausa, luego clavó sus ojos en los de su amigo.

—Voy a realizar el ritual, Uriel.

—¿El ritual…? ¿Te refieres al de ascenso a la magia ancestral? ¿La del dios del trueno?

—Sí. Esa fuerza fue sellada cuando el primer emperador unió los clanes del desierto. Dormita bajo las arenas y la sangre de los herederos. Es peligrosa, exige un precio alto… pero si quiero enfrentar a Diamond, si quiero enfrentar al emperador y a todo su pueblo, todos allí son unos tiranos y seres despreciables que merecen morir.

Uriel tragó saliva. Lo conocía bien… y sabía que cuando Rhazir se proponía algo, no había vuelta atrás.

—¿Y si el ritual te consume?

—Entonces me consumiré… rugiendo. Pero si sobrevivo, llevaré el trueno sobre Diamond. Haré temblar sus cúpulas doradas. Y salvaré a Aery.

El silencio cayó entre ellos, cargado de destino. Las estrellas del desierto brillaban sobre sus cabezas, y el murmullo del viento parecía aplaudir el inicio de algo grande. Uriel suspiró, derrotado pero leal como siempre.

—Entonces... que truene el cielo, hermano.

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LORENA PAREDES
Excelente muy buena, mis felicitaciones 👏 .
JadeRox85
Excelente
Myriam
Felicitaciones escritora muy buena la narrativa y la trama, me ha gustado mucho su novela bien diferente a otras reencarnadas
Atenea
Una hermosa novela llena de emoción y aventura gracias por tan increíble historia pero quede con la duda que pasó con Kael
Atenea
Fue una hermosa historia
Atenea
Kael fue detenido que bueno que no lo mataron talvez el podría cambiar y sanar sus heridas
Atenea
hay no puede ser estoy nerviosa con tanto misterio y suspenso me estoy quedando sin uñas hasta quiero correr y ver qué pasa
Atenea
Wao hasta yo estoy nerviosa esperando que llegue el momento
Atenea
Porque son así!? que culpa tiene los hijos pobre Kael con una madre ambiciosa y un padre desgraciado con razón es así ojalá cambié y pueda vivir en paz todo es culpa de sus padres
Atenea
Kael quieres jugar con fuego y te vas a quemar ten cuidado la muerte te acecha y no será lindo
Myriam
Hola, espero que realmente sea diferente a otras de reencarnación, hasta ahora me ha gustado la trama
Atenea
son la pareja perfecta ❤️❤️❤️
Atenea
Lo dicho Hanna es una tonta y va directo a su muerte
Atenea
Pobre Jael está buscando su muerte
Atenea
Rhazir hasta yo me enoje contigo por qué no dejaste que Aery pusiera en su lugar a esa mala imitación de arpías
Atenea
Jajaja pobre Hanna se va humillar sola y pondrá fin a sus sueños 😉😉😉
Atenea
Está interesante la historia gracias por tan bella novela
Atenea
tan bella la suegra, la recibió como hija es linda y única
Atenea
Espero que sean felices la nueva Aery lo merece
Atenea
Es mejor que solo quede cenizas ya que todos fueron cobardes y crueles dejaron morir a inocentes como animales en un juego perverso se merecían desaparecer
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