La Tercera Es La Vencida

Narra Raúl.

Sonia no apareció por la casa de mis padres, no la culpo, hubiera sido muy incómodo conocer a Maritza, pero me hubiera gustado que conociera a Franco, como es, yo creo que lo iba a amar, así como yo ame a Claudia, pero tal vez la próxima vez lo lleve a pasear y tal vez nos acordemos donde está su escuela para aparecer por ahí, y tal vez invitarlas a comer.

Ya de regreso en casa, Maritza me dice que está muy cansada, no sé si está enferma, ya tiene días así, ya casi ni nos tocamos, desde que nació Franco las cosas se han enfriado mucho, por una parte, yo tengo la culpa, pues no dejo de pensar en Sonia, pero, por otro lado, ella se la pasa cansada de atender a nuestro hijo, y la entiendo, es muy pesado andar de un lado al otro cargando al bebé y atenderlo día y noche, yo trato de cooperar con todo lo que puedo, pero mientras estoy en el trabajo todo le toca a ella, este fin de semana me quedaré con Franco y la mandaré a descansar, un par de días en un hotel con spa le hará bien, mientras yo le preparo una sorpresa, una noche romántica nos hará mucho bien, ya que también quiero compensar el haberle ocultado lo que pasó con Sonia y su hija.

Cuando le digo de mi plan para que se vaya a descansar el fin de semana, se entusiasma mucho, voy por buen camino, ojalá la cena resulte igual de bien. La semana ha resultado muy agradable, creo que el simple hecho de saber que le esperan unos días más tranquilos, le han dado nuevas fuerzas y alegría. Mañana se irá, y está empacando demasiadas cosas, yo no le digo nada, debe ser la emoción, me gusta verla así.

Se despide de mí, me da un largo beso que me sabe a nostalgia, y cuando se despide de Franco, comienza a llorar, así que se aparta rápido y sale sin decir palabra. Pebre, nunca se ha separado de él y ahora por dos días seguro se siente culpable.

Mi bebé es un ángel, se porta muy bien, pero requiere toda la atención, como yo no soy muy bueno en las cosas de la casa, contraté a una señora que me ayudara a limpiar todo el fin de semana, así cuando Maritza vuelva, encontrará todo en orden, además si se me atora algo con el niño, tendré asesoría. Todo marcha según lo esperado, mientras Franco duerme, me alistó para salir, pediré que me lleven un gran arreglo de flores, compraré velas, vino y algo rico para recibir a mi mujer. Con todo listo, me dedico lo que restá del fin de semana a consentir a mi bebé.

Todo está listo, estámos esperando con ansias a Maritza, el departamento está limpio y en el comedor sus flores y una mesa elegantemente dispuesta para nuestra cena. Casi no dejé dormir a Franco para que caiga rendido y nos dé espacio, pero ya se está tardando en llegar.

Mi hijo no puede más y se queda profundamente dormido, yo lo arropo y comienzo a desesperarme, camino por todo el lugar y nada, veo el reloj cada minuto, y ya es muy tarde, mi corazón me dice que algo no anda bien, así que le marco al celular, este comienza a sonar en nuestra recámara, corro a buscarlo y está en el cajón de su mesita de noche. Debió haberlo olvidado y la señora que hizo la limpieza simplemente lo guardó, casi no tiene batería, así que lo conecto para ver si llama, pasa otro rato y nada, definitivamente no es normal, llamo al hotel que le había reservado para ver si decidió quedarse un día más, y pregunto por ella como si supiera que estaba ahí, la recepcionista me informa que no está en su lista de huéspedes, y cuando le pido revisar en su reserva, me dijo que no llegó. Nunca se registró. Doy las gracias y con el corazón saliéndoseme del pecho, llamó a la policía, me toman los datos de ella y me dicen que tengo que ir a ratificar la denuncia de desaparición, después hablo a casa de sus padres y me contesta su mamá, cuando le explico la situación solo me dice de una manera que se me hace muy rara, que me calme, que pronto tendré noticias y me colgó. Llamé al servicio de localización de personas, ahí checa si están en hospitales o delegaciones por haber sido parte de accidentes o delitos, pero nada, ya casi amanece y ya no sé que más hacer, Franco se despierta a comer, le doy su mamila y le cambio el pañal, pero continúa llorando, no sé si pide a su mamá, o mi nerviosismo lo altera. Necesito que amanezca para poder pedir ayuda.

A las 6 de la mañana, le marco a Lía, sé que a esa hora ya está despierta porque Laura tiene que comer. Me contesta y se alarma al irme desesperando y de fondo a Franco, que no deja de llorar, le explico lo más pronto posible y me dijo que me calmara un poco, que buscará por la casa algún indicio y que me hablaba en una hora, no me calmé, pero siguiendo su consejo me puse a buscar. Primero revisé su teléfono, para mi sorpresa no tenía contraseña, pero estaba limpio, ni contactos, ni fotos y la única llamada era la que yo le había hecho. Abrí el cajón donde estaba guardado, y encontré un sobre amarillo grande que contenía papeles importantes de Franco, su acta de nacimiento, su cartilla de vacunación, los datos del pediatra, y todas las recetas y estudios que se le han hecho. Al fondo una carta, que decía textualmente:

-Raúl, perdón por lo que acabo de hacer, pero esto no iba a funcionar nunca.

Sé que no me amas y nunca lo harás, ya lo entendí, y no quiero que vivamos una mentira solo por Franco, me voy, no me busques, encontré trabajo lejos de todo y me voy con el amor de mi vida, yo si te quise al principio, pero cuando comprendí que no sería feliz a tu lado, decidí volver con el hombre que más me ha amado, el niño estará bien contigo, ya que sé que lo amas tanto como para estar a mi lado sin quererme. Eres una excelente persosé y se que tarde o temprano me perdonaras, no tuve el valor de decirte a la cara todo esto. Sé feliz.

Maritza.

No sé cuantas veces leí entre lágrimas este papel, pero solo cuando sonó el teléfono lo pude soltar.