La Tercera Es La Vencida
Me llamo Raúl Durruti, y les voy a platicar mi historia,
Soy el hijo mayor de un matrimonio bien avenido, mi Padre Diego Durruti, ingeniero de profesión, hijo de inmigrantes italianos que llegaron a México buscando nuevas oportunidades, mis abuelos fundaron la tratoria de Franco, un restaurante italiano muy tradicional y con ello sacaron adelante a su familia, tuvieron dos hijos, mi padre Diego y mi tío Santiago, mi nonna Laura aun vive y es la viejecita más hermosa del mundo, mi abuelo ya falleció, pero fue un buen hombre, trabajador y honrado. Mi padre es muy buena persona, pero muy exigente, sobre todo conmigo, por ser el hombre, ya que tengo dos hermanas gemelas dos años menores que yo, Lía y Lara, esas dos son la luz de la familia, y aunque son gemelas idénticas, en el carácter si se diferencian, ya que la mayor por unos minutos, Lía, es fuerte, independiente y muy mandona, Lara por el contrario es dulce y sumisa, y tan apegada a Lía, que parece ver por sus ojos, siempre le consulta hasta que comer, mi mamá Mariela, es mexicana, y es muy amorosa y paciente con nosotros. Crecimos en la ciudad de México, en la colonia Roma, una de las más antiguas y con más tradición, los padres de mi mamá eran una familia acomodada, se mudaron de Guanajuato cuando mi mamá era apenas una, bebé, así que ella creció aqui, y mis abuelos paternos tenían la tratoria cerca de su casa, así que mis padres se conocieron porque mi mamá frecuentaba el restaurante con sus amigos, no perdió la oportunidad de coryejarla, ya que mi mamá es, muy bonita y las cosas se dieron para que terminarán juntos, se casaron por todas las, de, la ley y rentaba un departamento muy cerca en la misma colonia, mis abuelos maternos fallecieron en un accidente antes de que yo naciera, y la casa de ellos pasó a ser propiedad de mi madre, y en ella se establecieron, no conocí a mis abuelos maternos y mi abuelo paterno murió ya hace tiempo, así que solo nos queda la nona Laura.
De pequeños íbamos a una escuela primaria cercana, a donde iba la mayoría de los vecinos, y las madres hacían amistad unas con otras, así mi mamá se hizo amiga de Doña Lupita, mamá de uno de mis mejores amigos, Arturo Sánchez, que también tenía una hermana de la edad de las mías, Sonia, y desde que la conocí se me hizo la niña más hermosa del planeta, si bien era morena, tenía unos ojos muy especiales, y una sonrisa preciosa, era muy tierna y callada, casi como Lara, así que Lía inmediatamente la tomó a su cuidado, y se hicieron inseparables las tres. Formamos un grupo grande, ya que nuestras familias se juntaban con otras que tenían hijos de nuestra edad y hacían reuniones donde nos divertimos todos. Entonces, yo no pensaba en romance con Sonia, pero siempre me sentía atraído por ella, y terminaba molestándola a ella y a mis hermanas, mi pasatiempo favorito era hacerles bromas ayudado de los otros niños, pero siempre rondandolas. Pasamos una feliz infancia, y cuando Arturo y yo nos fuimos a la secundaria y comenzaron a gustarme las niñas, las chicas se quedaron en primaria y como que nos separamos un poco, yo no admitia que me gustaba Sonia, yo siempre decía que era como mi tercer hermana, y me dediqué a perseguir a las adolescentes de mi clase, siempre fui un chico que llamaba la atención, soy alto y fuerte, en ese tiempo era más delgado, blanco con ojos azules y cabello castaño, de facciones varoniles y bien definidas, así que no me era muy difícil que las chicas me hicieran caso. Mientras mis hermanas y su inseparable amiga, jugaban aún a las, muñecas y a la comidita.
Pasó algo de tiempo y casi no nos veíamos, cada quien en lo suyo, pero cuando estaban las tres por entrar en la secundaria, ya no pude negarme qué Sonia me gustaba y mucho, además de que se estaba convirtiendo en una adolescente hermosa, se destacaba por su inteligencia, era el orgullo de sus padres, sacó la mejor calificación no solo de su clase, también de la escuela y de la zona, realmente había poco que ella no pudiera lograr, puesto que con mis hermanas, también hacía natación y estaba en el equipo de clavados de la delegación, mis hermanas por ser gemelas hacían nado sincronizado, pero esta muñeca, era tan segura que hacía clavados desde la plataforma de 10 metros. Pensé que no era correcto lo que estaba sintiendo, puesto que éramos como familia, y nuestros padres no verían con buenos ojos qué yo me acercara a ella, así que decidí que no iba a estar en la misma escuela con ellas, me busqué problemas hasta que me expulsaron de la secundaria y me mandaron a otra escuela, pero también me gané la fama de ser un chico malo, algo que me pesaría, más adelante.
Mi nonna me aconsejaba que me portara bien, y ya en la otra escuela traté de hacerlo, pero conocí a Julián, un chico al que le gustaba meterse en problemas, y aunque no le seguía el juego, seguido por estar con él me veía involucrado casi sin querer. Al fin terminé la secundaria a tiras y tirones, y había que decidir a que bachillerato entraría, yo no sabia que planeaba estudiar mis hermanas ni su amiga, pero decidí por el instituto politécnico, ya que había carreras más como para hombres, así me mantenía alejado, ellas al final se decidieron por la preparatoria de la Universidad Nacional, que además de tener casi todas las carreras, tenía el mejor equipo de natación y clavados del país. Yo seguí los pasos de, mi papá, estudié ingeniería y por los horarios que me tocaron, poco la veía, aunque siempre estaba pensando en ella, con esfuerzo logré enderezar el camino en la carrera, y me gradué con buenas calificaciones, todo ese tiempo anduve con algunas chicas, pero nada serio.
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