Señor Capitán, ¡Vamos A Divorciarnos!

Esa mañana, el aire en el último piso del edificio Wirantara Air se sentía frío y cortante, casi como el aura que emanaba Amara al salir del ascensor, seguida por Zico, que llevaba un grueso portafolio con documentos de cooperación.

El rostro de Amara era inexpresivo, profesional. Ya no había rastro de la dulzura de antes, solo la mirada firme de una mujer que sabía que su posición ahora era mucho más fuerte que antes.

"Buenos días, Señorita Amara," saludó Haris, el asistente personal de Shaka, tan pronto como llegaron frente a la oficina del CEO. "El Capitán Shaka todavía está en una reunión, les pidió a usted y al Señor Zico que esperaran en su oficina."

Amara solo asintió. "Bien."

Tan pronto como Haris abrió la puerta, ambos entraron. Sin embargo, la atmósfera fría cambió de repente cuando Karina apareció desde el mostrador de recepción personal de Shaka, vestida con un suave vestido blanco que contrastaba con la sonrisa cínica en sus labios.

"Oh, pensé que era una visita importante," dijo con un tono agudo. "Resulta que solo es... la Señorita Amara, una esposa que aún no se da cuenta de que ya la abandonaron."

Zico se giró rápidamente, pero Amara permaneció en silencio. Su rostro estaba tranquilo, como si las palabras fueran solo viento. Pero Karina no se detuvo ahí. Se acercó, cruzando los brazos sobre el pecho.

"Sigues viniendo aquí todos los días, ¿verdad? Pensé que ya lo habías entendido, el divorcio solo se retrasó porque estás embarazada, mbak Amara." Su voz se hizo más baja, pero lo suficientemente fuerte como para ser hiriente. "Y, para ser honesta, a Mas Shaka ni siquiera le importa quién es el padre del hijo que llevas."

Por un momento, los ojos de Zico brillaron con intensidad, pero Amara lo detuvo con una señal sutil. Respiró hondo, tratando de ignorarla. Pero Karina parecía disfrutar cada segundo de la humillación.

"Oh, sí," continuó Karina con una risita llena de sarcasmo. "Es gracioso que sigas usando ese vestido. ¿Sabes? Ese vestido en realidad no es para ti."

Amara dejó de mirar los documentos en su mano.

Sus ojos se volvieron lentamente hacia el rostro de Karina. "¿A qué te refieres?"

Karina sonrió con satisfacción, acercándose hasta que la distancia entre ellas era mínima.

"Ese es el vestido que Mas Shaka compró cuando regresó de un viaje de negocios a Japón. Inicialmente lo compró para mí, pero dijo que me quedaba grande en los hombros. Así que le dije... dáselo a tu esposa, para que no se desperdicie."

Zico miró a Karina con frialdad, pero Amara permaneció en silencio. Sin embargo, detrás de esa calma, sus manos comenzaron a cerrarse en puños a los lados de su cuerpo.

"Qué lástima, ¿verdad?" continuó Karina con un tono despectivo, "ni siquiera sabes que tu primer regalo en realidad es solo una sobra rechazada."

Miró hacia el pecho de Amara, donde un broche en forma de pequeñas alas estaba prendido allí. "Y ese broche... si soy honesta, también fue una elección..."

Antes de que Karina pudiera tocar el broche, Amara le apartó la mano con fuerza.

"¡No me toques!"

Karina tropezó un poco, sorprendida, pero su mirada se volvió afilada como un cuchillo. Zico avanzó, listo para proteger a Amara si la situación empeoraba.

Pero en ese mismo instante, la puerta de la oficina del CEO se abrió de par en par. La voz grave y fría de Shaka resonó desde la entrada.

"¡Amara!"

Amara se giró sorprendida, Haris estaba detrás de Shaka con un rostro tenso, mientras que Karina rápidamente se agarró la muñeca que acababa de ser apartada, como si estuviera herida.

Shaka habló de nuevo, esta vez más fuerte, lleno de ira,

"¿Qué estás haciendo, Amara?" El eco de la voz llenó toda la habitación.

Amara lo miró, sin bajar la cabeza, sin temor. Pero en sus ojos, se veía claramente una cosa, una decepción que casi ahogaba la lógica. Incluso, ambas manos estaban apretadas en puños.