Emilia es una joven que ha sufrido mucho en su vida. Aun así, lleva una luz en su interior inquebrantable. Ella se la atribuye al amor que siente por alguien que cambió su manera de pensar hace muchos años. Sin embargo, cuando supone que al fin podrá ser feliz al lado de ese hombre. Descubre que su matrimonio con él solo fue arreglado por sus familias y en realidad él no la recuerda. Ella hará todo lo posible para que el brillo en sus ojos no se apaguen hasta que él la reconozca.
Aun así, Marco no es un hombre fácil. Diagnosticado desde joven con un desorden mental que le impide acercarse a las mujeres, termina aceptando un matrimonio por contrato que para él es solo un fastidio.
¿Logrará recordar a Emilia antes de que el brillo en sus ojos, reflejo del amor que siente por él, desaparezca?
NovelToon tiene autorización de Osaku para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Por mi hijo
Capítulo diecinueve
—Hijo, qué sorpresa tan agradable —dijo el magnate al ver a Marco de la mano de Emilia. Ambos se veían tranquilos, como una pareja de recién casados. Eso le gustaba a su padre.
—Pediste que viniera, no sé por qué te sorprendes —Marco no estaba con ganas de conversar con su padre. Como siempre había rechazado las reuniones de ese tipo, esperaba que este no hiciera demasiado ruido. Después de todo, la única razón por la que él había aceptado enfrentar ese calvario había sido por Emilia.
—Buenas noches, señor Echeverría —dijo ella con una bella sonrisa en su rostro. No podía evitar sentirse feliz después de lo que ocurrió con Marco. Su corazón estaba sobresaltado, aunque entendiera que solo había sido por un momento, él seguía tomándola de la mano.
—Tan preciosa como siempre, pequeña Emilia —dijo el hombre y besó la mano libre de su nuera—. Me alegra que lograras sacar a mi hijo de esa casa.
—No fui yo la que consiguió que viniera, lo hizo por usted, señor —dijo Emilia haciendo que su suegro y su esposo sonrieran a la vez. Era buena mintiendo.
—Dame un segundo con mi nuera —le pidió el señor Echeverría mientras tomaba la mano de Emilia.
—Solo unos segundos —dijo su hijo haciendo que ella se sonrojara.
Una vez que Emilia tomó el brazo de su suegro, se fue caminando con él hasta quedar frente a la fuente de chocolate que había cerca de los postres. Ella sintió la tentación de meter su dedo en esa deliciosa cascada. Él sonrió al notar que la joven no dejaba de verla y le pasó uno de los cubiertos y le pidió que tomara alguna de las frutas y las metiera dentro.
—No puedo hacerlo —dijo ella con tristeza.
—¿Por qué? —preguntó su suegro.
—Soy alérgica a muchas frutas, si alguien ya usó esto podría tener un shock anafiláctico y morir —explicó Emilia, consciente. Ya que una broma maliciosa de sus hermanastros había terminado con ella llena de ronchones en todo el cuerpo cuando era pequeña.
—Emilia, lamento molestarte. Te pedí que vinieras conmigo porque quería saber cómo van las cosas con mi hijo, parece que se llevan un poco mejor —el hombre estaba seguro de que su hijo no le daría mucho tiempo para estar a solas.
—No sé qué quiere que le diga, respondió Emilia recordando que él la había engañado para que se casara con Marco.
—Desearía que me dijeras la verdad. Sé que tratas de hacer que no me enoje con él, pero si no ha recuperado la memoria aún, las cosas pueden complicarse —le advirtió su suegro.
—Usted me mintió, me dijo que él sabía quién era yo y que pronto me recordaría. Pero la verdad es que Marco está enamorado de otra persona —Emilia no quería pensar en eso, pero no podía ocultárselo a su suegro. Después de todo, él había propuesto el matrimonio.
—Esa chica solo es una farsante que trata de ocupar un lugar que por derecho es tuyo. Sé mucho sobre esa clase de personas. Incluso me casé en varias oportunidades con mujeres que creí que iban a ser buenas madres para mi hijo y, sin embargo, fallé. Ninguna me quería a mí realmente solo se interesaban por mi dinero y esto hizo que mi hijo y yo nos empezábamos a llevar mal. —el hombre se sentía decepcionado de sí mismo—. Me enamoré de mi esposa cuando éramos muy jóvenes y fue la única mujer que pude ver con los ojos con los que miras a mi hijo. Ella falleció tiempo después de que él saliera del bosque, lo que complicó mucho más las cosas entre nosotros. Debido a esto, esa chica trató de aprovecharse de él e hice lo que pude para alejarla. Margarita va a volver y si él no está enamorado de ti es posible que ella logre su objetivo.
—Yo no puedo hacer nada para que él me ame, tiene que salir de Marco —explicó Emilia tratando de no sonar severa, pero con firmeza en sus palabras. Ella no iba a jugar sucio con su esposo.
—Lo sé, y no te pido que lo hagas. Pero por favor, aunque ella vuelva, aunque te diga que la quiere, no aceptes divorciarte de él. Sé cómo eres, todos mis empleados me han hablado maravillas de ti. Además, quieres a mi hijo y eso es lo más importante —el hombre parecía desesperado.
—Pero él me ha dejado claro que no me quiere —Emilia recordó las duras palabras de Marco.
—Inténtalo por favor, inténtalo un tiempo más, aunque Margarita regrese —dijo su suegro y tomó las manos de Emilia, las de él temblaban.
—Señor, usted sabe lo despiadado que puede ser su hijo cuando se enoja. No me merezco su maltrato —Emilia sentía que si Margarita volvía ella tendría que marcharse. Le causaba mucho dolor ver a Marco cuando este estaba enojado. Sobre todo, porque ella estaba acostumbrada a relacionarse con hombres que la trataban así en su pasado, pero no se comparaba con el inmenso dolor que sentía cuando él hablaba de esa otra chica. Eso si no lo soportaría, sentir que no tendría su amor la desbastaba.
—Lo sé Emilia, y sé que has sufrido mucho con tu familia, pero me queda poco tiempo —dijo casi susurrando cerca de su nuera—. Tengo una enfermedad que hará que en menos de un año me consuma por completo. No hay cura y desearía poder compartir este tiempo con ustedes. Seguro de que Marco no estará a la deriva cuando me muera. Aún no supera el fallecimiento de su madre.
—Señor Echeverría —Emilia, no sabía qué decir.
—Tranquila Emilia, ya acepté mi destino. Es solo que mi hijo se muestra duro, arrogante y hasta frío, pero en realidad es un niño que se siente solo en la oscuridad —las palabras de ese hombre conmovieron a Emilia. Ya que ella entendía lo que significaba la oscuridad. Muchos años de su vida sufrió, por eso. Aún quedaban secuelas de su pasado reflejado en los días de tormenta. Días que no serían los únicos, sino fuera por Marco quién la sacó de esa oscuridad. Ahora tenía la oportunidad de ayudarlo. Pero ¿sería posible hacerlo?
—Papá devuélveme a mi esposa —Marco se había acercado a ellos.
Autora: Osaku