Lucía había enterrado su pasado para comenzar una nueva vida, pero las malas costumbres siempre se quedan. Charlie sería su nuevo objetivo, sin imaginar que él también ocultaba un oscuro secreto. Sus acciones traerán consecuencias para aquellos que los rodean sin perder su único objetivo, la obsesión.
Las apariencias a veces no son lo que ves, estás ocultan el otro lado de la moneda y Lucía no es ni buena ni mala, solo mentalmente inestable y físicamente una diosa sin presentes.
Esta no es la típica historia de amor. El deseo, la lujuria y el control emocional y psicólogo es lo que Lucía y Charlie provocan a los demas, hasta que ellos se encuentran y toda lógica cambia su vida.
Esta novela está subida de tono y puede tocar temas sensibles. Solo para lectores de 18+.
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#17 Un golpe bajo.
Flor no dejaba de mirar a Lucía, parecía un hombre de verdad, uno delicado y sexi. La peluca como la barba refinada le daba un toque varonil, pero sus otras fracciones delicadas la hacían ver muy atractiva como hombre.
Lucía no dijo lo suficiente, pero le dio a entender a Flor que sería su secuaz y que todo esto lo hacía por amor a un hombre. No importa la manera, Flor creía que era un poco obsesivo, pero ella aún no se enamora y no la juzga debido a que no puede llegar a comprenderla por su falta de experiencia.
Piensa que los ricos están algo locos y Lucía es prueba de ello
"¡Listo! Comencemos, ya sabes qué hacer." Flor asienta con la cabeza, mientras Lucía toma de su brazo y hace una buena entrada como su acompañante.
Lucía entrega el pase en la entrada y es inspeccionada por los guardias de seguridad. Tenía miedo de que supieran que era mujer, pero las vendas en sus pechos y el saco fueron de mucha ayuda.
Una vez adentro suelta un suspiro de alivio y hace el cambio de dinero por fichas de juego.
"¡Toma esto!"
"¿Qué es?" Pregunta Flor.
"Son fichas, con ellas puedes jugar en cualquiera de las mesas. Algo así como dinero. Procura mantenerlas dentro de tu saco y que tu oponente no sepa cuánto traes. ¡Anda, diviértete! Con suerte y terminas ganando algo de dinero." Susurra para que nadie más la oiga, pero a partir de ahora debe engruesar y fingir su tono de voz.
Su objetivo estaba en una mesa de blackjack. No solo se trataba de un empresario de varias marcas de moda, también era un reconocido productor de moda y diseñador renombrado.
Era un buen amigo cercano de Fausto, padre de Charlie.
Lucía necesitaba ganarse el favor de su padre y sus allegados, para tener ventaja sobre Charlie.
La siguiente partida estaba por comenzar así que se apresuró a tomar un lugar en la mesa. Estaba pensando como iniciar una conversación, pero Cecil al sentarse justo a su lado la pone nerviosa. No esperaba que ella llegará a ese lugar y temía que la descubriera.
El crupier comienza a repartir las cartas, Lucía mira sus cartas y nota que tiene una mala mano, aun así disimula.
"Es la primera vez que te veo. ¿Ya habías venido antes?" Pregunta Cecil interesada en el hombre que ahora es Lucía.
"Que te digo, mi novia me convenció de querer asistir a este lugar. A veces romper ciertas reglas hacen de lugares como esté interesantes." Era un casino clandestino y no cualquiera podía ingresar. Lucía fue astuta y robo la invitación del correo de un buzón. Había estado siguiendo a los clientes de ese casino y no dudo en inspeccionar la correspondencia de un tipo cualquiera.
"No pienses que soy atrevida, pero siento que por alguna razón te conozco." Lucía hace una media sonrisa un poco nerviosa, pero enseguida recompone la compostura y la ignora.
Había perdido las primeras dos jugadas y se sentía decepcionada por su desempeño. Quería que Cecil se fuera de ahí, pero su mano traviesa comenzó a tocar su pierna.
Poco a poco iba subiendo. Lucía no tenía un paquete como cualquier hombre y si Cecil la descubría sería el fin de su plan.
Rápidamente, apartó su mano, despreciando las caricias y la insinuación que Cecil le ofrecía.
Se sentía estancada, no sabía que tema de conversación podía sacar para llamar la atención de su objetivo y ese era Jefferson Mancini.
La tercera partida estaba por comenzar y Charlie recién llegaba para tomar parte de ella.
Todos en la mesa lo saludaron y Cecil no perdió el tiempo para correr y sentarse a su costado. Había susurrado unas cuantas palabras al oído de Charlie y de inmediato miro a Lucía con una mirada desafiante.
Lucía quería terminar la partida cuánto antes, ella sabe cuándo retirarse y ese era su momento. Solo debía esperar a que Jefferson se levantará de su lugar y poder platicar con él en otra mesa o quizás en la barra de tragos.
Lucía mira sus cartas y vuelve a tener una mala mano, toda su buena suerte se había esfumado al igual que su plan inicial. Además, odiaba que Cecil fuera tan cercana con Charlie, pero no tuvo más remedio que soportar.
Charlie por su parte no dejaba de verla, Lucía lo sabía, pero se hacía la despistada.
De nuevo pierde y se levanta de la mesa para irse rápido de ahí antes de que alguien la descubra.
"Con su permiso caballeros." Intenta fingir un poco la voz, pero el temor la hace quebrarla un poco.
Comienza a buscar a Flor y la encuentra en la ruleta alegre y animada. Justo antes de llegar a ella tocan su hombro, no le dio tiempo de reaccionar y cuando voltea Charlie le había dado un fuerte golpe en la cara.
Flor se da cuenta de la situación y guarda sus fichas para correr y auxiliar a Lucía.
"¡Pero que le pasa! ¿Por qué golpea a mi novio? ¡Bruto!" Lucía mira un poco borroso, pero su voluntad la hace pararse de nuevo.
Nadie alrededor hace nada y tampoco se mete en la discusión, conocen a Charlie y a su gente y prefieren hacerse de la vista gorda.
Charlie toma a Lucía del saco y la levanta un poco. "Lo que le hiciste a mi amiga es imperdonable. Hay que salir a arreglar esto afuera."
El corazón de Lucía latía de miedo, miro a Flor mientras ella negaba con la cabeza para que no saliera, pero al ver a Cecil con esa sonrisa victoriosa la hizo tomar un poco de valor.
Caminan a un callejón y Flor en todo momento intenta persuadir a Lucía con señas y murmuró.
Al llegar Charlie no pierde el tiempo y se quita el saco, mientras Cecil siente que se salió con la suya.
"Si vas a golpearme al menos deberías mencionar el porqué." Dice Lucía con su voz gruesa y ronca.
"¿Todavía lo preguntas? Acosaste a mi amiga manoseaste por debajo de su falda. Es suficiente para darte una paliza."
"Tu amiga me acoso a mí. Ella intenta tocarme, pero como la rechacé ahora se inventa este cuento."
"¡Mentiroso! Eres un pervertido. Si no fuera por qué Charlie llegó a tiempo, no sé que otra cosa hubieras aprovechado de mi cuerpo." Se hacía la mártir y Charlie no es muy paciente.
Ni siquiera le dio la oportunidad a Lucía de defenderse y se abalanzó a ella para golpear uno de sus ojos con mucha fuerza.
"¡Señorita!" Grita Flor asustada intentando levantarla del piso, pero Charlie la aparta y se sube arriba de ella para seguir golpeando su rostro sin piedad.
"¡Alto, deténgase! Su amiga miente. Lo juro."
Lucía intenta proteger su rostro con sus manos, pero Charlie no se detiene y la barba falsa de Lucía se cae de su rostro.
Al ver que Lucía está disfrazada deja de golpear, pero aún no sabe quién es.
Lucía como puede se levanta con el rostro hinchado y agitada. Estaba llorando y no era por la paliza que acaba de recibir, si no por quien se la había dado.
Ni sus padres ni siquiera su tía la habían golpeado. Siempre estuvo consentida y nunca aprendió a pelear porque no lo veía necesario.
Lucía toma la barba del piso y se la vuelve a poner.
"Ella no pudo acosar a su amiga por qué es una mujer. El que esté disfrazada no quiere decir que tenga esos gustos." Flor hace lo posible para explicar en su lugar y que Charlie no vuelva a tener intenciones de golpearla.
Charlie mira a Cecil, pero Cecil solo baja la mirada, ni siquiera ella vio venir eso.
"¡Que haces disfrazada de hombre! ¡Que intenciones tienes con un atuendo así." El rostro de Lucía comenzó a deformarse un poco por la hinchazón. Sus labios, sus mejillas y uno de sus ojos estaban muy inflamados.
"Solo quería conseguir un empleo, por eso el disfraz. Pero tú y tu amiga pervertida lo arruinaron."
"¡No es cierto, mientes! ¡Si me acostaste!" Cecil aún intenta defenderse, pero ya nadie le cree.
"Si hubiera venido tal cual soy, Jefferson no iba a tomarme en cuenta y se hubiera aprovechado de mí. Pero si venía como hombre podía recomendarme sin que se diera cuenta y obtener el empleo de inmediato. Ya no tiene caso, ni siquiera debería darte una explicación." Escupe un poco de sangre aunque le cuesta incorporarse.
Charlie se sentía realmente muy mal. Nunca en su vida había golpeado a una mujer, pero su orgullo no lo dejaba aceptar su error, seguía siendo el mismo inmaduro de hace cuatro años y su falta de memoria lo hacía ser quien era actualmente.