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No Me Dejes Ir

No Me Dejes Ir

Status: En proceso
Genre:Novia sustituta / Diferencia de edad / Amor eterno / Ascenso de clase social / Venganza de la protagonista
Popularitas:7.9k
Nilai: 5
nombre de autor: Miry - C

Después de dos años de casados, Mía descubre que durante todo ese tiempo, ha Sido una sustituta, que su esposo se casó con ella, por su parecido a su ex, aquella ex, que resulta ser su media hermana.

NovelToon tiene autorización de Miry - C para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

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El resto del día no lo vio, como si se hubiera desvanecido en el aire, dejando solo el eco de su presencia en los pasillos vacíos.

Mía bajó en hora de almuerzo con su pierna más aliviada, gracias a una pomada que Colin había enviado con una empleada, un pequeño gesto de cuidado que, irónicamente, había sido ordenado por el mismo Ariel para que se mejorara.

Incluso en medio de su aparente desprecio, seguía preocupándose por su bienestar, una contradicción que solo hacía más confusa toda la situación.

Al día siguiente, Mía salió en dirección a casa de los Conde, su corazón pesaba con anticipación y aprensión. El imponente edificio se alzaba ante ella como una fortaleza de prejuicios y desprecios apenas disimulados. Siempre que iba, solía ingresar por la puerta de servicio, una humillación silenciosa que aceptaba por amor a su abuela, para no molestar a los invitados o demás familiares que la miraban como si fuera una intrusa en su mundo de privilegios y tradiciones.

En esa casa, nadie más que su abuela paterna la quería; los demás la trataban con una cortesía fría que apenas ocultaba su desdén.

Si Mía continuaba visitando ese lugar hostil, era únicamente por su abuela, el único faro de amor y aceptación en ese mar de rechazo.

Si su abuela no viviera, jamás habría regresado a ese lugar que solo le traía recuerdos amargos y heridas que nunca terminaban de cicatrizar completamente.

Mía ingresó a la cocina, donde el aroma a especias y comida recién preparada no lograba disimular la frialdad del ambiente.

Saludó a algunas empleadas con la cortesía que siempre la caracterizaba, pero estas ni siquiera se dignaron a responder, ya que hasta ellas la despreciaban por lo que consideraban un intento de ocupar el lugar de Zoe, la favorita de la familia, la que todos añoraban y adoraban como si fuera una diosa entre mortales.

Zoe era adorada por todos los familiares, incluso por los empleados que la trataban como a una princesa de sangre real.

Ignorando la mala educación de esas mujeres, que no le dolía en absoluto, Mía se dirigió a la habitación de su abuela.

No era que tuvieran a su abuela en una parte horrible de la mansión; se encontraba en la parte alta como todos los miembros de la familia Conde, en una suite elegante y espaciosa. Sin embargo, a Mía no se le permitía ingresar más que por la cocina, salir al jardín y subir por las escaleras traseras, como si fuera una empleada más y no parte de la familia.

Esta restricción, más que una simple regla de la casa era un recordatorio constante de su estatus como una intrusa a los ojos de los Conde.

Cuando Mía subía las gradas, el eco de una risa muy particular llegó a sus oídos, una risa que conocía tan bien como su propio nombre, una como la de... Ariel Rodríguez.

El sonido hizo que su corazón se detuviera por un instante, mientras sus piernas temblaban ligeramente bajo su peso.

¿Era realmente Ariel el hombre que se encontraba a unos cuantos metros? La duda la carcomía mientras intentaba confirmar su sospecha.

Solo una parte de su cabeza se notaba desde su posición, pero Mía podía reconocer ese cabello oscuro y perfectamente peinado en cualquier parte. Podría reconocer su risa entre miles, incluso su postura le era tan familiar como su propio reflejo en el espejo.

Las dudas comenzaron a invadir la mente de Mía como una marea imparable. Se habría dado cuenta si Ariel estaba en esa casa si se le permitiera ingresar por la entrada principal como a todos los Conde, pero su condición de paria la mantenía alejada de la vida social de la familia.

Ella ingresaba por la parte trasera de la mansión, como una sirvienta más, invisible para los ojos de la alta sociedad que frecuentaba la casa.

Quizás Mía podría esperar llegar a la habitación de su abuela y desde ahí comprobar si era Ariel, sin embargo, desde la ventana de su abuela, no había vista en esa dirección, por ello, Mía sacó nuevamente el celular, y mediante la aplicación comprobó si Ariel estaba en esa casa.

Ciertamente, la risa que escuchó era de él. Era de Ariel. Ella jamás confundiría la voz o la sonrisa de Ariel, pues desde que las escuchó por primera vez, quedó cautivada por ellas y las grabó en cada fibra de su ser.

Las piernas de Mía se movieron sin tener dominio de sí. Ella, quería ver con quien se encontraba Ariel, y quien era la persona que lo hacía sonreír de esa manera. No obstante, cuando se iba acercando las empleadas se acercaron y le prohibieron el paso.

—¡¿Que les pasa?! ¡Déjenme! —solicitó, pero las mujeres eran muy agresivas.

Mía solo podía pensar en su bebé. Sabía que, si se resistía a que la sacaran de ese sitio, podrían lastimar a su bebé.

En esa casa, nadie la ayudaría, porque nadie más que su abuela la quería. Esta, con lo vieja que estaba, no podría correr a salvarla. Solo le quedaba pensar en que Ariel, la ayudara.

—¡Ariel! —gritó como última oportunidad, aferrándose a la idea de que él, impediría que la lastimaran.

El la cuidó y protegió siempre, tanto de su familia como de cualquier otros, ¿por qué no lo haría ahora?

Cuando Ariel escuchó la voz de Mía, giró en esa dirección, dio un paso con la intención de ir hacia ella, pero Zoe lo detuvo.

—Ari —él regresó a verla y, en ese momento Zoe se atrevió a besarlo, dejando a Ariel en trance y, a Mía con el corazón destrozado.

Ariel había solicitado el divorcio porque estaba con alguien más, ese alguien era parte de esta familia. Él la había traicionado con alguien de su propia sangre.

El corazón de Mía se partió en dos, se desgarró por completo.

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Eret Lopez
Mia TIENES UN BEBÉ EN TU VIENTRE CUÍDALO Y PROTEJELO
Eret Lopez
Mia TIENES UN BEBÉ EN TU VIENTRE CUÍDALO Y PROTEJELO
Marixa Burgos
porque piensan que es llegar y tomar como un objeto el cual despues desechan como si nada
Antonia Aguayo Espinosa
bastante buena me gusta
Rossy Bta: que ya se largue esa Mía de la casa que encuentre otro hombre
total 1 replies
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