Aksel Klutzberg no es el típico alfa de cuento. Es delgado, su forma de lobo es más pequeña que la de cualquier otro líder, y su vida está lejos del lujo o la admiración. Se convirtió en alfa siendo apenas un adolescente, cuando sus padres lo abandonaron para ir en busca de sus mates, dejándole solo una nota y una manada al borde del colapso.
Hoy, Aksel vive en la casa principal de la manada, pero prefiere usar los pocos recursos que le quedan para reparar los hogares de los demás, pagar estudios, cubrir gastos médicos y mantener unida a su gente antes que comprarse un par de pantalones nuevos. Trabaja en la única ferretería que lograron salvar, sobrevive a base de esfuerzo y sarcasmo, y no ha tenido tiempo —ni espacio— para enamorarse.
Lo último que espera es encontrar a su mate. No está listo para el amor, ni para compartir una vida que a duras penas sostiene.
Pero el destino no espera a que estés preparado.
Y Aksel está a punto de enredarse más de lo que nunca imaginó.
NovelToon tiene autorización de IdyHistorias para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Un malentendido que enreda
Sentí que alguien me sacudía con suavidad y me llamaba para que despertara. Abrí los ojos y me asusté al ver a Zafiro tan cerca. Por instinto, la rodeé por la cintura y la acerqué a mí. Ella chilló, igual de asustada. Luego, ambos estallamos en una risa tonta.
Decidimos ir a desayunar a la cafetería del pueblo. Ninguno de los dos nació para cocinar.El ambiente, la conversación todo era perfecto, verla comer me hace pensar en una pequeña ardilla. Pagamos la cuenta y volvimos a su casa.
Al llegar, vimos que Josh y Liam también regresaban. Bajaron del auto y nos saludaron. Josh se veía distinto, más tranquilo… incluso relajado. Se despidió de todos, le lanzó una mirada fugaz a Liam —de esas que uno no sabe si son buenas o malas— y entró en la casa. Zafiro me mandó unos besitos volados y nos despedimos.
Liam me esperaba en el auto, claramente nervioso. Subí y lo saludé. Él me devolvió el saludo mientras arrancaba.
—¿Y? ¿Cómo te fue anoche? —me preguntó.
—Empezó tranquilo. Acomodamos las cosas, intentamos cocinar... —me detuve al ver su cara de sorpresa—. Sí, sí, ya sé que piensas que no puedo ni hervir agua.
—¿Me estás diciendo que cocinaron? ¿Los dos? —se burló.
—No sé si a eso se le puede llamar cocinar... apenas logramos armar un par de sándwiches y cortar un tomate sin accidentes —dije riendo.
—Tal para cual —rió él.
—Después vimos pelis y nos quedamos dormidos —agregué.
Me preguntó si había pasado algo más y negué con la cabeza.
—Quiero decirle lo que soy antes de ir más lejos —admití, suspirando—. No quiero que algún día me vea como un monstruo.
Liam asintió con comprensión y luego me contó lo suyo con Josh.
—Bueno... lo besé —dijo al fin, bajando la voz.
Me explicó todo: cómo Josh estaba estresado por el trabajo, la visita a la casa de sus tíos, cómo terminó en la habitación de él sin poder evitar observarlo, fascinado. Su historia me hizo sonreír, porque yo me sentía igual con Zafiro.
—Cuando terminó de trabajar, se sentó junto a mí en el sofá —continuó—. Empezamos a hablar de mil cosas. Y... sin darme cuenta, lo besé. Pensé que me iba a golpear o a gritar. Pero me abrazó. Nos quedamos así, hablando.
—¿No te rechazó? —le pregunté, aunque ya lo intuía.
—No. Pero no sé qué significa ese abrazo —dijo, frustrado.
—Tal vez esa fue su forma de decirte que también siente algo.
—¿Y si se arrepiente? ¿Y si se entera de lo que soy?
—Tranquilo. No saques conclusiones antes de tiempo —le dije—. Primero habla con él. Y cuando llegue el momento, cuéntale la verdad, pero con cuidado.
Liam suspiró, agradecido por el apoyo, aunque se notaba que seguía nervioso.
Al llegar a la casa de la manada, me dijo que intentaría llamarlo más tarde. Le deseé suerte y me fui a mi cuarto, donde encontré un mensaje de Zafiro. Decía que me extrañaba y quería verme. Sonreí como idiota mientras le respondía que yo también la extrañaba, y que necesitábamos hablar de algo importante.
Me armé de valor y le escribí: “Hay algo que tengo que decirte, solo espero que me entiendas”. Ella respondió que confiaba en mí y que me quería. Eso me dejó feliz… y temblando.
Más tarde, Liam vino a verme preocupado.
—No responde mis llamadas —me dijo.
Le sugerí que tuviera paciencia. Tal vez Josh solo necesitaba procesar lo que pasó.
—Aksel, ¿te puedo decir algo más? —me preguntó serio—. Tengo un mal presentimiento. Desde anoche me siento inquieto.
—No eres el único. Anoche, cuando estaba en casa de Zafiro, sentí que alguien nos observaba. Fue muy incómodo.
—El otro día, mientras hablaba con Josh en el porche, sentí lo mismo.
—Entonces no fue mi imaginación... —murmuré.
Decidimos patrullar por la zona esa noche, para asegurarnos de que no había ningún peligro rondando a nuestros mates. Iríamos en forma de lobo, usando el enlace telepático.
Salimos al anochecer, transformados. Corrimos por el bosque hasta llegar a las inmediaciones de la casa de Zafiro y Josh. Todo parecía tranquilo. Nos separamos para cubrir más terreno.
Al no encontrar nada sospechoso, nos reunimos nuevamente, ya en forma humana, y comenzamos a hablar.
—Bueno, al menos podemos dormir tranquilos hoy —le dije, pero no alcancé a terminar la frase.
Una luz nos cegó por un segundo. Me cubrí los ojos, desorientado. Cuando recuperé la vista, vi a Josh con una linterna, avanzando entre los árboles, y detrás de él, Zafiro.
Liam y yo estábamos desnudos —como siempre tras la transformación—, pero no tuvimos tiempo de cubrirnos ni de reaccionar.
Josh nos miró fijamente. Primero a Liam... y luego a mí. Su expresión era una mezcla de dolor, rabia y desconcierto. Pero no dijo nada de inmediato. Solo nos observaba, como si tratara de entender qué estaba viendo.
—¿Esto es una broma? —dijo al fin, con la voz tensa—. ¿Todo fue un maldito chiste para ti?
Liam intentó hablar, pero Josh no se detuvo.
—¿Te reíste de mí todo este tiempo? —continuó, temblando—. ¿Te burlaste porque... porque me enamoré de ti?
Liam se congeló. Su rostro se descompuso por completo.
—¿Qué...? —murmuró, como si no pudiera creer lo que acababa de oír—. Josh... yo... ¡yo también te amo!
Josh apretó la mandíbula, retrocediendo un paso. Sus ojos brillaban, pero no por ira.
—No —dijo, bajito—. No te creo. No después de esto.
Liam dio un paso al frente, desesperado.
—Por favor... déjame explicarte... no es lo que parece.
Josh negó con la cabeza. No le salían más palabras. Solo miraba a Liam como si se le rompiera algo por dentro.
Yo no sabía si hablar o quedarme quieto. Entonces Josh me miró por última vez, y su rostro cambió. No fue rabia lo que vi… fue decepción.
—Confié en ti —me dijo con frialdad—. Para estar con mi hermana… pensé que eras distinto.
Se dio la vuelta, tomó a Zafiro del brazo y se la llevó con él. Ella, en cambio, giró el rostro hacia mí. No estaba enojada. Me miró con calma, como si ya lo supiera todo, y movió los labios: Tranquilo. Le respondí en silencio: Te lo puedo explicar. Ella asintió y me hizo un gesto con la mano: Más tarde.
Regresamos a la manada, en completo silencio.
Liam entró primero en la casa y se dejó caer en el sillón, con la mirada perdida.
—Me amaba… —murmuró, apenas audible—. Todo este tiempo… me amaba. ¿Y yo…?
Se frotó la cara con fuerza, como si quisiera arrancarse la culpa.
—Lo arruiné. Fui un imbécil. ¿Por qué no lo vi? ¿Por qué no lo pensé?
Me quedé parado un momento. No soy bueno con esto. Me senté en el borde del otro sillón, sin saber si acercarme más.
—Tampoco yo lo pensé… —dije al fin, despacio—. Nos parecía normal andar como lobos, cambiar sin aviso… no creímos que pudiera aparecer así de la nada.
Liam rió sin humor.
—Tan cerca. Estaba tan cerca y lo eché todo a perder.
—Los dos fuimos tontos —agregué, sin saber bien si lo estaba consolando o hundiendo más—. Pero aún puedes explicarle. Cuando se calme… vas a poder hacerlo.
No respondió. Solo se quedó ahí, mirando el suelo, respirando hondo. No lloraba. Pero dolía verlo así.
Al cabo de unos minutos Liam se fue directo a su cuarto. Yo hice lo mismo. No había nada más que decir esa noche, pero sí algo que escribir.
Abrí el chat con Zafiro y escribí:
"Zafiro, yo te amo mucho. No quiero que tengas una idea equivocada de lo que viste."
Enviar.
Quiero explicarle todo… solo espero que aún me quiera.
El teléfono vibró casi al instante.
"Yo también te amo. Y sé lo que es que te acusen sin saber todo el contexto."
Sé que se refiere a lo que vivió en la ciudad. Aún no me lo cuenta, pero cuando esté lista, lo hará. Me llegó otro mensaje suyo:
"Ahora tú y yo tenemos que juntar a esos dos para que se aclaren de una vez. Sé que ambos sienten lo mismo."
No pude evitar sonreír.
Otro mensaje:
"Josh pasó todo el día mirando el teléfono como si le fuera a explotar. Andaba como loco por toda la casa, sin saber qué escribir."
Le respondí rápido:
"Pues acá Liam pensaba que tu hermano se había arrepentido del beso."
Justo después de enviarlo, dudé. ¿Y si Josh no le había contado? Intenté borrar el mensaje, pero ella ya me había respondido:
"¿Arrepentido? Según él, desde que subieron al auto para ir a la ciudad quería besarlo, pero le daba miedo su reacción."
"¿Te contó todo?", escribí.
"Con lujos y detalles."
"¿Y tú lo presionaste para eso?"
"Tal vez un poquito", respondió.
Entonces llegó un audio suyo:
—Mañana a las cuatro de la tarde voy a decirle a Josh que recoja un paquete que pedí. Iba a ir yo, pero… a situaciones extremas, medidas extremas. Asegúrate de que Liam esté ahí a la misma hora. Mi hermano no va a hacer escándalo en público, así que va a tener que escucharlo.
Su tono juguetón me hizo sonreír. Le respondí con otro audio:
—Copiado. Repito: copiado. Yo me encargo de Liam.
Me mandó stickers de besitos y ositos riéndose. ¿Cómo no enamorarme más?
Le conté a Liam lo que Zafiro había planeado. Me agradeció por todo… y se sorprendió por la actitud de ella.
—Me impresiona que no se vea afectada —dijo.
—Creo que sí le afectó… un poco. Pero también ha pasado por algo parecido. Le dolió que la juzgaran sin escucharla.
No le dije más. No me correspondía contar su historia.
—Josh me habló de lo mal que la pasaron después de que murieran sus padres —comentó él, pensativo.
Asentí y cerré el enlace.
Entonces River decidió arruinar mi paz mental.
—Creo que nuestra mate solo decidió admirar nuestro monumental cuerpo, y con eso se le pasó el enojo —bromeó.
Me congelé.
No me había cubierto. Estaba tan acostumbrado a andar desnudo después de transformarme que ni lo pensé. Y ella… ella me vio. ¡Me vio todo!
Y Liam también estaba ahí.
Me miré el torso. Yo soy más alto, sí… pero Liam tiene mejor cuerpo. Más marcado. Más definido. ¿Y si Zafiro se quedó mirando a Liam?
No. No. ¡No!
Ya estoy paranoico.
Solo quiero que Josh y Liam hagan las paces, se vuelvan mates, y así Zafiro no tenga ningún motivo para mirar a nadie más.