Renací Para Formar Mí Harén

Elizabeth al notar la amenaza implícita en la voz de la emperatriz y en cada palabra de ella, no pudo contenerse y comenzó a reírse hasta llorar de la risa, no podía parar de reír a las carcajadas.

La emperatriz estaba shockeada, no entendía cuál era la gracia, además de que esa risa no era propia de una jovencita noble.

De pronto Elizabeth dejo de reír, así muy de repente, con la mirada más fría y gelida que había visto jamás la emperatriz, inclusive los bellos de los brazos se le habían erizado.

-¿Por qué debería casarme por el trono? - preguntó mirándola fijamente haciendo una breve pausa para acercarse más a la emperatriz - cuando es mío por derecho - sentenció Elizabeth con una sonrisa maquiavélica.

La emperatriz estaba patitiesa, no podía ni siquiera mover un dedo del asombro y miedo que tenía en ese momento.

Elizabeth se levantó muy digna, y lentamente comenzó a caminar hacia la puerta, yéndose.

Cuando por fin la emperatriz reaccionó, comenzó a gritar furiosa, atrayendo la atención de todos los guardias imperiales que estaban por la zona.

-¡Detengan a Elizabeth Wilson, la albina! - gritaba sin parar la emperatriz

Elizabeth al escuchar aquello, dejo de caminar, que ya estaba fuera del saloncito de té de la emperatriz, pero seguía en sus pasillos. Los guardias la intentaron detener, pero ella tranquila no puso resistencia, aunque sus guardias no permitieron aquello, poniéndose en posición defensiva y protectora.

Por los gritos alevosos de la emperatriz, su esposo e hijos se acercaron a ver que sucedía, sumamente preocupados y siendo acompañados por más guardias imperiales.

Pero todos se detuvieron seco al ver a la señorita Elizabeth siendo arrestada por los guardias y la emperatriz furiosa, mientras los guardias de la señorita Elizabeth la protegían con sus cuerpos, haciendole de escudo.

¿Que está sucediendo Caroline? - preguntó sorprendido el emperador - ¿por qué intentan arrestan a la señorita Elizabeth Wilson?

Antes de que la emperatriz pudiese responder algo que estaba visiblemente nerviosa, respondió Elizabeth

-Disculpe su majestad emperador, lo que sucede es que rechace la oferta de la emperatriz a casarme con el joven príncipe heredero James y se molestó - explicó Elizabeth sabiendo que la emperatriz no podía revelar lo demás, ya que no le convenía que nadie más se esperara de nada.

-¿Eso es cierto madre? - exclamó molesto James

-Sí... lo lamento, fue un exabrupto mío - se disculpo la emperatriz molesta

-Alejense de la señorita Elizabeth Wilson ahora mismo - ordenó el emperador a los guardias.

Luego se acercó a Elizabeth y le tomó una mano.

-Señorita Elizabeth Wilson, en nombre del imperio le pido mil disculpas por este mal rato que ha tenido que pasar y le prometo que no volverá a suceder - le pidió disculpas él, sabiendo que si su padre se enteraba no lo dejaría pasar tan fácilmente.

-No se preocupe emperador, usted no ha hecho nada malo - lo tranquilizó ella - solo espero que la emperatriz comience a tomar medida de sus emociones y como las expresa, después de todo es una emperatriz y no debe comportarse de esta manera

-Es cierto, y tomaré medidas por ello, muchas gracias por comprender - volvió a agradecer para luego acercarse a su esposa

-Richard... Lo siento, no volverá a ocurrir, es que yo deseaba de todo corazón que nuestro amado hijo tuviera de esposa a la señorita Elizabeth - intentó manipularlo ella

-Pero eso no te da ningún derecho a tratarla de este modo - la reprendió ofuscado el emperador

-Además eso es decisión mía y de ella - recriminó James - así que te pido, madre, que en el futuro no vuelvas a hacer algo parecido

-Está bien hijo, lo siento - respondió la emperatriz fingiendo pesar

Luego James se acercó a Elizabeth con cautela.

-Lo siento mucho, señorita Elizabeth, yo le aseguro que no estaba al tanto de nada de esta situación - se disculpó James, aunque Elizabeth sabía que él no sabía nada.

-No se preocupe príncipe, no lo culpo de nada - le sonrió ella

-¿Puedo preguntarle algo? - preguntó él, curioso

-Por supuesto - respondió ella con una sonrisa, sabía lo que le iba a preguntar

-¿Por qué rechazó el compromiso? - preguntó - todas las jovencitas de este imperio se mueren por casarse conmigo, aunque en realidad quieren ser parte de la familia imperial

-Primero que nada, debe saber que yo no soy como las demás señoritas del imperio - respondió ella con una sonrisa de suficiencia - y segundo, nunca he dicho que no quiera pertenecer a la familia imperial, solo no deseo casarme

-¿A qué se refiere? - preguntó él más curioso que antes

-No se preocupe príncipe, algún día lo entenderá - respondió ella simplemente con media sonrisa - ahora sí me lo permiten, debo ir al ducado

-Por supuesto señorita, ¿quiere que la acompañe? - se ofreció galante James

-No se preocupe príncipe, mis guardias me acompañarán - respondió ella.

Luego se fue de allí junto a sus guardias, a los cuales les agradeció por imponerse ante los guardias imperiales y las órdenes de la emperatriz.

Ellos fieles a ella y al ducado, confesaron que todos los allí presentes tenían familiares de pocos recursos, a los cuales ella continuamente ayudaba. Además, varias de sus esposas, hermanas o parientes trabajaban en los negocios de Elizabeth, y ellas le contaban lo bien que la señorita Elizabeth las trataba y todo lo que les brindaba.

Elizabeth conmovida los abrazo en un impulso, luego fueron charlando todos juntos el resto del camino al ducado, dónde la esperaba Harriet para una conversación.