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Mi Suggar Es Un Mafioso

Mi Suggar Es Un Mafioso

Status: Terminada
Genre:Diferencia de edad / Amor prohibido / Posesivo / Mafia / Romance / Completas
Popularitas:3.6M
Nilai: 5
nombre de autor: Celina González ♥️

En las calles vibrantes, pero peligrosas de Medellín, Zaira, una joven brillante y luchadora de 25 años, está a tres semestres de alcanzar su sueño de graduarse. Sin embargo, la pobreza amenaza con arrebatarle su futuro. En un intento desesperado, accede a acompañar a su mejor amiga a un club exclusivo, sin imaginar que sería una trampa.

Allí, en medio de luces tenues y promesas vacías, se cruza con Leonardo Santos, un hombre de 49 años, magnate de negocios oscuros, atormentado por el asesinato de su esposa e hijo. Una noche de pasión los une irremediablemente, arrastrándola a un mundo donde el amor es un riesgo y cada caricia puede costar la vida.

Mientras Zaira lucha entre su moral, su deseo y el peligro que representa Leonardo, enemigos del pasado resurgen, dispuestos a acabar con ella para herir al implacable mafioso.
Traiciones, secretos, alianzas prohibidas y un amor que desafía la muerte.

NovelToon tiene autorización de Celina González ♥️ para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capitulo 15

La luz pálida del amanecer se filtraba a través de las pesadas cortinas de lino, bañando la habitación en un resplandor dorado y silencioso. El aire era espeso, cargado del perfume de los cuerpos que se habían buscado sin pudor durante la noche. Olía a sudor, a deseo consumado, a sábanas desordenadas y promesas que no se dijeron en voz alta.

Zaira abrió los ojos lentamente. El techo de vigas oscuras era lo primero que vio, pero su mente todavía nadaba entre sombras de placer y el vértigo del abandono. Un nudo dormido en su estómago comenzó a tensarse. No era solo cansancio. Era ese maldito calor que seguía atrapado bajo su piel, como si él aún estuviera dentro de ella.

Se giró, conteniendo la respiración, y lo vio.

Leonardo dormía a su lado, desnudo, con una mano extendida en su dirección, como si inconscientemente intentara retenerla. Sus rasgos, tan marcados por la vida, por la dureza, por la maldita autoridad que exudaba cuando estaba despierto… ahora estaban suavizados por el sueño. La mandíbula firme descansaba sin tensión, y la leve sombra de barba realzaba aún más la belleza cruel de su rostro.

Zaira se lo quedó mirando, embelesada, sintiendo el pulso acelerarse sin poder evitarlo.

Dios. Estaba hermoso así. Peligrosamente hermoso.

Y era suyo. Por unas horas, lo había sido. Con cada gemido, cada roce de su lengua, cada orden susurrada contra su oído, la había reclamado una y otra vez. Y ella se había dejado hacer, se había ofrecido sin condiciones. Porque aunque no lo aceptara del todo, lo deseaba más allá de lo razonable.

Tragó saliva, sintiendo la garganta seca, como si el deseo aún la estrangulara.

Tenía que irse. Antes de volverse adicta.

Con sumo cuidado, deslizó las sábanas que la cubrían, conteniendo un estremecimiento al sentir el contraste entre el calor de la cama y el aire frío de la habitación. El mármol del suelo, pulido hasta brillar, le heló los pies descalzos. Caminó despacio, en silencio, como si el crujido más leve pudiera despertarlo. Sus dedos recogieron su blusa, arrugada, el pantalón que aún conservaba el olor de su perfume mezclado con el de él.

Se puso la ropa con manos temblorosas. Se abrochó los botones sin mirar, con torpeza. Sus zapatos estaban junto al sillón, uno casi debajo del mueble, como si alguien los hubiese lanzado allí sin pensar. Se agachó a recogerlos, conteniendo la respiración.

El eco de sus pasos contra el suelo retumbó demasiado fuerte en el silencio.

Cuando por fin alcanzó la puerta, la libertad a solo unos centímetros de distancia, una voz profunda y rasposa, aún cargada de sueño, la detuvo en seco:

—¿Te vas… sin despedirte?

Zaira se congeló. El tono era grave. No amenazante. Pero tampoco amable. Era esa mezcla peligrosa que solo él sabía usar.

Sintió cómo la piel de su nuca se erizaba, como si su mirada la hubiera rozado desde la cama. Respiró hondo y se dio la vuelta.

Leonardo estaba incorporado, apoyado en un codo, con las sábanas enredadas a la altura de la cintura. El resto… el resto era piel. Piel dorada por el sol, músculos tallados por la vida, tatuajes que serpenteaban por su pecho y brazos como secretos. Cicatrices antiguas rompían la simetría de su perfección, añadiéndole crudeza, realidad.

Sus ojos grises estaban entrecerrados, pero alertas. Y en ellos había una mezcla de molestia, deseo… y algo más oscuro. Algo que la hizo vacilar.

—Tú tampoco te despediste la primera vez —le dijo Zaira, cruzándose de brazos, con más valentía en la pose que en el alma.

Él ladeó apenas la cabeza, evaluándola. Como si se deleitara con la rebeldía de sus palabras.

Y luego, sin una palabra, se levantó de la cama.

Zaira retrocedió un paso. No porque tuviera miedo. Si no porque verlo así, completamente expuesto, tan masculino, tan dueño de sí… era abrumador.

Cada músculo de su cuerpo se movía con una armonía peligrosa. Era como ver a un lobo acercarse: hermoso, letal, imposible de ignorar.

Llegó hasta ella en dos pasos.

La miró, con esa intensidad que le hacía olvidar cómo respirar.

Y se inclinó.

Su boca se posó en su cuello, justo debajo de la oreja, donde sabía que la desarmaba.

Zaira cerró los ojos, tragándose un gemido. Un escalofrío le recorrió la espalda entera.

El aroma de Leonardo la envolvió: sábanas limpias, tabaco suave, algo maderado… y esa nota puramente suya, animal y masculina, que la volvía loca.

—Quiero verte todos los fines de semana —murmuró al oído. No era una propuesta. Era una orden velada en seducción.

Ella se aferró a su último rastro de dignidad.

—No soy una dama de compañía —susurró, su voz apenas un temblor envuelto en resistencia.

Leonardo sonrió. Ese maldito gesto arrogante, que era tan encantador como irritante.

Se apartó, caminó desnudo hasta el sillón y tomó su chaqueta de cuero oscuro. Hurgó un segundo en un bolsillo interior y sacó un fajo de billetes gruesos. Volvió hacia ella, extendiéndolos como si le ofreciera un ramo de flores.

—Ve de compras. Ropa, zapatos, arregla tu cabello. Quiero verte aún más hermosa la próxima vez.

Zaira sintió cómo algo dentro de ella se rompía. El dinero. El tono. La mirada de propiedad.

¿Qué había sido esa noche para él? ¿Solo un juego que podía pagar?

—No soy tu amante. Ni tu prostituta —dijo, la voz baja, pero firme, los ojos brillando con un orgullo herido que dolía hasta en los huesos.

Leonardo la miró. Su rostro se endureció por un momento. El silencio fue espeso, peligroso.

Y entonces, sonrió. Una sonrisa lenta, depredadora, sin rastro de arrepentimiento.

Se acercó de nuevo, hasta que el aire entre ellos desapareció.

Le acarició la mejilla con el dorso de los dedos. Sus ojos grises se anclaron a los de ella.

—Quiero que seas solo mía. Cuando yo lo quiera. Donde yo lo quiera.

No respondas ahora —añadió, su voz ronca como una promesa cargada de veneno—. Dime el fin de semana si puedes vivir sin mí.

Zaira parpadeó, como si esas palabras hubieran hecho saltar una alarma dentro de ella.

Y sin embargo, lo que sintió fue una descarga eléctrica… seguida por una necesidad urgente e irracional de quedarse.

Leonardo se inclinó y rozó sus labios en un casi-beso. Un roce apenas perceptible, pero tan cargado de electricidad que la dejó temblando.

Cuando se apartó, lo hizo con una lentitud intencional. Como si supiera que esa despedida no era real. Que volvería.

—Eres un imbécil y puedes tragarte tu dinero.

Se giró y salió, con el corazón estrujado.

El aire de la mañana la golpeó en el rostro como un balde de agua helada. Se abrazó a sí misma, temblando, con los pasos desiguales y el pecho ardiendo.

Durante el camino de regreso, las imágenes de la noche anterior la acosaron sin piedad: su cuerpo arqueado bajo el de él, las manos grandes de Leonardo sujetándola con fuerza, los jadeos que compartieron al unísono.

No lo había hecho por dinero.

Lo había hecho porque lo deseaba. Porque, en esa cama, no había espacio para las mentiras.

Y ahora, ese ofrecimiento envuelto en control.

Todos los fines de semana.

¿Podría resistirse?

¿Podría vivir sin volver a sentir su piel, su voz, sus manos?

Zaira cerró los ojos en medio de la calle desierta, dejando que las lágrimas resbalaran sin freno.

Eran lágrimas de frustración. De deseo. De miedo. Estaba en peligro. Un peligro llamado Leonardo.

Y lo peor… es que no estaba segura de querer salvarse. En esos momentos, no tenía nada. Solo problemas, deudas y todo por seguir manteniendo su dignidad y orgullo.

Todo el dinero se lo había regresado a él y lo había rechazado cuando le entrego más.

1
maria mercedes obando
me encanta la narración de la trama
Tita Reynoso
EXCELENTE!!!!!
Tita Reynoso
Hermosa y original historia de amor, felicitaciones!!!! me encantó!!!
angela hernandez
Escritora he leído y escuchado muchas novelas pero esta en serio las supera felicidades por compartirla
Jeanette Oviedo
/Heart//Heart/
Jeanette Oviedo
/Heart//Heart/
Yolanda Beatriz Lagos Celarien
Leonardo es guapísimo y Zaira también.
Yolanda Beatriz Lagos Celarien
Tiene que darse cuenta que Zaira era virgen.
Yolanda Beatriz Lagos Celarien
Malnacida esa no es amiga de Zaira como la a vendido.
Momys.rub
Por fin la familia completa!!
Hacías falta Marce!!!
Gracias Autora!!
Gracias por tu valioso tiempo y por regalarnos tan hermosa historia!!!
Sin.duda nos.leemos.en la.proxima!!!
Momys.rub
Ese Amor q se forjó de hierro y acero!!
De promesas u sueños cumplidos!!!
Te la rifaste autora!!!
Solo me falta Marce!!
Donde carajos andas r años y no has venido a ver a tu sobrino??
Ya casi llega el.swgundo y Tuuu no apareces!!!!
Momys.rub
Esperma ganador llegando a la meta!!!!!
Ahorita duro contra el.muro!!!!
Momys.rub
Q belleza!!
Solo nos falto Marce!!!!
Donde andará ese Bribón q no a venido a conocer a su sobrino y ahijado???
Da la cara!!!!
Momys.rub
Y asibdespues de la tormenta llega la calma!!!
Aquí es donde realmente estás Aprendiendo q la Vida No es sólo Blanco y Negro!!!
La Bida está llena de hermosos colores!!
Ameeeee!!!!!
Momys.rub
El Pasado es Humo y Presente es Viento..
Hay q Vivir el Momento!!!!
Vamos recio con los ojos de ojal!!!
Momys.rub
El dinero y el Poder, solo te dan Lujos!!!
Pero Jamás la Felicidad! por q esa No se Puede Comprar!!!
Volverás a aprender a caminar de nuevo, hacia un camino más libre, más real!!!
Momys.rub
Q Fuerye hermana!!!
Q fuerte q siendo tan joven y bella, haya dejado escapar su vida!!!
Pero a lo hecho, pecho!!!
Ella.misma cabo su tumba!!!
Momys.rub
Trankilas wl Shuggar nomas esta cargando pila pa darleee con tooodoooo!!!
Carmen Salgado
muy. pero muy buena gracias autora felisitaciones
Momys.rub
Y al Final, terminaste perdiendo lo único Verdadero q tenias Tatiana...
La Vida, y aún q salvaste a Zai, aún así le dañarte la bida hasta el último momento, por q tendrá q aprender a vivir con.el.dolor se haber visto morir a su única disque amiga!!!!
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