"Morí traicionada por el hombre que debía amarme... y por la sangre de mi propia hermana."
En su vida pasada, Aelina Valemont, Reina de Thalair, fue humillada y asesinada por su esposo, el Príncipe Heredero, y por su hermana. Sus padres también fueron ejecutados bajo falsas acusaciones.
En su último suspiro, Aelina juró venganza.
Ahora, ha despertado en su cuerpo de 16 años. El día de su boda con el príncipe cruel se acerca... pero esta vez, el destino cambiará.
En el altar, rechaza públicamente al príncipe.
Sabe que ha firmado su sentencia. Su familia sigue en peligro. Y sola, no podrá vencer a un enemigo tan poderoso.
Por eso comienza a buscar aliados. Hombres fuertes, peligrosos, capaces de cambiar el curso del reino. Pero lo que empieza como un plan frío, se transforma en una red de emociones que no podrá controlar:
Un caballero leal.
Un archimago distante.
Un noble rebelde
Un asesino en las sombras.
Un príncipe extranjero con su propia agenda.
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Capitulo 15:"No hay retorno"
La carta del Cónclave ardía en la chimenea.
Pero las palabras seguían grabadas en la mente de Aelina.
"Habrá precio que pagar."
Kael, Aurelian y Lucas la observaban en silencio.
—¿Qué decía? —preguntó Kael.
Aelina se volvió.
—Una invitación.
A un juego más oscuro de lo que imaginaba.
Aurelian cruzó los brazos.
—No podéis acudir. El Cónclave no es confiable.
Lucas, con voz firme, intervino:
—Pero tampoco podemos enfrentarnos solos al príncipe.
Aelina asintió.
—Iré. Necesito saber hasta dónde puedo llegar.
Pero iré con los ojos abiertos.
Kael cerró los puños.
—Entonces yo iré con vos.
Aelina negó con suavidad.
—No. Esta vez debo hacerlo sola.
Los tres hombres intercambiaron miradas tensas.
Pero sabían que no cambiarían su decisión.
"Si quiero la caída de Darius… debo ensuciar mis manos."
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La noche siguiente, un carruaje sin emblema la recogió.
Kael la despidió con mirada sombría.
Aurelian no dijo palabra, pero sus ojos ardían.
Lucas… apenas pudo contener su preocupación.
"Volveré. Por ellos… y por mí."
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El carruaje la llevó a las catacumbas bajo el viejo templo de Althea.
Allí, encapuchados, la esperaban los miembros del Cónclave.
Una voz resonó en la penumbra:
—Lady Aelina. Si aceptáis nuestra ayuda, debéis superar tres pruebas.
Sin temor. Sin piedad.
Aelina alzó el mentón.
—Estoy lista.
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Primera prueba:
Una visión ilusoria de su propia muerte a manos de Darius.
Fría. Dolorosa.
Pero Aelina no parpadeó.
"No temeré aquello que ya viví."
Segunda prueba:
Beber un elixir que podía ser veneno o verdad.
Aelina bebió sin dudar.
Era un suero de verdad.
Las palabras brotaron de su boca:
—Busco la caída de Darius. Y la venganza por mi familia.
El Cónclave murmuró con aprobación.
Tercera prueba:
Elegir entre salvar a un niño inocente… o permitir que muera para obtener información crucial.
Aelina detuvo la mano del verdugo.
—Haré caer a Darius sin sacrificar a los inocentes.
El líder del Cónclave se descubrió el rostro: un noble anciano.
—Habéis pasado. Nuestra red os apoyará.
Pero recordad: nunca confíes del todo en la oscuridad.
Aelina sonrió.
—Nunca lo hago.
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Al salir, el amanecer teñía de rojo el cielo.
"Un pacto sellado. Ahora tengo aliados… y enemigos aún más peligrosos."
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Al volver a la torre, Kael la recibió con el ceño fruncido.
—¿Qué ocurrió?
Aelina lo abrazó, inesperadamente.
—Sobreviví. Y gané algo que necesitábamos.
Kael sostuvo su rostro.
—No os arriesguéis más así. No quiero perderos.
Por un instante, el aire entre ellos se tensó.
Kael bajó la mirada a sus labios… pero se apartó.
"Aún no es el momento."
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Horas más tarde, Aelina recibió una invitación inesperada.
Ronan Valen Raventhorn la convocaba a su estudio privado.
Aelina acudió.
El marqués la esperaba con vino oscuro y mirada penetrante.
—Lady Aelina. Supe que anoche fuisteis al Cónclave.
Aelina sonrió.
—Vuestra red de información es impresionante.
Ronan se acercó, acortando la distancia.
—También supe… que no teméis cruzar líneas.
Eso os hace… fascinante.
Tomó su mano, besándola lentamente.
—Permitidme ser vuestro aliado más cercano… y quizá algo más.
Aelina sostuvo su mirada, imperturbable.
—Si demostráis ser digno de mi causa… quizás.
La chispa en los ojos de Ronan se intensificó.
"Otro peón… o un rey oculto."
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Esa tarde, Kael y Aurelian coincidieron en el entrenamiento.
Ambos tensos.
Ambos peligrosos.
Aurelian lanzó una flecha a centímetros de Kael.
—¿Temes perder, general?
Kael desenvainó la espada.
—No temo perder… temo lo que podría pasar si tú la traicionas.
El ambiente casi estalló.
Pero Aelina apareció en el umbral.
—Basta. No quiero rivalidades… quiero lealtades.
Ambos se apartaron, respirando con dificultad.
"Debo mantenerlos unidos… o su rivalidad nos destruirá."
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Pero las malas noticias no tardaron.
Esa noche, un sirviente le informó que Lucas había sido atacado en la biblioteca.
Aelina corrió a su lado.
Lo encontró en cama, con una herida leve, pero temblando de rabia.
—Lo hicieron para enviarte un mensaje —dijo con voz ronca—. No me quedaré atrás, Aelina. Ayúdame a ser más fuerte.
Aelina le tomó la mano.
—Lo serás. Te lo prometo.
"Si tocan a uno de los míos… no tendré piedad."
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Al caer la noche, otra carta llegó.
Esta vez, del mismísimo Darius.
"Lady Aelina.
Os espero en el pabellón de caza.
Si no acudís… sabréis lo que es perder."
Kael quiso impedirlo.
Aurelian insistió en acompañarla.
Pero Aelina se alzó.
—Iré. Y demostraré que no soy una pieza débil.
Antes de salir, miró a sus tres hombres.
—Os lo juro: a partir de esta noche… no hay retorno.