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PERTENECES A MI

PERTENECES A MI

Status: Terminada
Genre:Completas / Mi novio es un famoso
Popularitas:5.6k
Nilai: 5
nombre de autor: Deanis Arias

Perteneces a Mí

Una novela de Deanis Arias

No todos los ricos quieren ser vistos.
No todos los que parecen frágiles lo son.
Y no todos los encuentros son casualidad…

Eiden oculta su fortuna tras una apariencia descuidada y un carácter sumiso. Enamorado de una chica que solo lo utiliza y lo humilla, gasta su dinero en regalos… que ella entrega a otro. Hasta que el olvido de un cumpleaños lo rompe por dentro y lo obliga a dejar atrás al chico débil que fingía ser.

Pero en la misma noche que decide cambiar su vida, Eiden salva —sin saberlo— a Ayleen, la hija de uno de los mafiosos más poderosos del país, justo cuando ella intentaba saltar al vacío. Fuerte, peligrosa y marcada por la pérdida, Ayleen no cree en el amor… pero desde ese momento, lo decide sin dudar: ese chico le pertenece.

Ahora, en un mundo de poder oculto, heridas abiertas, deseo posesivo y una pasión incontrolable, Eiden y Ayleen iniciarán un camino sin marcha atrás.

Porque a veces el amor no se elige…
Se toma.

NovelToon tiene autorización de Deanis Arias para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 15 – Cazadores de Sombras

El día comenzó con un sol que no prometía nada bueno. El calor pesaba, y la ciudad parecía observar desde las ventanas, como si cada sombra supiera lo que se avecinaba.

Eiden despertó en el sofá del apartamento de Ayleen. Ella había insistido en que durmiera en su cama, pero él eligió quedarse allí. No por orgullo, sino porque esa noche necesitaba pensar. Respirar. Reconstruirse desde lo que había descubierto.

Su historia no era suya.

Su nombre era una pieza fabricada.

Y su vida, al parecer, solo acababa de comenzar.

Se levantó temprano. Ayleen aún dormía. En la cocina, encontró un archivo sobre la mesa: “Nombres bajo vigilancia.” Era un reporte interno. No debería haberlo abierto. Pero lo hizo. Y allí, entre muchos, encontró el suyo.

“E. De Loryn. Observación clase III. No intervenir sin orden directa.”

Eiden sintió un escalofrío. No era solo una mención. Era una clasificación. Estaba numerado. Etiquetado.

Y en la misma hoja, otro nombre lo hizo temblar: Samantha Grell. Clase V. Posible agente externo. Inestable. Riesgo de exposición emocional: alto.

—¿Quién más está jugando este juego? —murmuró.

En otro punto de la ciudad, Samantha entraba a un edificio que no figuraba en ningún mapa. Tres niveles subterráneos. Una entrada tras un pasillo de concreto. Fue guiada por un hombre sin rostro. O eso parecía. Gafas oscuras. Voz neutra.

—Nos agradas —dijo él al llegar al núcleo—. No por tu moral. Sino por tu utilidad.

Samantha cruzó los brazos.

—¿Qué quieren de mí?

—No es lo que queremos. Es lo que ya sabes.

La pantalla se encendió. Imágenes de Ayleen. Eiden. El Proyecto Éter. Loryn. Todo. Más de lo que ella había filtrado. Más de lo que siquiera había imaginado.

—¿De dónde sacaron esto?

—No sacamos. Siempre lo tuvimos. Solo esperábamos la chispa. Y tú la diste.

—¿Y qué gano con esto?

—Poder. Reputación. Venganza. Pero sobre todo, la oportunidad de no quedar fuera del juego cuando todo caiga.

—¿Y qué tengo que hacer?

La voz bajó.

—Acércate a Eiden. No para enamorarlo. Para entenderlo. Para activarlo. Y si es necesario…

Un segundo de pausa.

—Elimínalo.

Samantha sonrió.

No por placer.

Por miedo.

perder control dentro de su círculo de confianza…)

Eiden caminaba de regreso al campus cuando notó algo extraño.

Una hoja blanca, doblada en cuatro, sobresalía del bolsillo lateral de su mochila. Él no la había puesto allí. Nadie más tenía acceso. Se detuvo en seco, la abrió, y leyó:

“Sabemos lo que eres.

Sabemos lo que puedes ser.

No elijas mal.”

No había firma. Solo un símbolo en la esquina: un triángulo invertido con una línea diagonal atravesándolo. No lo reconocía… pero la sensación de peligro era inmediata.

No era una amenaza cualquiera.

Era una invitación a obedecer.

Guardó el papel con el corazón latiéndole en la garganta y miró alrededor. Gente pasaba. Risas. Normalidad aparente.

Pero ahora sabía que lo estaban siguiendo.

Ayleen estaba en una reunión de rutina con su círculo interno. Tres socios. Uno nuevo. Uno traidor. Ella no sabía cuál… pero lo sentía.

—¿Qué pasó con los protocolos de seguridad? —preguntó, controlando su tono.

—Los actualizamos —respondió Helena—. Pero hay filtraciones que no parecen externas.

—Entonces son internas —murmuró Ayleen—. Quiero una revisión de cada movimiento en los últimos siete días. Nombres. Transferencias. Archivos abiertos.

El silencio fue breve.

—¿Incluyendo los tuyos?

La pregunta vino de Mariano, el más reciente en incorporarse al círculo. Ella lo miró, lenta pero directamente.

—Los míos van primero. Pero después… van todos. Porque si hay una grieta aquí dentro, quiero arrancarla antes de que sangremos.

Eiden llegó al edificio de Ciencias Políticas buscando a su profesor. Quería entender si alguien más conocía el símbolo de la nota. Pero al abrir la puerta del despacho, lo encontró vacío. Sobre el escritorio, otra nota.

“Las preguntas correctas te llevan a respuestas que duelen.”

Y debajo, una lista de códigos.

El último decía: Loryn-Ω. Activación en fase 1.

Eiden sintió un ardor en la nuca.

Y por primera vez, una punzada en su cabeza lo obligó a sentarse.

Ayleen sabía dónde encontrarla. Samantha no era sutil. Siempre dejaba pistas, como si quisiera ser descubierta. Como si el conflicto fuera parte de su identidad.

La esperó en la azotea del edificio de Lenguas, justo al atardecer.

Samantha apareció sin sorpresa, como si lo hubiera anticipado.

—¿Viniste a pelear o a negociar? —preguntó.

—A ponerte en tu lugar —respondió Ayleen con calma—. Y a advertirte por última vez.

—¿De parte de Baltazar?

—No. De parte mía.

Samantha sonrió, pero no se acercó.

—¿Y si ya elegí otro bando?

—Entonces espero que te hayan prometido protección. Porque una cosa es jugar conmigo. Y otra, jugar con Eiden.

—¿Te preocupa que me acerque de nuevo a él?

—No. Me preocupa que lo uses como escudo. Porque si lo tocas… juro que no te buscaré. Te encontraré.

—Y si él viene a mí por voluntad propia… ¿también me matarás?

Ayleen no respondió de inmediato. La rabia subía por dentro, pero no podía explotar. No aún.

—Él no va a elegir a alguien que se alimenta de ruinas.

—Tú no lo conoces como yo —dijo Samantha, dando un paso más cerca—. Tú conoces al Eiden que inventaste. El fuerte, el recto. Yo lo conocí débil, quebrado, dispuesto a todo por amor.

—Y yo lo conocí cuando ya no se rendía. Y por eso… está conmigo.

Ambas se quedaron en silencio.

Hasta que un dron sobrevoló la azotea. Se detuvo. Soltó una pequeña caja negra al centro de la escena. Y desapareció.

Ayleen la tomó con precaución.

Dentro, una pantalla se encendió.

Un solo mensaje:

“Fase 1 iniciada. El sujeto responde al estímulo. Activación inminente.

Código LORYN-Ω aprobado. Eliminación autorizada si el vínculo persiste.”

Y un nombre.

EIDEN DE LORYN.

En otro lugar, Eiden despertaba. Sudando. Desnudo de cintura arriba. En una sala desconocida. Luces frías. Pantallas en las paredes.

Un rostro apareció frente a él. Era el hombre de gafas oscuras. Voz sin tono.

—Bienvenido a la verdad, Eiden. Tu cuerpo ha empezado a responder. Ya no podrás volver a ser normal.

—¿Dónde estoy?

—Donde te construyeron. Donde tu historia comenzó.

Eiden intentó moverse, pero algo lo detenía. No físicamente. Mentalmente. Como si su cuerpo ya no le perteneciera por completo.

—¿Qué me están haciendo?

—Despertándote. Porque el mundo te va a necesitar. O te va a destruir. Lo que pase… depende de qué lado elijas.

Y entonces, la última pantalla mostró algo que hizo gritar a Eiden:

Una imagen de Ayleen.

Con una mira láser apuntando a su cabeza.

1
Yesenia Pacheco
Excelente
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