**Saga Vannecelli**
Uzziel Vannecelli, futuro líder de la organización italiana, es un hombre carente de empatía, caracterizado por rasgos psicopáticos. Su único vínculo emocional verdadero radica en su familia. Desde su infancia, ha sentido una conexión especial con Ángela Müller, hija del sublíder alemán. La inocencia y pureza de Ángela lo obsesionan, llevándolo a desear despojarla de su esencia pura. Por otro lado, Ángela anhela consagrarse a Dios y, en dos meses, tiene planes de convertirse en monja. La pregunta que prevalece es si Ángela logrará cumplir su vocación religiosa o si Uzziel interpondrá su camino. ¿Quién prevalecerá en esta contienda: el bien o el mal?
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Capítulo 24 una oportunidad para explorar la lujuria 2/2
Uzziel Vannecelli
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-Me observa con confusión y, de repente, se le marca una vena en la sien debido a la rabia. Su tono cambia-Vannecelli, no soy un objeto que te pertenezca; soy una persona libre. Solo a Dios le pertenezco. Por tu culpa, ya no soy pura ante Él. Si deseas que me quede, deberías permitirme saludar a los guardias y que ellos me miren sin temor a que tú los lastimes. También quiero hablar con mis padres ahora. Si no puedes hacer esto, te exijo que me lleves a Italia de inmediato. Tómate un momento y decide.
-Me sorprendió, ya que no pensé que poseía ese temperamento. Siempre la había percibido tan dulce e inocente, pero es evidente que esconde un carácter fuerte, lo cual me agrada. Sonriendo de lado, le dije- Permitiré que hables con tus padres, pero con la condición de que informes que estás con Gabriela. En cuanto a los guardias, no tienes por qué hablarles ni que ellos te miren; para eso estoy yo.
-Ella respondió- Esas son mis condiciones.
-Entonces, rodé los ojos y le dije-Está bien, pero solo cuando estés a mi lado.
-Ella rueda los ojos, suspira y sale de la habitación; yo la sigo, admirando su caminar. Se ve tan hermosa, tan pequeña y delicada, como una de las muñecas Barbie más exclusivas. Sin embargo, el rol de dama requiere cualidades opuestas a su esencia. Aun así, creo que podría moldearla para que se ajuste a dicho papel. Pero, ¿en qué estoy pensando? Ella no puede ser mi esposa, ya que no sería capaz de hacer daño a nadie. Solo me queda disfrutar el tiempo que comparto con ella y, eventualmente, dejarla ir. Al ingresar a su habitación, toma un vestido y se dirige al baño. Minutos después, sale vestida de manera diferente; ya estoy familiarizado con su cuerpo, así que no debería sentir vergüenza. La tomo de la mano y bajamos juntos a la cocina. Ella abre la nevera y comenta-¿Por qué han cambiado toda la comida de la nevera?
-Me acerco para observar y, efectivamente, es cierto. Le digo- Ángela, ve adelantando la comida, yo saldré un momento.
-Ella me responde- Está bien, no te demores.
-Antes de salir, la tomo de la cadera, la acerco a mi cuerpo y le doy un beso en los labios. Luego me distancio de ella mientras me observa. Al salir a la terraza, hago una señal a Isias, quien se aproxima y me dice-Buenos días, señor. Le informo que el escolta tenía un frasco que contenía veneno. Si la señorita no hubiera bajado, ustedes podrían haber muerto. Perdóneme, señor, por no haber estado atento; es mi responsabilidad.
- Le respondo-Debí eliminar también a ese hombre. Al ser su hermano, es lógico que busque vengarse. Este es un error que no volveré a cometer en el futuro.
- Él me dice-Señor, ¿cuáles son sus instrucciones? ¿Desea que lo elimine ahora?
- Le respondo-No, manténgalo encerrado. Yo me encargaré de él personalmente.
-Isaías se retira y yo me dirijo a la cocina, donde un atractivo aroma inunda mis fosas nasales y hace rugir mi estómago. Huele delicioso. Me acerco con cautela, ya que ella está concentrada en la estufa, cantando una melodía. Al acercarme, la tomo de la cintura y dejo descansar mi rostro en su cuello, le digo- Huele muy bien, ¿qué estás cocinando?
- Ella me dice- Estoy haciendo unas tortillas con huevos, jamón y pico de gallo. Casi termino, así que espérame en la mesa.
-Le doy un beso en la mejilla y me dirijo a sentarme mientras la observo servir los platos. Siento cómo mi corazón late más rápido; algo en mí ha cambiado. Lo que experimenté cuando la vi por última vez se está intensificando. ¿Qué me está pasando? Ella me sirve mi plato junto con un vaso de jugo y luego busca el suyo. Comenzamos a comer y comentándole- la comida está deliciosa. ¿Te enseñaron a cocinar en el convento?
-Me responde-Sí, allí ayudaba en la cocina. A veces teníamos que preparar desayunos para llevar a los niños más necesitados.
-Al terminar de desayunar, tomándonos de la mano, caminamos hacia la orilla de la playa, donde dejamos nuestros zapatos a un lado y nos descalzamos. Ella se suelta de mi mano mientras disfruta de la arena y comenta lo tibia que está. Yo solo observo la arena, sin poder sentir nada, ni las heridas ni el ardor. Le pregunto- ¿Quieres entrar al mar?
-Ella me dice- No sé nadar.
-Yo le respondo-Yo te puedo enseñar.
-Me quito la camisa y el pantalón, quedándome en boxers.Ella me pregunta- ¿Qué estás haciendo? Alguien podría verte.
-Le sonrío y le digo- Estamos lejos de la casa, además los guardaespaldas tienen la orden de no acercarse.- Luego me acerco a ella y añado-Sería mejor que te quitaras el vestido y también la ropa interior para que puedas bañarte cómodamente.
-Ella arquea una ceja y comenta-No estoy segura de que sea una buena idea.
-Insisto y, finalmente, accede a despojarse de su vestido, quedando solo en ropa interior. Nos dirigimos hacia el mar, donde le explico cómo nadar. Al cabo de unos minutos, comienza a nadar. Me acerco a ella, atrayéndola hacia mi cuerpo. Sin solicitar permiso, sostengo sus glúteos y la beso en los labios. Con el paso de los segundos, nuestros besos se tornan cada vez más apasionados. Mis manos deslizan suavemente su prenda a un lado mientras me adentro en su interior. Con el vaivén de las olas, todo se torna más intenso. La miro fijamente y le digo-Ángela, si decides quedarte a mi lado, viviremos todos estos momentos. Considera dejar de lado tu vocación religiosa; tal vez tu destino sea estar conmigo.
-Continúo envolviéndola en mi abrazo mientras la sensación de calor nos envuelve. Ella, con una chispa en su mirada, me responde-Uzziel, tú solo lo dices por el momento; tú solo me ves por el deseo carnal, y solo me ofreces eso. Yo quiero otras cosas. Lo mejor para los dos es que cuando esto termine, cada quien tome caminos diferentes.
- La tomo de la cadera, la aprieto hasta que llego al clímax; ella hace unos gemidos y llega al clímax. Le digo-Dime qué es lo que deseas, yo te lo daré.
- Ella suspira y dice- No puedes dármelo. Me quedaré contigo estas dos semanas, y luego de eso me iré. Haremos que nada de esto haya sucedido.
- ¿Qué es lo que ella desea que yo no puedo ofrecerle? ¿Por qué no es clara conmigo? Puedo brindarle todos los lujos; la trataría como una reina. Lo único que tendría que hacer es permanecer a mi lado y complacerme en mis deseos. Tengo dos semanas para convencerla. Sé que ella siente algo por mí, y no podrá evitarlo. -