El Alma de un Líder

"Fia, déjame subir a mí," dijo Carlos.

"¿Estás seguro? ¿Puedes?" dijo Sofía.

"Mmmm, aunque sea así, soy bueno escalando."

Sofía sonrió, miró a izquierda y derecha, iba a sentarse, pero no había lugar. Finalmente, recogió hojas y las apiló.

Mientras tanto, Carlos seguía mirando hacia arriba. Se quitó los zapatos y comenzó a escalar.

Uno por uno, fue dejando caer la fruta madura. Después de sentirse satisfecho, Carlos bajó de inmediato.

"¿Qué tal? Te dije que seguro podía."

"Narcisista," murmuró Sofía.

Luego recogieron la fruta que había caído al suelo. Después se fueron a casa con el jaguar.

"¿Parece que estás acostumbrado a tratar con animales salvajes?" preguntó Sofía.

"Sí, antes tenía mascotas llamadas Leo, Leona y Jery. Pero ahora están muertos. Ahora solo quedan sus hijos. Después te llevaré a mi país para que los conozcas," respondió Carlos.

"Hmmm, nunca he ido a ningún lado, mucho menos al extranjero," dijo Sofía.

Carlos solo sonrió, sin darse cuenta le acarició la cabeza a Sofía. Sofía se quedó en silencio al ser tratada así. Nadie la trataba así excepto su abuelo.

"¿Por qué eres tan bueno?" preguntó Sofía. Aunque ya había hecho esa pregunta antes. Pero no obtuvo una respuesta satisfactoria.

Porque según ella, la respuesta de Carlos solo era una broma para consolarla. Pero esta vez Sofía no obtuvo respuesta a su pregunta.

"Tal vez estoy esperando demasiado, mi corazón se derrite si sigo así," pensó Sofía.

Carlos miró hacia atrás porque Sofía se había quedado atrás porque estaba un poco distraída. Esperaba la respuesta de Carlos, porque le gustaba.

Quién sabe, solo llevaban unos días juntos. Pero fue lo suficientemente impresionante para Sofía, que nunca había conocido a un joven como Carlos.

Sofia a menudo se encontraba con jóvenes traviesos cuando iba al mercado. No dudaban en molestar a Sofía. Afortunadamente, Sofía podía cuidarse sola.

"¿Qué pasa?" preguntó Carlos.

"Ah, sí, quería tomar algo," respondió Sofía.

Casualmente, Sofía encontró un hongo en el suelo. Luego lo recogió de inmediato. Carlos se acercó y se lo prohibió.

"¡No! ¡No lo tomes!" detuvo Carlos.

"¿Por qué? Este hongo es delicioso," dijo Sofía.

"Soy alérgico a los hongos, me enfermaré si los como aunque sea un poco," respondió Carlos.

"Ohhh..." Sofía asintió. Finalmente no lo tomó.

Luego Carlos dijo: "Si quieres tomarlo y comerlo, está bien. Pero no lo mezcles con otra comida."

Sí, la última vez Carlos fue al hospital porque no se sabía que la comida en el restaurante contenía hongos. Desde entonces tiene que tener cuidado.

Sofía escribió el nombre del hongo y lo envolvió con una hoja bastante grande. Estaba muy feliz de poder cocinar hongos más adelante.

"¿Realmente hay gente alérgica a los hongos?" preguntó Sofía.

"Sí, mi hermana Carla y mi papá," respondió Carlos.

"Ohhh..." Los labios de Sofía se fruncieron al decir oh. Desafortunadamente, eso hizo que Carlos se sintiera adorable.

Hay tantas chicas, pero parece que solo Sofía hace que Carlos se sienta así. Todo lo que hace Sofía lo hace sentir adorable.

Especialmente Sofía, que se muestra tal como es, sin artificios. Incluso su belleza es natural, sin pulir ni cirugías.

Llegaron a casa y los demás también estaban allí. Carlos puso la fruta que habían recogido para lavarla.

Mientras que Sofía limpiaba los hongos que iba a cocinar. Solo Carla y Carlos no comieron los hongos.

Mientras tanto, en el palacio...

El primer ministro ya había comenzado a ejecutar lo que Carlos había ordenado.

Se acercó al guardia y le agarró el cuello. Estaban acostumbrados, porque el guardia era una persona de confianza del primer ministro.

Ahora el primer ministro entendía las palabras de Carlos. No confiar en nadie en este palacio.

Afortunadamente, el primer ministro no le dijo a nadie cuando instaló las cámaras de vigilancia.

Y también afortunadamente no dijo que Carlos seguía vivo. Si no, todo estaría expuesto.

"Ahora entiendo, resulta que la persona en la que confiaba es la que conoce el lugar donde está retenida mi familia," pensó el primer ministro.

"Señor, ¿qué me ha dado? ¿Por qué siento como si me picaran hormigas?" preguntó el guardia.

"No es nada, mira, mira, no hay nada, ¿verdad?" respondió el primer ministro.

El guardia se palpó la nuca y era cierto que no pasaba nada. No sospechó nada.

El primer ministro se alejó de allí y entró en su habitación. Sacó su teléfono que rara vez llevaba consigo. Y solo lo guardaba en un lugar seguro.

El primer ministro presionó los números en su teléfono y luego presionó la llamada. No pasó mucho tiempo antes de que la llamada se conectara.

"Hola tío, ¿qué pasa?" preguntó Carlos.

"Ya he hecho lo que me ordenaste. ¿Qué más ahora?" respondió el primer ministro.

"Tío, prepárense, esta noche haremos un rescate para la familia del tío. Con ese rastreador, podemos encontrar su ubicación," dijo Carlos.

"Bien, prepararé un yate para que vayamos a esa isla. Pero, ¿y si el rey y sus seguidores sospechan?"

"Tío, cálmate, solo preparen el yate, nosotros nos encargaremos del resto. El tío no necesita ir y permanecer al lado del rey."

El primer ministro entendió. Esperaría a Carlos y a los demás en el muelle. Después de eso, regresaría al palacio.

"Huh." El primer ministro respiró hondo después de que la llamada telefónica se cortó.

"Espero que estén todos a salvo, papá los extraña mucho," dijo.

¿Cómo no? Desde que eran pequeños fueron retenidos por el rey, hasta ahora han pasado más de diez años.

Llamaron a la puerta de la habitación del primer ministro, el primer ministro la abrió de inmediato. Resultó ser un sirviente del palacio.

"¿Qué pasa?" preguntó el primer ministro.

"El rey William quiere verlo, señor," respondió el sirviente.

"Está bien, iré de inmediato."

El sirviente hizo una reverencia y luego se retiró. El primer ministro fue de inmediato a ver al rey.

"Su Majestad," saludó el primer ministro con una reverencia.

"¿Ya has encontrado esa insignia?" preguntó el rey William.

"Aún no, Su Majestad, lo he buscado por todas partes y no lo encuentro. Incluso lo busqué en el cuerpo de ese joven y tampoco lo encontré."

"¿Qué pasa con ese niño? ¿Ya están muertos?"

"Sí, Su Majestad, yo mismo lo he confirmado. Incluso ya han sido comidos por pájaros carroñeros."

El rey William se rió al escucharlo, pero de repente se quedó en silencio. Todavía insistía en obtener esa insignia.

Porque se rumorea que si se juntan las insignias. Entonces puede convertirse en la llave para abrir el cofre que no se ha podido abrir hasta ahora.

El rey Attar entregó deliberadamente una de las insignias a su hijo antes de ser asesinado.

Tal vez ya tenía un mal presentimiento en ese momento. Y también como prevención para que el cofre no pudiera abrirse.

Mientras que la insignia que está en manos del rey William ya ha cambiado de manos varias veces.

Debido a que tienen sed de poder, no dudan en arrebatar la insignia.

...ΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩΩ...

Supongan que esta es Sofía.