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Dominio

Dominio

Status: Terminada
Genre:Yaoi / Doctor / Amor eterno
Popularitas:920
Nilai: 5
nombre de autor: Moxonligh

Ethan ya lo había perdido casi todo: sus pacientes, su reputación y la fe en la gente. Todo por una acusación que jura era mentira. Cuando aceptaron mantenerlo en la clínica bajo una condición —tratar a un paciente que nadie más quería—, tragó su orgullo y aceptó. El nombre en el expediente: Kael Drummond.
Luchador profesional. Incontrolable. Violento. Y con el hombro izquierdo casi inutilizable.
Kael no confía en nadie. Creció quebrando a otros antes de que lo quebraran a él. Su cuerpo es su arma, y ahora le está fallando. Lo último que quiere es un terapeuta metiéndose en sus límites.
Pero entre sesiones forzadas, provocaciones silenciosas y cicatrices que no son solo óseas, Ethan y Kael se enfrentan… y se reconocen. El dolor es todo lo que conocen. Quizás también sea donde empiecen a sentir algo que nunca habían tenido: cariño.

NovelToon tiene autorización de Moxonligh para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 6

[Madrugada | Llamada inesperada]

Ethan se despertó con el celular vibrando.

KAEL DRUMMOND.

3:17 de la mañana.

Contestó por reflejo.

— ¿Aló?

— No cuelgues. — La voz de Kael era baja, temblorosa, pero intentando parecer estable. — Estoy bien. Más o menos.

— ¿Qué pasó?

Silencio.

— Yo... me rompí. No el hombro. Yo. — Respiró hondo. — ¿Puedes venir aquí?

Ethan no pensó. Tomó la mochila con lo básico, se puso cualquier ropa y salió.

[Apartamento de Kael | Madrugada]

La puerta estaba sin seguro. Ethan entró despacio.

El apartamento estaba oscuro, solo una luz tenue venía de la cocina. Kael estaba en el suelo, apoyado en la pared, con la mano cubriendo el rostro. Camiseta rasgada, rodilla raspada. La respiración agitada.

— ¿Qué pasó? — Ethan se agachó a su lado, intentando evaluar.

Kael respondió sin mirar:

— Soñé con él. Aquel entrenador. De nuevo. Me desperté en pánico. Salí corriendo del edificio, tropecé, volví. Pero no... no conseguí parar.

Ethan lo observó, sin tocarlo.

— ¿Y por qué me llamaste?

— Porque... eres el único que aún no ha huido de mí.

Kael levantó los ojos. Estaban vidriosos.

— No quería necesitarte, Ethan. Pero... necesito.

Ethan se sentó en el suelo, al lado.

— Está bien necesitar. No tienes que probar fuerza para mí.

— Pero yo siempre necesité. — Kael bajó la cabeza. — Siempre.

Silencio. Solo el sonido de la respiración pesada de los dos.

— No sé cómo lidiar con cuidado. — Kael murmuró. — Es extraño. Parece mentira.

— Entonces yo te muestro — dijo Ethan. — Despacio. Sin prisa. Y sin promesas.

Kael apoyó la cabeza en su hombro. Por primera vez. Solo eso.

Ethan no retrocedió.

[Amanecer en el sofá]

Kael dormía, acostado en el sofá, cubierto por una manta. Ethan estaba sentado en el suelo, con los ojos fijos en el techo. No conseguía dormir.

Pensaba en la línea que había cruzado. No profesional — emocional.

Comenzaba a gustarle.

No solo el Kael roto. Sino también el Kael que sonreía torcido. El Kael que provocaba. El Kael que, por segundos, dejaba el dolor escurrir en la mirada.

Esto va a dar mierda, pensó.

Pero no salió.

[Desayuno improvisado]

Kael se despertó y fue hasta la cocina. Estaba más calmo. Más... humano.

— ¿Hiciste café? — preguntó, aún con voz ronca.

— Hice. Está amargo. No sabía si tomabas con azúcar.

— Así está óptimo.

Tomaron café en silencio.

Hasta que Kael habló:

— Recuerdo de cuando todo comenzó. Los entrenamientos. La presión. La necesidad de ser fuerte. Alguien tocó la puerta y me dio una chance. Pero esa chance tenía un precio.

— Y tú pagaste.

— Hasta hoy.

Ethan asintió. Y respondió:

— Mi chance fue una acusación. Que me llevó todo, excepto mi paciencia.

Kael lo miró con más tiempo de lo que de costumbre.

— ¿Y si yo soy una cosa más que te hunde?

— ¿Y si es lo contrario?

Kael apoyó la taza en la mesa. Se acercó. Mucho.

— ¿Me dejas besarte hoy?

Ethan respiró hondo.

— Aún no. Pero... si me miras así de nuevo, tal vez no resista mañana.

Kael sonrió. Una sonrisa diferente. Lastimada. Pero verdadera.

— Está bien. Yo espero. Pero te aviso... no sé ser ligero.

Ethan respondió, mirando en sus ojos:

— Entonces aprende conmigo.

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