Plata

...EUDORA:...

Ese rey tenía una expresión muy misteriosa, su aspecto era espectral y su mirada muy pesada, como si estuviese evaluando una forma de torturar.

Levi se mantenía sereno y Albert parecía tenso.

— Lo que busca el reino de Floris en este encuentro es dialogar los términos de la unión de su hija, la princesa Freya y el Rey Adrian — Dijo Levi, con postura firme.

¿Cómo es qué aprendió ese idioma? Cuando intercambió palabras con los hombres que llegaron al barco, lo habló como ellos, con fluidez.

Poco se sabía de Polemia, los libros que lo describían eran pura farsa, nada de lo que se decía en esas páginas era cierto.

Estaba empezando a desconfiar del sir.

— Esos términos se discutieron con el rey Archibald de Hilaria.

— Entiendo, pero debido a que el rey de Floris es su hijo Adrian, se deben dejar cosas claras si desean ser buenos aliados, está tratando con dos reinos y dos gobernantes, no con uno solo.

El rey golpeó su dedo una y otra vez sobre el reposa brazos del trono.

— ¿Qué opina el rey Adrian al respecto? — Su acento era tan marcado que parecía costarle hablar nuestro idioma.

— Desea saber los detalles de este enlace, dado que el rey Archibald no le comentó nada al respecto y se le dejó excluido de la negociación — Dijo Levi y me sorprendí.

El rey Adrian ni siquiera sabía de la prometida que le arreglaron.

— ¿Lo aceptó?

— Se ha casado con la princesa, ella ya es reina de Floris, pero nos gustaría saber que papel tendrá.

— ¿Qué cree qué necesita Polemia? — Preguntó el rey, elevando una ceja.

— Dado las circunstancias en la que se encuentra y la dominación de salvajes, supongo que armas, oro y hombres para pelear.

— Armas, hombres y comida — Corrigió, elevando una ceja — El oro es poco útil en este lugar.

— El oro podría facilitarle negociaciones con otros reinos.

— Mi reino se derrumba a pedazos por culpa de los malditos salvajes, aquí no hay comercio, le damos más valor a un poco de pan y un trozo de carne — Gruñó el rey — Necesito comida, armas y hombres, la población de este recinto merma cada día, ni siquiera yo gozo de comodidades.

Pobre gente.

Esos niños y esas mujeres lucían tan escuálidos cuando pasamos por esos edificios.

— ¿Y qué daría usted a cambio de eso? — Preguntó Levi.

— Le he dado una princesa a su rey.

— Es más un símbolo de unión que un objeto de valor — Dijo el sir, entornando una expresión desafiante — El rey Archibald no hubiese aceptado este acuerdo si usted no hubiera ofrecido algo.

— Ciertamente.

— Floris no le dará ni una daga si no lo cree conveniente.

El rey se sobresaltó.

— He negociado la mitad del reino a el rey de Hilaria.

— ¿La mitad? ¿Por qué tanto por unas tierras llena de salvajes y hielo?

— Es usted el ayudante del rey Adrian, no el de Archibald — Frunció el ceño.

— Tal vez, pero debido al enlace matrimonial y a que el rey Archibald incluyo a su hijo en esto, eso lo convierte en una negociación de tres y es muy malo que haya secretos — Dijo Levi, intuyendo algo más.

Era muy listo.

— Puede que las tierras no tengan valor a simple vista, pero vea esto — Dijo, con sonrisa petulante — Lo que para nosotros no tiene valor, para el rey Archibald sí.

— ¿Y qué es eso que tiene valor?

— Las montañas de Polemia son abundantes y ricas en minerales, plata, jade, oro y más, todo es se esconde bajo la nieve y el hielo.

— Interesante — Comentó Levi.

— Pero, están infectadas de esos sucios y asquerosos salvajes, el acuerdo es sencillo, me dan hombres, armas y alimentos para poder ganar terreno, recuperar Polemia y desaparecer de una vez esa raza del infierno.

— No es un acuerdo seguro — Dijo Levi y el rey se enojó — ¿Qué nos garantiza que podrá desaparecer todos los salvajes?

— Armas que ellos nunca podrán tener, cañones, ballestas, catapultas, pólvora y demás, esos salvajes no podrán con eso, ellos solo tienen armas echas con piedras — Gruñó, con mucho odio — No podrán con un ejército reforzado con armaduras y caballos.

— Entiendo, pero hay un punto que podría jugarle en contra y es el frío extremo, muchos no están acostumbrados a luchar bajo condiciones tan pesadas — Cuestionó Levi, haciendo perder la paciencia al rey — Podría perder a más de la mitad del ejército estando allá afuera y si esos salvajes pueden vivir en una situación así, entonces están capacitados para soportar bajas temperaturas. A mi parecer, en este acuerdo, Archibald y Adrian tienen las de perder — Comentó el sir — Los climas de ambos reinos son más cálidos y sin mencionar que usted ofrece algo que no posee.

— ¿Cree usted qué ofrecería lo que no tengo? — Rió el rey — Tengo una bodega repleta que garantiza la credibilidad de lo que estoy diciendo.

— Es cuestionable.

— El rey Archibald se llevó una buena inicial y me dió a cambio alimentos que duraron cinco meses.

— Su guerra es costosa — Dijo Levi — Tiene las de perder y si eso pasa, deberá una gran suma de recursos a Floris e Hilaria ¿Cómo pagará si no gana?

— No perderé, Sir Levi.

— ¿Ah no?

— Tengo algo que garantiza mi victoria, el líder de una de esas asquerosas tribus lleva bajo mi custodia desde hace años y me ha revelado los secretos de esos salvajes, todo está aquí — Posó un dedo en su frente — La estrategia es lo lleva a la victoria en las guerras.

— Interesante, pero volvemos a lo mismo ¿Qué le ofrecerá a Floris para ganar ésta guerra?

— Supongo que podemos llegar a un acuerdo, pero para eso necesito la presencia del rey Adrian, no puedo hablar de negocios con el simple ayudante — Dijo, de forma desdeñosa.

— Represento al rey Adrian, así que está en mi potestad de cerrar un acuerdo en su nombre.

— Decidir por él no parece adecuado.

— No decido por él, cumplo sus órdenes.

— ¿Qué le ha ordenado? — Exigió el rey.

— Eso es un asunto privado.

— Puedo adivinar, seguramente niega este trato y no desea una reina desconocida junto a él — El rey entrelazó sus manos — Me parece absurdo ya que ha aceptado el matrimonio, entiendo que Freya es una belleza y que seguramente el rey no pudo resistirse, pero si aceptó casarse, entonces ya está dentro de ésta guerra.

El rey prefería a los hombres, eso me recordaba que Levi fue uno de sus amoríos, me entraba cierto picor de celos.

Me enojaba que hubiesen jugado con mi sueño, ambos.

Sir Levi solo me tendió la mano por puras sospechas.

Nunca confio en mí y eso dolía.

— Al rey no se le participó del trato que hicieron Archibald y usted.

— Ciertamente, pero salió beneficiado.

— La princesa es otro peón de ésta guerra, estoy seguro de que es una mediadora para tratar de persuadir el rey, dadas las enormes distancias físicas entre los tres reinos, perder el tiempo entre viajes sería muy tedioso para todos, así que Freya, con su posición de poder, tiene más potestad de influir en el reino de Floris — Levi era un experto en llegar a conclusiones acertadas.

— No lo voy a negar, por supuesto que sí, dado que un encuentro entre gobernantes es casi imposible, mi hija es una pieza clave.

— Es tan predecible.

— Si es tan listo, debió percatarse que usted también es una pieza clave — Dijo el rey y nos tensamos.

Sir Levi no pareció ver venir eso, ya no lucía sereno, parecía rígido.

— ¿A qué se refiere?

— El rey Archibald lo envió a Floris por una razón, no fue solo para ayudarle al rey Adrian, si no para ir sembrando el plan que teníamos entre manos.

— ¿Qué plan? — Siseó Levi, muy tenso.

— Archibald le comentó sobre el matrimonio al propósito, así usted lo sabría siempre, tendría algo que ocultar al rey y ese sería el comienzo de este acuerdo, con usted en la corte sería muy difícil que mi hija pudiera decidir libremente, ya que siempre estaría susurrándole al rey Adrian todo lo que no debía aceptar, así que al ocultar lo del compromiso arreglado al rey, usted perdió la confianza que él le tenía y lo más obvio que haría sería enviarlo a dialogar conmigo — Dijo el rey, muy sonriente — Ya no hay obstáculo para mi hija, usted está aquí y ella está cerca del rey, posiblemente, cerrando el trato con nuestro reino, solo lo enviaron lejos para que no estorbara.

Sir Levi soltó una maldición en voz baja.

— El rey Adrian no se dejará persuadir fácilmente.

— Por supuesto que sí, tiene mucho que ganar, minerales que harán más rico a su reino, no se porque tanto empeño en meterse en este gran acuerdo, Sir Levi, pareciera que usted está a favor de que esos salvajes dominen mi territorio y se coman a mi gente.

Levi lucía muy furioso.

— Los acuerdos deben ser sopesados correctamente, no se puede aceptar algo sin antes estar seguros, solo trato de evitar que el Rey Adrian pierda o sea perjudicado de alguna forma...

— Puede que para cuando usted vuelva ya estará a favor de mi guerra, solo le queda colaborar con nosotros.

— Mierda — Siseó en alto, luego murmuró — Profari.

— ¿Qué acaba de decir? — Preguntó el rey.

— Nada, solo me queda respetar la decisión de mi rey — Gruñó, decepcionado.

— Descanse, Sir Levi, usted y su gente, le abriré las puertas al resto de su flota para que puedan dormir un poco de tan largo viaje — Dijo observando hacia nosotros — No se preocupe, ocultaremos el barco.

Albert y yo nos observamos.

— Gracias, por su generosidad — Levi forzó una sonrisa y nosotros también murmuramos un gracias.

El rey me observó.

— Su ayudante tiene un aspecto encantador, muy hermosa.

Sir Levi ocultó su furia.

— Es muy talentosa.

— No puedo dudarlo, me encantaría tener una plática con ella en la cena — Dijo y me tensé — Mis hombres les guiarán a sus habitaciones — Empezó a hablar su idioma.

Los hombres se aproximaron y nos hicieron señas.

Los tres nos despedimos del rey.

Nos guiaron por un pasillo, habían tres puertas, cada uno fue guiado a una.

Entré a una habitación un tanto fría, con una cama, sin ventanas, solo una lámpara colgante en el techo.

Suspiré pesadamente.

Me quedé un rato esperando y luego abrí la puerta.

El pasillo estaba vacío, la piedra rústica de las paredes tenían aspecto de calabozo.

Caminé hacia la puerta de Levi y toqué.

— ¡Soy Eudora!

— Adelante — Dijo desde adentro.

Abrí la puerta y entré.

Su habitación era igual a la mía.

Levi parecía haber arrojado su furia contra una silla, estaba rota en una esquina, tenía las manos enterradas en la cabeza.

— Levi...

— No es buen momento.

— ¿Qué fue todo eso? ¿Cómo que es que el rey de Hilaria te envió bajo engaños a...

— No es algo de su asunto — Cortó, enojado.

— Si es de mi asunto, fui parte de este viaje, solo para que nos escupieran a la cara que fue por nada, no lo acepto.

— Así funciona esto, somos simples peones de sus estrategias — Dijo, respirando con fuerza, estaba despeinado — Lamento que su viaje no fuera lo que esperaba.

— No, descuide, no tiene culpa de esto.

— Sí, es mi culpa, debí contarle al rey Adrian desde el principio lo que su padre planeaba para él — Gruñó, caminando de un lado a otro — Profari.

— ¿Qué significa?

— Olvídelo.

— Sir Levi, si voy a estar de su lado debo saber todo...

— ¿Por qué querría estar del lado perdedor?

— Usted es el ayudante del rey, si cree conveniente que esta guerra es absurda no creo que sea por razones egoístas — Dije y me observó detenidamente.

— No puedo, no la quiero involucrar en nada peligroso, si algo se lleva a saber con nosotros estando aquí, moriremos — Gruñó y me estremecí.

— Debemos investigar a este rey, su palabra no es confiable y tal vez la gente de esta fortaleza este sufriendo, pero este rey no desea ayudarles, solo beneficiarse, no creo que pelee solo para recuperar su territorio, también quiere lo que está en esas tierras y por eso le conviene tener aliados, no se le puede dar eso sin investigarlo bien — Dije, hablando desde lo que pude notar en nuestro encuentro con el rey.

— Por eso cuestioné tanto a Barnaby.

— Aunque este lejos del rey Adrian, podemos hacer algo desde aquí.

Suspiró.

— Tiene razón.