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No Me Dejes Ir

No Me Dejes Ir

Status: En proceso
Genre:Novia sustituta / Diferencia de edad / Amor eterno / Ascenso de clase social / Venganza de la protagonista
Popularitas:7.1k
Nilai: 5
nombre de autor: Miry - C

Después de dos años de casados, Mía descubre que durante todo ese tiempo, ha Sido una sustituta, que su esposo se casó con ella, por su parecido a su ex, aquella ex, que resulta ser su media hermana.

NovelToon tiene autorización de Miry - C para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

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Mía no pudo quedarse.

Esa situación la aplastaba como una losa de concreto, y sus piernas temblaban mientras trataba de mantenerse en pie.

No podía presentarse de esa forma ante su abuela, no con los ojos enrojecidos por las lágrimas que amenazaban con desbordarse y las reprimía con tanto esfuerzo.

La anciana ya tenía suficientes preocupaciones como para sumar la angustia de verla en ese estado deplorable.

El jardín, se convertía en testigo silencioso de su dolor. Dejó que esas mujeres, las mismas que siempre la habían mirado con desdén, la sacaran del lugar como si fuera una intrusa más.

Mientras la arrastraban hacia la salida, sus ojos no podían apartarse de aquella escena que quedaría grabada a fuego en su memoria: Ariel, el hombre que había conseguido penetrar sus defensas, se encontraba fundido en un beso apasionado con esa mujer. Sus labios, los mismos que le habían susurrado promesas de amor, ahora se entregaban a otra con desenfreno.

El tiempo pareció detenerse en ese instante cruel, hasta que las paredes de concreto finalmente la privaron de seguir contemplando aquel espectáculo que le desgarraba el alma en mil pedazos.

—¿Y tú qué te haces aquí? —La voz cortante de Fátima, su supuesta madre, la devolvió bruscamente a la realidad.

Esa mujer, quien debería haberla protegido y amado incondicionalmente, la miraba como si fuera la personificación de todos sus males.

Su odio se basaba en la firme creencia de que Mía era el fruto de una traición, la prueba viviente de la infidelidad de su esposo.

La prueba de ADN que confirmaba el parentesco con Nino Conde se había convertido en una daga envenenada que destruyó la confianza en su matrimonio.

—Pensaba ingresar al jardín, señora —respondió una empleada.

—¡Como te atreves maldita insolente! —la abofeteó mientras las empleadas la tenían agarra de ambos brazos— No eres más que una bastarda, fruto del pecado, ¿crees que tienes derecho? ¿en serio crees que tienes derecho?

«La historia real se remontaba años atrás, cuando la verdadera Zoe, ahora conocida como Mía, se había perdido en circunstancias misteriosas.

En aquellos días de desesperación, mientras Fátima lloraba la pérdida de su pequeña, una mujer astuta había visto la oportunidad perfecta. La amante de Nino Conde, quien había dado a luz a una niña fuera del matrimonio, convenció al patriarca de los Conde para que introdujera a su hija ilegítima en la familia, aprovechando el asombroso parecido entre las niñas.

Las pequeñas eran prácticamente idénticas, con apenas un año de diferencia que pasaba desapercibido para todos.

Nino, quien había prometido a su amante no desentenderse de su hija, pero mantenerla lejos de su vida matrimonial, vio en esta tragedia la oportunidad de cumplir ambas promesas: mantener a su hija cerca y preservar su matrimonio.

Cuando presentaron a la niña como la hija perdida, Fátima, cegada por el dolor y la desesperación, no cuestionó los pequeños detalles que no encajaban.

Atribuyó los cambios en su comportamiento y su delgadez a los traumáticos meses de ausencia. Se aferró a la idea de que había recuperado a su hija y juró protegerla con su vida.

Cuando la verdadera Mía apareció años después, reclamando su lugar en la familia, el mundo cuidadosamente construido por Nino comenzó a desmoronarse.

La anciana matriarca, siempre suspicaz, exigió pruebas de ADN que, irónicamente, confirmaron el parentesco con Nino, pero abrieron una caja de Pandora de sospechas y resentimientos.

Nino, acorralado por las circunstancias, impidió que Fátima se realizara la prueba de ADN, objetó que bastaba con la suya.

Prefirió cargar con la etiqueta de infiel (que si lo era) y permitir que su hija sufriera el rechazo familiar antes que enfrentar una verdad que destruiría definitivamente a su familia.

Su cobardía se convirtió en la condena de Mía, quien debía soportar día tras día el desprecio de quienes deberían amarla.

Los primos, celosos del afecto que la abuela profesaba por Mía, contribuían a su aislamiento con comentarios mordaces y desplantes constantes.

Solo encontraba consuelo en el amor incondicional de su abuela, quien, sin saberlo, era el único vínculo genuino que Mía tenía con la familia Conde.

Después de que Zoe se alejara del jardín, Ariel dirigió su mirada hacia el lugar donde había estado Mía momentos antes. El espacio vacío que encontró parecía ser un reflejo perfecto del vacío que comenzaba a sentir en su interior, aunque todavía no comprendía la magnitud de lo que acababa de perder.

Mía llegó a casa con el corazón hecho pedazos, cada latido era doloroso por la traición que acababa de presenciar. Su alma, antes luminosa y llena de esperanza, ahora estaba herida como un pájaro con las alas rotas, incapaz de levantar el vuelo.

El orgullo, ese escudo que había construido durante años de rechazos familiares, yacía destrozado a sus pies como cristales rotos.

La mansión, que hasta hace poco había sido testigo de momentos felices junto a Ariel, ahora parecía burlarse de su ingenuidad con sus enormes espacios vacíos y sus ecos solitarios.

Dejó escapar unos gritos desgarradores que reverberaron en las paredes, su voz quebrándose con cada sollozo que brotaba desde lo más profundo de su ser.

Se dejó caer sobre el suelo frío, sus rodillas impactando contra el mármol pulido mientras las lágrimas corrían libremente por sus mejillas.

Lloraba como una niña perdida, recordando involuntariamente aquel día fatídico de su infancia cuando el mundo que conocía se desvaneció entre la multitud. La misma sensación de desamparo, de pérdida total, la envolvía ahora como una manta helada.

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Eret Lopez
Mia TIENES UN BEBÉ EN TU VIENTRE CUÍDALO Y PROTEJELO
Eret Lopez
Mia TIENES UN BEBÉ EN TU VIENTRE CUÍDALO Y PROTEJELO
Marixa Burgos
porque piensan que es llegar y tomar como un objeto el cual despues desechan como si nada
Antonia Aguayo Espinosa
bastante buena me gusta
Rossy Bta: que ya se largue esa Mía de la casa que encuentre otro hombre
total 1 replies
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