Abigail Sedant, es una joven humilde a quien le ha tocado hacerse cargo de su madre y hermana, ella trabaja y estudia para sacarlas adelante, Abigail se vuelve la obsesión para el millonario Wilians Black, un heredero despiadado que a sido amenazado por su abuelo para conseguir esposa, este con la presión conoce a Abigail y realiza una serie de sucesos para que ella esté obligada aceptar un contrato de matrimonio, lo que ellos dos no esperaban es que este sucedió los llevará a aguas más profundas, liberando sus miedos y dejando aflote los nuevos sentimientos...
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La Cena
Me despierto lentamente, sintiendo una sensación de pereza y somnolencia. Escucho una voz que me llama, pero no logro distinguir quién es. Abro mis ojos con dificultad y veo a la señora María parada en la puerta de mi habitación, con una sonrisa amable en su rostro.
—Señora, ¿está bien?— me pregunta María, con una voz suave.
Me siento un poco desorientada y trato de sentarme en la cama, frotándome los ojos para despejarme. María se acerca a mí y me ayuda a incorporarme, sonriendo con comprensión.
La señora María me mira con una sonrisa amable y me dice: —Señora, tengo que informarle que hay una cena importante esta noche en la casa. El señor Wilians me ha pedido que le diga que se arregle lo mejor posible, ya que la familia y los invitados llegarán pronto—
Me mira con una expresión expectante, esperando a que yo reaccione. —La cena será formal—continúa. —Así que le recomiendo que se ponga algo elegante. El señor Wilians la espera en el salón para que puedan recibir a los invitados juntos—
Me siento un poco abrumada por la noticia, pero trato de mantener la calma. —Está bien, María— le digo. —Me arreglaré lo mejor que pueda. ¿Cuánto tiempo tengo antes de que lleguen los invitados?—
María me sonríe y me dice: —No mucho, señora. Una hora, más o menos. Le ayudaré a elegir un vestido adecuado y a prepararse para la cena—
—Gracias, María—le digo con una sonrisa. —No hace falta que me ayudes, puedo hacerlo yo misma. Solo necesito saber dónde están los vestidos y accesorios adecuados para la cena—
María asiente con la cabeza y me indica dónde está el armario con los vestidos de gala. —Está bien, señora. Si necesita algo, no dude en llamarme. Estaré abajo preparando todo para la cena—
Me dirijo al armario y comienzo a buscar un vestido que se adapte a la ocasión. Después de unos minutos de búsqueda, encuentro un vestido de seda rojo que me llama la atención. Es un vestido de gala, con un diseño clásico y elegante, que llega hasta el suelo.
El vestido tiene un escote en forma de V, y descubierto en la espalda que acentúa mi cuello y mis hombros. La seda es suave y brillante, y se ajusta a mi cuerpo de manera perfecta. La falda es amplia y cae en pliegues suaves hasta el suelo, creando un efecto dramático y elegante.
Me pruebo el vestido y me miro en el espejo. Me queda perfectamente, acentuando mis curvas y haciéndome sentir como una verdadera reina. El rojo es un color que me favorece, y el vestido hace que mi piel se vea radiante y luminosa.
Me pongo unos zapatos de tacón alto y me miro de nuevo en el espejo. Me peino mi largo cabello rubio hacia atrás y me pongo unos pendientes sencillos que complementan perfectamente el vestido.
Me retoco con un poco de maquillaje para evitar que se me note que acabo de despertar, me siento segura y elegante, lista para enfrentar la noche y recibir a los invitados junto a Wilians. Me tomo un momento para admirarme en el espejo, sintiendo una sensación de orgullo y satisfacción. Estoy lista para la cena.
La señora María toca la puerta y me dice: —Señora, el señor Wilians la espera en el corredor para recibir a los invitados. Está usted hermosa, señora. Ese vestido le queda de maravilla—
Me sonríe y me mira con admiración, y yo me siento halagada por su comentario. —Gracias, María— le digo con una sonrisa. —Me alegra que te guste—
Me tomo un momento para asegurarme de que todo esté en orden, y luego salgo de la habitación. Wilians me espera en el corredor, y cuando me ve, su mirada se detiene en mí por un momento. No dice nada, pero puedo sentir su aprobación en su mirada.
Me acerco a él y me ofrece su brazo, y juntos nos dirigimos hacia la entrada para recibir a los invitados...
POV WILIANS.
La veo bajar las escaleras con un vestido rojo que la hace resplandecer. Mi mirada se detiene en ella por un momento, y puedo sentir una chispa de interés en mi interior. El vestido se ajusta a su cuerpo de manera perfecta, acentuando sus curvas y haciéndola parecer una verdadera reina.
Pero no permito que mi expresión revele mi admiración. Me mantengo serio y distante, con una máscara de indiferencia en mi rostro. No quiero mostrar debilidad ni interés excesivo. Me limito a ofrecerle mi brazo con un gesto cortés, sin dejar que mis ojos se demoren demasiado en su figura.
En mi mente, sin embargo, reconozco que es una mujer hermosa y elegante, digna de estar a mi lado. Pero no permito que mis emociones me dominen. Soy un hombre de poder y control, y no voy a dejar que una mujer me haga perder la compostura. Me mantengo firme y sereno, listo para recibir a los invitados con la dignidad y el aplomo que se espera de mí.
Observo a los invitados llegar, saludando con una cortesía que he perfeccionado con los años. Abigail está a mi lado, luciendo impresionante en su vestido rojo. Me esfuerzo por mantener mi atención en los invitados, pero mi mirada se desvía hacia ella una y otra vez.
Siento una atracción hacia ella que no puedo ignorar, pero me recuerdo a mí mismo que debo mantener el control. No puedo permitir que mis emociones me dominen en público. Me mantengo firme y serio, cumpliendo con mis obligaciones como anfitrión.
Pero en mi interior, la tensión crece. Me imagino quitándole el vestido, revelando la belleza que se esconde debajo. Sacudo la cabeza, tratando de despejar mis pensamientos. No es el momento ni el lugar para eso.
Me concentro en la conversación, respondiendo a las preguntas y comentarios de los invitados. Pero mi mente sigue vagando hacia ella, y me pregunto qué pasará más tarde, cuando estemos solos.
Mis padres llegan y saludan con una sonrisa cálida. Abigail se levanta para recibirlos, y yo hago lo mismo, cumpliendo con las formalidades. Después de los saludos, pasamos a la mesa y ella toma asiento a mi lado, su proximidad y su perfecto olor me hace sentir una sensación de tensión y anticipación. La cena comienza, y yo trato de mantener la conversación, pero mi atención se centra en ella, en su sonrisa y en ella
La puerta se abre y una mujer entra con confianza, su presencia llama la atención de todos. y como no si ella es hermosa y dónde va deslumbra con su presencia.
Me levanto para saludarla, y ella me besa dos veces en la mejilla y me abraza con una familiaridad y una gran sonrisa que hace que me sienta un poco tenso. Le presento a Abigail, tratando de mantener la compostura, pero puedo sentir una cierta tensión en el aire.
—Samanta ella es Abigail, mi esposa—digo tratando de disolver el aura frío.
Abigail entiende su mano y toma la de ella sonríe y saluda con una cortesía forzada.
Puedo notar que a Samanta no le agrada la noticia de saber que estoy casado, pero trata de disimularlo. Abigail, por su parte, parece percibir la tensión y responde al saludo con una sonrisa educada.
—¿me voy solo unos días de viaje y cuando regreso ya estas casado?—dice Samanta mirándome algo sorprendida.—¿no hay otra sorpresa escondida por ahí?— vuelve a decir forzando su risa
La situación se vuelve un poco incómoda, y yo trato de romper el hielo haciendo una broma o un comentario ligero. Pero la mirada de mi amiga me dice que esto no ha terminado aquí.
Samanta toma asiento a mi otro lado, y puedo sentir su mirada fija en mí y en Abigail. Mientras Abigail conversa con mi madre, Samanta se inclina hacia mí y susurra: —Necesitamos hablar en privado después—. Su voz es baja y urgente, y puedo sentir una cierta intensidad en su tono.
Le doy un ligero asentimiento con la cabeza, tratando de no llamar la atención de los demás. Samanta vuelve a centrar su atención en la conversación, pero puedo sentir su mirada fija en mí de vez en cuando, como si estuviera esperando el momento adecuado para hablar conmigo a solas. La tensión entre nosotros es palpable
La cena transcurre con normalidad hasta que mi abuelo suelta una bomba.
—¿Cuándo van a darme bisnietos?— De repente, todos los ojos se vuelven hacia mí y Abigail, y la habitación se llena de expectación.
Samanta, que estaba tomando un sorbo de vino, se atraganta y comienza a toser, lo que llama la atención de todos. Abigail le lanza una mirada extraña, como si se preguntara qué está pasando. Yo trato de mantener la compostura, pero puedo sentir una cierta incomodidad en el aire.
Mi abuelo sigue hablando, ajeno a la tensión que ha creado, y mi madre se une a la conversación, preguntando sobre nuestros planes para el futuro. Samanta, mientras tanto, sigue tosiendo y tratando de recuperar la compostura, y yo puedo sentir su mirada fija en mí, como si estuviera tratando de comunicarme algo sin palabras.
Miro a mi abuelo con una expresión seria y respondo con un tono frío:
—No hay afán para eso— La habitación se queda en silencio por un momento, y puedo sentir la tensión en el aire.
Abigail, sin embargo, interviene con una sonrisa amable y coloca su mano sobre la mía.
—No es que no queramos— dice con una voz suave, —pero aún no está en nuestros planes. Quizás más adelante lo tendremos en cuenta—
Su respuesta es diplomática y tranquilizadora, y puedo sentir su mano cálida sobre la mía. Miro su mano sobre la mia y luego a Samanta, que me observa con una expresión intensa, como si estuviera tratando de leer entre líneas. La situación se vuelve un poco incómoda, pero Abigail sigue sonriendo y hablando con mi familia, tratando de desviar la atención del tema.
Abigail se vuelve hacia Samanta con una sonrisa inocente y le pregunta:
—¿Y tú quién eres?— Su voz es dulce y curiosa, y puedo sentir una cierta ingenuidad en su tono.
Samanta la mira con una expresión que no puedo descifrar del todo, y responde con una sonrisa forzada:
—Soy una amiga de...— Se detiene un momento, como si estuviera eligiendo las palabras con cuidado, —...de la familia—
Abigail asiente con la cabeza, y sigue conversando con mi familia. Pero yo puedo sentir una cierta tensión entre Samanta y Abigail, como si hubiera algo sin decir entre ellas. Samanta me lanza una mirada fugaz, y yo sé que esto no ha terminado aquí...