"Morí traicionada por el hombre que debía amarme... y por la sangre de mi propia hermana."
En su vida pasada, Aelina Valemont, Reina de Thalair, fue humillada y asesinada por su esposo, el Príncipe Heredero, y por su hermana. Sus padres también fueron ejecutados bajo falsas acusaciones.
En su último suspiro, Aelina juró venganza.
Ahora, ha despertado en su cuerpo de 16 años. El día de su boda con el príncipe cruel se acerca... pero esta vez, el destino cambiará.
En el altar, rechaza públicamente al príncipe.
Sabe que ha firmado su sentencia. Su familia sigue en peligro. Y sola, no podrá vencer a un enemigo tan poderoso.
Por eso comienza a buscar aliados. Hombres fuertes, peligrosos, capaces de cambiar el curso del reino. Pero lo que empieza como un plan frío, se transforma en una red de emociones que no podrá controlar:
Un caballero leal.
Un archimago distante.
Un noble rebelde
Un asesino en las sombras.
Un príncipe extranjero con su propia agenda.
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Capitulo 14:"El baile de las máscaras"
El palacio estaba en silencio tenso.
El asesinato en la cacería había sacudido hasta a los más confiados.
Guardias vigilaban cada pasillo.
Las puertas permanecían cerradas.
El aire olía a desconfianza.
"Perfecto. El caos siempre sirve a los audaces."
Aelina recorría su torre con pasos rápidos.
Kael se mantenía a su lado como sombra.
Aurelian, más distante, pero siempre observándola.
Lucas… aún se recuperaba, aunque su mirada ardía de determinación.
Esa mañana, un heraldo real apareció en la torre.
—Lady Aelina.
Su Alteza el príncipe heredero os convoca. Deberéis responder por vuestra conducta en la cacería.
Kael gruñó.
—No iréis sola.
Aelina sonrió.
—Desde luego que no.
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En la sala del trono, Darius la esperaba con mirada helada.
A su lado, la princesa Elira sonreía con veneno en los labios.
Los nobles susurraban en las gradas.
—Lady Aelina. —La voz de Darius resonó—. Fuisteis vista cerca del conde Varik.
Y después… un noble cayó muerto.
¿Tenéis algo que declarar?
Aelina alzó la barbilla.
—No maté a nadie, Alteza.
Mi único crimen fue buscar justicia sin recurrir a sangre.
Lo que ocurrió después… no fue obra mía.
Darius entornó los ojos.
—¿Podéis probarlo?
Aelina sonrió con calma.
—Tan fácilmente como vos podéis probar lo contrario.
Un murmullo recorrió la sala.
Darius se inclinó.
—Muy bien. No os acusaré aún… pero os tendré bajo estricta vigilancia.
Cuando se retiró, Kael y Aurelian la escoltaron.
Aurelian murmuró:
—Jugasteis con fuego… y aún no os quemasteis.
Aelina replicó:
—Porque sé cuándo apagar las llamas.
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Horas más tarde, en la torre, Lucas apareció.
Pálido, pero de pie.
—Mi lady. Basta de mantenerme al margen.
Aelina se acercó.
—Lucas… tu vida es preciosa para mí. No quiero perderte.
El joven tomó su mano con fuerza.
—¿Y creéis que puedo quedarme mientras vos os arriesgáis?
Si vais a luchar, lucharemos juntos.
Los ojos de Aelina se llenaron de emoción.
—Entonces… prepárate. No será un camino fácil.
Lucas asintió con gravedad.
"No puedo protegerlos a todos… pero tampoco puedo hacerlo sola."
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Esa noche, el baile post-cacería iluminó el gran salón.
Un intento de la corte por disipar el temor.
Un escenario perfecto para nuevas intrigas.
Aelina lucía un vestido de terciopelo negro, sencillo pero mortalmente elegante.
Kael, siempre a su lado, impecable en su uniforme.
Aurelian, magnífico en azul profundo, ojos fijos en ella.
Al entrar, todas las miradas se volvieron.
Algunos con admiración.
Otros con odio.
Darius descendió de la escalera con sonrisa de depredador.
Se acercó a Aelina, ofreciéndole su mano.
—Bailad conmigo, lady Aelina.
El salón contuvo el aliento.
Kael dio un paso… pero Aelina lo detuvo con la mirada.
"Debo hacerlo."
Tomó la mano de Darius.
Mientras giraban, el príncipe susurró:
—Sois más peligrosa de lo que imaginé.
Pero recordad… este es mi palacio. Mi reino.
Aelina sonrió.
—Y sin embargo… aquí estoy, danzando entre serpientes.
Los ojos de Darius brillaron con ira contenida.
Cuando la música terminó, Aelina se apartó con una reverencia fría.
"Ahora sabe que no temo su juego."
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Al alejarse, un mensajero se acercó.
—Lady Aelina.
El Marqués de Raventhorn solicita un encuentro privado.
Aelina frunció el ceño.
El marqués Ronan Valen Raventhorn.
El noble más joven en ostentar tal título.
Rico, influyente… y misterioso.
"¿Un nuevo aliado… o una nueva trampa?"
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Aceptó.
En el invernadero, Ronan la esperaba.
Cabello oscuro, ojos grises como acero.
Se inclinó con elegancia.
—Lady Aelina.
Os he observado. Vuestra audacia… inspira respeto.
Aelina lo miró con cautela.
—¿Qué deseáis?
Ronan sonrió con calma.
—Ofreceros una alianza.
Sé de vuestro enfrentamiento con Darius.
Y os aseguro… no soy amigo suyo.
Aelina arqueó una ceja.
—¿Y por qué ayudarme?
El marqués sostuvo su mirada.
—Porque este reino necesita sangre nueva.
Y porque… os encuentro fascinante.
Aelina ocultó su sorpresa.
"Interés genuino… o fingido?"
—¿Qué pedís a cambio?
Ronan sonrió.
—Nada… por ahora.
Solo permitidme estar cerca.
Tal vez, en vuestra causa… haya un lugar para mí.
Aelina reflexionó.
"Un cuarto peón… poderoso. Y si miente, lo descubriré."
—Acepto… con reservas.
Ronan inclinó la cabeza.
—Más no esperaba de vos.
El juego apenas comienza, lady Aelina.
Cuando se retiró, Aelina sintió un escalofrío.
"¿Aliado… o depredador?"
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Esa noche, en la torre, Kael y Aurelian la esperaban.
Kael habló primero.
—¿Qué tramaba Raventhorn?
Aelina sonrió.
—Ofreció su ayuda. Y la acepté.
Aurelian frunció el ceño.
—Con cuidado. Ronan no es hombre fácil de leer.
Aelina asintió.
—Lo sé.
Pero este tablero necesita nuevas piezas.
Miró a sus tres hombres.
"Mi círculo crece. Mi fuerza también."
Pero las sombras en palacio crecían aún más rápido.
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En el silencio de la madrugada, otra carta llegó.
Esta vez… firmada con un símbolo.
"El Cónclave os observa.
Si deseáis la verdadera caída del príncipe… habrá precio que pagar.
Pronto recibiréis nuestra invitación."
Aelina quemó la carta.
"Ahora el verdadero juego ha comenzado."