En un reino de poder y pasión, donde la lealtad se compra y se vende, y el amor es un lujo peligroso...
Zared, un joven alfa valiente y astuto, emerge como el salvador de Astrum después de una batalla épica contra el enemigo.
Su victoria lo convierte en el general de la Brigada de Caballeros Negros y lo pone en el centro de una compleja red de intrigas y alianzas en la corte real.
Con un corazón lleno de dolor por la pérdida de su amigo y hermano de armas, Lyrien, Zared se ve obligado a navegar las aguas turbulentas de la política y sus propios deseos.
En la fiesta de mayoría de edad de los príncipes del reino, Zared se encuentra face a face con sus futuros rivales y posibles amantes: los príncipes Cassian y Ryker, lobos con piel de oveja que esconden secretos y pasiones detrás de sus sonrisas encantadoras.
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Capitulo 13
Tanto Cassian como Alaric se comenzaron a preocupar por el estado de su esposo después de la charla con el médico; ambos se habían puesto más nerviosos.
—¿Entonces, cuánto tiempo estará Zared en aislación? —preguntó Alaric.
—No podría decir cuánto con certeza, pero llevará allí unas semanas —dijo el médico.
—¿Y por qué llegó su celo tan repentinamente?
—El joven duque tiene más de un celo al mes, debido a que nunca libera sus feromonas y el estrés con la acumulación de feromonas no es bueno. El joven alfa pasó por mucho estrés, y junto con el aroma de ustedes, fue como un detonador que hizo que comenzara su celo.
—¿Entonces es nuestra culpa? —dijo Cassian.
—Claro que no, príncipe. Solo es algo natural. Es normal que un alfa reaccione a las feromonas de su esposo; está en su instinto animal —dijo el doctor—. Puedo hacerles una pregunta.
—Claro —respondió Alaric.
—¿Ustedes ya han tenido su primer celo?
Ambos hermanos se miraron con vergüenza y dirigieron su mirada al médico de la casa Kied.
—No, hasta ahora solo hemos tenido dolor de cabeza o un poco de fiebre, pero al otro día amanecimos como si nada hubiera sucedido.
—Ya lo veía venir. Les recomiendo que no se acerquen a su esposo durante este tiempo; eso podría llegar a ocasionar que entren en celo. Y ya saben que la probabilidad de embarazo de un omega en celo es muy alta, más cuando su pareja lo está
—Está bien, nos mantendremos alejados. Gracias por venir, doctor Nicolás —dijo Cassian.
—De nada, solo cumplo con mi deber. Les dejaré algunas pastillas para que las tomen ustedes. Vendré en una semana nuevamente para comprobar el estado del duque —agregó el médico.
—Nuevamente, gracias, doctor —dijo Cassian.
En la noche, ambos omegas se habían quedado inquietos después de esa charla. Los habían cambiado de habitación; ahora dormían solos a unos cuartos de donde se encontraba el alfa encerrado.
—Cassian, quédate quieto —se quejó Alaric. El omega estaba inquieto, y que su hermano se moviera todo el tiempo para cambiar de posición para dormir lo ponía nervioso.
—Lo sé, pero no entiendo por qué estoy nervioso —dijo Cassian.
—Averígualo y duerme —dijo su hermano enojado.
—No te da curiosidad saber el estado de Zared? Por alguna razón, mi instinto me pide a gritos que vaya con él —dijo el omega.
—Pues resiste y listo —dijo Alaric.
—Te acuerdas de la promesa que nos hizo acerca de que nos dejaría marcarlo —preguntó Cassian.
—Sí, lo sé, pero no atacaremos a alguien que está en su celo pleno —respondió Alaric.
—Podemos solo ver si está bien —le rogó Cassian a su hermano.
—Estás loco, no escuchaste lo que dijo el doctor —gritó Alaric.
—Pero solo lo escucharemos desde atrás de la puerta, no entraremos, ¿sí? —preguntó Cassian.
Alaric lo pensó, y sabía que su hermano no dejaría de insistir, así que se levantó de su cama y acompañó a su hermano hasta la habitación en donde se encontraba su esposo.
Los omegas salieron en silencio, descalzos; la luz de la noche iluminaba las ventanas de la mansión Kied.
Llegaron hasta la habitación de Zared y escucharon la voz del alfa.
—Ves, está bien, volvamos antes de que ocurra algo de lo que nos arrepentiremos —dijo Alaric.
—Pero... —se quejó su hermano.
Del otro lado de la puerta se podía escuchar unos quejidos y un pequeño llanto.
—Cassian... —El omega se estremeció al escuchar su nombre.
—Zared —respondió con voz baja.
—Ábreme la puerta, Cassian, y entra conmigo...
—dijo el alfa.
El omega tocó el picaporte de la habitación, pero Alaric lo detuvo.
Al momento en que Alaric quiso empujar a su hermano para que no entrara, la puerta se abrió por accidente.
Alaric y Cassian cerraron la puerta con rapidez para que las feromonas de su esposo no salieran afuera.
—¿Por qué se abrió tan fácil? —preguntó Alaric.
—No lo sé —respondió su hermano.
—Omega... —jadeó el alfa.
El cuerpo de los omegas se congeló al escuchar los gruñidos y jadeos del alfa, con temor ambos se dieron la vuelta para ver a su esposo, pero lo que vieron los dejó asustados.
—¿Por qué demonios está atado? —preguntó Cassian.
—No lo sé, tal vez sea violento durante su celo —dijo Alaric.
Cassian, nervioso y con miedo, se acercó al alfa; las feromonas no eran muy fuertes, y su esposo tenía un bosal y los ojos vendados y un collar.
Después de sacarle la mayoría de las cosas al alfa, los omegas miraron su rostro. El cuerpo del alfa tenía frío, junto con algunas gotas de sudor.
—Ya está —dijo Alaric—. Ahora volvamos a
nuestro cuarto.
Cassian no respondió a los llamados de su hermano, estaba hipnotizado con el alfa. El alfa, al ver los ojos del omega, sonrió, pero sonrió más al notar las feromonas de ambos hermanos.
Cassian se dejó llevar y se arrodilló para quedar a la altura de su esposo. El omega dejó salir su aroma y olió el aroma de su pareja, estremeciéndose al sentir los labios del alfa sobre sus mejillas, docilmente el omega inclinó la cabeza dándole completamente acceso al alfa.
Zared levantó su mirada para ver al segundo hermano, Alaric tenía la mirada clavada en el alfa. El alfa sonrió y lentamente abrió sus brazos en señal de aprobación.
El omega, al sentir las feromonas del alfa, se dejó llevar. Al ver que el alfa daba su aprobación, dejó de poner resistencia y se unió a su hermano.
Los omegas saboreaban los labios del alfa a su antojo, dejando que sus manos crearan un camino por la espalda de su esposo.
El alfa dejó que los omegas tomaran el mando, pero pegó un grito al sentir un dolor inmenso en su nuca.
—¡Alfa! —dijo Alaric.
El omega había aprovechado que el alfa estaba distraído con su hermano, para morder su cuello y marcarlo.
Cassian, celoso, también aprovechó que el alfa estaba en su trance y mordió en la misma marca que su hermano había creado, unos segundos antes.
El calor empeoró y la mente de Zared comenzaba a desvanecerse, lo único que vio el alfa antes de caer desmayado fue los ojos dilatados de los omegas.
Los omegas se sonrieron y aunque el alfa estaba desmayado, eso no era el final para disfrutar todas las noches de su esposo.