Cazada Por Mi Prometido

Tuve un viaje de negocios, por lo que tenía más tiempo todavía para organizar mis pensamientos, sería un viaje de dos semanas para tener una semana de vacaciones, pues, mi cuerpo ya estaba demasiado cansado como para seguir el ritmo del día a día.

Al llegar me instalé en el hotel, como no era un viaje muy significativo solo fui con mi secretaria, la cual invito a su esposo e hijo pequeño y también lleve a dos guardaespaldas, honestamente, la secretaria Méndez hacía mucho por mí, lo mínimo que podía hacer por ella era llevarla a mis “vacaciones” y que pudiera gozarla con su familia.

Revise la habitación y me agrado, era grande con un estudio y un balcón, retrase mi visita al set de rodaje, pero no podía dejar pasar una oportunidad tan buena.

Después de recorrer la habitación salí a recepción, tenía muchas ganas de recorrer la ciudad o como mínimo la playa que había junto al hotel, estando en recepción me quedé paralizada, una gran desesperación azoto mi pecho y tuve muchas ganas de correr.

¿Por qué estaba aquí? Alexander junto a su asistente estaban registrándose en el hotel, literalmente yo estaba empezando negocios con un nuevo socio, estaba segura de que Alexander no tenía nada que ver con esa persona, pero… ¿Por qué estaba en el mismo hotel que yo?. Cientos de hoteles, 365 días del año, un montón de personas y justamente tenía que ser él la persona que se alojará en el mismo hotel que yo.

Cuando hicimos contacto visual una sonrisa amable se dibujó en sus labios ¿Acaso estaba loco? Creí que todo quedaría así, por lo que aparte mi mirada de forma brusca, sin embargo, Alexander se acercó a mí mientras aquella sonrisa no se borraba de su rostro.

—¡Diana! –Dijo con entusiasmo– No pensé encontrarte aquí ¿Te gustaría acompañarme? Pienso salir un rato.

—No gracias, sería mejor que me ignores.

—Sé que tu corazón no puede perdonarme, pero al menos deberías darme la oportunidad de demostrarte mi arrepentimiento.

Lo pensé detenidamente, incluso llegué a considerarlo y al parecer Alexander lo notó al verme guardar silencio por un largo rato, sin embargo, miré a Alexander el cual se veía un tanto desesperado y contesté.

—No gracias –me aparté– incluso para considerar tal cosa debes esforzarte, no creo en tu supuesto amor y no estoy dispuesta a sufrir otra vez.

—Lo haré –Dijo con una voz segura– me esforzaré para ganar otra vez tu confianza, mi arrepentimiento es real.

Salí de la recepción y no miré atrás ¿Por qué cambió de opinión tan rápido? No estaba mintiendo, pero ¿Por qué el cambio? Tal pregunta iba a hacer un hoyo en mi cabeza, no odia darle mi confianza otra vez, pero… ¿Por qué lo consideraba?

A pesar de estar dolida y saber que no debía volver a caer en la misma red, mi corazón se negaba a soltar a Alexander, sentía que era atraída por la fuerza de gravedad y este sentimiento no me dejaba avanzar, este sentimiento también me hacía perder el aliento, no importa que tanto trate no puedo liberarme, todos avanzan, pero yo sigo inmóvil, parece que en mi mundo solo estábamos nosotros. Al caer en ese último pensamiento, volví a llamarme de rencor, era verdad, en mi mundo solamente éramos él y yo, en cambio, para él no fue así y eso me molestaba, ahora creía que tenía el derecho de aparecer en mi vida y volver a tomar su lugar después de dañarme.

Adoré por un momento recaer en la realidad, pero lo pensé bien, quería que Alexander rogara por mi amor si era cierto que me amaba, quería que él se viera aún más miserable que yo, me siento como una basura al tener ese vil pensamiento, pero es lo que siento realmente, antes únicamente quería venganza, ahora quiero algo más, cualquiera que crea que puede humillarme o pisotearme debe abstenerse a las consecuencias y Alexander no es una excepción.

Miré mi reloj y eran las cuatro de la tarde, había muchas personas en las calles a pesar de la fuerte ola de calor que estaba azotando a la ciudad, personalmente no soy una persona que adora salir, pero quería conocer la ciudad.

El último lugar al que entré fue a una boutique en la que había ropa de muy buena calidad, sin embargo, note la forma en la que echaban a una chica, esta no usaba ropa muy lujosa, estaba un poco desarreglada, pero se notaba que era muy bonita, pero el trato que estaba recibiendo era horrible, me acerque y me pare frente a aquella chica.

—¿Por qué la está echando de esa forma?

—Esta chica tiene poco dinero –Dijo la mujer que al parecer era la dueña con un tono pedante– jamás podría comprar alguna prenda de este lugar.

—Eso no es una excusa para el trato que está recibiendo –Dije con un tono fuerte y serio– creo que si estudiará leyes o tuviera siquiera un poco de ética sabría que está siendo negligente con una cliente, además de que está maltratando a otra persona ¿O me equivoco?

Aquella mujer guardó silencio y mordió su labio inferior con rabia, bien sabia que tenía razón, aquella chica detrás de mí tocó mi hombro en un intento de que le prestara atención.

—No es necesario que me defienda, de todos modos… –Dijo un poco tímida– yo no pienso comprar nada.

Suspiré y miré a aquella chica, era más que obvio que estaba acostumbrada a tal estilo de trato, incluso se notaba que era incapaz de alzar su voz hacia otra persona, sentí mucha más rabia al notarlo.

—¿No importa? Claro que si importa, vámonos de este lugar de cuarta, me sorprende que con un local tan pequeño actúen como si fuesen la mejor boutique del país.

Tome la mano de aquella chica y la solté al estar frente a una cafetería, la obligue a sentarse en una mesa y me senté frente a ella.

—Mi nombre es Diana ¿Qué hacías en ese lugar?

—Oh, mi nombre es Evelyn, estaba buscando trabajo.

—¿Trabajo? ¿Cuántos años tienes? –Pregunte con curiosidad mientras un mesero se paraba frente a nosotras– pareces joven.

—Lo soy, tengo 21 años, pero no tengo a nadie y bueno… estoy embarazada… sin embargo, no consigo trabajo, ya que no tengo experiencia laboral, solo he trabajado en cafeterías o como mesera y los sueldos en esos empleos no son buenos.

Abrí mis ojos sorprendida, una pobre chica de 21 años embarazada, era obvio que no contaba con la ayuda del padre, sé que entrometerse en la vida de otros es malo, pero sentí la necesidad de ayudarla. Antes de decirle algo ordene dos porciones de pastel y dos cafés, ella se negó, pero no la escuche, después de que trajeran nuestra orden decidí hacerle una propuesta.

—¿Quieres trabajar para mí? –Dije mientras le ponía azúcar a mi café– eso sí, deberás viajar a otra ciudad, ya que no tengo locales en esta ciudad… todavía.

—¿En serio? –Dijo sorprendida– seré un estorbo, no tengo experiencia.

—No importa, nadie nace con experiencia, sería una buena oportunidad para aprender.

—Gracias por ayudarme.

—No es nada.

Acompañe a aquella chica a su departamento, era un lugar pequeño y lamentable, al menos se veía feliz en tal lugar, menos mal ya había aceptado el trabajo que le ofrecí.

Al regresar al hotel fui recibida por mi secretaria la cual tenía un ramo de flores más grande que su existencia en brazos.

—Tu esposo es muy detallista, ese ramo es hermoso.

—No es mío, lo dejaron en recepción para usted señora.

–Oh.