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Hasta Que Nuestras Vidas Se Apaguen

Hasta Que Nuestras Vidas Se Apaguen

Status: En proceso
Genre:Amor a primera vista / Dominación / Malentendidos / Diferencia de edad / Pareja destinada / Casada con el millonario
Popularitas:11.7k
Nilai: 5
nombre de autor: Marîana Ibañéz

Alejandra quien a sus 5 años fue alejada de su padre por el echo de ser la hija de una empleada y nacida fuera del matrimonio. La quiso proteger de la humillación y del maltrato, la llevó a vivir a Colombia con su familia materna. La cuido y velo por ella desde la distancia sabiendo que era la hija de su gran amor. Después de 20 años creció como una hermosa mujer, educada y valiente. Una hermosa joya... quien será la presa de un delicioso hombre que la absorberá y amará hasta que sus vidas se apaguen.

NovelToon tiene autorización de Marîana Ibañéz para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Vamos con calma.

La calle estaba tranquila, apenas iluminada por las luces cálidas del alumbrado. El auto relucía bajo el resplandor tenue. Alejandra tenía el cuerpo recostado contra él, las palmas apoyadas sobre el metal, el pecho subiendo y bajando con una respiración que ya no podía controlar del todo.

Él estaba detrás, tan cerca que su presencia se sentía como un imán. Noah [Graham] deslizó sus manos por sus caderas, lento, descarado, como si cada centímetro de su piel le perteneciera desde siempre. Su boca se posó en la nuca de Alejandra, y luego bajó al cuello. La besó con hambre, con esa maldita seguridad que la desarmaba, mientras una de sus manos se acomodaba con firmeza en su cintura. Busco sus manos y las aseguro en su espalda baja, con un movimiento la hizo pegar sus pechos al auto dejando su trasero expuesto a lo que él apretó y manoseo haciéndola soltar un jadeo.

— Estás temblando… — Murmuró contra su piel, rozándole el oído.

Ella cerró los ojos. Su cuerpo entero vibraba con la proximidad, con el roce de sus labios, con la presión deliciosa de sus dedos deslizándose por su cintura. Y luego lo sintió, una enorme ereccion tocando su espalda. Reaccionó.

Pues, no era correcto.

— No… basta… — Susurró primero, sin convicción. Él sonrió, sin detenerse. — Basta… — Repitió ella, con más fuerza esta vez, apretando los labios mientras su cuerpo aún respondía al suyo.

— Ale — Dijo él, en un tono ronco que sonaba más a promesa que a nombre.

— ¡Te dije que basta! — Exclamó al fin, empujándolo con fuerza hacia atrás, girando para enfrentarlo, con el rostro encendido, los labios húmedos, la mirada dividida entre la rabia y el deseo.

Pero él no le dio espacio.

Avanzó un paso, tomó su rostro con ambas manos, y antes de que ella pudiera retroceder, la besó. Con intensidad. Con hambre. Con toda la maldita seguridad de un hombre que sabe que, aunque ella diga que no, el cuerpo ya le gritó que sí.

Ella se quedó inmóvil por un segundo. Solo un segundo.

Después, sus dedos se cerraron sobre su camisa, y no lo empujó.

Lo sostuvo.

Se separaron lentamente, obligados por la falta de aire. Pero ninguno quiso alejarse del todo. Sus frentes quedaron unidas, las respiraciones entrecortadas chocando entre sí. Ella tenía los ojos cerrados, los labios aún entreabiertos por el beso. Él la miraba, sonriendo, con esa expresión tan suya: la de un hombre que sabía exactamente el efecto que causaba.

Alejandra abrió los ojos y lo encontró tan cerca, tan presente, que el pecho le dolió. Inevitablemente, esbozó una sonrisa pequeña, tímida. Pero luego bajó la mirada, negando suavemente con la cabeza.

— Esto no puede ser… — Susurró, con voz suave pero firme. — No puedo hacer esto. Apenas si te conozco… Apenas si sé quién sos. — Se apartó un poco, lo justo para que el aire volviera a entrar entre ellos. Pero él no la dejó ir del todo. Le tomó el rostro con una dulzura inesperada, y sin decir nada, le dio un beso lento en la mejilla, justo al borde de su sonrisa.

— Eres malditamente hermosa. — Le dijo, como si esa fuera la única verdad del mundo. — Tú me encantas. — El tono era bajo, casi reverente. Como si no se lo estuviera diciendo a una mujer cualquiera, sino a un deseo que llevaba tiempo esperando.

Ella cerró los ojos un segundo. Y en ese segundo, supo que estaba en problemas.

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Pero, ¿Cómo llegamos a esto?

Alejandra llegó a la esquina. Lo vio ahí parado, esperándola. Graham estaba recostado contra un poste de luz, las manos en los bolsillos y esa actitud relajada que parecía venirle natural. Cuando ella se detuvo frente a él, la miró de pies a cabeza sin disimulo, con una sonrisa discreta.

— ¿Hay algún lugar al que te gustaría ir? — Preguntó, en tono caballeroso. — Tú eres la que conoce la ciudad.

Ella asintió, sonriendo apenas, como si hubiera estado esperando que él le diera la iniciativa.

— Sí... tengo uno en mente. — Respondió, y sin más, echó a andar.

Él la siguió sin hacer preguntas. Caminaron unos minutos entre calles iluminadas y locales llenos de vida. Finalmente, llegaron a un restaurante pequeño pero elegante, con música suave y mesas iluminadas por velas. Un sitio con estilo, pero discreto.

Pidieron una botella de vino. Él la dejó elegir. Ya sentados, la conversación fluyó con naturalidad. Alejandra habló de su trabajo, de su carrera, de lo difícil que es salir adelante en una ciudad como Medellín. Habló de Camila, su amiga de toda la vida. De su familia. Cosas que él no esperaba que compartiera tan rápido.

— ¿Y tú? — Preguntó, girando un poco su copa entre los dedos. — ¿Qué haces? ¿A qué viniste? — Graham sostuvo su mirada unos segundos. No podía decir la verdad. No en ese momento.

— Negocios. — Dijo con tranquilidad. — Trabajo con tecnología médica. Representaciones, distribución. En realidad vine a ver posibles alianzas.

— ¿Y viniste solo?

— Sí — Mintió sin pensarlo. — Es un viaje corto. Solo vine a ver si vale la pena. — Ella asintió. Parecía creérselo. Él jugaba bien su papel. Había aprendido a hacerlo.

— Tú tampoco pareces alguien que confíe fácilmente. — Diijo ella, medio en broma.

— No suelo confiar. — Respondió él, mirándola con seriedad. — Pero hay excepciones. — La mirada se sostuvo. La copa bajó. Y por un instante, el ruido del lugar desapareció.

La cena transcurrió con naturalidad. Miradas cómplices, alguna sonrisa traviesa. Preguntas triviales. Qué música le gusta, si siempre va a ese restaurante, cuál es su plan perfecto un domingo cualquiera. Cosas simples, pero suficientes para mantener el interés vivo.

— ¿Quieres tomar algo en otro sitio? — Preguntó él, mientras dejaba un par de billetes sobre la mesa. Ella lo miró y asintió.

— Está bien. — Él no dijo más. Se puso de pie, la ayudó a levantarse y salieron del restaurante. La llevó a otro lugar, más íntimo, más tranquilo. Uno de esos bares con luz tenue, donde se puede hablar sin tener que levantar la voz, y donde el ambiente parece invitar a que las cosas se salgan un poco del guion.

Ella pidió un cóctel con licor, uno frutal, con un toque ácido. Él pidió un whisky, sin hielo. La música suave de fondo los acompañaba mientras hablaban. Nada trascendental, pero todo con intención. Risas espontáneas, miradas que se alargaban más de la cuenta. La noche avanzaba como si el tiempo jugara a favor.

Graham la observaba, concentrado. Cada gesto, cada risa, cada palabra. Se preguntaba cómo era posible que esa mujer, que apenas conocía, le generara esa clase de calma... y esa clase de deseo al mismo tiempo.

Y en medio del bullicio leve del lugar, mientras ella hablaba de algo aparentemente sin importancia, él solo pensaba: "Esta mujer... esta mujer podría ser mía. Podría estar a mi lado. Siempre."

No dijo nada. Solo sonrió mientras la escuchaba, con una mano apoyada en la mesa y los ojos fijos en su boca.

Después de varios cócteles, Alejandra estaba completamente relajada. Las mejillas le brillaban, ligeramente sonrojadas, y sus ojos tenían ese brillo travieso que solo el alcohol bien llevado podía regalarle. Estaba feliz. No solo por el licor, sino por la compañía, por la risa fácil, por lo cómoda que se sentía.

Graham la miraba sin disimulo. Le encantaba verla así: suelta, auténtica, radiante. Sin duda, su viaje a Colombia había superado cualquier expectativa. Alejandra estaba resultando ser más de lo que imaginaba… y de lo que creía poder manejar.

Salieron a caminar, sin prisa, dejando que el aire fresco le bajara un poco el efecto de los tragos. Reían de cualquier tontería, y ella caminaba un poco más cerca de él de lo normal.

Pasaron por una cuadra poco iluminada, tranquila, sin mucha gente alrededor.

Y él no se aguantó más.

Se detuvo, la tomó suavemente del brazo y la atrajo hacia sí. Ella se sorprendió, pero no se resistió. Apenas si alcanzó a mirarlo a los ojos antes de que él se inclinara y la besara.

Un beso directo, decidido. Con sabor a whisky y fruta. Ella respondió casi de inmediato. No hubo duda, no hubo resistencia. Solo calor. Solo deseo.

Cuando se separaron, ella sonrió entre nerviosa y divertida.

— Eso fue... — Susurró.

— Tenía que hacerlo. — Contestó él, con la voz más baja, más ronca. — Llevaba toda la noche conteniéndome.

1
meidi aguiar
Elvira las pagarás con creces
Alicia Balseca Triana
muy bueno
mariela
Elvira Monteverde firmaste tu sentencia de muerte porque Graham no te perdonará lo que hiciste mandar a secuestrar y drogar a Alejandra es haber desatado al demonio mismo.
Y ella pensó que sería fácil desaparecer a Alejandra y Graham no la iba a encontrar y lo hizo habrá boda con todo lo que pasó porque así lo decidió él.
Yadira Martínez Pérez: Y ella cree que el no sabrá la verdad
total 1 replies
mariela
Lo que hace el despecho y la envidia Elvira secuestro a Alejandra y no se imagina el infierno que desató y lo peor es que cree que no la descubrirá pero siempre hay alguien que se le sale algo y fue el nombre y Alejandra lo oyó y recordará.
Mary Ney
Que le digan que fue Elvira ese nombre tiene que salir escritora demasiado bueno capitulo queremos más /Smile/
Mary Ney
Gracias escritora por el capitulo esta bueno si un tiburón no la encuentra es un pecesito
Zenia Carolina Coffi Mata
por favor un maratón, está muy lenta y cuando más emocionante está la novela🙏
E.G 💞
Dioooos escritora necesitamos mataron /Pray/
Mary Ney
Calladita se llevó! Alejandra eso te enseñará que no hay enemigo pequeño tiburo nunca se dejan cabo suelto, más capítulos por favor /Smile/
Yulianni Casanova
me encanta tu novela por fa más capítulos
mariela
Alejandra estás con la emoción a flor de piel con esas mariposas revoloteando y ahora con ese regalo para tu luna de miel eso será apotiosico te casas enamorada de un Graham que pone todo a tus pies.
Hay Camila pareces una mona guindando en el palo de Bruno jajaja.
Mary Ney
Escritora que exquisito es ese hombre me mata por favor otro capítulo /Smile/
mariela
Elvira Monteverde la resentida que se siente desplazada y despreciada por Graham y como toda despechada a quien va a atacar no será a su amor frustrado sino a Alejandra el problema será que se lo echará de enemigo y eso será una guerra
mariela
Me encanta que sean pareja Graham está poniendo a sus pies todo lo que posee porque adora a Alejandra es su complemento, su paz, su tranquilidad y su alma gemela se la llevo a su casa para dormir y sentirla a su lado me encantó este capítulo.
mariela
Que posesivo y egoísta es Graham quiere ser el universo y que Alejandra gire alrededor de él nada más está enamorado hasta los huesos porque el reclamo vino con nalgadas de castigo que a ella le pareció placenteras que tal.
Claro que queremos saber cómo le hicieron ese chupetón a Camila avisa si ya está en el grupo.
Mary Ney
Hay callahan te juntas te con psicópata lo Alejandra será el blanco más capítulos /Smile/
Yadira Martínez Pérez
La muerte es lo que va a encontrar
Mary Ney
Quiero más pasión de Alejandra y callan
Arianna Subero
me encanta, ahora cuando veremos a Camila con el papá de callahan será ese señor tan apasionado como su hijo hay Dios ya quiero saber
mariela
Nunca falta una piruja que se cree dueña y señora sin serlo y como que no conoce bien a Graham porque si daña su relación o próxima boda con Alejandra le hará pagar muy caro la desfachatez de dañar su relación.
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