Después de escapar de las brutalidades de mi manada, he estado viviendo en las sombras como humana durante años, tratando de olvidar el pasado y construir una vida nueva. Pero cuando una incursión real amenaza con desestabilizar todo, me veo obligada a enfrentar mis demonios y proteger a los inocentes que me han aceptado. No puedo permitir que me arrastren de regreso a esa vida de opresión y miedo. Kaiden el rey alfa descubre que soy su compañera predestinada. Desde entonces me persigue e insiste en que mi lugar está junto a él.
Pero me niego a pertenece a alguien y lucharé por mi libertad y por aquellos que me importan, sin importar el costo.
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Encuentros
El aire se volvió más frío de repente, un escalofrío que no tenía nada que ver con la humedad del amanecer. El sonido gutural que habíamos escuchado antes se transformó, convirtiéndose en una voz profunda y resonante que parecía provenir de todas partes a la vez. Rick y sus lobos se detuvieron, sus orejas se aguzaron, sus cuerpos se tensaron.
Y entonces lo vi.
De entre la neblina que comenzaba a disiparse, surgió una figura. No era un lobo, sino un hombre.
Un hombre que irradiaba una presencia imponente, como si el mismo bosque hubiera decidido tomar forma humana. Su cabello, de un tono oscuro como la corteza de los árboles viejos, caía sobre sus hombros anchos. Sus ojos, de un azul tan intenso que parecían capturar la profundidad del cielo antes del amanecer, se clavaron en Rick con una autoridad inquebrantable.
Llevaba una ropa sencilla, pero que se ajustaba a su figura poderosa, como si fuera una segunda piel. No había armas visibles, pero la forma en que se movía, con una gracia depredadora y una seguridad absoluta, era más amenazante que cualquier cuchillo o garra.
Skailer dio un paso adelante, era la personificación del bosque, su guardián ancestral. La forma en que se movía, la autoridad en su voz, todo gritaba que este era su dominio, y él era su rey.
No era el Skailer de anoche, el que intentaba convencerme con palabras suaves. Era el rey alfa, el depredador en su máxima expresión. Sus ojos azules, tan profundos como un abismo, se clavaron en Rick, que estaba unos pasos adelante de nosotras.
Cada paso que daba sobre la hojarasca hacía que el suelo pareciera vibrar.
Todos al ver al hombre tan imponente delante de ellos, su intento fue realizar la reverencia digna de un rey.
Rick, al verlo, hizo algo que me sorprendió. Una pequeña, y casi imperceptible reverencia. Un gesto de sumisión, de respeto, incluso de temor. Rick, que siempre se creía el más fuerte, el más dominante.
—¿Qué sucede aquí?— su voz resonó tan fuerte y tan vibrante que me eriza.
—No pasa nada, estamos aquí en una conversación— dijo Rick.
—Eso no es lo que parece. Tú y tus acompañantes están invadiendo mis terrenos— replicó Skailer, con su mirada azul recorriendo la escena, —Y hoy, has traído demasiada basura a mi hogar—
Skailer giró su mirada hacia mí, y por un segundo, sus ojos azules parecieron suavizarse, o quizás solo era mi imaginación. —Estas tres jóvenes— dijo, su voz un poco más suave, pero aún cargada de poder. —Están bajo mi protección. Nadie toca a mi gente en mis territorios y menos sin mi permiso—
La tensión se elevó a un nuevo nivel. Rick, enfrentado por Skailer en su forma humana, y con la advertencia de que yo estaba protegida, se encontraba en una posición mucho más precaria.
La sumisión duró poco. Rick enderezó la espalda, con su mandíbula tensa, y su voz resonó, desafiante, en el silencio que se había apoderado del lugar. —Lo siento señor, pero...— dijo, y había una mezcla de rabia y desafío en su tono. —Adeline es mía—
Un nudo se formó en mi estómago. ¿Mía? ¿Qué demonios estaba diciendo?
Skailer giró su mirada, y por un microsegundo, sus ojos se encontraron con los míos. En esa mirada, vi una pregunta silenciosa, una expectación que me hizo sentir expuesta, vulnerable. Él esperaba que yo confirmara algo, que me alineara con su destino.
—¿Por qué dices eso?— la voz de Skailer era un trueno contenido, con calma pero infranqueable.
Rick soltó una risa seca, sin humor. —Crecimos juntos. Ella es parte de mi manada—
—¿Manada?— susurró Lili a mi lado, su voz llena de incredulidad. —¿Acaso son perros o qué?—
La tensión en el aire se hizo casi insoportable. Todos éran conscientes de la mirada de Skailer sobre mí, y yo de la de Rick. Sentí la presión de ambos mundos, de ambos destinos, cayendo sobre mí.
No. No iba a permitirlo. No era un objeto, ni una posesión.
Me adelanté, colocándome entre Rick y Skailer, aunque sabía que físicamente no podía interponer nada entre sus miradas. Levanto la barbilla, mi propia rabia está empezando a hervir.
—Yo no soy de nadie. Y nunca lo seré—
Miré a Skailer, y en sus ojos azules, vi una mezcla de sorpresa, quizás decepción, pero también algo más, algo que no pude descifrar del todo.
Pero no me importaba.
Mi decisión estaba tomada.
—Crecí en tu manada, sí— continué, dirigiéndome a Rick, pero sintiendo la mirada de Skailer sobre mí. —Pero eso no me convierte en tu propiedad. Y usted— giré mi cabeza hacia él, con mi voz bajando un tono, pero sin perder la intensidad, —Tú no puedes decidir mi destino por mí. No soy una prisionera—
El bosque entero pareció contener la respiración. La confrontación estaba servida, y yo estaba en el centro de ella, decidida a luchar por mi propia libertad.
POV SKAILER
La declaración de Adeline golpeó mi conciencia como un rayo. "Yo no soy de nadie. Y nunca lo seré." La fuerza en su voz, la determinación en sus ojos, encendió una chispa dentro de mí, una mezcla de admiración y una profunda, casi dolorosa, comprensión. Había esperado que al salir de mi casa, al ver la amenaza de Rick, ella se aferrara a la seguridad que yo representaba.
Pero Adeline no era una criatura que se aferrara; era un espíritu libre, un huracán que no podía ser contenido.
Mi primera reacción fue un impulso primitivo de reclamarla, de recordarle nuestro vínculo, nuestro destino. El instinto de rey alfa, de compañero predestinado, gritaba que la tomara, que la protegiera, que la obligara a entender lo que era mejor para ella, para nosotros. Pero al verla allí, desafiante, con la chispa de la rabia iluminando sus ojos, algo en mí se detuvo.
*¿Entonces deseas que me vaya y te deje con...?* Mi pensamiento se deslizó hacia Rick, hacia la amenaza que representaba, hacia la posibilidad de que ella se perdiera en su mundo de manadas y dominación. Y luego, la pregunta que realmente quemaba en mi interior, la que me hacía sentir vulnerable: *¿O prefieres irte conmigo?*
No era una pregunta de posesión, sino una súplica silenciosa, una invitación a elegir, a pesar de todo lo que nos había separado anoche. Quería saber si, en algún rincón de su rebelde corazón, aún había una chispa de lo que habíamos compartido, de la conexión que sentíamos.
O que al menos yo siento.
Y entonces, mientras mi mente proyectaba esa pregunta, la respuesta de Adeline llegó, no en palabras, sino en una oleada pura de emoción que resonó en nuestro vínculo, un eco en mi propia esencia:
*"No quiero irme contigo porque me siento atrapada, Skailer"* resonó su pensamiento en mi cabeza, claro y nítido, como si estuviera hablándome directamente. *"No quiero tu protección si eso significa perder mi libertad. No soy una posesión que se hereda o se reclama. Soy yo misma."*
Sentí el peso de sus palabras, la verdad desnuda detrás de ellas. Era un rechazo, sí, nuevamente, pero está vez sentí que no era un rechazo a mí como persona, sino a la idea de ser controlada, de ser encasillada. Era una afirmación de su propia identidad, tan feroz y hermosa como la de cualquier lobo salvaje.
Mi mirada se fijó en ella, y vi la lucha en sus ojos. La atracción innegable hacia mí, la conexión que ambos sentíamos, chocando contra su feroz deseo de independencia. Era un fuego que ardía en ella, y yo no podía, ni quería, apagarlo...