Apuesta De Amor

🔥ASTRID🔥

Me desperté con un martilleo en la cabeza y una resaca que parecía haber sido provocada por un terremoto.

Mi boca estaba seca, mi estómago revuelto y...

no tenía idea de cómo había llegado a mi habitación.

Me incorporé lentamente, sosteniendo mi cabeza como si fuera a desprenderse de mi cuello. Observé a Nadia quien estaba a un lado durmiendo profundamente.

Me levanté con dificultad y me quite la ropa quedando con un sueter ancho que me llegaba un poco más abajo de los glúteos.

 Tomé mi teléfono y bajé las escaleras con pasos inseguros y me dirigí directamente a la cocina...

Necesitaba un café. Mucho café. Y aspirinas. Y posiblemente un exorcismo para sacar el dolor de mi cabeza.

¡Maldición! ¿Qué tenían esos tragos?. No me había emborrachado tanto desde los dieciséis años, y no recuerdo nada.

Encendí la cafetera y esperé impaciente a que el delicioso aroma llenara el aire mientras preparaba una taza.

Luego, me volví hacia el armario de medicinas para buscar aspirinas...

Pero no estaban en su lugar habitual. Me puse de puntillas para mirar hacia arriba y vi la caja de aspirinas en el gabinete más alto.

Me estiré lo máximo posible, pero mis dedos apenas rozaban el borde de la caja...

Justo cuando estaba a punto de rendirme, sentí una presencia detrás de mí.

Me di la vuelta y me quedé... petrificada.

Era un chico impresionantemente guapo, con cabello castaño oscuro ligeramente despeinado, ojos verdes intensos, piel bronceada, mandíbula fuerte y definida, labios finos y sensuales, y una altura impresionante de más de 1.86 metros que me hacía sentir diminuta a su lado.

Mi boca se abrió ligeramente y mi cerebro se detuvo.

No podía respirar, no podía pensar... solo podía mirarlo.

Me alcanzó la caja de aspirinas con facilidad y me la entregó, rozando sus dedos con los míos, pero yo apenas lo registré.

Estaba demasiado ocupada babeando por él.

Seguí babeando por él, completamente hipnotizada por su belleza.

Él se rió suavemente y dijo:

—Creo que es de mala educación babear por las visitas... aunque es un cumplido inesperado.—

Mi cara ardió de vergüenza mientras él continuaba:

—Eres aún más interesante de lo que Erick me contó—

Mi rubor se intensificó al escuchar eso, con una extraña mezcla de molestia y atracción hacia él.

De repente, su expresión cambió a una sonrisa pícara y se acercó un poco más:

—Pero admito, me gusta que me mires así... ¿te duele la cabeza o es solo mi presencia lo que te deja sin aliento?—

Su voz baja y sensual me hizo tragar saliva, y mi corazón latió aún más rápido.

Realmente es muy guapo ¡Dios mío!. Si pudiera me lo follaría ahora mismo. Pensé

Dios, ¿por qué siempre mi conciencia piensa en sexo?

—Mucho ego, ¿no?— pregunté con el ceño levemente fruncido.

—No es ego, no hay ninguna chica que se me resista— Respondió con una sonrisa pícara que casi me derrite.

¿Acaso es amigo de Erick?, Dios Erick. ¿Por qué siempre consigues amigos buenísimos?

De repente, se inclinó hacia mí y su aliento cálido rozó mi oído, enviando escalofríos por mi espalda mientras susurraba:

—Eres exactamente el tipo de chica que siempre he querido conocer...—

Mi corazón se aceleró, pero antes de que pudiera procesar la sensación, agregó con una voz baja y confiada:

... para agregar a mi lista de conquistas.—

Maldito imbécil, lo que tiene de apuesto lo tiene de imbécil.

Me alejé un poco de él, mirándolo con una sonrisa sarcástica.

—Oh, qué emocionante. Tu lista de conquistas debe estar llena de chicas que se desmayan por tu ego del tamaño de un estadio.—

Su sonrisa confiada se congeló por un instante antes de intentar recuperarse, pero yo continué:

—Debes ser agotador de llevar, siempre necesitando que te admiren... ¿te pagan por horas de halagos?—

Su rostro se puso rojo de ira y dio un paso hacia mí, voz baja y amenazante:

—Creo que ya has hablado suficiente por hoy...—

De repente, mi teléfono vibró en la encimera de la cocina.

Tomé mi teléfono y vi el mensaje, mis ojos se abrieron de par en par y...

—¡AAAHHH! ¿¡Dios como pude dejar olvidada a Bárbara?!

Grité de sorpresa y salí corriendo de la cocina, dejando al chico con una expresión de confusión.

Mientras subía las escaleras a toda velocidad, escuché su voz baja y sarcástica:

—Por cierto... lindas bragas.—

Me detuve en seco en el rellano de la escalera, recordando que solo tenía un suéter y se me veía todo. Me volví hacia él, gritando:

—¡VETE AL DEMONIO!—

Mi voz resonó por toda la casa, y luego continué subiendo las escaleras, cerrando la puerta de mi habitación con un golpe seco.

Dios, Bárbara. Remolcaron a mi auto, mi más preciado auto deportivo, ni siquiera me acordaba de bárbara.

Rápidamente, me metí a la ducha y me di un largo baño con agua caliente, necesitaba tratar de relajarme, al terminar me vestí y salí

para ir por mi auto.

Al regresar a casa, me encontré con Erick quien estaba sentado en el sofá.

—Lindo show el de anoche — dijo con una risa burlona

—¿Qué show?— pregunté confundida, no recordaba nada excepto a Nadia bailando sensualmente al lado de un rubio y yo… Bebiendo como loca.

— El show infantil que hicieron tú y tú estúpida amiga estando ebrias—

—Por favor Erick, jamás haría un show estando ebria, mucho menos Nadia —

— Pues anoche ambas hicieron un show infantil, empezaron a cantar y reír como locas, y para colmo te besaste a uno de mis mejores amigos y luego casi te vomitas sobre él — dijo rodando los ojos como muestra de desagrado

—¿Me bese a tu amigo?, Dime que no fue al castaño engreído con el que me tope en la cocina

—No, fue a otro— respondió alzando una ceja

— ¿Está bueno?— que pregunta hago, Erick siempre consigue amigos re buenos, y para mi gran suerte he tenido el privilegio de follar con los tres más apuestos

— Te estoy diciendo que hiciste un show de niña inmadura, casi te vomitas sobre un amigo, ¿Y lo único que te importa es si está bueno?

—Claro, estos exquisitos labios no pueden besar a hombres que no sean apuestos

—Y todos tienen que ser mis amigos, por favor Astrid

— Solo pregunto— dije rodando los ojos— Veo que no aguantas bromas, no recuerdo haber besado a un amigo tuyo Erick, y no me interesa.