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Idealizado

Idealizado

Status: Terminada
Genre:Elección equivocada / Completas
Popularitas:1.3k
Nilai: 5
nombre de autor: criis jara

Idealizado es una novela juvenil que narra la vida de Elena, una adolescente atrapada en un hogar marcado por la violencia doméstica y el abuso psicológico de su padre. A través de su amistad con Carla, un breve romance con Lucas y su propio proceso de resiliencia, Elena enfrenta el dolor, la pérdida de su madre y la búsqueda de justicia. Con un estilo emotivo y crudo, la historia explora temas de empoderamiento, superación y la lucha contra el silencio, culminando en un mensaje de esperanza y amor propio.

NovelToon tiene autorización de criis jara para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

El día que no lo escribo

Los días pasaban. O, más bien, se arrastraban.

Una semana.

Siete amaneceres sin color.

Siete noches donde el silencio pesaba más que las palabras.

Elena ya no hablaba más que lo justo. Solo decía “sí”, “no” o “está bien”.

En su casa, nadie preguntaba demasiado. Su madre evitaba el tema con una delicadeza temerosa. Su padre, en cambio, parecía disfrutar de su nuevo rol de carcelero.

Ya no tenía permitido salir sola.

No podía usar el celular delante de él.

Ni mirar por la ventana por más de dos segundos.

Si lo hacía, ya aparecía la voz grave, podrida, controladora.

—¿Qué mirás, nena? ¿Esperás que venga tu noviecito a rescatarte?

—Ponete a estudiar, que la vida no es un cuento de hadas.

—¿No pensás agradecer que te dejamos quedarte acá?

Jugaron con su mente.

Le pusieron horarios para todo: para comer, para bañarse, para estudiar.

Controlaban cuántas veces iba al baño, cuántos minutos estaba frente al cuaderno.

Pero no podían controlar una sola cosa: sus pensamientos.

Ni su habitación, ni sus tareas, ni el entorno gris, podían competir con lo que pasaba cada noche.

Porque cuando el reloj marcaba la medianoche, y la casa se apagaba, Elena se encendía.

Escondía el celular entre sus almohadas, bajaba el brillo de la pantalla, y entonces… aparecía él.

Lucas:

¿Seguís ahí?

Elena:

Acá estoy. Sobreviví otro día.

Lucas:

Cada día que pasa, estás más cerca de salir de ahí.

Yo te creo. Yo te veo.

Yo estoy con vos, ¿sabés?

Ella sonreía. Solo ahí. Solo entonces.

Todo lo demás era angustia.

Porque en el colegio la cosa tampoco era distinta.

Apenas ingresaba al edificio nuevo, ya escuchaba los cuchicheos.

“Ahí viene la cheta.”

“Dicen que el padre la encerró por putita.”

“Parece buena, pero seguro es tremenda manipuladora.”

Cada palabra la rasgaba por dentro.

En el aula, nadie le hablaba.

En los recreos, se sentaba sola, contra una pared, con su cuaderno cerrado y el corazón hecho un ovillo.

Pero cada noche, había un faro que la sostenía.

Lucas.

Su mensaje.

Su voz de texto.

Su forma de mirarla a través de letras.

Y ella le respondía como si se lo dijera al oído.

Elena:

Sos lo único bueno que tengo ahora.

Lucas:

¿Querés que te llame?

Elena:

No, no puedo. Si mi papá escucha, me mata.

Pero no importa. Así, en mensaje, ya me das paz.

Lucas:

Me duele no poder hacer más.

Me dan ganas de agarrarte y llevarte a un lugar donde no exista nadie más.

Solo vos y yo.

Elena tragaba saliva cada vez que leía eso. Porque lo quería, porque lo necesitaba.

Y porque sabía que, aunque ese lugar no existiera, Lucas era lo más parecido a un refugio.

Las horas de la madrugada eran sus favoritas.

No por el descanso.

Sino porque allí nadie la mandaba callar.

Nadie controlaba su risa cuando él le escribía algo tierno.

Nadie le decía que no podía soñar.

Una noche, Lucas le mandó algo que la desarmó:

Lucas:

Si tu historia fuera una película, ¿sabés cómo la llamaría?

“Sobreviviente con alas”.

Porque eso sos. Y pronto vas a volar.

Esa noche, Elena no pudo contener las lágrimas. Pero no fueron de tristeza.

Fueron de alivio.

Porque en medio del gris, del encierro, de los días repetidos y los insultos escondidos detrás de órdenes… Lucas la veía como nadie más.

Y entonces, como cada noche, escribió en su cuaderno nuevo:

...----------------...

“No sé cuánto más va a durar esto.

Pero sí sé que no estoy sola.

Hay alguien ahí afuera que cree en mí, incluso cuando yo ya no puedo.

Lucas es mi ventana secreta.

Mi escondite emocional.

El lugar al que vuelvo cuando todo arde.

Y aunque no lo sepa, me salva cada noche con un simple ‘¿Estás bien?’

Ojalá algún día, pueda responderle sin miedo:

‘Sí. Estoy bien. Porque ya no estoy encerrada’.”

...----------------...

Elena se despertó como autómata, sin pensar, sin sentir.

Otra mañana más.

Otra rutina sin alma.

Se sentó en el borde de la cama. Miró sus pies tocar el suelo.

La habitación que alguna vez le pareció cálida, ahora le devolvía un reflejo ajeno.

Todo parecía parte de una película en blanco y negro.

Como si alguien hubiera robado los colores de su mundo.

Bajó a desayunar. Comió apenas unas tostadas.

Su madre la miraba, queriendo decirle algo, pero no lo hacía.

Era el mismo silencio de los últimos días.

Un silencio que dolía.

Su padre bajó sin saludar, revisó unos papeles, bebió su café de un trago y se puso de pie.

—Al auto —ordenó sin mirarla.

Elena lo siguió. Sin discutir.

Sabía que nada cambiaría.

Que en esa casa, hablar era tentar a la desgracia.

Pero al subirse al coche, notó algo raro.

El camino no era el de siempre.

Las calles no coincidían con las del colegio público.

—Papá… —dijo, dudosa—. ¿A dónde vamos?

Él no respondió.

Solo giró por una avenida conocida, y fue entonces que ella lo entendió.

Su corazón dio un brinco.

Estaban yendo hacia su antiguo colegio.

Elena no podía creerlo.

Los colores volvieron de golpe.

La tristeza se esfumó como humo.

Su pecho se llenó de luz.

—¿Volvemos al colegio? ¿De verdad? —preguntó, sonriendo por primera vez en días.

Su padre soltó una risa sarcástica.

—Sí. No voy a permitir que te llenes de mugre. Ese otro colegio es para fracasados y atorrantas. Vos vas a estudiar donde hay “gente de bien”.

Elena quiso responder, pero se mordió los labios.

No iba a arruinar su oportunidad.

No ahora.

Cuando llegaron, bajó sin mirar atrás.

Entró corriendo al colegio. El corazón le latía tan rápido que parecía a punto de estallar.

Su primera parada fue clara: Lucas.

Lo buscó en cada pasillo, en el patio, en la galería.

Pero no lo encontró.

Así que se dirigió al aula.

Al abrir la puerta, un grito la desarmó:

—¡ELENAAAAA!

Carla la abrazó con fuerza, apretándola tanto que casi no la dejó respirar.

—Volviste, amiga. ¡Volviste! —dijo con lágrimas en los ojos.

—Sí, sí... no sabés cuánto los extrañé —Elena apenas podía hablar, aún emocionada.

—¡Hay tantas cosas que pasaron! Y además... tengo que decirte algo importante.

Pero antes de que Carla pudiera continuar, Elena sacó el celular de su mochila y escribió rápido:

Elena:

Volví. Estoy en el colegio. ¿Dónde estás?

Carla, que observaba de reojo, arqueó una ceja.

—¿Tenés el celu?

—Sí… mi papá me lo devolvió hace poco.

—¿Y no me escribiste antes por qué?

Elena tragó saliva.

No podía decirle que solo había querido hablar con Lucas.

Que había sentido que Carla no entendería.

—No tenía fuerzas. Perdón. Estaba bloqueada.

Carla la miró un segundo, como si analizara si creía o no.

Y luego se alejó sin decir nada más.

Elena se quedó helada.

Cuando estaba por ir tras ella, recibió un mensaje.

Lucas:

¡¿Volviste?! No lo puedo creer.

Pedí permiso y vení al baño. ¡Te quiero ver!

Elena no lo dudó.

Pidió permiso a la profesora y salió corriendo.

En el baño, lo vio.

Ahí estaba él.

De pie, esperándola. Sonriendo como si el mundo se hubiera detenido.

Elena se lanzó a sus brazos sin pensar.

—Me moría por verte —susurró él.

—Yo también. Todo fue un caos sin vos.

—¿Estás bien? ¿Qué pasó? —Lucas se separó apenas para mirarla a los ojos.

—Mi papá... Me prohibió hablar con vos. Me sacó el celular, todo... Pero ahora me trajo de nuevo acá.

—No sabés el alivio que siento. Pensé que te había perdido. Sos lo más importante para mí, Elena.

Esas palabras cayeron como miel en su corazón.

Se besaron. Lento. Profundo.

Una vez. Otra. Y otra más.

El tiempo se les escapó.

Pero a Elena le preocupaba que los descubrieran.

—Lucas, tengo que volver...

—Solo un minuto más. Necesito tenerte cerca. Me hiciste tanta falta.

Ella, enamorada hasta los huesos, se quedó.

Hasta que la puerta se abrió.

Carla.

—La profe te está buscando. Me mandó a ver qué te pasaba —dijo sin emoción, y se fue.

Elena corrió tras ella.

—Carla, por favor, dejame explicarte…

Pero Carla no respondió. Entró al aula.

Elena detrás, dijo en voz baja:

—Gracias...

Carla solo la miró. Sin decir nada.

Los recreos llegaron rápido.

Lucas y Elena los pasaron juntos, hablando de todo.

Soñando en voz alta.

Planeando tardes de paseo, escapadas, miradas furtivas.

En la salida, Elena lo abrazó fuerte.

Se despidieron con un beso.

Pero cuando giró, vio a Carla caminando sola.

Corrió tras ella.

—¡Carla! Por favor. No quiero perderte.

Carla frenó, sin girarse.

—¿Sabés qué dolió más? No fue que no hablaras. Fue que ni lo intentaras.

—No podía, Car. Me sentía vacía. Solo los mensajes con Lucas me daban un poco de vida.

Carla giró por fin.

—¿Y yo? ¿No era tu amiga? ¿No merecía al menos un “hola”?

Elena bajó la mirada.

—No quise lastimarte...

—Mirá, no quiero arruinar tu cuento de hadas. Pero no confíes en Lucas. No es tan perfecto como creés.

—¿Qué querés decir?

—Después te cuento... —iba a hablar, pero entonces se escuchó una bocina.

El padre de Elena, impaciente.

—Después —repitió Carla, y se fue.

Elena subió al auto.

Su padre la miró con reproche.

—¿Qué parte de “a la hora que salís, te subís” no entendiste?

—Perdón...

En casa, todo fue extraño.

Su papá estaba amable. Cariñoso.

Invitó a ver una película. Rieron.

Comieron todos juntos.

Por un instante, Elena creyó que todo estaba bien.

Terminó la película.

Su mamá y su papá se quedaron dormidos abrazados.

Ella los miró y sonrió.

Subió las escaleras en puntas de pie. Aunque la casa estaba en silencio y sus padres dormidos abrazados en el sillón, algo dentro de ella temía que cualquier sonido rompiera ese espejismo de calma.

Entró a su habitación. Cerró la puerta con cuidado y apoyó la espalda contra ella por un segundo. Suspiró. Se sentía extrañamente bien. Extrañamente... liviana.

Encendió su celular.

Cinco notificaciones. Todas de Lucas.

Lucas:

¿Dónde estás?

Elena, ¿todo bien?

¿No me vas a responder?

¿Hice algo mal o qué?

¿Te enojaste?

Elena tragó saliva.

Sintió un pinchazo de culpa.

Sabía cómo era Lucas cuando no obtenía respuesta.

Se apuró a escribirle:

Elena:

Perdón, Lu. Estaba viendo películas con mis papás. Por eso no te contesté antes.

Presionó "enviar" y se quedó mirando la pantalla.

Esperó.

Un minuto.

Dos.

Tres.

Nada.

Apoyó el teléfono sobre la almohada, sintiendo cómo el sueño comenzaba a adormecerle los ojos. Se acurrucó de lado, aún con el celular cerca, por si llegaba alguna notificación.

Y sin darse cuenta… se durmió.

**

Pasaron unos minutos.

El silencio era total.

La habitación solo respiraba el suave zumbido de la noche.

Hasta que una notificación vibró sobre la almohada.

Lucas había respondido.

Lucas:

Perdón, me puse nervioso. Pensé que te estaba pasando algo malo.

Pero me alegra muchísimo que hayas tenido una noche así.

Me pone feliz que estés mejor…

Que sonrías…

Que tengas momentos lindos, aunque yo no esté ahí.

Porque si vos estás bien, yo también lo estoy.

Buenas noches, princesa.

Elena, aún medio dormida, entreabrió los ojos por el sonido.

Leyó el mensaje con una sonrisa suave y sincera.

Acarició la pantalla como si pudiera tocarlo a través de ella.

—Buenas noches, Lu... —susurró apenas audible.

Apagó el celular.

Se dio vuelta en la cama.

Y mientras se acurrucaba en las sábanas, notó algo extraño...

Por primera vez en mucho tiempo, no sintió la necesidad de escribir en su cuaderno.

Y eso… eso era algo muy poco común.

Se quedó dormida sonriendo.

Con el corazón tibio.

Como si, por fin, algo estuviera bien.

Y por primera vez en mucho tiempo...

no abrió su cuaderno.

No escribió nada.

Ni una línea.

Y eso... eso era muy poco común.

1
Blanca Ordaz
muy buena trama hermoso mensaje de amo y supervivencia felicidades por esta hermosa novela de aprendizaje
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