Olvidada por su familia, utilizada por el imperio y traicionada por aquellos en quienes más confiaba… así terminó la vida de Liliane, la hija ignorada del duque.
Amada en silencio por un príncipe que nunca llegó a tiempo, y asesinada por el hombre a quien había ayudado a coronar emperador junto a su amante rival, Seraphine.
Pero el destino le ofrece una segunda oportunidad.
Liliane renace en el mismo mundo que la vio caer, conservando los recuerdos de su trágica primera vida. Esta vez, no será una pieza en el tablero… será quien mueva las fichas.
Mientras el segundo príncipe intenta acercarse de nuevo y Seraphine teje sus planes desde las sombras, un inesperado aliado aparece: el primer príncipe, quien oculta un amor y un pasado que podrían cambiarlo todo.
Entre secretos, conspiraciones y promesas rotas, Liliane luchará no solo por su vida, sino por decidir si el amor merece otra oportunidad… o si la venganza es el verdadero camino hacia su libertad.
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Capítulo 11: El eco de las verdades enterradas
Los corredores del palacio imperial se llenaron de ecos que ni el tiempo había logrado silenciar. Aquel día, el juicio público contra Lady Seraphine había convocado a lo más alto de la nobleza, ministros, miembros del consejo y representantes de la familia imperial. Pero no era solo una cuestión legal: era un espectáculo. Una exhibición de poder, de caída… y de advertencia.
Liliane entró en la gran sala del tribunal con la cabeza en alto. Sus ropas eran sobrias pero impecables, su cabello recogido en una trenza alta que dejaba ver la cicatriz detrás de su oreja: una huella que casi nadie notaba, pero que ella jamás olvidaba. A su lado, caminaba Aiden, el príncipe desterrado, cuya sola presencia provocaba murmullos.
Consejero imperial (en voz baja):
—¿Qué hace el primer príncipe aquí? Él no debía estar en la corte…
Otro noble:
—Dicen que ha sido llamado por la emperatriz madre. Algo se mueve.
Liliane lo sabía. Todo se movía.
Seraphine estaba de pie en el centro de la sala, vestida con un vestido blanco que parecía más una mortaja que un atuendo de noble. Tenía el rostro pálido, pero no por el miedo: por la rabia. Su mirada se clavó en Liliane como cuchillos invisibles.
Juez imperial:
—Lady Seraphine Ashford, hija reconocida del duque Helios Ashford. Se le acusa de intento de asesinato contra su hermana, Lady Liliane Ashford, mediante el uso de veneno durante el Baile de la Noche de Plata. ¿Cómo se declara?
Seraphine (con voz firme):
—Inocente. Todo es una farsa urdida por esa… impostora.
Los murmullos se agitaron como un enjambre.
Liliane (interrumpiendo con calma):
—¿Impostora, dices? ¿Por recuperar mi lugar? ¿O por no morir cuando lo esperabas?
Seraphine apretó los dientes, pero el juez la silenció con un gesto.
Juez:
—Las pruebas han sido revisadas por el Consejo Real. Frascos hallados en su habitación, declaraciones de una doncella que desapareció horas antes del baile, registros de compras en el mercado negro…
Seraphine (exclamando):
—¡Falsificadas! ¡Ella… me está tendiendo una trampa!
La sala entera guardó silencio. Fue entonces cuando el duque Helios Ashford se levantó, su rostro tallado en piedra. Hacía años que no hablaba en público. Pero esta vez, lo haría.
Duque (voz grave):
—He criado a dos hijas. Una me sirvió de adorno, y la otra de herramienta. Y ahora ambas me han fallado.
Las palabras cayeron como piedras. Liliane alzó una ceja con frialdad.
Liliane:
—¿No es curioso, padre? Solo cuando tu reputación está en riesgo decides hablar. No cuando me abandonaste. No cuando Seraphine envenenó mis días antes de intentar envenenar mi copa.
El duque no respondió. Solo la miró… y en sus ojos había miedo. Por primera vez.
Fue entonces cuando Adrian avanzó un paso.
Adrian:
—El juicio no es solo por el veneno. Es por las mentiras que llevan años fermentando. Los documentos que Liliane encontró en la biblioteca oculta… revelan más que un crimen. Revelan una traición imperial.
La sala enmudeció.
Juez (alertado):
—¿Qué documentos?
Liliane sacó un pergamino sellado. Lo alzó para que todos lo vieran.
Liliane:
—Este tratado secreto, firmado en nombre de la familia imperial, cede tierras del norte a un ducado extranjero a cambio de apoyo militar. Fue ocultado… y firmado por el propio duque Ashford. Una traición al Imperio. Seraphine no actuaba sola.
El duque se puso de pie violentamente.
Duque (gritando):
—¡Basta! ¡Tú no sabes de lo que hablas!
Liliane (serena):
—No, padre. Lo sé todo. Sé que me ocultaste, que destruiste a mi madre por negarse a participar. Sé que usaste a Seraphine como instrumento. Y ella… eligió ser cuchillo en vez de ser libre.
Seraphine, al escuchar eso, pareció quebrarse por primera vez. Su rostro se contrajo en una mueca de horror y derrota.
Seraphine (voz temblorosa):
—¿Tú… sabías? ¿Todo este tiempo?
Liliane no respondió. Solo bajó el pergamino. El silencio lo dijo todo.
El juez se puso de pie.
Juez:
—Lady Seraphine será enviada a la Torre del Silencio hasta nueva orden. El Consejo se reunirá para decidir si la traición del duque amerita juicio completo o destierro inmediato. La investigación se reabrirá. El Imperio no tolera conspiraciones, sin importar el linaje.
Los guardias escoltaron a Seraphine fuera de la sala. Ella no gritó. Ya no. Solo miró una última vez a Liliane. No con odio… sino con una melancolía envenenada.
Esa noche, Liliane subió a la torre oeste del palacio. El cielo estaba despejado, y el viento del norte comenzaba a llegar. Adrian se unió a ella en silencio.
Adrian:
—¿Fue lo que esperabas?
Liliane (mirando el horizonte):
—No. Fue lo que planeé. Pero no lo que deseaba.
Adrian (con suavidad):
—Todavía tienes heridas que no se ven.
Liliane:
—Y enemigos que aún no han mostrado sus rostros.
Se quedaron así un momento. Hasta que Aiden rompió el silencio.
Adrian:
—Te prometí que no volverías a estar sola.
Liliane:
—Y yo te prometí que no volvería a confiar tan fácilmente.
Ambos sonrieron, levemente. Y por primera vez, sin necesidad de palabras, se entendieron.
Pero lejos de allí, en una sala oculta del ala este del palacio, una figura encapuchada observaba los documentos confiscados. Entre ellos… una carta marcada con un símbolo imperial secreto.
Figura encapuchada (voz baja):
—Así que la niña renació con memoria… Interesante.
Una nueva sombra se alzaba.
Y Liliane, aunque había ganado la primera guerra… apenas había comenzado la verdadera batalla.
Ah no ser q ella se hace la Marcela q no sabe nada o sea ?
Pero se están repitiendo los capítulos ya van 2.