Mia está en un gran problema.
Luego de la muerte de su madre, un extraño hombre que dice ser su padre aparece en la vida de Mia, poniendo de cabeza su mundo entero. El mundo que pensó que era un mito se convierte en su realidad. No solo existen los hombres lobos, sino que ella también lo era, precisamente un beta. Confundida con los acontecimientos, Mia hace lo que mejor sabe hacer: adaptarse.
Sin embargo, ella no esperaba que su burbujeante personalidad la metiera en más de un aprieto cuando descubre que es la compañera destinada de uno de los príncipes alfas de sangre pura.
NovelToon tiene autorización de Erica Catse para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Parece que eres inteligente
Aunque pensé que nada más podría salir mal en mi vida, a la mañana siguiente mientras miraba los ojos furiosos de Esther pude ver que cosas malas me auguraban.
— Te voy a matar — espeto Esther.
Me asusté al escuchar las palabras de Esther. Contemplé a mi alrededor a alguien para que me ayude, pero Carl ni Emily estaban presentes, incluso si lo estaban dudo que me hubiesen ayudado. Las demás personas alrededor tampoco lo iban a hacer, ya que estaban más preocupados por no llegar tarde a la próxima clase. Así que la única opción que quedaba era correr. Sin embargo, antes de que pudiera poner en práctica mis planes, Esther me sujetó del cuello para luego arrastrarme hacia algún lugar desierto.
¿Cómo podía ser tan fuerte?
— Te voy a matar — repitió con furia, ella parecía que en cualquier momento me iba a morder lo que me hizo preocupar.
¿Qué mal había hecho? ¿A dónde había ido la linda y amable chica de ayer?
— Al menos tienes una vacuna contra la rabia. Ya sabes, con eso de que somos lobos y estos son familia de los perros.
— ¿De qué diablos estás hablando? — preguntó alterada — ¿Acaso estás insultando mi intelecto?
— No, no, no.
Esther sacudió la cabeza, parecía un poco histérica. En serio, ¿qué le pasaba?
— ¿Por qué me mentiste? ¿Por qué dijiste que el duque era tu sugar daddy? ¿Por qué? Ahora Emily me odia. Intenté decirle que tú eras la responsable del rumor pero no me escuchó, me tachó de mentirosa. Sabes lo que significa ponerte en el lado malo de Emily, que nadie más va a querer ser mi amigo por temor a ofenderla.
Me sentí un poco mal ante sus palabras, pero, vamos, ella misma se lo buscó por ser indiscreta. Yo no la obligue a que esparciera el rumor, es más, ella se lo tomó tan en serio. ¿Cómo podía ser tan ingenua? ¿Cómo no podía dudar de mis palabras?
— En mi defensa, bebé te dije que era un secreto. Además, no pensé que te lo tomaste en serio. Solo le estaba jugando una broma a mi padre, ya que tuvimos una pequeña pelea. Pero tu bebé te di un fósforo e hiciste un incendio. No me puedes culpar, tu también tienes parte de culpa.
— Tú… tú… ¿Quién es tu bebé?
Tras decir aquello agarró mi brazo y me mordió. Su acto me tomó por sorpresa. Empecé a llorar no por el dolor, ya que, su mordida no fue para nada dolorosa, bueno, solo un poco, pero no lo suficiente para hacerme llorar. Estaba llorando porque no quería tener rabia. Dicen que la rabia es contagiosa.
¡No, no quiero tener rabia!
— Lo admito se que me equivoqué al decirle a todo el mundo lo que me dijiste. Este es mi karma, pero es tan injusto. Tú, me tienes que compensar en el futuro. Y no llores, yo debería llorar. No sabes todos los enredos que terminé por tu causa. Todos me odian.
Lloré aún más por sus palabras. Esther pronto se unió a mi llanto y me abrazó a modo de consuelo, mientras yo la abrazaba a ella para consolarla.
— Todos están en mi contra, me miran mal — se quejó Esther — ¿Qué tiene de malo ser una persona informativa?
— Lo sé, bebé. Lo sé. Entiendo el sentimiento, a mí también me odian quizás el doble parece que incluso mi respiración les molesta.
No sé cuánto tiempo lloré en los brazos de Esther, sin embargo, tuve que separarme debido a la tos mal disimulada de alguien. Era la chica que tenía ojos parecidos a la lava. Si no estoy mal su nombre era Leila y era la prometida de Bastian.
— Sin querer escuché algo divertido — dijo mientras sacaba su celular.
— Señorita Leila — susurró Esther horrorizada.
Aún no entendía qué era lo que estaba pasando y porqué Esther tenía una expresión llena de horror en su rostro. Sin embargo, en cuanto escuché el audio que reprodujo Leila, mis dudas fueron aclaradas.
"¿Por qué me mentiste? ¿Por qué dijiste que el duque era tu sugar daddy? ¿Por qué? Ahora Emily me odia. Intenté decirle que tú eras la responsable del rumor pero no me escuchó, me tachó de mentirosa. Sabes lo que significa ponerte en el lado malo de Emily, que nadie más va a querer ser mi amigo por temor a ofenderla."
" En mi defensa, bebé te dije que era un secreto. Además, no pensé que te lo tomaste en serio. Solo le estaba jugando una broma a mi padre, ya que tuvimos una pequeña pelea. Pero tú bebé te di un fósforo e hiciste un incendio. No me puedes culpar, tu también tienes parte de culpa."
Al escuchar los audios supe la gravedad de la situación. ¡Oh, no! Estábamos en grandes problemas. Dios, ¿por qué eres así? Me estás tratando como si yo fuera descendiente de Adolf Hitler.
— ¿Qué haré con esto? — susurró Leila de manera provocativa.
— Por favor, señorita Leila, eliminé el audio. Por favor — rogó Esther. — Si esto llega a oídos de la señorita Emily estaré acabada.
Era más que seguro que sus súplicas estaban cayendo en oídos sordos. La chica delante de mis ojos de aspecto heroico no iba a ceder. Por algo se había tomado la molestia de grabar nuestra conversación.
Ella algo quería a cambio y dudo que sea que le compremos comida.
— ¿Por qué debería hacerlo? — refutó Leila con las cejas alzadas.
— ¿Qué es lo que quieres? — le pregunté de manera directa.
— Parece que eres inteligente, rubiecita.
Cualquiera con sentido común tendría una idea de lo que ella quería. De nuevo, parecía que me había bañado con sal porque desde que llegué a este lugar en medio de la nada todo me estaba saliendo mal.
— Haré lo que usted quiera, seré su perro, lo que desee…
— De ti no quiero nada — interrumpió Leila las palabras llenas de súplicas de Esther mientras me miraba fijamente.
Al estar frente a su mirada que se sentía como la de un depredador, tuve la sensación de que mis días serían, más qué difíciles, serían un infierno.
— Quiero está rubiecita se convierta en mi esclava. Te daré hasta el final del día para que me respondas. Si no lo haces mandaré este audio a tu querido padre.