Fui la mujer perfecta
En la oscuridad descubrí el placer, descubrí que mis piernas no eran para cerrar, que mi lengua podía acariciar y herir con el mismo arte.
Aprendí a gemir con rabia y a dominar con las caderas.
Ahora regreso. Con vestidos de seda y piel perfumada, con un cuerpo que aprendí a usar como un arma.
Él cree que vuelvo para cumplir aquella promesa. Cree que aún soy suya.
La mujer perfecta ha muerto. Lo que queda… es una diosa del placer y la venganza.
No viene a buscar amor. Viene a cobrar.
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Lo odio por tenerte
El sol comenzó a filtrarse por la enorme ventana. Débora se levantó perezosamente de la cama y miró el hermoso paisaje de la ciudad de Madrid. Se alistó para hacer algo de deporte, luego tomó una ducha larga y se dirigió a desayunar.
—Señora, el desayuno está servido.
Débora: —Dile al chef que se aliste, que la próxima semana regresamos a Rusia. También quiero cambiar la dieta; no sé, estoy pensando en algo mediterráneo.
—Como diga, señora.
Débora terminó su desayuno y luego se fue a su despacho, hasta que llegó la empleada a decirle que la buscaba el detective.
—Déjalo pasar y tráenos dos cafés.
El detective pasó cuando la empleada llegó con el café y se fue. Él comenzó a hablar:
—Lo hemos logrado, señora. Tenemos los videos de vigilancia de esa noche —dijo, pasándole una memoria USB. Ella la tomó, la puso en su computadora y miró esas imágenes, esas imágenes que hace años la habrían salvado del dolor y la humillación, pero ahora solo serían la puerta a su venganza.
Débora: —Muy bien. ¿Y de lo demás?
—Aquí tenemos imágenes. Déjeme decirle que esta mujer es una joyita —dijo, pasándole unas fotos.
Débora: —Bien hecho, siga investigando y le aseguro que será muy bien recompensado —dijo, pasando un cheque al hombre.
—Un placer trabajar para usted. Tiene nuestra agencia a su servicio.
Después de que el detective se fue, Débora comenzó a alistarse, cuando llegó la empleada.
—Señora, el señor Iván salió hace un momento.
Débora: —Bien, avísame cuando llegue Marcos.
Una hora después, la empleada llegó para decirle que Marcos la estaba esperando. Ella salió y miró al hombre en la sala.
—Aún es temprano.
Marcos: —Vine temprano porque quiero mostrarte algo. Por eso pensé que era mejor salir antes y después ir a la casa de mi madre.
Débora: —Bien, vamos.
Ambos salieron del edificio y se fueron en su coche. Iban por la ciudad hasta que llegaron a una zona residencial. El coche entró y se paró frente a un hermoso chalé.
Marcos: —Acabo de comprarla. Ven.
Ambos entraron a la hermosa casa.
—Es hermosa y muy grande.
Marcos: —Pensé que sería un hermoso lugar para pasar juntos una temporada cuando vengas a España.
Débora: —Marcos, no pienses en cosas que no pueden ser. Soy la esposa de Yegor.
Marcos: —Pero el matrimonio es solo un papel.
Débora: —Eso no importa.
Marcos se acercó a ella, la tomó de la cintura y le dio un beso, un beso que ella correspondió.
Marcos: —Sabes muy bien que lo nuestro es mucho más.
Débora: —No puedo evitar quererte, Marcos. Eres todo lo que soñé en un hombre, pero no dejaré a Yegor. Él está enfermo y me ha dado mucho.
Marcos: —Yo puedo darte mucho más.
Débora: —Ya lo haces —dijo besándolo—. Lo jaló del cuello de la camisa y lo llevó hasta un sofá, quedando ella debajo de él. Ambos comenzaron a besarse.
Débora comenzó a desabrochar su camisa, tocando sus pectorales. Luego volteó a Marcos, quedando ella encima de él. Sacó su corbata y, con ella, le ató las manos, amarrándolo. Comenzó a besar su cuello, bajando hasta su abdomen, donde pasó su lengua, haciéndolo jadear, mientras desabrochaba la faja y la sacaba. Luego desabrochó su pantalón y abrió la bragueta, hasta sacar la hombría de él. La tomó entre sus manos y se agachó, pasando su lengua por la erección.
Marcos: —Mmm, aaah.
Ella siguió con sus movimientos, colocando la gran erección en su boca. Comenzó a succionar, moviéndolo de un lado a otro, lo sacaba y lo metía en su boca, simulando la parte íntima de ella. El hombre temblaba.
Marcos: —Aaah, te amo, Débora.
Ella siguió hasta el clímax de él, que se acercaba. Se detuvo y luego se sacó la ropa interior. Levantando su vestido, se sentó sobre él y comenzó a moverse, lenta, de arriba hacia abajo. Luego fue aumentando la velocidad, apretando la pelvis más de lo normal, atrapando y oprimiendo más la virilidad de Marcos, haciéndolo gritar de placer.
—Aaahh.
Ella siguió con movimientos cada vez más fuertes, hasta que él logró liberar sus manos de la corbata, le dio la vuelta, quedando encima de ella, y comenzó a moverse.
Débora aprovechó para hablarle al oído.
Débora: —Aaah, Marcos, me encanta cuando estás dentro de mí.
Eso hizo que el hombre se moviera con más fuerza. Cuando iba a llegar al clímax, ella lo rodeó más con sus piernas, dejándolo atrapado. Cuando ambos llegaron, él soltó un jadeo y ella un pequeño grito.
Ambos estaban acostados, con la respiración agitada.
—Eres la mejor.
Débora: —¿Lo dices por el sexx?
Marcos: —Tomó su rostro. Lo digo por todo. Eres maravillosa, excelente. Deseo pasar contigo el resto de mi vida.
Débora: —Quizás algún día estemos juntos, pero mientras tanto nos quedan estos momentos. Ya nos tenemos que ir, tu madre nos espera.
Marcos: —No vayamos.
Débora: —Olvídalo —dijo poniéndose de pie y arreglándose la ropa, mientras Marcos hacía lo mismo.
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Después de terminar la cena, Débora llamó a su chofer Iván.
—Yo quería llevarte.
Débora: —Ya me fuiste a traer. No nos pueden ver mucho tiempo juntos, además Yegor podría enterarse y no quiero que se sienta mal.
Marcos: —Lo odio por tenerte.
Débora: —Ya hablamos de eso —dijo, saliendo de la casa y caminando al coche, donde Iván le abrió la puerta. Ella se subió y ambos se marcharon.
Iván: —Ya resolví todo lo que me pediste.
Débora: —Muy bien. El lunes nos iremos. Arregla todo para que el jet esté listo.
Iván: —Claro.
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Después de llegar a su casa y tomar una ducha, estaba a punto de acostarse a dormir, pero su celular sonó.
—Hola, boluda, ¿qué tal?
Débora: —Manu, ¿qué tal? ¿Italia te ha tratado bien?
Manu: —Excelente. ¿Y tú? ¿Cómo va todo?
Débora: —Muy bien, todo va bien. Se acerca el momento.
Manu: —Mmm, ¿ya le enviaste el paquete?
Débora: —Todavía no, aún no es el momento. Pero tengo todo. Pregunto qué cara pondrá cuando esos videos lleguen a sus manos y se revele mi inocencia.
Manu: —La cara, la de un boludo, es la que va a poner. ¿Estás segura de lo que vas a hacer? Sabes todo lo que eso conlleva. ¿Vas a poder soportarlo?
Débora: —Sí, puedo con eso. Además, tengo muchas distracciones para olvidar esos malos ratos.
Manu: —¿Distracciones? ¿Marcos, Iván o...?
Débora: —Shhhhh, hay cosas que es mejor hablar en persona.
Manu: —Entiendo. Dentro de un mes iré a Rusia.
Manu: —Voy a esperarte. A Yegor le dará gusto verte.
Victor a tenido paciencia con Angeline está enamorado realmente o siente culpa por lo que le pasó.
Son muchas interrogantes y ya uno siente ansiedad por saber.
Porque ese suspenso que nos tienen como fue y porque se transformó en Débora y no siguió siendo Angeline.
Que tendrá que ver Victor y su hermana
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