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Cuatro Bestias Y Una Reina.

Cuatro Bestias Y Una Reina.

Status: En proceso
Genre:Venganza / Mafia / Poli amor / Venganza de la protagonista / Romance oscuro / Harén Inverso
Popularitas:102.6k
Nilai: 4.9
nombre de autor: Marines bacadare

Ginevra es rechazada por su padre tras la muerte de su madre al darla a luz. Un año después, el hombre vuelve a casarse y tiene otra niña, la cual es la luz de sus ojos, mientras que Ginevra queda olvidada en las sombras, despreciada escuchando “las mujeres no sirven para la mafia”.

Al crecer, la joven pone los ojos donde no debe: en el mejor amigo de su padre, un hombre frío, calculador y ambicioso, que solo juega con ella y le quita lo más preciado que posee una mujer, para luego humillarla, comprometiéndose con su media hermana, esa misma noche, el padre nombra a su hija pequeña la heredera del imperio criminal familiar.

Destrozada y traicionada, ella decide irse por dos años para sanar y demostrarles a todos que no se necesita ser hombre para liderar una mafia. Pero en su camino conocerá a cuatro hombres dispuestos a hacer arder el mundo solo por ella, aunque ella ya no quiere amor, solo venganza, pasión y poder.

¿Está lista la mafia para arrodillarse ante una mujer?

NovelToon tiene autorización de Marines bacadare para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Muere una estúpida.

Ginevra se limpia las lágrimas con brusquedad, levanta el mentón y suspira. Sabe lo que tiene que hacer. Revisa su maquillaje en el espejo de la ventana y luego regresa a la fiesta, esta vez con una sonrisa. Cuando alguien le habla, contesta con naturalidad y ya no tiene ese complejo de invisible. La humillación la está matando, pero no piensa dejar ver sus costuras.

Mateo lleva la vista hacia ella y una sonrisa de burla surca su rostro, pero Ginevra simplemente sonríe con cordialidad y vuelve su atención a un caballero que le habla. Matteo, de inmediato, gira el rostro y besa a Elena.

Sigue como siempre, al margen de todo, pero esta vez hay una sonrisa en defensa. Su padre también la detalla, tal vez buscando algún signo de rabia o queriendo provocar que haga un drama para que queden en ridículo, pero no se lo da. Ni una lágrima, ni un temblor. Por dentro se siente hecha trizas, pero afuera es puro mármol. Una muñeca rota que ya no reacciona a nada.

—¿No me vas a felicitar, hermanita? ¿Es tanto tu envidia? —la voz chillona de su hermana menor resuena en sus oídos. Ella le da una sonrisa de labios cerrados y asiente una sola vez con la cabeza.

—Felicitaciones. Son el uno para el otro. —Se gira sin más, con la misma calma que ha mantenido la noche entera. Elena también está desconcertada: ¿por qué no le grita?, se pregunta en su cabeza. Eleonora también se le acerca con comentarios hirientes, se burla de que ni siquiera le heredaron la mafia, pero eso no le afecta, o al menos no lo demuestra.

Cuando la música cesa y la gente comienza a despedirse, ella se levanta despacio, desliza la silla con cuidado. Camina por el salón como una sombra. Saluda a quienes le hablan con una inclinación mínima de cabeza, sin dejar que sus ojos se encuentren con los de nadie más.

Sube las escaleras sin apuro. Abre la puerta de su habitación y, apenas cierra, se lanza sobre la cama y entierra la cara en la almohada. Un grito sale de su garganta, aunque gracias a la presión que hace enterrando su cara contra la suavidad del material, los gritos no salen al exterior. Golpea la cama con puños y antebrazos, patalea descontrolada, deja salir toda esa frustración que ha cargado la noche entera. Muerde la tela que presiona su rostro y no para de llorar. El nudo en su pecho es inmenso, pero se dice a sí misma que es necesario para poder mejorar.

Se arrastra hasta el armario. Con las manos todavía temblorosas, empieza a sacar ropa, zapatos, papeles. Separa lo más necesario, lo que realmente es suyo: un collar de su madre, una agenda vieja, una foto guardada al fondo de un cajón, un cofre que le dio la mujer que la cuidaba poco antes de morir, que contiene cosas de valor de su madre. Su nana le contaba que su madre decía: “Algún día le daré esta caja a mi hija, tal vez cuando cumpla quince años o cuando pelee con su padre porque no la deje ir a una cita”.

Recuerda las palabras de su nana y sonríe sin dejar de llorar. Todo lo demás lo deja tirado. Cada prenda que mete en la maleta es como arrancarse un trozo de piel. Recuerdos de la noche en que se entregó a ese desgraciado, la tormenta, cada beso o cada palabra, cada día que fingió amarla. La rompe cada vez más, pero la forja al mismo tiempo.

Las horas pasan en silencio, salvo por el sonido sordo de las cremalleras y algún sollozo que se le escapa. Afuera, la casa duerme. La música ha sido reemplazada por ronquidos y el murmullo apagado de los últimos sirvientes. Elena yace en su cama con una sonrisa de triunfo, al igual que Eleonora, que descansa en el pecho de su esposo, complacida por el día de hoy. Para ella es una victoria, poco sabe que le costará caro.

Cuando termina, se sienta en el borde de la cama. Respira profundo. Se limpia el rostro y se mira al espejo: una mancha de rímel le cruza la mejilla, el cabello está mojado por el sudor y las lágrimas. Sonríe apenas; en el espejo solo ve a una desconocida. En esa misma posición pasa la noche. Se culpa, se ríe de sí misma, se insulta en el espejo y se queda con los ojos abiertos esperando que el reloj anuncie el amanecer.

—Siempre esperando una migaja de cariño, siempre mendigando un amor que nunca me dieron… pero esa estúpida muere hoy —se dice a sí misma, a la vez que se limpia la cara, aunque las lágrimas vuelven a cubrir su rostro, como el parabrisas que limpia las gotas de lluvia cuando el carro va en la carretera.

Apenas el color anaranjado del cielo comienza a aparecer, ella se mete a bañar. Saca el sudor de su cuerpo, acompañado de la estupidez que ahora siente que necesita sacar de su sistema. Sale del baño y toma lo más hermoso que encuentra, coge un abrigo y unos zapatos cómodos pero elegantes. Toma un pequeño bolso con decisión y sale del cuarto con la cabeza erguida. Rogelio la espera parado en la puerta. Ella asiente al mirarlo y baja las escaleras lento pero decidida. Trata de recoger la poca dignidad que le queda y retirarse como estrategia por un momento, hasta que pueda ser capaz de sostenerle la mirada a su padre y hacerle pagar cada lágrima, tanto a él como a los demás.

Al llegar al vestíbulo, se topa con los ojos verduzcos de Matteo. Al parecer, acababa de salir del cuarto de Elena. Él está medio inclinado sobre un jarrón, con cara de resaca. La mira y frunce el ceño; su simple presencia le molesta, el simple hecho de verla caminar.

—Ah, ¿ahora qué? —dice, con voz ronca—. No empieces, ¿eh? Me duele la cabeza y no estoy para tus reclamos ni para tus preguntas estúpidas.

Ella lo observa de arriba abajo, como quien ve una mancha en la acera. Ni un músculo de su rostro se mueve.

—Al parecer la droga y el alcohol te han nublado la mente, cuñado —responde, ignorando cada cosa que acaba de decir.

—¿Qué? ¿Ahora vas a hacerte la digna? —continúa, escupiendo las palabras—. ¿Esto es para que yo te haga caso? ¿Para llamar mi atención?

Ginevra gira el rostro apenas, sin responder esta vez. Lo atraviesa con una mirada fría, vacía. Luego sigue caminando, ignorando su existencia.

Matteo se cruza en su camino, incrédulo.

—¡Te estoy hablando! ¿Crees que con esta actuación me vas a hacer sentir mal? Eres patética —se burla con una sonrisa torcida.

Detrás de ella aparece Rogelio, cargando sus maletas. Se detiene a su lado, firme.

—Señorita, el coche está listo —anuncia con voz grave.

Matteo mira a Rogelio, después a las maletas.

—¿Pero a dónde demonios crees que vas?

Ginevra levanta la barbilla, respira profundo y lo mira con un desprecio silencioso, hasta elegante. Da un paso hacia la puerta, pasa a su lado sin rozarlo siquiera.

Rogelio coloca la mano en su espalda, protegiéndola.

—Vamos, niña.

Ella sale de la mansión que ha sido testigo de su sufrimiento. Él se queda en el vestíbulo, sin entender nada, murmurando algo que ya no importa. Porque, en ese instante, por primera vez en su vida, Ginevra no necesita permiso para irse. Y tampoco piensa mirar atrás.

Rogelio abre la puerta del auto para ella y arranca tan rápido como puede. Por fin, él también puede irse de ese lugar con la única razón que lo detenía en ese sitio.

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carmen castillo
Buenos días Marines, cómo sigue tu hija ?
Marines Bacadare: Buen dia preciosa, está mejor. Ya comenzó a comer de nuevo gracias a Dios.
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Isabel Balbuena
nos alegra tanto marines, pero gracias a Dios ya está fuera de peligro y su recuperación será poco a poco con la bendición de Dios pronto está súper bien como la niña activa y traviesa que es jejej... gracias por qué apesar de estar en el hospital y agotada estás subiendo capitulos.... te mando mega abrazo 🫂🤗
Marines Bacadare: Gracias princesa /Drool/
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Isabel Balbuena
jajajja en definitiva Ginevra traes bien dominadas a estás 4 fieras jajaja ya son caso perdido jajaa
Isabel Balbuena
UPS jajajaja 😂
Isabel Balbuena
jajajjaa ya están sudando frío jajaa aver si aguantan más tiempo jaja
Isabel Balbuena
jajaja vamos aver qué tanto te dura la muralla antireyna jajajajaja
Lissbeth Prada
jajajaj gran capitulo ardiente ,espero que tu BB esté bien. bendiciones 🙏😇
Marines Bacadare: Gracias linda, allí va mejorando
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karencitha
estos hombres la van a castigar
Yanitza Aguirre
Los niños son ángeles que Dios cuida. gracias 😊
Oralia Hernandez
hola cómo esta tu niña espero en Dios que bien aquí están en mi nuestras oraciones
Marines Bacadare: Hola preciosa, se está mejorando de a poco
Marines Bacadare: Gracias princesa, está mejorando v
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María Gabriela
amiga espero que todo haya salido bien con tu hija
María Gabriela: gracias a Dios son buenas noticias 🙏/Smile/
Marines Bacadare: Si cariño, está el hospital esperando el alta
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Isabel Balbuena
oooh ooh las vestían están enojadas toca quitarles el enojo lo querida Ginevra jajaja tu sabes cómo que no jajajjaa
Nohemi Garcia
hola autora espero de todo corazón tu niña este muy bien y allá salido victoriosa
Nohemi Garcia: gracias a Dios eso es bueno que su recuperación sea rápida y su totalidad los niños merecen disfrutar de su infancia a lo maximo
Marines Bacadare: Si, preciosa, salio bien fe la operación ahora estamos en el hospital
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Luz dary Sánchez
Gracias por dedicarnos tiempo, en seguir escribiendo con el mismo esmeró
Marines Bacadare: Gracias a ti, y a todos
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Luz dary Sánchez
Dios las bendiga 🙏🏻 ❤️ y gracias a Dios porque todo salió bien 💐🌹🌹🌹
Marines Bacadare: Amen hermosa
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Germania Rangel
Gracias a Dios ya se encuentra en recuperación. Dios es grande.
Ana Elena Jiménez
gracias a Dios por la salud de su pequeña ,que siga mejorando 😊😊 y pronto pueda estar en casita
Ana Elena Jiménez
definitivamente Ginebra si que tiene la sartén por el mango
Ana Elena Jiménez
jajajaja jajajajajaja
Ana Elena Jiménez
jajajaja jajajajajaja me encantan estás bestias
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