PRISIONERA DEL DOLOR.

Un nuevo día empezó para Luisa la noche había sido muy fría en el cobertizo solo esperaba no enfermarse, como todos los días limpió la casa e hizo el desayuno una vez listo se fue a cambiar para ir a la preparatoria.

Llegó a la preparatoria y fue directo a su salón no quería más humillaciones el día anterior había tenido suficiente.

Las primeras horas de clases terminaron rápido y optó por no salir del salón se quedaría allí hasta que empezara la segunda jornada de clases.

- ¿Ey Luisa no vas a salir?.-. Preguntó Vivían su mejor amiga.

- No tengo ánimo para las estupideces de Melanie-. Esa chica era la más popular de la preparatoria pero era insoportable.

- Entonces me quedaré aquí contigo.-. Se sentó a lado de su amiga y empezaron a conversar.

Cuando el timbre sonó avisando que era hora de volver a casa Luisa quedo de última en el salón, iba saliendo y Melanie le puso el pie, por casi se cae pero las manos de Agustín evitaron la caída.

- ¿Estás bien?.-. Si no la hubiera agarrado de seguro su caída habría sido dolorosa.

- S…sí.-. Tartamudeo como siempre.

- Debes de tener más cuidado podrías darte un fuerte golpe.-. Su cuerpo está temblando ¿será por el susto?, pensó Agustín.

- Lo tendré en cuenta.-. Sonrió y a Agustín le pareció una hermosa sonrisa.

Se despidió de ella y se marchó, unas carcajadas la hicieron salir de su burbuja.

- Que estúpida eres al suponer que Agustín se fijaría en alguien como tú.-. Melanie aborrecía a Luisa por el simple hecho de que aunque ella no lo supiera Agustín gustaba de Luisa.

- Por lo menos Luisa no es cabeza hueca como otras.-. La defendió Vivían.

- Mira cuatro ojos no te metas que eres igual de insípida que tu amiga.-. Le lanzó el cabello en la cara cuando se giró para irse.

- No la soporto.-. Dijo Vivían limpiando sus lentes.

- Ignórala.-. Ambas caminaron hasta la salida.

Agustín desde lejos observaba a Luisa con una sonrisa, como le encantaba esa mujer pero no sabía como decírselo.

- Si te gusta mi hermana porque no se lo dices.-. Matías lo sorprendió.

- ¿No te molesta?.-. Matías negó.-. No sé cómo decírselo.

- Si quieres te puedo ayudar.-. Él sabía que su hermana también gustaba de su amigo.

Agustín acepto la ayuda de Matías se le declararía al día siguiente, esperaba todo saliera bien y ella sintiera lo mismo que él.

-

Ya en casa Luisa continuo haciendo los quehaceres como una esclava, la que más molestaba era Karen por poco y le pedía que le diera comida en la boca, cuando vio que nadie la necesitaba se fue a hacer sus tareas, mañana tenía una exposición y quería conservar sus buenas notas.

- ¿Estás sorda niña tonta?.-. Priscila entró azotando la puerta.-. Llevo diez minutos llamándote ¿porque no contestas?.

- Lo siento no escuché nada.-. Hablo Luisa sin mirarla estaba concentrada en su cuaderno.

- Mírame cuando me hables insolente.-. Le boto el cuaderno al piso, Luisa solo lo cogió no quería problemas con su padre.

- Desea algo.-. Ordenó sus cosas y las guardo ya en la noche terminaría de hacer sus tareas.

- Deseo que te largas de mi casa no soporto tu presencia.-. Eso era lo que más deseaba Luisa.

- En eso no la puedo ayudar señora.-. Se armó de valor.-. Además, esta casa es de mi madre mi abuelo se la regaló.-. Aquí la única intrusa era ella.

- Como te atreves.-. Le dio una cachetada haciendo girar la cara de Luisa.

- Que pasa aquí porque los gritos.-. Entró Santiago.

- Tu hija es una malcriada mi amor, intentó golpearme y me echó de la casa.-. Priscila se hizo la víctima.

- Eso es mentira la…-. No termino de hablar cuando su padre le dio otra cachetada.

- No quiero que le vuelvas a faltar el respeto a Priscila.-. Le dijo todo eso con odio.-. Ahora pídele disculpas.

Por el bien de ella hizo caso y pidió disculpas aunque no hubiera hecho nada, Priscila solo sonreía al ver la escena esa niña pagaría todo lo que la madre le hizo.

No le permitieron cenar, ese fue su castigo pero ella ya estaba acostumbrada nada más quería que el tiempo pasara para cumplir sus dieciocho años e irse de allí.

Al otro día guardó un par de frutas por si la dejaban de nuevo sin cenar y salió rumbo a la preparatoria.

Al llegar no había nadie por lo que se asustó miró su reloj era temprano, caminó por los pasillos pero no se escuchaba nada, sintió miedo así que empezó a caminar de nuevo a la salida, cuando llegó a la puerta alzó la mirada y se encontró con Agustín y un cartel que tenía una frase que hizo que su corazón palpitara de la emoción.

LUISA BROWN ¿QUIERES SER MI NOVIA?.

Estaba soñando, eso era, no podía ser real que el chico que ella amaba se le estuviera declarando, su voz no salía y Agustín estaba preocupado al ver que no decía nada.

- ¿Luisa?.-. Agustín se le acercó.

- Si, si quiero ser tu novia.-. Agustín la alzó y cuando la bajó le dio un beso.

- Te quiero mucho Luisa.-. La volvió a besar.

Agustín era hijo del rector de la preparatoria por eso cuando aquel hombre se enteró de los gustos de su hijo por la heredera Brown no dudo en ofrecerle su ayuda estaba seguro que eso lo beneficiaria en un futuro.

AGUSTÍN Harrison

MATÍAS BROWN

Karen Brown Davis.

PRISCILA DAVIS

SANTIAGO BROWN