— ¡Aaaaahhhh! —grité aterrorizada. Mi cuerpo reposaba en la cama ensangrentada. ¿Cómo es posible si yo estoy aquí?
— ¿Por qué me haces esto? ¡Termina de mostrarte de una vez por todas! ¿Qué es lo que quieres de mí? ¡Te divierte jugar conmigo! —grité con todas mis fuerzas, pero no hubo respuesta alguna, solo un silencio perturbador.
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prólogo
— El niño ha muerto junto a la duquesa —informó un hombre de mediana estatura, cuya voz era tan lejana que apenas la podía escuchar.
Al abrir mis ojos, lo primero que divisé fue su mirada, que parecía no tener vida; sus piernas cedieron, permitiéndole caer al suelo.
Estábamos en un pasillo donde había una puerta cerrada.
— ¿Qué demonios le has hecho a mi hija? ¿Dónde está su cuerpo? —mi padre lo tomó por el cuello de la camisa con ambas manos, levantándolo.
— Todo fue tan rápido que no entiendo; primero mis hijos, luego ella y... —su voz volvió a quebrarse. Su estado era tan deplorable que no parecía el hombre que veía en mis primeros sueños, ese hombre vigoroso que me derrumbaba con tan solo una sonrisa.
— Eres un cobarde que no pudo proteger a su familia. Nunca debí entregarte a mi princesa; tu castigo más grande es vivir de los recuerdos de una familia que no pudiste cuidar. No te merecías a dos niños tan maravillosos como lo eran ellos —mi padre pronunció esas palabras con tanto dolor que me estremeci.
Los hermosos ojos verdes de mi padre estaban de un rojo carmesí tan intenso como la sangre, producto de sus lágrimas.
— Papá, yo estoy aquí, tu hija está aquí, mírame —traté de que me escuchara, pero mis intentos no dieron frutos.
— Su gracia, la duquesa asesinó a los hijos del duque. Lo que pasó fue justicia divina —respondió la mujer de ojos negros.
Una fuerte bofetada volteó su cara, sacándole sangre de ambos labios.
— ¿Justicia divina? Siempre procurando estar cerca de mi hija, te tocó ser su sombra porque no pudiste igualarla; sin embargo, eres la primera que la juzga y la señala sin tener pruebas sólidas. Solo una persona que actúa por sus propios beneficios acusa a un muerto, a alguien que no puede defenderse.— Mi madre se acercó encarandola.
— Como no pudiste casarte con el duque cuando su primera esposa murió, quitaste a mi hija del medio pensando que así el duque te amaría. Qué patética eres. Mujeres como tú conozco muchas. El error de mi niña fue confiar en alguien tan podrida como tú. Siempre le dije que no eras de confiar. Me encargaré de borrar tu despreciable rostro de cortesana de bajo nivel. En cuanto tenga la información de lo que pasó con mi niña, su muerte no quedará impune. — Mi madre estaba devastada; podía verlo en su mirada.
— ¡Padre, madre, estoy aquí! —grité fuerte, pero ellos no podían oírme. Quise abrazarlos, pero traspasé sus cuerpos. ¿Qué es esto?
De repente, sentí un escalofrío en mi oído.
— Entra. — Más que una invitación, era una orden; una fuerza sobrenatural me arrastró hacia la puerta cerrada. Al cruzar el umbral, me encontré frente a una cama que había en la habitación.
— ¡Aaaaahhhh! —grité aterrorizada. Mi cuerpo reposaba en la cama ensangrentada. ¿Cómo es posible si yo estoy aquí?
— ¿Por qué me haces esto? ¡Termina de mostrarte de una vez por todas! ¿Qué es lo que quieres de mí? ¡Te divierte jugar conmigo! —grité con todas mis fuerzas, pero no hubo respuesta alguna, solo un silencio perturbador.
— ¡Hhhh...! Otra vez, parece que disfruta atormentarme. Debo mantenerme lejos de ese hombre; quiero vivir y lo mejor será alejarme de él. Esa mujer atentó contra mí por la obsesión que siente por el Duque Carter.
Nota: Bienvenidas a una historia llena de enredos, misterios y desafíos.
Madelein vitaly