"Después de un accidente devastador, Leonardo Priego se enfrenta a una realidad cruel: su esposa está en coma y él ha quedado inválido. Con su hija de 4 años dependiendo de él, Leonardo se ve obligado a tomar una decisión desesperada; conseguir una sustituta de su esposa. Luna, una joven con una vida difícil acepta, pero pronto se da cuenta de que su papel va más allá de lo que imaginaba. Sin embargo, hay un secreto que se esconde en la noche del accidente, un secreto que nadie sabe y que podría cambiar todo. ¿Podrá Leonardo encontrar el amor y la redención en esta situación inesperada? ¿O el pasado y el dolor serán demasiado para superar? La verdad sobre aquella fatídica noche podría ser la clave para desentrañar los misterios del corazón y del destino".
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Acercamiento inesperado.
—Muchas gracias.—logré articular terminando la llamada y viendo las maletas hechas.
Mi celular vuelve a timbrar en mis manos y es un número desconocido.
—Bueno —respondo, y alguien se ríe del otro lado.
—Luna, primita, ¿vendrás a mi boda? Es mañana a primera hora y si quieres te puedo prestar un vestido para que tengas que traer, así ves a Limber con su novia. Déjame decirte que es una joven de familia muy importante, o no te dejan salir en el burdel en el que te llevó el hombre con el que te fuiste —me dice, riéndose.
—Dejaré la invitación abierta por si decides venir —termina la llamada y tocan la puerta.
La abro y es la madre de Leonardo.
—Hola —me dice y me hago a un lado para que pase.
—¿Quiere algo de tomar? —le pregunto y ella me queda viendo sorprendida, asiente y yo voy a la cocina sacando una jarra con agua fresca que preparé.
Sirvo y la llevo al comedor. Ella mira hacia el cuarto y ve las maletas.
—¿Vas de viaje? —me pregunta.
—No, aún no he desempacado mis cosas —miento y se sienta frente a mí.
—Quería disculparme por lo de ayer. Yesenia me dijo que estarían ahí y quise ir. Mi hijo no es de decirnos casi nada, pero quise ver a qué se debía que no llegara a dormir a la casa —me dice y sonrío, ya que ya me lo imaginaba.
—¿Cómo sabía que estaba aquí? —le pregunto.
—Lo supuse —me responde.
—¿Podría contarme sobre la primera esposa, sobre la madre de su nieta? —le pregunto y ella suspira, toma aire y por lo que veo es un tema que a nadie le gusta hablar.
—Vine a conocerte a ti —me dice.
—Me llamo Luna Carpio —le digo y noto como se tensa.
—¿Qué ocurre? —le pregunto.
—Nada, solo que conozco a tu padre —me responde.
—Algo así me dijo su hijo Leonardo —le digo.
—¿Igual te conocí cuando eras más pequeña? Solías asistir con tu madrastra y hermanastra, ¿no es así? —me pregunta y no tengo muchos recuerdos de ese tiempo.
—Solíamos salir en familia cuando mi padre vivía —le digo.
—¿Vivía? —me pregunta.
—Sí, mi padre falleció —le respondo.
—No lo sabía, lo siento mucho. Nosotros apenas regresamos. Leonardo de un momento a otro tomó la decisión de venir aquí y aquí estamos. Quería venir solo, pero entenderás que por su condición no puede estar solo —me explica.
—¿Cuánto tiempo lleva así? —le pregunto.
—Un año, desde que pasó el accidente. Su esposa, más bien dicho su exesposa, quedó en coma y él así —me responde.
—¿Pero recuperará la movilidad? —le pregunto.
—No quiere hacer las rehabilitaciones y sin ellas es difícil —me dice.
—Si ama tanto a su esposa, ¿por qué se divorció de ella? —le pregunto y ella suspira.
—Leonardo es algo difícil de descifrar —me responde.
Suspira y ella toma la bebida sonriendo. Se quita el blazer que trae dejándolo a un lado.
—Afuera hace frío y aquí adentro hay buena temperatura. Por cierto, está muy rico —me dice.
—Gracias —le respondo.
—¿Tú has ido al extranjero? —me pregunta de la nada.
—Hace años sí, solía ir con mi padre a reuniones, pero hace dos años que no salgo de aquí —le respondo.
—¿No tienes amigas? —me pregunta y recuerdo que Yesenia me preguntó lo mismo, pero en su momento lo vi normal. Ahora no creo que lo sea.
—No, entre el trabajo y la escuela se lleva todo mi tiempo —le digo.
—¿Estudias? —me pregunta.
—Estudiaba, pero tuve que dejarlo. Pienso retomarlo en cuanto pueda —le respondo.
—Qué bien —me dice y sonríe.
—Gracias por la bebida, ya me voy —me dice, levantándose y la sigo.
Abro la puerta y ella sale.
—Cuando quieras puedes visitarnos. Por cierto, me imagino que irás a la boda de tu hermana —me dice.
—No, yo tengo cosas que hacer —le respondo.
—Bien, le pediré a Leonardo que te lleve a la casa si es que quieres ir. A Danita le gustará verte otra vez —me dice.
—Muchas gracias —le digo y la observo irse.
Cierro la puerta y regreso, solo acomodo las maletas sin desempacar nada. Me siento en la cama, poniendo mi rostro en mis rodillas, cierro los ojos y recuerdo haber visto a la madre de Leonardo con un señor, creo que era su esposo, y Leonardo serio como ahora. Recuerdo que me dio miedo y mi padre me regañó porque no lo dejaba de ver, más bien dicho no nos dejabamos de ver por qué el igual me veia. Eso fue hace dos años.
Rompo el recuerdo con el sonido de la puerta abriéndose. Me levanto saliendo a la sala.
—Señor Leonardo —le digo fuerte y claro, haciéndolo que me mire.
—Se supone que me daría información de mi padre y no he visto nada de eso —le digo.
—Iremos a la boda de tu prima. Ahí podrás hablar con la persona que puede responder tus preguntas —me responde.
—¿Por qué? —le pregunto.
—¿Por qué crees que el abogado de tu padre no te ha contactado para darte información sobre las indicaciones que dejó tu padre? —me pregunta.
—¿Mi tía lo compró? —le pregunto y él se ríe negando.
—Qué ingenua eres. Tu tía tiene una relación con él —me dice.
—¿Con el abogado de mi padre? Él era su amigo —le digo.
—Mañana él estará ahí y pedí una reunión con él. Ahí entrarás tú, ya que le preguntarás lo que quieras saber. ¿Irás? —me pregunta y asiento.
Camino a la cocina a preparar de comer y él entra con el blazer de su madre.
—¿Vino mi madre? —me pregunta.
—Sí —le digo sin dejar de picar las verduras para la comida.
—¿Qué quería? —me pregunta.
—¿Quiénes eran los de las camionetas de ayer? —le pregunto y él no responde.
—No respondes mi pregunta y ¿quieres que yo responda la tuya? —me dice
—Solo vino a conocer a dónde trajiste a tu segunda esposa y creo que merezco saber quiénes eran ellos si saben que soy la esposa, sustituta pero esposa al fin —le digo y noto una sonrisa en su rostro.
No había notado que se le hacen hoyuelos cuando sonríe, como un pedazo de zanahoria. Siento su mirada sobre mí y nos miramos por segundos, pero desvío la mirada ya que me hace sentir nerviosa.
—Son personas que no aceptan que perdieron —me dice.
—Eso no dice mucho —le respondo.
—Pero sí todo lo que debes saber —me dice.
—Ni siquiera entendí —le digo y cuando corto más zanahoria me corto en mi dedo, haciéndome llevar a la boca el dedo.
—¿Por qué no tienes cuidado? —me regaña y sale, pero regresa rápido con una caja de primeros auxilios.
Me llama y camino hacia él. Me agacho quedando a su altura. La silla está alta y no es que tenga que agacharme mucho. Me pone alcohol y por último una curita.
Siento algo pasar por mis pies y me subo arriba de él como la otra vez.
—Lo siento —le digo intentando bajarme, pero él no me lo permite y solo hace que mi pulso se me dispare, más cuando me dice.
___ ¿por qué tenías que ser tu?
No sé que quiere decir eso ni por qué me lo dice pero por primera vez veo su rostro relajado podría decir que me ve diferente.
Estoy segura que esa ex esposa de Leonardo tiene mucho que ver en todo lo que pasó y esto pinta que no era fiel a su esposo
Gracias autora esto está genial 👏👏👏👏