Tres de diciembre:

Eran las seis de la tarde y Tristán se encontraba con Danielle, estaban viendo una película poco interesante mientras comían un poco chucherías.

Danielle era la hermana de la persona que amo Tristán, ambos tenían ciertas similitudes como en sus ojos, aunque Danielle era rubia y esa persona tenía el cabello negro, Danielle era de piel pálida y la piel de esa persona era morena. Habían bastantes diferencias notorias pero los pequeños detalles lo hundian en un mar de recuerdos y eso le llegaba a afectar.

— Voy a viajar mañana— le dice Danielle a Tristan— Y no volveré hasta febrero, me diagnosticaron leucemia.

— Entiendo— logra decir Tristán mientras toma las manos de Danielle y las acaricia— Cuídate.

Danielle había sido lo más cerca a estar en casa para Tristán, era su única compañía y esta noticia definitivamente lo había tomado por sorpresa, es tan triste y no sabía exactamente como sentirse.

Tristán siente que si pierde a Danielle, está perdiendo gran parte de esa persona que amo y no quiere, porque si lo pierde no sabe cómo vivirá más tarde ya que Danielle es su apoyo emocional. Abraza a Danielle y duerme a su lado.

Sueña que vuelve a casa, que su madre lo recibe con los brazos abiertos y que tiene su comida favorita en el comedor, puede ver a su hermana menor feliz de verlo y siente una increíble paz en su adolorido corazón. Luego ve a su hermano, un adolescente de diecisiete años con su habitual sonrisa cálida que bromea con el bajito que es Tristán

Es la primera vez que sueña algo tan bonito Tristán desde hace años, siempre el mismo sueño persistia, una horrible pesadilla en la que está desnudo lleno de arañas por todo su cuerpo y viendo a todos aquellos a los que amo burlándose de él.

Era una pesadilla que siempre aumentaba su ansiedad e inseguridades pero habían veces en las que no la tenía y era porque no soñaba, entonces empezó a creer que era una persona sin sueños, solo viviendo por inercia y esperando la muerte; pero todo eso lo olvidaba una vez que Danielle le recordaba lo mucho que valía y su gran talento, entonces volvía a sentir que si quería vivir un poco más y eso lo hacía sentir muy bien.

Era muy confuso para el este extraño sentimiento de que se combinan con sus pocas ganas de vivir, lo hacía sentir confundido y enojado, como si todo fuera un fracaso pero al segundo todo tuviera solución. Era como estar ahogándose pero a la vez ser una persona feliz y con sueños, soñaba pero no lo hacía, se ahogaba pero podía respirar, moría pero tenía perfecta salud. Era como tener una bala en su cuerpo que no podía sacar pero quería hacerlo, era doloroso y molestó, se sentía como un desperdicio ante todo, como si todo lo que tocará muriera o se marchitase en sus delgados dedos. Era como la muerte misma y eso lo atormentaba muchísimo, lo mataba lentamente.

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