Capitulo 4. Dolor.

Narra Fernando...

Las imágenes en mis recuerdos nunca antes habían sido tan claras como ahora. Es como estar viendo mi vida como un espectador pero cada vivencia recordada altera mi cuerpo y aparece ese indescriptible dolor que contrae cada fibra de mi ser.

Durante las vacaciones escolares, fue un poco más difícil ver a mi pequeña amiga. Mi Zuly.

Hoy como cada tarde pasaba cerca de su casa para ver cómo le iba. Realmente sus días podían ser tan malos!. Sobre todo después de la llegada de ese infeliz que tenía como primo. - Darwin!! Ve a comprar en la tienda unos tomates para que Zulay haga la merienda!! En la mesa está el dinero! - le gritó la madre de mi amiga, mientras salia a su trabajo o al menos eso pensé yo. - Ya tía, ahorita voy! - Respondió ese tipo.

El primo de Zuly había llegado desde otra ciudad, no recordaba el nombre y lo poco que mi amiga me pudo contar es que su nombre era Darwin Méndez, tenía 14 años, era el hijo de la hermana fallecida de su madre y el padre de éste se había vuelto a casar y su madrastra aparentemente no lo quería cerca, por tal razón, había ido a vivir con la familia de Zuly.

El primer día que llegó, Zuly se mostró muy contenta y emocionada, me contó como secreto que a ella nunca le había gustado ser la hija mayor, que siempre había soñado con tener un hermano mayor a ella para que la cuidara. Por esa razón, la llegada de su primo la llenaba de ilusión y lo quería tanto que le llamaba hermano. Por otro lado, desde el momento en que yo lo ví, me dió mala espina. Debo admitir que un principio me sentí celoso de que la atención y el cariño de mi amiga, ahora este dirigido a otro chico, aunque éste sea su primo, pero luego de algunos días, ví en su mirada un parecido extraño a la mirada en mi padre y hermano mayor.

Su comportamiento a los pocos días lo delató. Le gustaba molestar a Zuly con apodos y se reía de ella cada vez que podía, sobre todo cuando ella lo llamaba hermano. - Yo no soy hermano de babosas! - le decía riéndose en su cara. Me llenaba de ira pensar que este sujeto que tiene el privilegio de vivir en su casa, la trate de esa manera!.

Una vez más, ví la sombra de tristeza en la mirada de mi amiga.

Unos días después, Zuly me dijo que sólo podríamos vernos a escondidas por ratitos para jugar cuando su primo salga con sus amigos o cuando esté durmiendo, porque le había contado a su madre que yo iba a verla cada día para jugar y como siempre, su madre le prohibió verme dándole una paliza como advertencia. - Realmente tu madre es muy mala, tanto como mi padre! - le dije cerrando los puños y apretando los dientes de la rabia.

- No es eso, mi mamá es buena, solo que pasa muy cansada por tanto trabajo y eso la pone de mal humor. Si ella no tuviera que trabajar no pasaría muy enojada, pero en cambio, no tendríamos que comer. - Dijo Zuly bajando la mirada. Mi amiga podía ser tan inocente!.

- Y tu padre? Por qué razón no viene y te defiende de todo ésto? - pregunté angustiado.

- Ya te dije que mi papi viene cada vez, y cuando el viene todo es lindo. Porque mi mami es más feliz y no se enoja conmigo. Además cuando se enoja, mi papi me defiende y no deja que me pegue. Solo a veces cuando me portó muy mal y también lo hago enojar a él, pero eso es casi nunca. - me dijo sonriendo, cómo si de un lindo recuerdo se tratara. Zuly extrañaba a su padre, pero a mí corta edad, no podía entender que cosas pueden obligar a los adultos a irse lejos de los seres que aman y dejarlos desprotegidos?.

Tuve que despedirme muy pronto y escabullirme entre los arbustos para que su primo no me vea y vaya de chismoso con su tía. Eran tal para cuál, tía y sobrino cortados con la misma tijera.

En mi casa, las cosas seguían igual de mal. Mi hermano se había "independizado", ya no vivía con nosotros, pero supe que vivía en la calle con malas amistades. La verdad, nunca me importó cómo le iba en su nuevo estilo de vida. El viejo por otra parte, cada vez buscaba provocarme para iniciar una pelea conmigo dónde sólo el podía ganar. Claro que ganaría, yo aún iba a cumplir 11 años y mi cuerpo y fuerza jamás igualarían a las de él. Lograba evadir al viejo en muchas ocasiones hasta huir de su presencia, en otras me tomaba desprevenido propinándome unas patadas o golpes en la cara, atacando por la espalda. Realmente nos odiaba tanto?.

Mi madre por otro lado, se veía más pálida cada día, y su barriga empezó a crecer. Casi no hablaba y lo poco que decía era para avisarnos si la comida estaba lista o para pedir dinero para el gasto.

Yo había empezado a trabajar como lustra botas, con lo cual ahora podía llevar dinero a la casa para que mi madre ya no trabaje lavando ropa de otros. Aún así, no era suficiente porque el viejo le quitaba lo poco que yo le daba para gastar en alcohol.

- Cuándo vas a tener el valor de dejar a ese viejo y largarnos de aquí! - le dije con resentimiento al ver su falta de voluntad para buscar una vida mejor.

Ella solo me miró y se levantó tocando su barriga que aparentemente llevaba un hermano o hermana para mí. Ahora que pasaría?, nacería un niño más en este mundo miserable!?, Vendría sin saber lo que le tocaba sufrir!. Lo único de lo que estaba más que seguro, es que yo no me comportaría con él como lo hizo mi hermano mayor conmigo. Al menos yo, me esforzaría por protegerlo.

Aunque, qué tanto podía hacer si solo tenía 11 mugrosos años!.

La impotencia me ganaba y amenazaba con hacerme llorar. Me quedé despierto varias noches pensando en un plan para poder proteger a mi madre, al bebé y a mí amiga Zuly. Hay! Zuly, qué podía hacer por ella?. Por más que lo pensaba no hallaba soluciones, solo preguntas sin respuestas. No podría expresar en palabras cuánto odiaba ser un niño, deseaba tanto ser ya un joven porque creía que así, sería más fácil solucionar los problemas.

Cansado de tanto pensar me rondaba una pregunta en la cabeza - Alguna vez has pensado en huir de todo? Salir de tu casa caminando por la calle y escapar sin saber a dónde ir pero con la seguridad de que vas a estar mejor? - Zuly me había hecho hoy esa pregunta mientras la veía a escondidas para regalarle un brazalete de fantasía que me había encontrado en el parque mientras lustraba zapatos. - Huir? Claro que sí! Me encantaría irme de este lugar con mi madre! Pero... No quiero irme sin tí - le dije con miedo de que piense que soy un tonto.

- No te vayas sin mi por favor! - me dijo con lágrimas en los ojos. Yo quiero irme, de verdad lo he pensado, aunque tengo miedo de que la gente allá afuera sea muy mala, no me importaría irme. Pero no puedo dejar a mi hermanita en este lugar y... Tampoco puedo llevarla, soy muy pequeña para protegerla - dijo mientras se limpiaba las lágrimas. Era normal que una niña de casi ocho años pensara mejor que mi madre que es una adulta?. O al menos lo hacía para mí.

- No me iré sin tí - le dije - pero si por alguna razón me voy, sin querer, regresaría por tí.

Una tarde regresaba a casa después de trabajar y me encontré con mucha gente reunida fuera de ella. Me acerqué corriendo para ver qué pasó? Y un vecino me detuvo para que no entre. La ambulancia llegó y también la policía. Yo no sabía que pasaba. Al fin logré liberarme de las manos de aquel adulto y me escabullí logrando entrar para encontrarme con la imagen de mi madre en el piso, a su alrededor había mucha sangre, su cara estaba llena de ella. Alguien cubrió todo su cuerpo con una sábana mientras decían que ni ella ni el bebé habían sobrevivido.

Cerré mis puños fuertemente mientras sentía mis mejillas calientes por las lágrimas. El maldito viejo al final acabó con su vida!. Mi cuerpo temblaba lleno de odio hacia este ser tan despreciable. Pero de pronto ví que la policía tenía sometido al culpable, al parecer los vecinos lo habían detenido antes de que escapara. Mientras lo llevaban al patrullero ví el rostro de mi hermano. Fué él... cómo deseaba ser grande para partirle la cara mientras apretaba de su cuello hasta que deje de respirar!.

No sé cuantos días pasaron mientras duró el velorio que parecía eterno. Los vecinos y unos familiares que casi no conocía llegaron e hicieron todo. Era el último día ya que mañana se haría la misa y llevaríamos el cuerpo de mi madre al cementerio.

Zuly apareció a mi lado mientras veía el cuerpo de mi madre por última vez, trajo en sus manos unas flores de las que crecían cerca de la quebrada dónde nos conocimos.

- Lo siento mucho - dijo mirándome con pena. Yo no sé cómo estaba mi rostro en ese momento.

- Gracias por venir - le dije esforzándome para que no se me quiebre la voz sin conseguirlo.

- Puedo darte un abrazo? Me dijo abriendo sus brazos de par en par. Yo me acerqué más a ella y sus pequeños brazos me envolvieron haciendo que llore como nunca un varón debía llorar, o al menos eso me enseñó la gente grande hasta ese momento. Pero lloré como un niño, un niño que había perdido a su madre y su hermano bebé antes de conocerlo. Un niño que se quedaba huérfano sin esperanza de ser amado por nadie más que por está niña que me estaba abrazando en este momento.

La abracé tan fuerte mientras lloraba que en un momento tuve miedo de hacerle daño, pero al alejarme, solo ví en su rostro lágrimas que salían de sus dulces ojos mientras intentaba con sus manitos limpiar el mío.

- Cómo pudiste venir? Le pregunté viendo que venía sola.

- No te preocupes, me salí de la casa mientras mi primo se fué a jugar fútbol - dijo regalándome una sonrisa. - Pero no voy a poder acompañarte al cementerio - Su rostro otra vez estaba triste. Yo no debía permitirlo, ella no debía estar así y menos por mi culpa.

- No tienes que venir al cementerio, si yo fuera tú, ni loco iría - le dije sonriendo.

Ella sonrió de vuelta - Tengo que irme, pero quería darte ésto - me dijo mientras ponía en mi mano una cadena plateada con un colgante en forma de la inicial "Z". - No es la marca del "Zorro", es la inicial de mi nombre - me dijo sonando divertida. Mis ojos no podían dejar de llorar y solo pude darle otro abrazo y decirle - Gracias!.

- Tu puedes salir de esto, lo vas a superar, sólo tienes que ser fuerte! Me dijo una vez mas, cómo aquella vez que limpiaba mis heridas con el agua de la quebrada.

El cuerpo de mi madre ya se encontraba descansando en paz, eso decía toda la gente después de su entierro. Mi padre solo había aparecido aquel día para asegurarse de que mi madre haya sido enterrada y luego se fué a seguir en lo suyo. Cada vez llegaba más borracho a la casa, yo por mi parte pasaba el menor tiempo posible en ese lugar para no recordar mucho a mi madre. Cada vez que el dolor en mi pecho parecía insoportable, acariciaba el colgante que me regaló mi amiga, era lo único que me consolaba. Yo había visto de estás antes, era de esas joyas de fantasía que vendían los ambulantes fuera de la escuela o en el parque, de esas que daban de regalo sorpresa si jugabas a lanzar la moneda en un círculo. Aún así, para mí, esa era la joya que atesoraría toda mi vida.

Pasaron algunos días, y decidí pasar por la casa de mi amiga, pero para mí sorpresa no había nadie. Era raro porque la puerta estaba sin seguro, me asomé mas para asegurarme, pero no había nadie. Sentí tristeza, como un vacío en el estómago, algo que me inquietaba.

Caminé pensando en ella y fuí hacia la quebrada que no se encontraba muy lejos y la ví de espaldas. Era ella estaba seguro, es su ropa, es su cabello, a su lado está su hermanita que parece que llora y ella la está consolando. Empecé a correr en su dirección con la alegría de verla - Zuly! - la llamé, ella volteó su cabeza mirando a mi dirección, su mirada hizo que la alegría que sentí al verla se esfumara. Mis pasos se hicieron progresivamente lentos mientras seguía avanzando en su dirección, pero ella no sonrió al verme. Su cara estaba llena de lágrimas, pero no expresaba tristeza, tampoco dolor, era una mirada vacía, esa expresión hacia que se viera algo aterradora.

Ella caminó hacia el arroyo de la quebrada, mientras lo hacía, ví que había sangre entre sus piernas. Se metió al agua y empezó a lavarse. - Que te pasó? - le pregunté cuando llegué dónde estaban. - Nada!, me caí en la carretera y me lastimé! - Dijo y no encontré ningún sentimiento conocido en su cara.

- El primo Darwin la lastimó! - Dijo su hermanita. Yo sentí que mi cuerpo se volvía de piedra, tan pesado que no podía mover un dedo. Cómo lo hizo! Cómo fue capaz de lastimarla! ¡Qué fue lo que le hizo! Porque?. Ella salió del agua - Ya te acabe de decir que yo me caí y me lastimé! Eso es lo que debes de decir! Nada me pasó a mi y no permitiré que nada te pasé a tí, entendiste? - le dijo mirando a la pequeña. Ella asintió con su cabeza. - Vamos a la casa - volvió a decir pero su cara parecía estar congelada igual que la mía.

- Zuly, yo... Cómo te puedo ayudar? - le pregunté. Ella me dió una mirada fría.

- No hay nada que puedas hacer para ayudarme. Nadie puede ayudarme. Olvida todo. Eso es lo que hago yo. - me dijo mientras se alejaba caminando.

Cómo podía estar pasando todo esto?. Porqué nosotros?. Porqué ella?. Lo único que ella hizo fue ser una niña dulce y buena, cómo es que alguien puede ser tan malvado como para quitarle su luz?...

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