Roseanne apretó a Elodie contra su pecho, su mirada clavada en la dirección donde Aldric había desaparecido. La tristeza crecía en sus ojos, una mezcla de preocupación y dolor que parecía pesar sobre su alma. Cada paso de su hijo alejándose resonaba en su corazón, dejando un vacío difícil de llenar.
En ese momento, Elodie alzó la cabeza y, con voz temblorosa pero decidida, susurró:
Elodie Larsson - O.D
— Madre, no estás sola. Tenemos que ser fuertes, por Aldric… y por nosotras. ─ susurró, mirando a su madre con una leve sonrisa.
Roseanne inhaló profundamente, dejando que las palabras de su hija se filtraran en su espíritu agotado. A pesar del miedo y la incertidumbre, supo que juntas encontrarían la fuerza para enfrentarlo todo, sin importar cuán oscuro se volviera el camino. Porque el vínculo que las unía era más fuerte que cualquier tormenta.
Roseanne Byström - A.P
— Tienes razón, mi vida. Juntas enfrentaremos lo que venga, por Aldric y por nuestro futuro. — Suspiró, apretando su mano con ternura, dejando que la esperanza se asomara entre las sombras.
William Larsson - D.D
─ Mañana iremos con Aldric a la ceremonia; hoy solo fue a rendir homenaje a la familia Riven-Laurent. ─ mencionó con voz firmé pero ligeramente tensa.
Roseanne Byström - A.P
─ Entiendo… — respondió Roseanne, apretando los labios con suavidad. — Es un paso importante para él, y para todos nosotros. Solo espero que encuentre algo de paz en todo esto. ─
William Larsson - D.D
─ Así lo espero... — dijo con un suspiro contenido. — Estos momentos son difíciles, pero juntos lograremos salir adelante. No podemos permitir que el dolor nos destruya. ─
Roseanne Byström - A.P
─ Tienes razón, cariño. — asintió, con una mezcla de determinación y fragilidad en la mirada. — Por Aldric, y por nosotras, debemos ser fuertes. No estamos solos en esto. ─
La determinación de Roseanne se reflejaba en su mirada mientras dirigía una leve sonrisa a su esposo; su rostro mostraba serenidad, aunque sus ojos delataban una preocupación latente.
William Larsson - D.D
─ Vamos adentro, cariño. Debes descansar — dijo, acariciando suavemente la mejilla izquierda de su esposa. — Y tú también, Elodie. ─
Elodie asintió con un leve gesto y fue la primera en cruzar el umbral, dejando que sus padres la siguieran con pasos pausados y cargados de silencio. Roseanne se dirigió sin palabras hacia su habitación, un refugio que en ese momento le parecía más una prisión. Intentaba conciliar el sueño, anhelando ese breve descanso que tanto necesitaba, pero la ansiedad y la preocupación se aferraban a su mente como sombras persistentes, impidiéndole encontrar la calma.
Mientras tanto, William, incapaz de permanecer encerrado entre paredes que parecían cerrarse a su alrededor, salió al jardín del palacio. Allí, el aire fresco de la tarde chocó contra su rostro y le permitió tomar una bocanada profunda, intentando calmar el torbellino de pensamientos que lo invadía. Levantó la vista hacia el cielo, donde los últimos rayos de sol se filtraban entre los grandes pilares del palacio, proyectando luces y sombras que danzaban sobre el suelo. Aquella escena de belleza casi irreal contrastaba con el peso que sentía en el pecho, una mezcla de frustración, miedo y esperanza que lo mantenía firme, aguardando lo que estaba por venir.
William permaneció en el jardín, sus manos apretadas en puños mientras observaba cómo la luz se desvanecía lentamente tras los pilares. El aire frío le calaba los huesos, pero no se movió. En su interior, una mezcla de determinación y miedo luchaba por encontrar su lugar, mientras esperaba en silencio, preparado para enfrentar lo que viniera.
William Larsson - D.D
─ Aldric, hijo… perdóname — susurró con voz quebrada, el peso del arrepentimiento reflejado en sus ojos.
Mientras tanto, en la recámara de Roseanne, ella permanecía mirando fijamente por la ventana, con lágrimas que rodaban silenciosas por sus mejillas.
Roseanne Byström - A.P
─ Mi Aldric… deseo que todo esto sea solo una pesadilla — susurró con voz quebrada.
De repente, el sonido de la puerta la sacó de su ensueño. Volteó, secándose las lágrimas con rapidez.
Roseanne Byström - A.P
— Pase — dijo con voz firme.
Una sirvienta entró con una carta en las manos, inclinándose respetuosamente. Roseanne la observó con curiosidad.
Roseanne Byström - A.P
— ¿Qué es esto? — preguntó.
Sirvienta - O.P
— Es una carta para usted Majestad, llegó hace un momento por mensajero. — respondió la sirvienta, inclinando ligeramente la cabeza con respeto.
Roseanne tomó la carta entre sus manos, notando que el sobre tenía un diseño elegante y minimalista. Estaba hecho de un papel grueso, color crema, y en la parte frontal se veía una delicada ilustración de una rosa roja con su tallo y espinas, símbolo que evocaba tanto belleza como peligro. No tenía sello ni remitente visible, lo que le daba un aire de misterio inquietante.
Al abrir la carta, Roseanne descubrió que el interior estaba en negro profundo, casi como si la hoja hubiera sido teñida de sombra, dejando un vacío que parecía absorber la luz. No había palabras escritas ni firma, solo ese espacio oscuro que parecía decir mucho más de lo que las palabras podrían expresar. La sensación que le causó fue de incertidumbre y un leve escalofrío recorrió su espalda.
Roseanne Byström - A.P
— ¿Quién podría enviarme algo así? — musitó, mientras sus ojos se posaban de nuevo en la imagen de la rosa, preguntándose qué mensaje ocultaba realmente aquella carta.
Sirvienta - O.P
— No lo sé, pero alguien quiere que descubras algo importante — respondió la sirvienta, inclinándose con respeto. ─ ¿Quiere que la ayudé a descifrar la carta? ─
Roseanne Byström - A.P
— Sí, por favor — dijo ella, tomando la carta con cuidado. — No puedo evitar sentir que esto cambiará todo. ─
La sirvienta, visiblemente confundida, pasó sus dedos con cuidado por el sobre, buscando algún indicio que revelara el origen de aquella misteriosa carta. Sus ojos se posaron en un fondo oscuro que parecía ocultar algo más allá del simple papel. Con delicadeza, retiró ese revestimiento y ante ellas apareció un mensaje escrito con tinta elegante y firme.
Roseanne tomó la carta entre sus manos con un ligero temblor, y comenzó a leer en voz baja, como si las palabras pudieran romper el silencio que la envolvía.
“Querida Roseanne,
Mi nombre es Eva Riven, madre del prometido de su maravilloso hijo. He recibido noticias que me han conmovido profundamente: me he enterado de que Aldric, en un acto de sacrificio sin igual, se entregó para proteger a su hermana menor. Ese gesto de valentía y amor no puede pasar desapercibido, y quiero que sepa que me siento honrada y orgullosa de que Aldric sea la pareja de mi hijo.
Las circunstancias nos han mantenido distantes hasta ahora, pero muy pronto nuestras vidas se entrelazarán de una manera que ninguno podrá evitar. De hecho, no puedo evitar decir que ese encuentro será mañana mismo.
Con respeto y esperanza,
Eva Riven.”
Roseanne bajó la carta lentamente, sintiendo cómo un torbellino de emociones la atravesaba: sorpresa, inquietud, y una leve esperanza que comenzaba a encenderse en su interior. La sirvienta, aún expectante, aguardaba a su lado en silencio, como si también comprendiera que aquello era solo el principio de algo mucho más grande.
Roseanne Byström - A.P
─ Eva Riven... — susurró, dejando que el nombre resonara en su mente mientras una mezcla de sorpresa y cautela la invadía.
¿Quién sería realmente esa mujer? ¿Qué intenciones tendría al anunciar su llegada tan pronto? Un nudo se formó en su garganta, y por un instante, todo a su alrededor pareció detenerse.
Sirvienta - O.P
─ Su Majestad, ¿la ceremonia será mañana? — preguntó la sirvienta con un tono respetuoso pero cargado de curiosidad, mirando a Roseanne con atención, esperando su respuesta.
Roseanne Byström - A.P
─ Así es — respondió Roseanne con voz firme, aunque en su interior una mezcla de nervios y dudas comenzaba a crecer. ─ Mañana todo cambiará para nosotros. ─
Y finalmente, la noche cayó sobre el Palacio Oriental, envolviéndolo en un silencio profundo y casi solemne. Roseanne permanecía despierta, mirando hacia la ventana, esperando que el amanecer llegara. No era por la ceremonia ni por el matrimonio de su hijo con alguien a quien apenas conocía, sino porque aquella carta había despertado en ella una curiosidad inquietante, un deseo urgente de descubrir qué secretos y verdades ocultaba aquel inesperado mensaje.
─ 𝗙𝗜𝗡 𝗗𝗘𝗟 𝗖𝗔𝗣𝗜́𝗧𝗨𝗟𝗢 ─
Gracias por leer.
Espero que esta pequeña historia haya sido de tu agrado.
Comments
Shinn Asuka
Dejaste mi mente llena de ideas sobre lo que sigue🤩😍🌟
2025-08-11
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