THE BLOOD OF SACRIFICE

THE BLOOD OF SACRIFICE

ᅠ ᅠᅠ鑟鑟𓃉 ᅠCHAPTER 01

La mañana despertaba serena en el Gran Palacio Oriental, donde las rosas no eran simples flores, sino la corona viva de sus gobernantes. Rojas como brasas, eran el sello de la pasión, el amor y el deseo que ardían en el alma de aquel reino. El canto de los pájaros danzaba en el aire, ligero y armonioso, como si las mismas paredes del palacio lo susurraran. En la cocina, el murmullo de las sirvientas se mezclaba con el aroma del pan recién horneado: unas amasaban el futuro banquete, otras corrían obedeciendo órdenes con la precisión de un latido. Pero la paz, frágil como cristal, se rompió en un instante. Una noticia descendió sobre el palacio como un relámpago que rasga el cielo. Los rumores brotaron en el pueblo y, como un río desbordado, crecieron hasta inundar cada rincón. —¿Cómo puede ser que la princesa, apenas una niña, se comprometa con el hijo del tirano del Reino Oeste? —susurraban las voces, cargadas de asombro y temor. Elodie, con apenas quince primaveras, era aún un capullo sin abrir. La noticia alcanzó los oídos de Aldric, príncipe heredero y hermano mayor, y su corazón ardió con una furia silenciosa. Sin atender a deberes ni protocolo, emprendió el camino hacia el palacio, decidido a enfrentar la verdad con la misma fuerza que se enfrenta a una tormenta.
Las puertas del salón retumbaron con un estrépito seco y contundente, un sonido que pareció sacudir los cimientos del Palacio. El eco se prolongó como un suspiro roto, resonando en los corredores hasta desvanecerse en un silencio expectante. Allí, en el umbral, se alzó la figura de Aldric. Su porte, erguido y firme, irradiaba una autoridad inquebrantable, pero lo que verdaderamente helaba la sangre eran sus ojos: dos brasas encendidas, donde la furia crecía como un incendio imposible de contener.
Aldric Larsson - D.P
Aldric Larsson - D.P
— ¡¿Dónde está mi padre?! — tronó su voz, profunda y cargada de un enojo que rasgaba el aire como el filo de una espada.
El silencio que siguió fue denso, sofocante, casi tangible. Ninguno de los presentes se atrevió a levantar la vista. El peso de su presencia parecía aplastarlos, forzando sus cuerpos a encorvarse, a reducirse, como si así pudieran pasar desapercibidos. Las manos se tensaron, los rostros se inclinaron hacia el suelo, y en cada uno de ellos se mezclaban el miedo, el asombro y la incredulidad. ¿Estaban viendo bien? ¿Ese era el joven príncipe al que conocían? El heredero que siempre había mostrado un rostro sereno, una sonrisa cordial y un trato atento incluso con el más humilde de los criados. No. Ese muchacho había desaparecido. Ante ellos se erguía ahora un hombre transformado por la ira, una fuerza imparable que ardía como una hoguera alimentada por la indignación. Un alma que, por proteger lo que amaba, podía convertirse en tormenta y arrasar con todo a su paso. El aire en el salón era denso, cargado de tensión. Cada segundo que pasaba sin respuesta solo avivaba las llamas que ardían en su interior. Y aunque nadie se movió, todos sabían que algo estaba a punto de romperse.
Sirvienta - O.P
Sirvienta - O.P
—Joven aldric, su padre está en su despacho junto a su madre... —susurró, con la voz temblorosa por el miedo.
Aldric Larsson - D.P
Aldric Larsson - D.P
— ¿En el despacho? Supuse que mi madre estaría al tanto de esta estupidez — dijo con voz baja, firme pero calmada.
Sirvienta - O.P
Sirvienta - O.P
— Joven Aldric… por favor, cálmese… está asustando a los demás sirvientes — dijo en voz baja, bajando la cabeza.
Aldric Larsson - D.P
Aldric Larsson - D.P
— No me importa el miedo de ellos — respondió seco, sin levantar la mirada. ─
El silencio volvió a apoderarse del lugar tras aquellas palabras. —No me importa el miedo de ellos —fueron secas, duras y crueles. La sirvienta decidió mantenerse en silencio, consciente de que cualquier comentario podría hacerlo estallar aún más. En ese instante, Leonard apareció. Era el hermano del medio de Aldric y, con expresión seria, se dirigió a él:
Leonard Larsson - D.P
Leonard Larsson - D.P
— Deberías mostrar respeto. Eres el heredero, no un mocoso mimado — exclamó, fijando la mirada en su hermano.
Aldric Larsson - D.P
Aldric Larsson - D.P
— No necesito que me recuerdes quién soy — respondió con frialdad, sin apartar la mirada.
Leonard Larsson - D.P
Leonard Larsson - D.P
— Entonces actúa como tal — replicó Leonard con voz firme, sin dejarse intimidar.
Aldric Larsson - D.P
Aldric Larsson - D.P
— ¿Y qué sabes tú de lo que significa ser heredero? — respondió Aldric con un tono desafiante, esbozando una leve sonrisa amarga.
Leonard Larsson - D.P
Leonard Larsson - D.P
— Sé más que tú, que solo sabes esconderte detrás de tu orgullo — dijo, clavando sus ojos en los de Aldric con determinación.
Aldric Larsson - D.P
Aldric Larsson - D.P
— Quizá, pero al menos yo no temo mostrar quién soy — replicó con dureza, manteniendo la mirada firme.
Leonard Larsson - D.P
Leonard Larsson - D.P
— Mostrarte no basta si solo ocultas lo que realmente sientes — respondió, con voz baja pero intensa.
Aldric Larsson - D.P
Aldric Larsson - D.P
— Mis sentimientos no son un espectáculo para que los juzgues — dijo Aldric, apretando los puños con tensión visible.
Leonard Larsson - D.P
Leonard Larsson - D.P
— No busco juzgar, sino que entiendas que esconderlos solo te debilita — replicó Leonard, acercándose un paso, serio y firme.
Aldric Larsson - D.P
Aldric Larsson - D.P
— Deja de decir tonterías. ¿Acaso no te preocupa? Nuestros padres van a comprometer a Elodie — exclamó, frustrado.
Leonard Larsson - D.P
Leonard Larsson - D.P
— Sí, lo sé, y también me preocupa... pero nuestros padres ya tomaron una decisión — dijo con un suspiro contenido.
Aldric Larsson - D.P
Aldric Larsson - D.P
— Entonces más razón para luchar, no para rendirse — respondió con firmeza, mirando directo a los ojos. ─ Necesito hablar con nuestros padres en este momento. ─
Leonard Larsson - D.P
Leonard Larsson - D.P
— Haz lo que quieras, solo espero que puedas hacer algo al respecto — dijo, con la voz cargada de preocupación.
Aldric Larsson - D.P
Aldric Larsson - D.P
— Haré todo lo que esté en mi poder — respondió Aldric, con una determinación que ardía en sus ojos.
Sin decir una palabra más, se dio la vuelta con pasos firmes y decididos, dirigiéndose al despacho de su padre. Su mente estaba llena de pensamientos confusos, mientras su rostro mantenía una expresión seria.
─ 𝗙𝗜𝗡 𝗗𝗘𝗟 𝗖𝗔𝗣𝗜́𝗧𝗨𝗟𝗢 ─ Gracias por leer. Espero que esta pequeña historia haya sido de tu agrado.

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