La naturaleza humana tiene la capacidad de llevarte por caminos pedregosos y oscuros, o por caminos de luz y esperanza. Maciel tenía que aprender a resurgir de esas cenizas y volver a florecer, pero su inseguridad de saber que camino escoger aún le resultaba algo loco, cuando hace días atrás tenía toda su vida resuelta.
Decidió ninguna lágrima más derramar por el hombre que la había traicionado de la manera más vil y cobarde que se podría actuar. Con exactitud sabía cuál era su nuevo destinó. Se aferró a sus cosas más importantes de su casa, llegó el momento de empacar y mudarse a su nuevo hogar, lejos de su hijo, de su esposo a un lugar extraño.
—¿Mamá?— Ezequiel llamo a su madre, al ver que estaba muy distraída cerrando algunas cajas.
—¿Qué pasó amor?— fue su repuesta al voltear para ver a su hijo.
—Ya tengo todas mis cosas listas. Pero no sé que hacer con todos los libros que no utilizó.
—Mañana pasaré por la biblioteca de la facultad y los dejaré ahí.
—Bueno mamá. ¡Veo que no te estás llevando muchas cosas!— comentó mirando la habitación de un rincón a otro.
—Nada de lo que hay aquí me pertenece, solo los documentos personales y una y otra cosa.
—¿Con quién te quedarás mamá?
—Con un amigo.
—Pensé que irías con la Tía Vivi.
—Tu tía Vivi es la hermana de tu papá y nunca me quiso, ahora entiendo por qué también no le caía.
—¿Podre visitarte?
—No sé eso aun amor, pero yo estaré pendiente de vos, no te preocupes.
El nuevo mapa de su recorrido no estaba cerca, ni tampoco tan lejos, lo que tenía que hacer era explorarlo.
El camión de mudanzas bocinaba en la calle, Ezequiel y su madre cargaron las cajas, era un día hermoso y soleado, ella levantó la vista para ver el cielo celeste, ahora entendía porque era el color favorito de Diego.
El camión paró primero en el departamento de Ezequiel, en la avenida Corrientes. Su padre después de todo le consiguió un buen lugar, no con todos los lujos que estaba acostumbrado, pero en estas circunstancias no podia pedir mas. Henry nunca quiso tener un hijo con Maciel, pero en un descuido le tocó ser padre. Los primeros meses de embarazo le resultaba un espantó, pero una vez que nació Ezequiel, sintió un amor inexplicable, le gustaba la idea de ser padre y se entregó por completo a su hijo.
Maciel abrazo a su hijo muy fuerte para despedirse. —Ordena tus cosas mi amor, cuando recupere lo que es nuestro, te daré mucho más que esto mi vida— dijo algo triste.
—Será difícil estar sin ti mamá—respondió entristecido por el momento.
—Pórtate bien, si necesitas algo llámame.
—De acuerdo.
Maciel se subió a su coche y arrancó hacia la dirección que Diego le había indicado. Pero antes decidió hacer una parada. Fue al edificio dónde por muchos años había trabajado. Tenía que abrir su caja fuerte, antes de que Henry se adueñara de los documentos de su patente.
Cuando estaba por entrar a su oficina, alguien la tomo del pelo y la estiró, para impedir que entrara—¡No tienes nada que hacer aquí!— una voz chillante le gritó.
—¡Suéltame Mariana!— respondió Maciel al reconocer la voz de la secretaria de Henry.
—Por fin Henry será solo mío.
—Creí que eras más inteligente que yo, pero sos más pelotuda que él— dijo Maciel haciendo que Mariana le suelte el cabello.
Maciel se arreglaba el cabello mientras miraba con mucha tranquilidad a Mariana. A diferencia que Mariana que llevaba un demonio en su miraba, y ese demonio desató una gran irá, abofeteó a Maciel. De la nada apareció Henry.—¡Es suficiente!— gritó a su secretaria.
—Todo tiene un precio, y ustedes lo van a pagar— dijo Maciel entrando en su oficina, para tomar lo que aún era suyo. Guardo un par de folios con documentos muy importantes en su bolso.
—¿Cómo está, Ezequiel?— preguntó Henry antes de que Maciel salga de su propia empresa.
—Con toda la plata que me robaste, pensé que le comprarías un mejor departamento.
—Tiene que aprender a ganárselo.
—¿Por qué tiene que ganárselo si todo es de él?. ¡Ah!, me olvidé que ahora es tuyo.
—Maciel, deja de lado tu sarcasmo. Aún te necesito en la empresa, podemos negociar— dijo parándose frente a ella para rociar su mano con la suya—Nadie podrá tocarte como lo hago yo— continuó.
Maciel dio un paso atrás— nunca más te daré el privilegio de tocarme Henry. Si en algún momento te amé, hoy muere ese amor. Y si piensas que nadie me tocará más, estás muy equivocado. Trabaje con miles de hombres, bien sabes que siempre pase más horas con ellos, que con vos. Acaso no te imaginas todas las propuestas que me ofrecieron, ya sea por interés o por placer, pero siempre te fui fiel, pero ahora eso terminó.
—¡Qué carajos estás diciendo!
—Sí... lo que escuchaste, mi hijo ahora es mayor y mi esposo me dejo, ahora voy a comerme el mundo. ¡Ya lo verás!— Maciel le regalo una última sonrisa sarcástica antes de salir.
Henry quedó atontado con esa confesión, nunca la amo, pero sentía cariño, después de todo, parte de su vida la compartió con ella. Le costaba admitir que la iba a extrañar, ya que los últimos días sintió una vacío incómodo.
—¿Estás bien amor?— preguntó Mariana a Henry, al verlo tan pensativo.
—No tenías derecho de tocar a Maciel, ¡no te das cuenta de que aún la necesitamos!— le respondió frustrado.
—Ya tenemos lo más importante, ahora déjame a mis hacer las cosas.
—No estás capacitada para eso Mariana, ya lo hablamos.
—¡Ni pienses que seguiré siendo tu secretaria!— muy enojada se fue Mariana, tirando la puerta.
Henry la miró, pero no le importo, se puso a pensar a donde se iría a vivir su esposa y con quien, después de sus últimas palabras.
Sintió mucha curiosidad de saber quiénes fueron los que le propusieron cosas, que él jamás se había imaginado, recordó algunos rostros y sintió celos, golpeó la mesa tan solo imaginarlo.
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Comments
Nancy Parraga
Pero te llegará la hora de pagar par de mal nacido
2025-04-25
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Nancy Parraga
Maldita putizorra yo la medio mato por atrevida
2025-04-25
1
Carolina Acosta
con tremenda joya te estás quedando
2025-04-25
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