Cielo

Las palabras de su esposo eran duras eh hirientes para Maciel, contenía sus lágrimas para no mostrarle debilidad. Necesitaba llorar y descargar todo lo que sentía, pero no era el momento.

—Siempre fuiste un incompetente Henry, aun así te abrí mi corazón, y te amé, si robarme te hace feliz, perfecto, quédate con todo, lo único que te voy a pedir es que no te metas con el dinero que aparte para Ezequiel— dijo Maciel con mucha determinación.

—No te preocupes, Ezequiel terminará sus estudios como corresponde. Le buscaré un departamento para que se mude a vivir solo, y te aconsejo que busques un lugar para irte, porque esta casa la vendí.

—¿Siempre fue tu plan dejarme en la calle?

—Siempre. Me llevo tiempo ganarme tu confianza. Aborrecía dormir a tu lado cada noche, para qué lograrás sentirte amada y deseada.

—¡Basta!— Maciel levanto la voz—conseguiste lo que querías, ahora lárgate Henry.

—¡No!— grito Henry—aún no escuchaste lo más importante, tuve muchas amantes, si no fuera por ellas, jamás me hubiese acostado con vos y hubiésemos tenido un hijo.

Una furia incesante recorrió por sus venas, los músculos de su cuerpo detonaron, tomando con firmeza una esfera de bronce de la mesita— ¡Si no te vas ahora Henry, te juro que te voy a matar!— gritó tirando el objeto a Henry.

El objeto bolo por los aires golpeando la pared, Henry se agachó para evitar el golpe. Jamás había visto a Maciel tan enojada, para evitar cualquier otro desastre salió de la casa.

Maciel se tiró al suelo y empezó a descargar todo ese dolor que no la dejaba respirar bien, se abrió un poco la camisa para recuperar el aire, pero era difícil. Se puso a llorar, sus lágrimas recorrían por sus bellas arrugas. Siempre pensó que lo tenía todo, pero todo eso ahora solo quedaba en su memoria con malos recuerdos.

Ezequiel vio a su madre muy desarmada y corrió hacia ella para contenerla. Maciel abrazo a su hijo muy fuerte y lloró aún más.

—¡Tranquila mamá!— Ezequiel susurro en sus oídos.

—Está es última vez que me verás llorar en esta casa mi amor— dijo apartando su cuerpo de su hijo— De ahora en adelante nuestras vidas van a cambiar. Tu padre me dejó en la calle.

—¿Qué estás diciendo mamá?

—Tu padre vendió la casa, se quedó con toda la empresa, prácticamente me robo todo.

—Es un maldito.

—No quiero ponerte en contra de él, pero no te preocupes lo vamos a solucionar, lo único que te voy a pedir es que termines tus estudios, lo resto déjame a mí.

—¡Mamá¡, no puedes pedirme que no haga nada. No puedo estar de acuerdo con eso.

—Dejaste de ser un niño hace mucho tiempo ya, es hora de que sigas con tu vida, con tus sueños, con tus proyectos, y yo voy a apoyarte en todo, pero no a causa de mis problemas voy a detenerte. Tu papá te va a conseguir un departamento, te vas a mudar ahí, yo de vez en cuando iré a verte.

—¿Por qué no vienes conmigo?. Podemos vivir los dos y salir adelante.

—Ya tengo otros planes para mí. Llegó en momento que aprendas a vivir solo Ezequiel. A afrontar tus propios problemas. Yo por atrás te guiaré y cuidaré, pero ya no a tu lado— Maciel tomo las manos de su hijo y lo miro con mucho amor.

Diego esperaba con mucho entusiasmo la visita de Maciel, toda la noche se la paso pensando en ella. Suspiro al ver que entraba a la habitación, pero su ánimo bajo, al notar sus ojos tristes y apagados.

—¿Cómo estás? — Maciel preguntó dando unos pasos para estar más cerca de Diego.

—Feliz porque volviste, y triste porque puedo notar que no estás bien.

Ella no dijo nada, simplemente plazmo una sonrisa en su rostro.

Diego la tomó de la mano y sintió el aliento de Maciel.

—¿Tomaste alcohol?— él preguntó aún más preocupado.

—Si, un poco.

—¿Por qué?, no crees que es muy temprano.

—Necesitaba liberar un poco la tensión.

—¿Pensaste en mi propuesta?

—Sí.

—¿Aceptarías mudarte a vivir conmigo?

No le quedaba de otra que aceptar, su hogar donde había vivido momentos felices, dejó de ser su hogar, para convertirse en una casa extraña, con malos y buenos recuerdos.

Todo lo resultaba repentino, no entendía por qué la vida le había jugado una mala jugada. Aún tenía ganas de llorar y despertar de toda esa pesadilla. Pero por más que intentará despertar, despertaría a la misma realidad, porque todo era real.

—Mi esposo me echo de la casa, y no tengo prácticamente donde ir, así que acepto vivir contigo por un tiempo.— se manifestó Maciel, después de pensar un poco.

—Espero que durante ese tiempo logre que te quedes más tiempo de lo esperando— dijo Diego sonriendo.

—No sé si eres un hombre bueno o malo, el tiempo me lo dirá, de todos modos no tengo nada ya para perder.

—Tienes mucha razón en desconfiar de mí, pero te voy a demostrar que aún hay hombre que cumplen con sus palabras.

Ella se detuvo en su mirada, un brillo inexplicable le hacía ruido. Él también decidió hacer una parada en su mirada profunda, era un encuentro hermoso, donde ambos no entendían lo que estaba pasando, pero había una línea de luz que ambos lograron ver. Maciel hace años no se sentía de esta manera, algo le golpeaba el corazón y no sabía que era.

—¿Estuviste llorando?— preguntó Diego al notar sus ojos algo hinchados y rojos.

—Un poco— contestó suavemente.

—Espero curar todo ese dolor que llevas en el pecho.

—No será fácil.

—Lo sé, pero haré que tu vida de ahora en adelante cambie de color.

—¿Cuál es tu color favorito?

—El celeste.

—¿Por qué celeste?

— Porque el cielo se viste de ese color después de una tormenta.

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