Gracias

¿Amar era defectuoso?, se preguntó Maciel, al ver que una pareja de jóvenes peleaba a unos pasos de ella.

—Señora, el paciente fue trasladado a una sala de visita, si quiere puede pasar a verlo— le dijo una enfermera rompiendo sus pensamientos.

—Si, me gustaría verlo, ¿me puede decir donde está?—Maciel contestó.

—Vaya directo por este pasillo hasta llegar al final, en la puerta derecha— señaló la enfermera.

—Muchas gracias.

Maciel se dirigió hasta el lugar indicado, abrió la puerta silenciosamente.

Diego estaba acostado, aún inconsciente, ella se sentó a su lado y le tomó de la mano.

Diego lentamente abrió los ojos y se encontró con una luz hermosa, sonrió al ver a la mujer que hace días venía pensando, no sabía si realmente era ella o solamente era efecto de las drogas.

—¿Cómo estás?— Maciel preguntó, clavando su mirada hacia la vista nublada de Diego.

—Estoy muy bien si eres quien pienso que eres— contestó con la voz baja.

—¿Según vos, quien piensas que soy?

—La mujer que pensó que era su Uber.

—Ja, ja, ja...— Maciel sonrió—¿Qué te pasó?— luego preguntó.

—Me dirigía para una reunión, pero al parar en el semáforo un chico se acercó y quiso robarme, como no pudo, sacó un cuchillo y me apuñaló.

—¡No!... ¡qué desastre!

—No pensé que la herida fuera grave, volví a manejar, cuando de pronto sentía que me desvanecía, quise estacionar, pero creo que choque con alguien, ahí fue cuando perdí el conocimiento.

—Chocaste conmigo.

—¡No...! ¡Enserió!.

—Si, pero lo bueno es que estás bien y no te moriste, así que podrás cubrir los gastos del desastre— dijo con voz divertida.

—Volvería a chocar contigo, si de esta manera el destino me junta con vos.

—El destino es engañoso, no te conviene jugar con él.

—Tendré cuidado. Entonces vos salvaste mi vida.

—Algo así. No estoy segura.

—¿Todo el día estuviste aquí?

—Eso parece.

—Te lo agradezco mucho Maciel.

—¿Cómo sabes mi nombre?

—Ese día me lo dijiste. ¿No te acuerdas?

—La verdad que no.

—No importa. Lo importante es que estoy bien gracias a vos y me gustaría agradecerte por lo que has hecho.

—Que tu seguro cubra los gastos de mi coche es suficiente.

—Maciel, eso es seguro, pero me gustaría hacer más por vos. Pídeme lo que quieras.

—Quiero matar a mi esposo. ¿Me puedes ayudar con eso?

—No soy un asesino, pero podemos negociarlo. ¿Dime por qué quieres matarlo?

—Porque es un maldito hijo de puta. ¡Forro de mierda!

Maciel sentía rabia al mencionar a su esposo, no podía borrar de su mente esa imagen asquerosa de su esposo desnudo con su secretaria en su cama.

—No sé lo que te haya hecho tu esposo, pero matarlo no le hará pagar las cosas que te ha hecho. Si quieres ir contra él, puedo ayudarte, sin que haya sangre por medio.

Maciel le miró con mucha atención, las palabras de Diego sonaban peligrosas y tentadoras a la vez. Por un instante se imaginó mil formas de hacer pagar a su esposo, pero a la vez el miedo la contradecía.

—¿Por qué quieres ayudarme sinceramente Diego?— preguntó Maciel confundía.

—Porque hoy has hecho mucho por mí. Salvaste mi vida, te quedaste conmigo hasta que desperté y gracias a vos, hoy sentí que quiero vivir. Cuando me desangraba realmente quería morir, pero vos apareciste como una luz.

—Cualquier persona hubiese actuado como lo hice yo.

—Pero lo hiciste vos, y es la segunda vez. La primera fue el día de la tormenta.

—¿Qué ibas a hacer ese día?

—Estaba por ir a suicidarme.

—¿Por qué quieres morirte?

—Porque no le encuentro sentido a la vida. No tengo a nadie. Perdí a toda mi familia en España en un viaje de turismo.

—Lo siento mucho.

—Desde que te conocí pensé mucho en vos, intente sacarte de mi cabeza, pero no pude. En estos momentos si tendría que dar mi vida por vos lo hago, porque has logrado despertar nuevas sensaciones en mí.

—Diego, todo lo que dices es absurdo.

—No quiero que piense que estoy loco.

—Hace mucho que no escuchaba palabras bonitas de parte de un hombre. ¿Pero no crees que ta estamos muy grandes para ese tipo de sentimientos?

—El amor es así, llega sin avisar, no importa la edad. ¿Dime cuantas veces te enamoraste?

—Creo dos veces, una cuando estaba en la secundaria y otra cuando conocí a mi esposo.

El sonido del teléfono de Maciel, detuvo la conversación que tenían.

Maciel contestó la llamada, era su hijo preguntando donde estaba, ella le dijo que le explicaría cuando llegara a su casa y cortó la llamada.

—¿Todo bien?— preguntó Diego.

—Es hora que vuelva a casa.

—Si, te entiendo. Me gustaría volver a verte Maciel, piensa en mi propuesta por favor.

—Mañana vendré a verte y hablaremos de eso.

La noche había llegado más antes de lo esperado, ya era muy tarde para que Maciel vaya a arreglar los asuntos con su esposo. Tomó un taxi para volver a su casa.

Se sorprendió mucho ver el auto de Henry estacionado frente a su casa.

¡Maldito forro, te atreviste a volver a mi casa!, dijo cerrando la puerta del taxi.

Las coordenadas después de todo estaban perfectas, Maciel no tenía que esperar mucho para hacer su descarga. Abrió la puerta tranquila y antes de entrar tomó aire profundo.

Su hijo y su esposo estaban sentados cómodamente en la sala, hablando como si nada hubiese pasado.

—Hola mamá— Ezequiel se levantó para saludar a su madre con un beso.

—Hola mi amor—Maciel contestó a su hijo.

—Mamá, papá vino a hablar contigo.

—Dejamos solos por favor.

—Mamá no seas tan brusca con él.

— No puedo ser brusca con él, ¿Pero él puedo serlo conmigo?. Mira mi amor, no voy a pelear con vos, pero tampoco me digas como tengo que tratar a tu padre. Eso no te lo voy a permitir, ahora vete y déjanos solos.

—Maciel, deja de levantar la voz a Ezequiel— se interpone Henry.

—Eres un maldito Henry, nunca en tu puta vida vas a decirme como tengo que tratar a mi hijo.

—Deja tu papel de mujer engañada a un lado Maciel. Ambos sabemos que todo es tu culpa. No dejas de ser una hija de puta vos también.

—¿Mi culpa?, gran parte de mi vida te la dediqué y ahora resulta que me robaste todo.

—No te robe nada, solo tome lo que era mío. Acaso se te olvida todas las humillaciones que tuve que aguantar.

—¿De qué humillaciones estás hablando?

—Crees que fue fácil estar con una mujer más grande que yo. Todos en la empresa me decían que solo era un mantenido, porque nunca me diste la oportunidad de demostrarte que yo también lo podía hacer.

—¿Henry alguna vez me amaste?

—Cómo podría amar a una mujer como vos. Mírate, no eres más que una vieja arrugada con canas pidiendo auxilio. Fingí que te amaba, pero ya no puedo fingir más.

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Comments

Nancy Parraga

Nancy Parraga

Espero que ella acepte la propuesta del caballero y le haga pagar a ese desgraciado, narcisista egoísta ególatra, egocéntrico engreído

2025-04-20

1

Nancy Parraga

Nancy Parraga

Maldito perro HDP nada de lo que piensa que le pertenece se merece el muy maldito infeliz

2025-04-20

1

Carolina Acosta

Carolina Acosta

perro inmundo desgraciado mal nacido ojala te haga pagar todo lo que le haz hecho infeliz

2025-04-20

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