La alarma del receso resonaba por cada pasillo de la institución.
Mis compañeros se levantaban de su lugar, cada vez eran menos dentro del salón. Yo quería respuestas, así que opté por quedarme en mi asiento. La chica nueva tampoco se movía de su lugar. De repente tuvo la iniciativa de comenzar una charla conmigo.
*—Hola*. —Una voz dulce provenía de mi lado derecho. —¿Tu no sales a comer? —Preguntó apoyando sus dos manos sobre la pequeña mesa del asiento.
*—Hola*. —Conteste. Mis nervios eran evidentes. No quería que lo notará. —Hellen ¿Cierto?
—Asi es, Hellen, Hellen Leone. —Dijo con otro tipo de acento, su voz era tan cálida, que mis nervios se desvanecieron.
—¿Leone? —Dije en tono curioso.
—Mi papá tiene raíces italianas. —Me sonrió dejando ver esos dientes totalmente blancos y alineados.
—¿Italiano? suena bastante bien —Me levanté del pupitre para salir del salón. No iba a ser grosera, así que la invite a salir conmigo. Siguió mis pasos sin pensarlo.
Buscamos una mesa para comer el almuerzo.
*—Mira, por allá parece haber lugar.* —Comentó Hellen, mientras se apuraba en sentarse para que no nos ganarán la mesa. —Tu ya sabes mi nombre, así que, bella señorita ¿cuál es el tuyo? —Parecía recitar la pregunta. Me hizo sonreír. Sin duda, es una chica muy amable.
—Perdon, tienes razón. Samantha o puedes llamarme solo "Samy" —Con ella podía expresarme sin pena. No sabía la razón. De todas formas tenía que preguntarle sobre el collar. No podía sacarme de la cabeza, que era similar al mío, aunque despues de verlo bien, el azul era diferente, como un turqueza brillante. Veía como disfrutaba de su almuerzo, preferí no molestar.
Como cada mañana, el almuerzo que nos dan, no se ve nada apetitoso. Sin embargo, aún así, tengo que comerlo.
Formule la pregunta perfecta sobre su collar. A punto de abrir mis labios. Volvieron a mi cabeza esas voces "La rara tiene nueva amiga" "Pensamos que no hablaba" "A la nueva se le va a pegar lo raro" "Ya nadie le hable a la nueva, está con Samantha".
Mis puños se cerraron de coraje. A punto de pararme de la mesa para gritar que se callarán. Así quedará como loca. Hellen me detuvo.
*—Basta. Así no. Tienes que controlarlo no que te controle.* —Dijo como si supiera que dentro de mi cabeza habían voces llamandome "rara". Introdujo otra cuchara de puré a su boca. —Deja que te llamen "rara" incluso peores cosas, tu sabes que no lo eres. —Me miró fijo, con una mirada dulce y una espectacular sonrisa amable.
—Espera ¿Tu sabes lo que está pasando? —Claro que estoy asustada, supongo que lo sabe.
*—¿Ves esto? *—Tomo el corazón brillante que colgaba de la cadena en el y replicó —Llego a mi, hace 4 años. Al igual que tú, no sabía de su poder. Con el pasar del tiempo entendí que es un objeto maravilloso tanto como peligroso. —De pronto, volvió a sonar el timbre avisando que nuestra hora de almuerzo llegó a su fin. En serio ¿En el momento que me está explicando? Maldita sea.
Teníamos que volver al salón de clases.
—A la salida, me esperas en el arbusto con flores rojas, al final de la calle. —Se apresuró a llegar primero que yo.
Para ser un lunes, no está nada aburrido.
Entre al salón de clases, fui a mi lugar. Hellen ya estaba ahí.
—Samy, sonríe es para una selfie —En menos de un segundo tenía a Hellen a un lado mío, sacando una foto.
*—Oye, espera. *—Le dije molesta. —No soy nada fotogénica, bórrala —Intentaba quitarle el celular pero ella se fue a su lugar.
—Te ves hermosa. —Dijo en voz baja, señalando la foto.
Nunca he tenido una amiga. No estoy siendo exagerada. En mi infancia tampoco tuve la dicha de contar con una. Así que, no sé lo que es reír con una amiga. Hellen, me hace sentir cómoda. Hace gestos muy graciosos. Sería una amiga ideal. Por otro lado, su presencia es muy agradable. Aunque lo más importante, compartimos el mismo secreto.
Pensándolo bien, eso quiere decir que no estoy loca.
Termino la última clase ¡Al fin! guarde mis libros. Sin darme cuenta, Hellen salió primero. Pensé que tal vez, estaría dónde me pidió que la esperara. Por lo que salí tan rápido como pude. Al llegar, al lugar mencionado. No había nadie. Decidí esperar, un poco. Más bien, esperé por más de una hora. Cuando creí que Hellen no llegaría. La vi venir a mi, tan apresurada. Corriendo.
—Lo siento. —Dijo apenas en un suspiro. Tomó un poco de aire para hablar aún más. —No pensé tardar tanto. —Me miro apenada. —La directora pidió verme después de clases, no tenía idea que me iba a mostrar todo el lugar. —Su voz seguía estando agitada.
—No te voy a mentir. Sí estaba a punto de irme. —Con mi voz le hice saber que no estaba molesta. —No te preocupes, lo importante es que llegaste. —Le regale una sonrisa. —Y bien ¿Me ibas a contar algo? —Me está matando la duda ¡Ya habla!
*—¿Tienes tiempo?* —Preguntó. —La historia es larga. —Asentí, estoy muy curiosa por saber que es lo que pasa.
Comenzamos a caminar en silencio. Nada incómodo, por cierto. Hasta llegar una parada de transporte.
—Iremos a mi casa. Ahí, será donde te cuente todo.—Pude percibir que ella tenía miedo de algo o alguien. Miraba hacia todos lados, como si supiera que la observan.
Dentro de un instante, llegó un autobús. Abordamos, el chófer, parecía conocerla, la saluda por su nombre. Tomamos asiento al final de este.
—Hellen, solo tengo que avisar a mis padres que estaré en casa de una amiga. No quiero que se preocupen. —Saqué mi celular del bolso, mandando el mensaje de texto a mi madre.
*Mensaje:
Hoy no llegaré para la comida. Vine a hacer tarea a la casa de una amiga.
Sin duda, sé que mis padres se van a cuestionar esto. Nunca había mandando un mensaje diciéndoles que iría con una amiga.
Me voy a preparar mentalmente para todas sus preguntas, seguro tendrán muchas para cuando llegué a casa.
—Aquí nos bajamos. —Se levantó primero y la seguí.
Caminamos otro poco más para llegar a su casa.
"Seguro su familia es de dinero, es muy bonito por aquí" -Pensé.
*Hellen, rio por lo bajo. La mire extrañada. —¿Si sabés que también puedo leer mentes?* —Me sonroje ¡Por Dios, que pena! Hellen no paraba de reír de mi. —No te preocupes, no pensaste en que me quieres besar. Eso me preocuparía. —Agregó con un tonto sarcástico. Su comentario solo fue para causarme más vergüenza.
—O sea, que todo este tiempo ¿has visto todo lo que he pensado? —Hice una rabieta como niña de 5 años. Casi me ponía a llorar.
—Tranquila, sabré guardarte tu mayor secreto. —Rio de nuevo.
Lo peor de todo, es que en mi cabeza, la mayor parte del tiempo está Natan.
*—Entra sin miedo, mis padres llegan a casa, casi para la cena. *—Me dijo lanzado su mochila al sofá. —¿Quieres algo de comer? ¿Qué tal una Pizza? Podemos pedirla.
—Sí claro, lo que quieras para comer para mi está bien. —Mi yo introvertida no me deja socializar del todo bien. Y al parecer, Hellen, es todo lo contrario a mi.
Llegó la pizza, preparamos todo para sentarnos a comer. Encendió la televisión, buscó algo divertido para ver y no encontró nada, así que dejó un documental de crímenes sin resolver.
No sé cómo explicar, la tranquilidad que Hellen provoca en mi. Realmente, me hace olvidar que estos días han sido muy agitados para mi.
Luego de terminar de comer las dos cajas gigantes de pizza, me pidió que la siguiera a su habitación. Accedí.
En la pared junto a las escaleras habían unos cuadros enormes, en todos, había flores pintadas en lienzo. Me parecía hermoso. Como un museo pequeño en una casa. Mientras yo admiraba cada detalle y subía cada escalón con cuidado, Hellen ya estaba en el último escalón.
—Sube Samy. — Me dijo apresurándome mientras reía. Así que dejé de ver las obras de arte en la pared.
Llegamos a su habitación, situada al final de un pasillo con muchas puertas. La puerta de su habitación, es diferente a todas las demás. Un color perla cubre toda la madera, con una manija tan brillante color oro puesta en ella. Hellen, tomo el picaporte, dejándome conocer su tan femenina habitación.
"Que espaciosa, es como 2 veces mi habitación." Pensé.
Dentro, 4 paredes rosadas hacían juego con un par de cortinas amarillas con flores rosas. Mientras todos los demás muebles ahí adentro eran blancos. Su cama, parecía una misma nube bajada del cielo, de lo suave que estaba. Esto sí que es una habitación. Anhele por un instante una vida así, cómoda.
Ahora bien, teníamos un tema bastante serio para hablar.
Aún sentada en su cama preparada por los mismos Dioses, le pregunté si era casualidad que nos encontramos en la preparatoria, porque la verdad, a mi aún me resultaba extraño. Sin pensarlo, me respondió.
—Es justo, lo que te quería hablar. —Se sentó a mi lado, dejando un espacio pequeño entre las dos.
—Hace un año, supe de la existencia de otros dos collares. —Me mostró un libro viejo, demasiado diría yo. —Si bien no me equivoco. Tu collar. Azul cielo, es el más peculiar entre los tres. —Escuchaba atenta a cada palabra que salía de su boca. —Mi collar, al igual que el tuyo. Tiene el poder de quién lo usé, pueda leer los pensamientos de las personas. Solo a cierta distancia, y claro, solo si lo tienes puesto. Así que úsalo en casos necesarios.
—Si no fuera por ti, pensaría que me estaba volviendo loca. —Reíamos ante mi comentario.
*—A diferencia del tuyo. Mi collar. Me da la habilidad para saber cuándo alguien está mintiendo. Es como si le dieran pequeños toques de electricidad a mi corazón. Así se siente una mentira. Eso lo descubrí con el tiempo. Tú tendrás que averiguar, que tan extraordinario es tu collar.* —Mencionaba de una manera muy segura. —Además, siento que poco a poco me acerco a ti, hace menos de una semana, comencé a sentirme inquieta y tenía sueños donde veía claramente como alguien tenía uno de los 3 collares.
—Lo que no entiendo ¿Es como supiste exactamente dónde encontrarme? —Las dudas surgían cada vez más.
—Solo sé que fue una corazonada y me emocione cuando me di cuenta que acerté al encontrarte. Además, te seguí dos días sin que te dieras cuenta. —Rio sin nada de vergüenza. A decir verdad, no me sorprende nada ahora que tengo este collar.
Antes de que se escondiera el sol, me fui de la casa de Hellen. Repasaba en mi cabeza aquella conversación. Me parecía tan interesante. Gracias a este collar, ahora tengo una amiga. La mejor.
Bajé del metro una estación antes a la que acostumbró. Aún no era tan tarde, tenía muchas dudas en mi cabeza. Solo quise tardar en llegar y aclarar un poco mi mente.
Mi lugar favorito para pensar es por la cera de un enorme parque, siempre hay personas ahí. Riendo, conversando, niños jugando con sus mascotas, parejas demostrando su cariño sin importarles lo demás. Así que, me gusta pasar por ahí, verlos, me llena el corazón de paz.
Me comenzó a dar hambre, así que no lo pensé y pase por una tienda de conveniencia. Estaba en el pasillo de galletas cuando escuché una risa. Me pareció familiar pero solo ignore y seguí escogiendo que comprar.
—Natan, no juegues así. —La voz varonil, venía del siguiente pasillo. Gracias a que estos estantes miden más de 1.60cm no puedo ver.
De nuevo esa risa aparecio.
Me quedé quieta por unos segundos, comencé a tener problemas para respirar de los nervios que inundaban mi cuerpo. ¿Por qué tenía que estar Natan aquí? Ya habían pasado unos minutos, parecía que no tenían prisa en irse. Seguía escuchando que reían y jugaban. Yo solo pedía que la tierra me tragara.
Después de unos minutos más, pude escuchar que estaban por pagar, luego de eso un gran silencio se mudó en aquel lugar.
Tome lo que iba a comprar, pague y salí rápido del lugar, pero para mí sorpresa ellos dos seguían ahí.
Me escondí lo más rápido de pude en un muro, alejado de la luz. Observaba de lejos al chico que me estremecía hasta el alma.
Unas lágrimas se escaparon de mis ojos, no entendía cómo había acumulado tanto amor por una persona que no me habla.
El verlo a diario por 3 años, me hizo creer que quizá, algún día, tendría una oportunidad con él.
—¿Por qué nunca notaste mi existencia? —Esas palabras salieron de mi boca y fue como si él mismo viento las llevará bailando hasta sus oídos.
Vi, desde ese lugar oscuro donde me escondía, como tocó su pecho, justo en el corazón. Natan, buscaba con la mirada de un lado a otro. Estoy segura que aquí no me ven. Robert, el chico con el que estaba, le preguntaba si todo estaba bien, Natan solo asentía. Cerré mis ojos pidiendo que se fueran pronto. Al abrirlos, note que se estaban despidiéndo. Tomando su rumbo por separado, ví como Robert se alejaba, solo que desde mi lugar no alcanzaba a ver hacia donde se dirija Natan.
Pero ¿Que fue eso? Acaso Natan ¿escuchó lo que dije? Estás alucinaciones, me van a terminar matando. Salí de mi incómodo escondite, para ir a casa.
¿Natan?
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Comments
Sterling
porfa danos más, no nos dejes asi
2023-10-22
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