1 •EL COLLAR•

No voy a mentir y tampoco voy a exagerar de lo frustada que fue la vida para mi desde hace unos años atrás. A veces me siento tan cansada, cansada de no ser notada por nadie, de ser excluida, incluso en mi propia familia. Soy como un fantasma deambulando sin rumbo, perdido y queriendo que lo noten.

No hay nadie a quien contarle que tan pésimo me fue en el día, o si cada día al regresar a casa me encuentro bien o bueno, si hay a quien contarle, el problema es qué no me toman en cuenta.

Y tampoco tengo a quien decirle esas pequeñas e inolvidables cosas que se le cuentan a una mejor amiga.

Quiero sentir el apoyo de mis padres al mostrarles que saque el mejor promedio de mi clase o un regaño por faltar a clases. No hay duda que me encantaría ser castigada por ellos. Sé que es raro y a nadie le gusta que sus padres les den un castigo, solo que los míos, hace años que ni siquiera me preguntan cómo estoy.

Así como, el molestar a mi hermano se volvería la cosa más divertida para mí. Discutir con él por quién va a ver su programa favorito en la televisión o molestarme porque deje algo en la nevera y él se lo comió.

Sentir ser alguien insignificante, me está acabando. Hay días que me gusta mi paz, solo que no siempre es así. No compartir con alguien, los pequeños o grandes momentos que me suceden es ¡TERRIBLE!

Estoy a un par de meses de cumplir 19 años, curso mi último año de preparatoria. Estoy entre ese momento crucial de mi vida, dónde decidiré que voy a estudiar después de acabar esta etapa importante de cada adolescente, y el hecho de tener que experimentar todo sola, me abruma.

A pesar, de que la escuela a la que asisto, está algo cerca de mi casa, aún así tomo un bus, ya que caminar bajo el sol es algo que no me gusta. Aunque hay veces, cuando tengo muchas dudas en mi cabeza y el sobre pensar me domina, es cuando si prefiero ir caminando, con los audífonos puestos y la música tan fuerte, sin pensar en nada más; me gusta ver a las personas ir y venir, pasar por mi lado e imagino, que en su vida no tienen ninguna preocupación, mientras yo, soy la que está cayendo por dentro.

Sinceramente no sé si esa persona se sienta bien pero yo deseo que sí.

El ambiente en mi preparatoria me hace sentir cansada, últimamente todo me agobia o me estresa; la escuela, las tareas, mis compañeros. Tengo que decir que ellos no me hacen bullying, simplemente es como si yo no estuviera ahí. Supongo, deben estar pensando que si a estas alturas, aún no me acostumbró a la soledad.

La respuesta es que, ver a mi alrededor lo divertido que es bromear entre ellos o que las chicas lleguen diciéndole a sus amigas mas cercanas que tienen algo muy interesante que contarles, es lo que ha hecho que jamás me acostumbre. Y créanme, he intentado ser parte de ellos, he tratado de incluirme pero sus miradas y su trato así mi, solo hacen que me avergüence. Siempre dicen que soy la chica rara o la que no habla.

Hay un chico que probablemente jamás se fije en mi. Su nombre es Natan, es alto, piel pálida, su cabello es negro intenso y de rulos marcados. Tiene mucho tiempo viviendo aquí aunque su nacionalidad es Coreana, habla perfectamente el español. Me encantan sus ojos alargados, pequeños y cafeces.

Natan es perfecto, solo hay un detalle, a él le gusta Jazmyn, la chica mas popular de la clase.

La odiaria por tener esa suerte pero cualquiera puede decir que ella es bonita. Su sonrisa tan brillante y esos ojos verdes que enamoran a cualquier persona, su cabello con mechones dorados y ondulado se irradia bajo la luz del sol, los demás siempre hablan de ella adulando que es buena persona, en clase es la típica chica que quiere participar a cada momento sin darle permiso a alguien más, cabe destacar que también es inteligente.

Todos las mañanas, tengo que soportar como Natan y ella juegan y rien con cada cosa que dicen. Hasta se van juntos al terminar las clases. Sé que tienen mucho tiempo siendo buenos amigos y que son demasiado cercanos, para ser sincera, solo quisiera estar en el lugar de ella, cuando está con él.

Recuerdo bien el día en que, desde mi asiento pude sentir como nacía algo entre ellos. Mi corazón se hacía chiquito que poco a poco, se rompió. Natan tomó la mano de Jazmyn, regalandole una mirada llena de ternura, forma en la que nunca me verá a mi.

Seguido de eso, por todo el salón, se escuchó un "VIVAN LOS NOVIOS", sus caras comenzaron a tener un color rojo instenso, estaban sonrojados por qué la clase se había emocionado mientras yo, quería salir corriendo dejando tras de mí un camino de lágrimas.

Me dieron ganas de llorar, la verdad, si llegaba a llorar justo en ese momento, en esa esquina desolada, nadie lo iba a notar. Mi lugar está al fondo, junto a la gran ventana.

La vista al enorme patio, a veces me distrae. Nadie quería ese asiento, así que yo lo tome.

De cierta manera, me sentí destrozada. Tengo dos años deseando que él se diera cuenta que es mi razón de siempre llegar a clases con una gran sonrisa, aunque no la vea o trato de tener mi mejor ánimo, aunque no me hable.

A nadie le gusta ver qué su amor platónico está siendo feliz con otra chica, mucho menos ver cómo sus ojos desbordan brillo, al verla.

Luego que terminó la ultima clase del día, espere por un rato. Sin salir del salón. Me sentía mal, tenía un enorme nudo en la garganta.

Mi mirada estaba puesta justo en la ventana, viendo que el gran cielo celeste con sus nubes blancas y esponjosas, me querían abrazar. Sin darme cuenta, ya había lágrimas rodando por mis mejillas. Natan seguía dando vueltas por mi cabeza. Antes de ponerme peor, tomé mis cosas para salir lo antes posible de ese odioso lugar.

Quería caminar, pensar, darme unos buenos consejos. Ese momento era perfecto para tomar mi celular y escribirle a mi mejor amiga, que necesitaba verla y así contarle que tan mal estuvo mi día, pero exacto, yo no tengo mejor amiga. Solo me quedaba secarme las lágrimas con mi viejo pañuelo.

Algunas calles antes de llegar a mi casa, algo me distrajo. Ví algo sobre el suelo brillando junto a un árbol de higos dulces, este destello me trajo a la realidad. Brilló de tal modo de logar llamar mi atención. Me acerque de a poco, hasta que pude ver que era un collar. Una piedra azul, algo rara, en forma de corazón colgaba de el. "Esto parece viejo y de oro" pensé, mientras lo analizaba, era encantador, quizá lo podía usar, solo había que limpiarlo. Seguí mi camino, guardando el objeto en el bolso de mi jean azulado.

Luego de tan horrible día, llegué a mi casa (supongamos que la parte de Natan, fue lo que lo hizo horrible por completo). Al parecer no había nadie en ese lugar llamado "hogar". No era ninguna novedad que se olvidarán que hay un cuarto integrante en la familia (yo) y salen a comer o pasear sin avisar.

Subí a mi cuarto, me recosté un breve momento sobre un sofá blanco con pequeños dibujos de jacintos púrpuras que está cerca de mi ventana, mientras que observaba el paisaje aún con los pensamientos perdidos, me percate como un pájaro hacía su nido en una rama que casi topa en el vidrio de mi ventana, me pareció tierno —Yo te lo cuidare cuando no estés. —Le dije al pajarillo rojizo y verdoso, aun que no me entendiera.

Salí de mis pensamientos y recordé que había encontrado aquel collar, metí mi mano al jean para sacarlo y limpiarlo, no tarde en darme cuenta, que ya no estaba sucio. Este, brillaba más que una estrella solitaria en el cielo nocturno. Pensé que quizá, se limpio en mi pantalón camino a casa, sin darle importancia lo deje dónde están mis demás accesorios, no había necesidad de que me lo pusiera en ese momento.

Después de una larga tarde, de infinitas tareas de fin de semana para las siguientes clases, mis ojos se comenzaron a hacer pesados y lo único que quería recostarme y dormir. Necesitaba un buen descanso.

Desperté algo temprano y agradecí que fuera sábado, al fin podía descansar, aunque, por otro lado, me ponía feliz que no iba a ver a Natan, mi corazón también debía tomar un descanso, sin olvidar mi paz mental iba a estabilizarse un poco.

Por no cenar la noche anterior, desperté con un agujero negro en mi estómago, así que baje para ver cómo había amanecido mi bella y querida familia; estaban ahí, desayunando sin mi, como cada mañana.

—Despertaste temprano, eso es bueno. —Dijo mi madre

—Me comenzaba a doler la espalda y ya tenía hambre. —Le dije algo desinteresada.

—Muy bien, come tu parte, ahí está en el sartén. —Era extraño que me dejaran algo, siempre tenía que hacerme mi propio desayuno, igual agradecí y comí lo que dejaron.

Antes de terminar mi desayuno, mi madre comentó que íbamos a ir a la casa de una tía, la única por parte de mi padre, de hecho, es mi tía favorita.

Vive lejos de la ciudad, a mí me encanta visitarla, a pesar de que las visitas no suelen ser constantes. No voy a mentir cuando era niña amaba ir y correr entre las mil flores que nacen por el alrededor de su enorme patio. Sentí un brinquito en mi corazón.

—Lleven lo necesario para 3 días. —Nos comentó, mientras se dirigía a su habitación.

Mi hermano y yo, no podíamos con la noticia, por nuestros rostros era evidente que la felicidad se adueñó de nosotros.

Nos levantamos de la mesa, casi peleando por quién iba a subir primero la escalera, parecíamos niños de 5 años de nuevo.

Metí a mi mochila la ropa más cómoda que encontré, sin faltar también mi manta de arcoiris, por si en la noche quería ir a dar un paseo mientras todos dormían (son mis momentos favoritos), tome mi cargador junto con mis audífonos, esos jamás se pueden olvidar.

Me acerque al espejo como de costumbre para ver mi aspecto después despertar, me peine algo rápido, use mi perfume favorito y una tinta labios, para tener algo de color en mi rostro, cabe destacar que mis pestañas son abundantes y rizadas de nacimiento, y mis cejas son bonitas por si solas, mis mil pecas desagradables siempre toman el papel protagónico en mi piel, junto a unos cuantos lunares distribuidos en todo mi cuerpo.

—5 minutos y nos vamos. —Dijo mi madre dándonos un grito algo apurado. Tome mi mochila, y en cuanto estaba por salir de mi habitación, una sensación extrañaba invadió mi cuerpo, es decir, como si olvidará algo, aunque no sabía que era. No podía moverme de ahí sin tomar lo que me faltaba. Mis pies parecían estar pegados al suelo de madera en mi habitación. De pronto, recordé el collar, lo tome y lo guarde, bajando rápido de las escaleras. Mi mamá estaba esperando en la puerta. Por grande que sea, una alegría inmensa recorría mi cuerpo.

Se sentía como cuando mi madre, me llamaba "su hija favorita" para molestar a mi hermano.

*Flashback:

Hace 7 años, mi madre nos dió una increíble noticia. Un embarazo de 2 meses trajo alegría e ilusión a la familia, por supuesto, era un poco riesgoso por sus casi 40 años, así que, tratamos de cuidarla mucho.

La llegada de un nuevo integrante en la familia se sentía bastante bien, aunque nuestra felicidad, fue como una estrella fugaz, demasiado corta. Al cumplir casi los 3 meses de gestación, ocurrió un accidente.

Mi madre resbaló de las escaleras, así mismo, sucedió un aborto espontaneo. Nunca la vi tan triste, tan apagada. Su mirada durante meses estuvo perdida, no era tristeza, era algo más que eso, y no sabía cómo ayudarla porque yo también me sentía así.

Para nosotros como familia, era algo desgarrador y sobre todo, traumático para ella.

Mi padre sufrió en silencio, él trato de hacernos sonreír, a pesar de su dolor.

Llego un momento, en que se alejo de todo y se apego un poco al alcohol.

En cambio, mi hermano, fue el más fuerte en la situación, siendo el más pequeño de la familia, entendió perfecto que ya no habría nuevo integrante en la casa.

Luego de lo sucedido ya nada fue igual y lo peor, es que yo terminé siendo excluida.

Estábamos en medio de la carretera cuando mi mamá de la nada pregunto.

—Samy, y ¿Como te va en la escuela? ¿Bien? —Sentí tragar medio litro de saliva. Estas preguntas estaban muy en el pasado. Giro a verme, regalandome una de sus bellas sonrisas

—Vamos, hace mucho que no hablamos bien. —En su cara ví un interés, era algo extraño para mí.

—Últimamente me va bien, aunque me esfuerzo mucho soy la segunda de la clase. —Le dije con el mismo interés con el que pregunto.

*—No te preocupes, Samantha, sé que serás la mejor de tu clase. —*Comento mi papá. —Sólo con que aproveches tu estudio no importa que seas la segunda o tercera. -Agrego mi padre mientras miraba por el retrovisor.

Sonreí ante su comentario y me gire a ver por la ventana, la verdad, deseé tanto que se preocuparan por mí y ahora que está sucediendo lo siento incómodo.

Faltaba como una hora y media para nuestro destino, cuando mi papá decidió parar por un momento para que fuéramos al baño, cargar gasolina o solo estiráramos los músculos por unos minutos, ya que el viaje estaba siendo lento y cansado.

Yo aproveché en ir al baño, necesitaba desechar el litro y medio de agua que me había bebido. Los baños de las gasolineras no son para nada agradables. Hice mis necesidades rápido, ya que el olor, me estaba matando.

Posteriormente, a un largo rato viajando, llegamos a la casa de tía Regina.

Mi tía es viuda y solo tiene un hijo, el cual se fue a vivir a Estados Unidos, hace 13 años, los mismos que tiene sin saber de él.

La única familia que le queda cerca y quiza muy literal, solo somos nosotros.

Su felicidad al vernos no la compra ni todo el dinero del mundo, yo tambien estoy feliz de estar aquí, de nuevo, después de casi 6 años.

—Mi Samy, que grande estás. —Me sonrió. —Ven acá, mira qué alta y hermosa estás. —Lo dijo mientras me jalo del brazo y me daba un abrazo demasiado asfixiante que me sano todas las heridas. —Que agradable sorpresa, nunca espere que vinieran, apenas anoche me llamaron. —Dijo a mis padres, mientras me soltaba y yo aprovechaba para respirar.

—Como nos íbamos a olvidar que hoy es tu cumpleaños, no trajimos regalo, pero podemos prepararte la cena ¿Que dices? —Le dijo mi mamá bromeando.

—Pero vamos, pasen, traigan sus cosas. —Dijo mi tía Regina, mientras ella se introducía a la casa.

Sin embargo yo tenía unos nervios en el estómago, mi niñez la mayor parte del tiempo la viví ahí y ahora con 18 años regreso. Estoy nostálgica.

Paso la tarde y después de ponerse un poco al día, optaron por que la cena comenzara a prepararse.

Mi tía, mi madre y yo, estábamos por terminar de hacer la pasta más rica que pueden probar, el secreto solo es de mi tía.

Mi Mateo y mi padre, terminaron de poner la mesa.

—Podrías pasarme otro plato para la lechuga. —Me ordenó mi mamá. Asentí con la cabeza.

Los platos estaban sobre el lavabo y justo enfrente estaba una ventana, por la hora que era el vidrio ya solo daba el reflejo del interior, y pude notar como mi reflejo tenía puesto el collar, cuando lo deje guardado en mi bolso.

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Comments

Grindelwald1

Grindelwald1

creo será buena

2023-10-22

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