...IV...
... ...
Mi padre se levantó de la mesa, ignoro qué fue lo que don Cipriano le dijo, pero su expresión cambio totalmente podía vérsele la quijada trabada de coraje sin decir alguna palabra camino hacia otra parte del salón.
Don Cipriano me ofreció la mano, yo lo que menos quería era abrir el baile con él, tome su mano con resignación, el alzo su mano para indicar a la orquesta que tocara la gran marcha de la opera de Tannhäuser, después de los primeros acordes algunas otras parejas nos siguieron.
Andrés.- ¿Me quieres explicar que haces aquí…?
Sofía.- Lo mismo que tu Andrés, disfrutando de la velada, pero no te preocupes no pienso cruzar palabra con tu hija o con Mariana.
Andrés.- Sera mejor que te marches te acompaño a la puerta…
Sofía.- ¡No puedo irme sin Cassandra…!
Andrés.- ¿Qué demonios estás diciendo?
Sofía.- No puede evitarlo, no supe que escusas darle, acaban de invitarla a bailar será más fácil si tú decides irte con tu familia antes de que Cassandra te vea…
Andrés.- ¡Maldita sea eres una estúpida…!
Al iniciar la gran marcha, todas la demás parejas nos precedían de tras de nosotros caminábamos alrededor de toda la estancia hasta que se separaban las mujeres de los hombres, nos cruzábamos hasta volvernos a encontrar y tomarnos de la mano una vez más para después formar el árbol de la marcha pasando por debajo de las demás parejas, para posteriormente entrecruzarnos al son de la música…
Justo cuando la pieza estaba por terminar cambie de pareja en ese instante la orquesta siguió con un vals, el Danubio azul, nuestro vals. Algunos cuchicheos se dejaban escuchar cuando termine en sus brazos, era de todos sabidos que los Faverman y los Mendoza no se podían ver.
María Martha.- ¡José Pablo…no pensé encontrarte aquí!
José Pablo.- No he dejado de pensarte ni un solo día María Martha, que me diste mujer que no puedo estar sin ti…
María Martha.- ¡Te amo José pablo! Pero nuestras familias…
José Pablo.- Al diablo nuestras familias… ven conmigo, vámonos de Veracruz iniciemos una vida juntos lejos de todo y de todos…
María Martha.- ¿Huir, esa es la única opción?
José Pablo.- Confía en mi… escuches lo que escuches no hagas caso…
María Martha.- ¿Por qué me lo dices?
José.- Pablo.- ¡Escúchame por favor no tenemos tiempo! La única forma que tenemos para estar juntos es la de huir, huyamos lejos, en cuanto termine este vals te dejare en tu mesa, algo trama mi padre no sé qué es, aunque lo imagino pero yo te esperare en el faro a media noche.
María Martha.- ¡Pero…!
José Pablo.- ¿Me amas?
María Martha.- ¡Te amo como jamás imagine!
El vals termino, me llevo a mi mesa, mi padre aun no regresaba, como todo caballero tomo la mano de mi madre para saludarla, don Cipriano lo tomo del ante brazo excusando que su padre lo buscaba, se pararon en medio del salón, se acercaron sus padres…
Cipriano.- ¡Damas y caballeros! me es un honor que esta velada se preste para un gran acontecimiento… me siento honrado que don Francisco Mendoza y doña Margarita Alvarado, nos hagan participes de esa felicidad que les embarga y pronto a de embargarnos a todos, por favor don Francisco…
Francisco.- Agradezco su hospitalidad don Cipriano y la oportunidad que nos brinda para confirmar el enlace matrimonial entre mi hijo José Pablo y Clarissa Valentí Romero por favor don Ignacio…
Mi corazón sintió un vuelco, ahora entendía a qué se refería José Pablo, los nervios se apoderaron de mí; Clarissa era una mujer muy bella, su padre en compañía de su señora esposa doña Florencia Romero se acercaron a ellos, todo mundo aplaudía el enlace, Clarissa mas que feliz se notaba nerviosa, temerosa de unirse a un hombre que no amaba, algo tan común en nuestra sociedad, una costumbre tan arraigada, sin opción, más la de ser una buena esposa una buena madre y punto.
José Pablo, la tomo del brazo agradecieron las felicitaciones, la música se dejó escuchar para que los futuros esposos bailaran, dieron tan solo unos pasos, el cuchicheo no se dejó de escuchar cuando él fue a llevarla a la mesa y se retiró su padre trato de detenerlo pero fue inútil.
Eran las once y media de la noche tan solo treinta minutos para la media noche, tan solo media hora me separaba de mi destino, tenía un miedo que me recorría de pies a cabeza, pero era huir con él o casarme con Fabián un hombre al que conocía muy poco o nada.
Marina.- ¿Te sientes bien hija?
María Martha.- Solo me siento algo acalorada… no te preocupes estoy bien…
Mariana.- Sera mejor que nos vayamos, joven por favor es tan amable de buscar a mi marido don Andrés Faverman y darle esta nota…
.- Con gusto señora con permiso.
María Martha.- Voy al tocador él lo que mi padre vuelve…
Mariana.- No tardes por favor…
No podía perder más tiempo, corrí con el encargado del guardarropa, tome mi capa, di la media vuelta tratando de pasar desapercibida, se interpuso en mi camino, de momento los nervios me traicionaron y la sorpresa de tenerla frente a mí me hizo tener un sobre salto, jamás la había visto pero algo de ella me era tan familiar esa mirada…
.- ¡Disculpa no era mi intención asustarte...!
María Martha.- No pasa nada yo que iba distraída… ¿No eres de aquí verdad? Dios que preguntona perdona no me hagas caso…
.- Si soy de aquí pero llevo muchos años fuera de Veracruz y apenas regrese hoy a encontrarme con mis padres con mi puerto…
María Martha.- ¡Bienvenida a Veracruz! Perdón no quiero ser grosera llevo un poco de prisa…
.- ¿Bienes sola?
María Martha.- ¡Si, por eso prefiero irme ya…!
.- ¡Puede ser peligroso! Espera voy por mis padres y con gusto te llevaremos a tu casa…
María Martha.- ¡No…! Perdón no es necesario, gracias un placer conocerte...
.- ¡Gracias el gusto es mío!, no conozco a nadie aquí ojala podamos ser amigas me presento, Cassandra Faverman Altamira…
María Martha.- ¿Qué, Faverman, eso no pude ser de que me estás hablando…?
Cassandra.- ¿No entiendo tu actitud?
María Martha.- ¿No tienes idea de quién soy verdad? En el puerto solo hay una familia Faverman… ¿Quién carajos eres?
Cassandra.- hija de Sofía de Altamira y don Andrés Faverman un gran…
María Martha.- ¡Maldita sea…! Si Andrés Faverman tiene una hija, esa soy yo, María Martha Faverman y lamento ser yo quien te diga que tú eres una bastarda, hija del amasiato entre mi padre y la mujerzuela de tu madre… si hay una señora Faverman en el puerto esa es mi madre…
Cassandra.- ¡No… mientes eso no es cierto…!
La tome del ante brazo y la jale, el miedo se había convertido en coraje, como era posible que mi padre me hubiera mentido a ese grado, ella imploraba que la soltara, se sentía cual animal herido, cual presa tratando de escapar de su cazador. Sofía se percató y cual fiera fue por su cachorro.
Sofía.- ¡Suelta a mi hija! No voy a permitirte…
María Martha.- ¡Quítate de mi camino Sofía por qué no respondo!
Sofía.- ¡Trata de calmarte los demás no tienen por qué enterarse, por favor suelta a mi hija ella no tiene la culpa de nada ella ignoraba!
María Martha.- ¡Estoy cansada que me digan que hacer y qué no hacer! Y tú solo eres la hetaira de mi padre…
Sin contemplación alguna, Sofía me dio una bofetada al sentirse ofendida y no pudo haber mejor momento para que ella me diera esa bofetada, la había deseado muchas veces y por fin lo hacía, por fin podría gritarle a la cara muchas cosas, por fin podría darle yo una bofetada, solté a Cassandra y con todas mis fuerzas mi mano se estrelló en su mejilla.
Sofía.- ¿Pero cómo te atreves?
María Martha.- ¿Cómo te atreves tu Sofía? Cuando fuiste tú la que decidió ser la amante de mi padre la que decidió mentirle a su propia hija que todo mundo se entere la mujerzuela que eres…
Cassandra.- ¡Dime que no es cierto madre que lo que ella dice es mentira…!
María Martha.- ¡Anda que esperas contéstale! Dile que nunca has tenido respeto por mi madre, que nunca tú viste respeto por ella ni por ti…
Andrés.- ¿Qué carajos estás haciendo María Martha? Ve el escándalo que estás haciendo…
María Martha.- No padre yo no soy responsable del escándalo, puedes estar seguro que siento mucha vergüenza pero no por el escándalo, si no por ti, como has podido esconderme la existencia de una media hermana…
Mariana.- ¡Hija por Dios cálmate…!
Andrés.- Sera mejor que lo hablemos en casa ya casi es media noche…
María Martha.- ¿Media noche? ¡Dios…!
Andrés.- ¡Espera…!
Di la media vuelta, corrí hacia la puerta abriéndome paso entre los presentes, no me importaba nada ni siquiera sentía miedo, enfrentarme con mi media hermana, con Sofía, con mi padre habían despertado esas ganas por sobrevivir, por cambiar mi destino, Salí corriendo del salón por un pasillo largo, nunca me había pesado tanto la crinolina del vestido como en esos momentos, baje corriendo las escaleras.
El cochero se negó a llevarme al faro me puso miles de excusas el tiempo avanzaba al no recibir la ayuda del cochero puse mi capa sobre la carreta, para poder desenganchar un caballo.
.- ¡Dios mi santo que hace señorita! Su padre va a matarme…
María Martha.- ¡Ayúdeme a subir!
.-No puedo señorita por favor espere a que llegue don Andrés…
Mi corazón latía a marcha forzada, si bien no sentía miedo si muchos nervios, lo que me provocaba problemas con el vestido e impedía que lo montara. Puede escuchar los gritos de mi padre, a la par de las campanadas de catedral anunciando la media noche, por fin pude subir al caballo le pique las costillas al mismo tiempo que jalaba la rienda, las campanadas seguían repicando tan solo faltaban tres para la media noche justo cuando salía del zaguán.
José Pablo.- ¿María Martha, donde estás? ¡Amor...!
.- ¡Sera mejor que se baje de ese caballo por las buenas…!
José Pablo.- ¿Quiénes son ustedes?
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