II. LA MEDIA HERMANA

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... ...

        Mi padre se levantó de la mesa, ignoro qué fue lo que don Cipriano le dijo, pero su expresión cambio totalmente podía vérsele la quijada trabada de coraje sin decir alguna palabra camino hacia otra parte del salón.

       Don Cipriano me ofreció la  mano,  yo lo que menos quería era abrir  el baile con él, tome su mano con resignación, el alzo su mano para indicar a la orquesta que tocara la gran marcha de la opera de  Tannhäuser, después de los primeros acordes algunas otras parejas nos siguieron.

Andrés.- ¿Me quieres explicar que haces aquí…?

Sofía.- Lo mismo que tu Andrés, disfrutando de la velada, pero no te preocupes no pienso cruzar palabra con tu hija o con Mariana.

Andrés.- Sera mejor que te marches te acompaño a la puerta…

Sofía.- ¡No puedo irme sin Cassandra…!

Andrés.- ¿Qué demonios estás diciendo?

Sofía.- No puede evitarlo, no supe que escusas darle, acaban de invitarla a bailar será más fácil si tú decides irte con tu familia antes de que Cassandra te vea…

Andrés.- ¡Maldita sea eres una estúpida…!

       Al iniciar la gran marcha, todas la demás parejas nos precedían de tras de nosotros  caminábamos alrededor de toda la estancia hasta que se separaban las mujeres de los hombres, nos cruzábamos hasta volvernos a encontrar y tomarnos de la mano una vez más para después formar el árbol de la marcha pasando por debajo de las demás parejas, para posteriormente  entrecruzarnos al son de la música…

     Justo cuando la pieza estaba por terminar cambie de pareja en ese instante la orquesta siguió con un vals, el Danubio azul, nuestro vals. Algunos cuchicheos se dejaban escuchar cuando termine en  sus brazos, era de todos sabidos que los Faverman y los Mendoza no se podían ver.

María Martha.- ¡José Pablo…no pensé encontrarte aquí!

José Pablo.- No he dejado de pensarte ni un solo día María Martha, que me diste mujer que no puedo  estar sin ti…

María Martha.- ¡Te amo José pablo! Pero nuestras familias…

José Pablo.- Al diablo nuestras familias… ven conmigo, vámonos de Veracruz iniciemos una vida juntos lejos de todo y de todos…

María Martha.- ¿Huir, esa es la única opción?

José Pablo.-  Confía en mi… escuches lo que escuches no hagas caso…

María Martha.- ¿Por qué me lo dices?

José.- Pablo.- ¡Escúchame por favor no tenemos tiempo! La única forma que tenemos para estar juntos es la de huir, huyamos lejos, en cuanto termine este vals te dejare en tu mesa, algo trama mi padre no sé qué es, aunque lo imagino pero yo te esperare en el faro a media noche.

María Martha.- ¡Pero…!

José Pablo.- ¿Me amas?

María Martha.- ¡Te amo como jamás imagine!

       El vals termino, me llevo a mi mesa, mi padre aun no regresaba, como todo caballero tomo la mano de mi madre para saludarla, don Cipriano lo tomo del ante brazo excusando que su padre lo buscaba, se pararon en medio del salón, se acercaron sus padres…

Cipriano.- ¡Damas y caballeros! me es un honor que esta velada se preste para un gran acontecimiento… me siento honrado que don Francisco Mendoza  y doña Margarita Alvarado, nos hagan participes de esa felicidad que les embarga y pronto a de embargarnos a todos, por favor don Francisco…

Francisco.- Agradezco su hospitalidad don Cipriano y la oportunidad que nos brinda para confirmar el enlace matrimonial entre mi hijo José Pablo y Clarissa Valentí Romero por favor don Ignacio… 

      Mi corazón sintió un vuelco, ahora entendía a qué se refería José Pablo, los nervios se apoderaron de mí; Clarissa era una mujer muy bella, su padre en compañía de su señora esposa doña Florencia Romero  se acercaron a ellos, todo mundo aplaudía el enlace, Clarissa mas que feliz se notaba nerviosa, temerosa de unirse a un hombre que no amaba, algo tan común en nuestra sociedad, una costumbre tan arraigada,  sin opción, más la de ser una buena esposa una buena madre y punto.

      José Pablo,  la tomo del brazo agradecieron las  felicitaciones,  la música se dejó escuchar para que los futuros esposos bailaran, dieron tan solo unos pasos, el cuchicheo no se dejó de escuchar cuando  él fue a llevarla a la mesa y se retiró su padre trato de detenerlo pero fue inútil.

         Eran las once y media de la noche tan solo treinta minutos para la media noche, tan solo media hora me separaba de mi destino, tenía un miedo que me recorría de pies a cabeza, pero era huir con él o casarme con Fabián un hombre al que conocía muy poco o nada.

Marina.- ¿Te sientes bien hija?

María Martha.- Solo me siento algo acalorada… no te preocupes estoy bien…

Mariana.- Sera mejor que nos vayamos, joven  por favor es tan amable de buscar a mi marido don Andrés Faverman y darle esta nota…

.- Con gusto señora con permiso.

María Martha.- Voy al tocador él lo que mi padre vuelve…

Mariana.- No tardes por favor…

       No podía perder más tiempo, corrí con el encargado del guardarropa, tome mi capa, di la media vuelta tratando de pasar desapercibida, se interpuso en mi camino, de momento los nervios me  traicionaron y la sorpresa de tenerla frente a mí   me hizo tener un sobre salto, jamás la había visto pero algo de ella me era tan familiar esa mirada…

.- ¡Disculpa no era mi intención asustarte...!

María Martha.- No pasa nada yo que iba distraída… ¿No eres de aquí verdad? Dios que preguntona perdona no me hagas caso…

.- Si  soy de aquí pero llevo muchos años fuera  de Veracruz y apenas regrese hoy a encontrarme con mis padres con  mi puerto…

María Martha.- ¡Bienvenida a Veracruz! Perdón no quiero ser grosera llevo un poco de prisa…

.- ¿Bienes sola?

María Martha.- ¡Si, por eso prefiero irme  ya…!

.- ¡Puede ser peligroso! Espera voy por mis padres y con gusto te llevaremos a tu casa…

María Martha.- ¡No…! Perdón no es necesario, gracias un placer conocerte...

.- ¡Gracias el gusto es mío!, no conozco a nadie aquí  ojala podamos ser amigas me presento, Cassandra Faverman Altamira…

María Martha.- ¿Qué, Faverman, eso no pude ser de que me estás hablando…?

Cassandra.- ¿No entiendo tu actitud?

María Martha.- ¿No tienes idea de quién soy verdad? En el puerto solo hay una familia Faverman… ¿Quién carajos eres?

Cassandra.- hija  de  Sofía de Altamira y don Andrés Faverman un gran…

María Martha.- ¡Maldita sea…! Si Andrés Faverman tiene una hija, esa soy yo, María Martha Faverman y lamento ser yo quien te diga que tú eres una bastarda, hija del amasiato entre mi padre y la mujerzuela de tu madre… si hay una señora Faverman en el puerto esa es mi madre…

Cassandra.- ¡No… mientes  eso no es cierto…!

      La tome del ante brazo y la jale, el miedo se había convertido en coraje, como era posible que mi padre  me hubiera mentido a ese grado, ella imploraba que la soltara, se sentía cual animal herido, cual presa tratando de escapar de su cazador. Sofía se percató y cual fiera fue por su cachorro.

Sofía.- ¡Suelta a mi hija!  No voy a permitirte…

María Martha.- ¡Quítate  de mi camino Sofía  por qué no respondo!

Sofía.- ¡Trata de calmarte  los demás no tienen por qué enterarse, por favor suelta a mi hija ella no tiene la culpa de nada ella ignoraba!

María Martha.- ¡Estoy cansada que me digan que hacer y qué no hacer! Y tú solo eres la hetaira de mi padre…

       Sin contemplación alguna, Sofía me dio una bofetada al sentirse ofendida y no pudo haber mejor momento para que ella me diera esa bofetada, la había deseado  muchas veces y por fin lo hacía, por fin podría gritarle a la cara muchas cosas, por fin podría darle yo una bofetada, solté a Cassandra y con todas mis fuerzas mi mano se estrelló en su mejilla.

Sofía.- ¿Pero cómo te atreves?

María Martha.- ¿Cómo te atreves tu Sofía? Cuando fuiste tú la que decidió ser la amante de mi padre la  que decidió mentirle a su propia hija que todo mundo se entere la mujerzuela que eres…

Cassandra.- ¡Dime que no es cierto madre que lo que ella dice es mentira…!

María Martha.- ¡Anda que esperas contéstale!  Dile que nunca has tenido respeto por mi madre, que nunca tú viste respeto por ella ni por ti…

Andrés.- ¿Qué carajos estás haciendo María Martha? Ve el escándalo que estás haciendo…

María Martha.- No padre yo no soy responsable del escándalo, puedes estar seguro que siento mucha vergüenza pero no por el escándalo, si no por ti, como has podido esconderme la existencia de una media hermana…

Mariana.- ¡Hija por Dios cálmate…!

Andrés.- Sera mejor que lo hablemos en casa ya casi es media noche…

María Martha.- ¿Media noche? ¡Dios…!

Andrés.- ¡Espera…!

       Di la media vuelta, corrí hacia la puerta abriéndome paso entre los presentes, no me importaba nada ni siquiera sentía miedo, enfrentarme con mi media hermana, con Sofía, con mi padre habían despertado esas ganas por sobrevivir, por cambiar mi destino, Salí corriendo del salón por un pasillo largo,  nunca me había pesado tanto la crinolina del vestido como en esos momentos, baje corriendo las escaleras.

      El cochero se negó a llevarme al faro me puso miles de excusas el tiempo avanzaba al no recibir la ayuda del cochero puse mi capa  sobre la carreta, para poder desenganchar un caballo.

.- ¡Dios mi santo que hace señorita! Su padre va a matarme…

María Martha.- ¡Ayúdeme a subir!

.-No puedo señorita por favor espere a que llegue don Andrés…

        Mi corazón latía a marcha forzada, si bien no sentía miedo si muchos nervios, lo que me provocaba problemas con el vestido e impedía que lo montara. Puede escuchar los gritos de mi padre, a la par de las campanadas de catedral anunciando la media noche, por fin pude subir al caballo le pique las costillas al mismo tiempo que jalaba la rienda, las campanadas seguían repicando tan solo faltaban tres para la media noche  justo cuando salía del zaguán.

José Pablo.- ¿María Martha, donde estás?  ¡Amor...!

.- ¡Sera mejor que se baje de ese caballo por las buenas…!

José Pablo.- ¿Quiénes son ustedes?

.- Eso no importa pero téngalo por seguro que no somos esa tal María pero más vale que habiente el arma… y se baje del caballo. ¡Macario…!

José Pablo.- No estoy armado y si quieres el caballo ven por el…

.- ¡Rápido vamos por él, ese cabrón no se va a pasar de vivo vamos... ya saben que hacer!

.- Lo importante es que no se encuentren…

.- ¡No seas pendejo vayan tras él, yo tengo otro encargüito Jajaja…!

       Era una noche desolada,  las hojas de los cedros parecían bailar cada que soplaba el viento, una luna llena iluminaba mi camino, llegue hasta el faro gritando, al no verlo  me asuste ¿Dónde estaba José Pablo? Por momento las dudas me invadieron, baje del caballo sin dejar de llamarlo camine cerca del embarcadero  pero nada, derrotada desilusionada volteé en busca del caballo, fue cuando se encendió el faro, me levante el vestido corrí sin dudar, entre al faro, tome un quinqué y comencé a subir las escaleras  en forma de caracol lo llamaba y no respondía nadie ni siquiera el farero que por lo regular siempre cantaba  soliloquio del farero cada noche, pensé que quería darme una sorpresa y vaya que me sorprendería, pero tan solo era el inicio de una noche que parecería interminable.

María Martha.- ¡José Pablo, Dios no José Pablo…! ¡No… ayuda, auxilio…!

.- No creo que alguien vaya ayudarla aparte que el pobre de don Goyo ya está bien frio Jajaja… se me paso la mano…

María Martha.- ¡Por favor no se acerque!

.- La vamos a pasar bien muñeca, ven anda no te hagas la remilgosa ni te des aire de señorita decente, Jajaja

María Martha.- ¡No soy  ese tipo de mujeres por favor déjeme ir…!

.- Jajaja… no claro que no, eres una mujerzuela… deja de hacerte la santa y ven acá…

       No podía creer que estuviera en esa situación, seguí gritando pero era inútil aquel sujeto se fue acercando, me tomo del brazo al tiempo que yo estrellaba el quinqué en su cara el vidrio se hizo tiras en su cara lo que lo obligo a soltarme  se llevó ambas manos a la cara no dejaba de gritar e insultarme pero no perdí ni un segundo Salí corriendo de ahí pidiéndole a Dios no tropezar con el vestido al bajar las escaleras…

Pero cuando me disponía

.- ¡Maldita perra…! 

María Martha.- ¡auxilio…!

.- ¡Nadie vendrá maldita perra  voy a matarte…!

       Salía del faro cuando me tomo por los cabellos y me aventó hacia el suelo, trataba de levantarme pero no podía, se acercó a mí tomándome de los brazos, trataba de besarme podía sentir su aliento aguardentoso  su mal olor, su barba  restregándose en mi cuello  sus manos tratando de  quitarme  el vestido a tirones  cerré los ojos ante lo que parecía un fin inevitable,  de pronto se detuvo ante un quejido, me soltó y cayó  encima de mi inerte… no podía ver  quien me lo quitaba de encima…

.- ¿María  Martha estas bien?

María Martha.- ¡Aléjese de mi…!

.- ¡Tranquila María Martha soy yo Fabián Alcázar…!  

     Tomo mi mano para ayudarme  a levantarme estaba tan sorprendida ¿Qué hacia ahí, como era que podía e acordarse de mí?   Sequito su abrigo y lo puso sobre mis hombros y me abrazo frotándome el ante brazo.

Fabián.- Mírate estas echa un desastre, ¿Qué es lo que haces aquí a estas horas sola?

María Martha.- Fabián es una historia muy larga y estoy muy cansada podrías llevarme a mi casa por favor, pero gracias a Dios que te puso en mi camino pensé…

Fabián.- Tranquila ya  todo termino  y ese hombre está muerto por supuesto  ven vamos caminemos…

María Martha.- ¡Pero mataste a un hombre por mí…!

Fabián.- Fue por defenderte, no te preocupes le contare a mi padrino y él sabrá qué hacer

María Martha.- Pero…

Fabián.- Confía en mí, soy un caballero yo estuve en el puerto esperando que fueran por mí al ver que ninguna diligencia venia decidí encargar mi equipaje  y caminar ese hombre trato de asaltarme y solo tuve que defenderme…

María Martha.- No tienes que hacer eso por mí, a parte ese hombre mato al farero y…

Fabián.- Ya no pienses en eso ven vayamos a tu casa don Andrés debe estar muy preocupado por ti…

María Martha.- ¿Cómo supiste que era yo?

Fabián.- Lo de la diligencia es cierto, se suponía que desembarcaríamos al amanecer pero lo hicimos antes, me desespere y pensé que aun alcanzaba a llegar a la cena de mi padrino escuche algunos gritos me acerque y bueno lo demás ya lo sabes…

María Martha.- Pero la última vez que nos vimos fue…

Fabián.- En tu primera comunión, siempre he soñado contigo como olvidar tus cabellos rojizos tus ojos… siempre has estado  presente en mi vida…

María Martha.- ¡Fabián… yo…!

Fabián.- No digas nada  por hoy fue suficiente…

      Pero no aún no había sido suficiente,  aún tenía que enfrentar a mi padre   vaya que sería una noche muy larga, no podía dejar de pensar en José Pablo que habría sucedido que me dejo plantada o aquel hombre le ¿habría hecho algo?  Esperaba que no, porque ya no habría marcha  atrás, pensaba que tal vez en realidad Fabián era mi destino.

     Cuando llegamos a casa las luces de los candeleros anunciaban que me esperaban o por lo menos esperaban tener noticias mías, al vernos entrar mi madre no dejo de santiguarme al ver el estado tan desastroso en el que iba, sin dejar de agradecerle a Fabián  su intervención, mi madre me llevo a mi habitación a ayudarme a quitarme aquel vestido no dejaba de hablar yo solo quería meterme a mi cama y no saber nada.

Andrés.- ¡Gracias muchacho por ser un caballero!

Fabián.- Don Andrés…

Andrés.- ¡No creo ni una sola palabra de lo que has dicho, con migo no tienes que fingir! pediré a uno de los criados que  te lleve y otra vez gracias por traerla de regreso.

Fabián.- No es necesario puedo…

Andrés.- Por favor muchacho… ¡Julia…!

Julia.- ¡Mande aste patrón…!

Andrés.- Lleva a Fabián l comedor, para que coma algo y luego le dices a Epifanio que prepare el coche para llevarlo a donde desee…

Julia.- Como usted mande patrón, señorito por aquí venga…

Fabián.- ¡Gracias don Andrés por su hospitalidad…!

 

      Mi madre no dejaba de preguntarme  qué había pasado, era obvio  que tan poco creía en la versión de Fabián, sabían que era un gran acto de caballerosidad por parte de mi salvador pero en ese momento no me importaba si me creían o no.

Andrés.- Déjame solo con María Martha…

Mariana.- ¡Por Dios Andrés ya es tarde vayamos a dormir mañana…!

Andrés.- ¡No…! ¡Que te largues de aquí Mariana…!

Mariana.- ¡No pienso irme de aquí…!

Andrés.- ¡Eres una estúpida Mariana!  Si te creíste el cuento de ese muchacho él es un caballero y…

Mariana.- ¡No soy ninguna estúpida se perfectamente que Fabián es un caballero! hay cosas que no concuerdan como eso de que quedaron de verse… pero… ¡suéltala Andrés…!

Andrés.- ¡A mí no puedes  engañarme…! ¿Ibas a huir con ese bastardo de mierda verdad?

María Martha.- ¡Me lastimas…!

Andrés.- ¡Contéstame con un carajo…! ¿Eso es lo que quieres ser una mujerzuela?

María Martha.- ¡Si iba a huir con José Pablo qué más da que tenga hijos fuera del matrimonio como tú! ¡Qué más da si termino como Sofía…!

      Mi padre me soltó y me aventó al suelo de la bofetada  que me asesto para levantarme de nuevo y estrujarme, podía sentir  su fuerza en mis antebrazos, y los moretones serian testigo de aquella noche pero no me importaba nada en ese instante  no habría de callarme aun así me matara  a golpes por insolente.

Mariana.- ¡Dios mío, no Andrés…!

Andrés.- ¿Cómo  te atreves  a faltarme el respeto de esa manera soy tu padre?

María Martha.- ¡No…  eres tú quien no se tiene respeto asimismo, el que no le tiene respeto a mi madre,  a mí que quieres imponerme un matrimonio con un hombre que casi  ni conozco con un hombre que no amo…!

Andrés.- ¡Con un carajo cállate María Martha…!

Mariana.- ¡Hija por Dios, por lo que más quieras cállate…!

María Martha.- ¡No voy a callarme! pégame todo lo que quieras… pero no voy a callarme, puedes estar seguro que ni a golpes vas hacer que deje de querer a José Pablo…

Andrés.- ¿Cómo es que puedes amar a ese bastardo?

María Martha.- ¡El  amor no se cuestiona papá…!  Yo no tengo la culpa de que a ustedes les faltara valor para defender su amor, yo no tengo la culpa que se conformaran  el uno con el otro… si amaras a mamá  no buscarías otras mujeres, mujeres como Sofía de Altamira…

Andrés.- ¡Tú qué sabes… no eres nadie  para juzgarme, ni ponerte en ese maldita postura, porque juro que vas a salir perdiendo María Martha, no sé qué voy hacer contigo pero por Dios que a ese maldito de Mendoza no lo vuelves  a ver, por Dios santo que no dejare queseas una inmoral…

María Martha.- ¡Por Dios padre…  basta teniéndome aquí enclaustrada no vas a ganar nada, no voy a dejar de amar a José Pablo,  ¿Inmoral? si eres tu quien tiene de amante a esa mujer con la que tienes una bastarda…!

Andrés.- ¡No eres nadie para juzgarme  ni faltarme al respeto…!

      Volvió a bofetearme y volví a caer al suelo, estaba agotada, que me quede ahí en el suelo con la mano en mi mejilla, tratando de mitigar el ardor en mi rostro. Él se dio la media vuelta y azoto la puerta, mi madre  corrió a mí para levantarme, pero esta vez no articulo palabra alguna  termino de aflojarme el corsé para ayudarme con el camisón, beso mi frente me arropo con las cobijas y con un soplido apago las velas, salió de mi habitación.

 

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Comments

Martha Gomez

Martha Gomez

Me gusta esta novela. Muy real, no la típica novela de CEOs millonarios, mujeres drogadas,etc, etc,.,

2024-05-03

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