Capítulo 2, A dos mundos

John el Mayor

Mi puño se separa de la cara del idiota lo suficiente como para dejarme verle el rostro. Tiene la cara roja de coraje, y los ojos parece que se le van a llenar de lagrimas en cualquier momento. No me compadezco. Y grito a pleno pulmón, para que el y cualquier otro idiota que este pasamos por ahí lo supiera:

—¡Dilo otra vez idiota! ¡Dilo!

—¡Ya déjalo, monstruo!—me grita la chica, que probablemente es su novia.

Volteo a ver a la chica. Y como antes que nada soy un caballero, le hago caso, y arrojó a ese idiota a un lado, y le lanzo el más asqueroso escupitajo que pude hacer. Volteo hacia donde está ella que de repente se encoge atemorizada.

—Dile a este idiota que no se vuelva a meter con migo ¿Entiendes?—la chica cabizbaja asiente —. Bien muñeca.

Y remato lanzándole un beso. Me volteo triunfante, pero entonces aparece el señor Green. Mi martirio. Primero mira al chico, y después a mi, y no le hace falta tener un título de la estatal de florida, para saber que sucedió.

—¡¿Qué rayos es esto?!—mira a la chica y después a mi.

La chica no dice nada. Pero yo tan boca suelta como siempre le suelto:

—El chico de callo y se golpeó la nariz.

—Oh si. Sobre tu puño ¿Verdad?

Volteo de la manera más inocente a ver mi manos, para después decir con sorpresa:

—¿Cómo lo supo?

—¡Basta! No tengo tiempo para tus idioteces. Los dos a mi oficina ¡Pero ya!.

En la oficina, el chico está contando los más claro que puede su versión de la historia. Tiene una gran memoria, y narra todo lo ocurrido, desde cómo lo encarre, cómo lo tome de la camisa, asta como mi puño revoto por su nariz. Que buena memoria… salvo el por qué lo hice. Aunque claro, yo no le permitiré saltarse ese punto vital. Así que cuando termina su parloteo, yo en palabras simples digo:

—El me llamo idiota ignorante, y me escupió a los pies.

El señor Green instintivamente baja los ojos para verse sus propios pies, y en esa fracción de segundo aprovecho para levantar mi puño y mirar lo más amenazante que pueda al chico. El rehuyó mi mirada, mientras se removía incómodo. Cobarde.

—Bueno felicidades chicos. ¡Su primer día y ya tienen un castigo! Muy bien —dice en tono irónico.

—¿Nos va hacer una fiesta?—digo yo, con el mismo tono irónico de el.

Me lanza una mirada que intimidaría a cualquiera. Ahora soy yo el que se remueve incómodo.

—¿Pero como que tenemos? ¡El me golpeó!—dice el chico indignado.

—Y tú lo llamaste idiota ignorante ¿Verdad?

El chico baja la mirada y dice:

—Si, pero…

—Pero nada —lo interrumpe el señor Green —. Un insulto es un insulto. Ahora váyanse a sus clases.

Los dos nos levantamos, y nos dirigimos a la puerta. Cuando estuviéramos fuera pensaba darle una última advertencia pero el señor Green me llamo:

—Espere un momento señor Beers. Quiero hablar con usted.

Me quedé de pie en medio de la puerta y el escritorio. Mire fijamente al chico quien no volteo hacia atrás y se apresuró a salir. Un cobarde, pero de esos hay muchos.

Me volteo hacia el señor Green, y le sonrió.

—¿Quiere pedirme un autógrafo?

—Ja jajá —se burla sarcástico —. No puedes estar así. Es tu primer día John, ¡Tu primer maldito día!

—Lo se —digo hablando serio por primera vez —. Pero que quieres. Que deje que me llamen idiota, como este imbécil de… me importa una mierda como se llame. Pero no puedo dejar que me traten así. ¡Yo era el orgullo de está escuela…!

—¡Ya no!—me interrumpe, y ahí es donde me doy cuanta de que tengo las mejillas ardiendo y siento ganas de golpear a alguien.

Guardo mis manos en mis bolsillos y me vuelvo a sentar.

—Ya no —repite el señor Green, pero parece que está hablando más para si que para mí —. Ya no, John. Ya no, y tienes que aprender a vivir con eso. Con las consecuencias de tu error.

Baje la vista, y sentí un nudo en la garganta. ¡Mierda! No podía llorar.

—Esta bien.—dije aguantándome con todas las fuerzas que tenía para evitar llorar.

—Bueno, ya puedes irte a tus clases—dijo y hico una señal con la mano para que saliera de su oficina.

Salí. Camine por el pasillo cansado y sin ilusiones, y deseando estar en cualquier lugar menos ahí. Mire mi reloj. Faltaban diez minutos para terminar la primera clase, así que no tiene sentido entrar. Camine al salón de álgebra, y me pare a un lado de la puerta esperando a que las clases terminaron.

Después de un rato, la campana sonó, y las puertas se abrieron. Y los pasillos se llenaron de parloteos sobre sus aventuras veraniegas. Yo me quedé ahí en medio viendo, era prácticamente invisible para todos, y los que no me lanzaban miradas de odio como si me quisieran eliminar ahí mismo.

Pero entonces alguien se acercó a mi.

—Hola John—Mierda, sabía quién era.

Cody me miro de los pies a la cabeza con una sonrisa burlona en su horrible rostro, quería quitársela de un golpe en la nariz, pero no podía arriesgarme después de lo que había echó en la mañana. Además de que esté no estaba solo, tenía a sus perros guardianes a los lado: Devon y matt, a uno solo podía noquearlo, tal vez a Matt y Devon juntos, pero con Cody no.

—¿Qué quieres?—dije con la voz más cortante que tenía.

El alzó las manos ofendido, y sus dos guardaespaldas comenzaron a reír.

—¡Calma John! Solo queríamos saludar.

—Ya saludaron. Ahora váyanse.

—¡Cálmate!—dijo acercándose asia mi, asta que solo unos centímetros separaban nuestros rostros —¿O te sientes muy valiente?

Yo no iba a provocar una pelea, pero si el quería, ¿Quiénes era yo para negársela?

Cuando estaba a punto de responder, sentí una mano caerme a la espalda, y una voz sonó detrás de mi:

—¡Hola chicos, que hacen!—era mi primo Drew.—. ¿Qué están haciendo? ¿están platicando con John?

—¡Si, solo hablábamos! —contesto Cody—¿Verdad John?

Solo asentí, y los tres chicos se fueron. Cuando estuvieron lo suficientemente lejos, Drew me dijo:

—Son unos idiotas. No te preocupes John. Solo necesitas no cagarla y la gente lo olvidará.

—¿A si? No te creo una mierda. Esto es horrible, tú no sabes….

—Calmare John, bien. Estás demasiado nervioso. Escucha, supe lo de la mañana, y tienes que controlarte, no puedes estar golpeando a la gente solo por que no te gusta como te miran.

—¿Cómo lo supiste?

—¿Qué? ¿Lo que golpeaste a Kyle McCartney? Toda la escuela lo sabe.

—Espera ¿Era Kyle McCartney?

—Si. ¿No lo reconociste? Es el hermano gemelo de…

—Si lo se, es hermano de ese fenómeno…

—No le digas así ¿Esta bien?—me interrumpe Drew. Después voltea a los lados y agrego: —. Ya me voy, y ahora prométeme que no la vas a cagar ¿Bien?

—Claro papá—me burló. El solo sonríe se da vuelta y se va.

No tengo hermanos mayores, de echo no tengo hermanos. Y Drew es mi primo mayor, y es casi como si fuera mi hermano, nos criamos juntos. Aunque se que si de verdad fuera mi hermano, no nos llevaríamos tan bien. Sería como el y John. John mi otro primo, el hermano de Drew, siempre fue un poco confuso, cuando eran visitas familiares, pero te terminas acostumbrado. Así el paso a ser John el menor y yo el mayor, como si fuéramos filósofos griegos.

—Hola John —me saluda Lizbeth.

—Hola ¿Qué tal todo? —La saludo yo.

Ella se levanta de puntillas, se inclina hacia mi y como respuesta deja un beso en mi mejilla. Ciento una oleada de calor recorrerme el cuerpo.

Antes de que pasara lo que (válgame la redundancia) paso, yo era alguien conocido y popular, y Elizabeth y yo solíamos estudiar juntos en el sótano de su casa. Por una parte estudiábamos geometría, pero casi siempre estudiábamos anatomía , y valla que estudiaba SU cuerpo humano. Aunque nunca pasamos de besos, caricias y algunos arrimones, y claro abecés me dejaba meterle mano a su sostén, para ver si sus pechos eran reales, o unos calcetines hechos bola (y valla que no eran falsos).

Después de que paso “eso”, el resto de las “Amigas” que tenía como la buena Lizbeth, se alejaron de mi, prácticamente fue como si nunca hubiera existido para ellas. Lo mismo pasó con mis amigos deportistas, y con los no deportistas la cosa fue gradualmente. Al final solo quedaron unos cuantos, y la única mujer «Amiga», que seguía teniendo era Lizbeth, aunque claro mis visitas a su sótano se hicieron esporádicas, y no me daba entrada para que mis dedos tocaran piel.

—¿Cómo te sientes? —Me pregunto —. Supe lo de McCartney.

Ya me había empezado a fastidiar que me preguntaran como me siento, pero con esa linda chica rubia… bueno, no podía tratarla mal.

—Un poco cansado —Dije lo mas seductor que pude —. Golpear idiotas es cansado.

Y levante mi puño y lo mire como si estuviera buscando algo. Ella tomó mi mano y beso el nudillo que hacía un rato se había separado de la nariz sangrante de Kyle McCartney.

—Si quieres puedes pasar por mi casa hoy. Ya sabes… para estudiar.

—Me encantaría… pero hoy no puedo. ¿Qué tal mañana?

—Entonces mañana será. —Dejo mi mano, se dio vuelta y se fue.

Eso era el único rastro de mi antigua vida. Lo único que indicaba que un día fui querido y popular.

Ah pero bueno ¿Qué se puede hacer? Solo continuar con mi vida.

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Comments

Angelica Perez

Angelica Perez

Primer día de escuela, y ya le va muy bien jajaj

2023-08-06

0

Kayden

Kayden

Aquí narra el John mayor no? Osea el otro John...

2023-08-05

0

Total
Capítulos
1 Capítulo 1, crónicas de un gordo mentiroso
2 Capítulo 2, A dos mundos
3 Capítulo 3, dramas y golpes
4 Capítulo 4, Ustedes a mi oficina ¡Ahora!
5 Capítulo 5, La increíble saga de John el magnífico: peleas y amistades forzadas
6 Capítulo 6, uniendo fuerzas
7 Capítulo 7, Como el hedor de un perro muerto
8 capítulo 8 Nuevas responsabilidades y desafíos
9 Capítulo 9, conexiones virtuales y expectativas reales
10 Capítulo 10, un plan extraordinario
11 Capítulo 11, Desafío inesperado
12 Capítulo 12, Kilos por educación
13 Capítulo 13, como el hedor a un perro muerto, parte dos: Más hediondo que nunca
14 Capítulo 14, Decisiones en debate
15 Capítulo 15, Negociando
16 Capítulo 16, Negociaciones con el Prodigio de la Avaricia
17 Capítulo 17, Saxofones y Egos: Una Sinfonía de Pretensiones
18 Capítulo 18, El Gran Espectáculo del Medio Tiempo: Promesas y Apuestas
19 Capítulo 19, Confesiones y Contratos: El Arte de Venderse
20 Capítulo 20, Entre Estrellas y Kilos: La Poética Ascensión
21 Capítulo 21, Engordando por Caridad
22 Capítulo 22, De héroes a hamburguesas.
23 Capítulo 23, Compromisos Involuntarios: Entre la Fama y la Expulsión
24 Capítulo 24, Delgadas Promesas, Pesadas Realidades
25 Capítulo 25, Coronación del Rey Cerdo
26 Capítulo 26, Desafíos en Do Menor: Entre Saxofones y Balanzas
27 Capítulo 27, Degustando Fama: El Festín de John
28 Capítulo 28, Entre Sudor y Esperanza: La Carrera hacia el Cambio
29 Capítulo 29, Comida Rápida y Puños Lentos: Un Mukbang de Problemas
30 Capítulo 30, El Peso de la Fama y Otras Ironías
Capítulos

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1
Capítulo 1, crónicas de un gordo mentiroso
2
Capítulo 2, A dos mundos
3
Capítulo 3, dramas y golpes
4
Capítulo 4, Ustedes a mi oficina ¡Ahora!
5
Capítulo 5, La increíble saga de John el magnífico: peleas y amistades forzadas
6
Capítulo 6, uniendo fuerzas
7
Capítulo 7, Como el hedor de un perro muerto
8
capítulo 8 Nuevas responsabilidades y desafíos
9
Capítulo 9, conexiones virtuales y expectativas reales
10
Capítulo 10, un plan extraordinario
11
Capítulo 11, Desafío inesperado
12
Capítulo 12, Kilos por educación
13
Capítulo 13, como el hedor a un perro muerto, parte dos: Más hediondo que nunca
14
Capítulo 14, Decisiones en debate
15
Capítulo 15, Negociando
16
Capítulo 16, Negociaciones con el Prodigio de la Avaricia
17
Capítulo 17, Saxofones y Egos: Una Sinfonía de Pretensiones
18
Capítulo 18, El Gran Espectáculo del Medio Tiempo: Promesas y Apuestas
19
Capítulo 19, Confesiones y Contratos: El Arte de Venderse
20
Capítulo 20, Entre Estrellas y Kilos: La Poética Ascensión
21
Capítulo 21, Engordando por Caridad
22
Capítulo 22, De héroes a hamburguesas.
23
Capítulo 23, Compromisos Involuntarios: Entre la Fama y la Expulsión
24
Capítulo 24, Delgadas Promesas, Pesadas Realidades
25
Capítulo 25, Coronación del Rey Cerdo
26
Capítulo 26, Desafíos en Do Menor: Entre Saxofones y Balanzas
27
Capítulo 27, Degustando Fama: El Festín de John
28
Capítulo 28, Entre Sudor y Esperanza: La Carrera hacia el Cambio
29
Capítulo 29, Comida Rápida y Puños Lentos: Un Mukbang de Problemas
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Capítulo 30, El Peso de la Fama y Otras Ironías

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